Al contrario que en China y otros países, donde el brote avanzó lentamente, en el país fueron más de 300 personas las que dieron inicio a la epidemia, en su mayoría provenientes de la península itálica (imagen: Wikimedia Commons)
Al contrario que en China y otros países, donde el brote avanzó lentamente, en el país fueron más de 300 personas las que dieron inicio a la epidemia, en su mayoría provenientes de la península itálica
Al contrario que en China y otros países, donde el brote avanzó lentamente, en el país fueron más de 300 personas las que dieron inicio a la epidemia, en su mayoría provenientes de la península itálica
Al contrario que en China y otros países, donde el brote avanzó lentamente, en el país fueron más de 300 personas las que dieron inicio a la epidemia, en su mayoría provenientes de la península itálica (imagen: Wikimedia Commons)
Por Elton Alisson | Agência FAPESP – Italia fue el principal origen de los primeros viajeros infectados por el nuevo coronavirus, el SARS-CoV-2, que llegaron a Brasil entre febrero y el comienzo de marzo de este año, el período que indica el comienzo de la epidemia de COVID-19 en el país. Científicos brasileños, en colaboración con pares de Reino Unido, Canadá y Estados Unidos, efectuaron estas constataciones.
“Al contrario que en China y otros países, donde el brote de COVID-19 empezó lentamente, con una cantidad reducida de casos al principio, en Brasil fueron más de 300 personas las que dieron inicio a la epidemia, en su mayoría provenientes de Italia. Esto resultó en una propagación muy rápida del virus”, dice Ester Sabino, directora del Instituto de Medicina Tropical (IMT) de la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo (FM-USP), en Brasil, y una de las autoras del estudio.
El principal destino de esos pasajeros provenientes de dicho país europeo fue la ciudad de São Paulo, donde se registraron los primeros casos de la enfermedad en Brasil. Pero además de São Paulo, esos viajantes también se dirigieron a otras nueve capitales de estados brasileños –Rio de Janeiro, Porto Alegre, Salvador, Curitiba, Belo Horizonte, Fortaleza, Recife, Vitória y Florianópolis– y dispararon la epidemia de COVID-19 por el país.
Los resultados de este estudio, apoyado por la FAPESP en el ámbito del Centro Conjunto Brasil-Reino Unido para el Descubrimiento, Diagnóstico, Genómica y Epidemiología de Arbovirus (CADDE), aparecen descritos en un artículo publicado en el Journal of Travel Medicine.
Las estimaciones indicaron que el 54,8% del total de los casos importados de COVID-19 en Brasil hasta el día 5 de marzo correspondía a viajeros infectados en Italia, seguidos por pasajeros provenientes de China (un 9,3%) y de Francia (un 8,3%).
La ruta Italia-São Paulo representó el 24,9% del total de viajeros infectados que llegaron a Brasil durante ese período, y dicho país europeo fue el origen de cinco de las diez principales rutas de importación de COVID-19 hacia Brasil –China, Francia, Suiza, Corea del Sur y España–, según se consigna en el estudio.
Para identificar las rutas más importantes de importación de COVID-19 a Brasil, los científicos analizaron el registro de viajes aéreos realizados entre febrero y marzo de 2020 desde 29 países con casos confirmados de la enfermedad que tenían como destino final alguna ciudad brasileña.
En tanto, con base en la cantidad total de pasajeros que llegaron a los aeropuertos de Brasil durante ese período provenientes de esos países, aparte del tamaño de la población y la cantidad de casos de la enfermedad registrados en esas naciones entre febrero y marzo de 2020, se estimó la proporción de viajeros potencialmente infectados que desembarcaron en las capitales de estados brasileños.
Estas estimaciones están corroboradas por los datos oficiales de casos de la enfermedad en Brasil en poder del Ministerio de Salud, que apuntaron que 14 de los 29 primeros pacientes diagnosticados con COVID-19 en Brasil tenían registros de viajes a Italia. De ese total de casos, 6 (el 23,1%) regresaron vía São Paulo, según remarcan los investigadores.
“Quedaba muy claro que São Paulo sería el epicentro de la epidemia de COVID-19 en Brasil porque es la ciudad a donde llegó la mayor cantidad de infectados provenientes fundamentalmente de Italia”, afirma Sabino.
Con enfoque en la movilidad interna
A juicio de la investigadora, quien lideró la secuenciación del genoma del coronavirus aislado en los dos primeros casos confirmados de COVID-19 en Brasil, con el fin de contener la propagación de la enfermedad en el país, el enfoque ahora debe recaer sobre la restricción de la movilidad nacional interna, toda vez que la transmisión pasó a ser sostenida o comunitaria.
Una acción importante en tal sentido consistiría en restringir la circulación de habitantes de São Paulo, donde se concentra la mayor cantidad de casos de infección con el nuevo coronavirus, según apunta Sabino.
“São Paulo y Río de Janeiro en menor proporción serán los centros de distribución del coronavirus en Brasil. Por eso es necesario restringir la salida de personas de ambos lugares”, sostiene.
La continuidad de las secuenciaciones
El grupo de investigadores que Sabino coordina sigue adelante con la secuenciación de coronavirus aislados en pacientes brasileños con diagnóstico de la enfermedad.
Con todo, el trabajo ya debió interrumpirse en razón de la sospecha de que investigadores del propio grupo también podrían haberse infectado con el nuevo coronavirus.
“Tuvimos que paralizar el laboratorio y estamos reanudando las actividades ahora. Analizaremos si es posible secuenciar una cantidad mayor de genomas del virus”, dice Sabino.
La velocidad de transmisión del nuevo coronavirus en Brasil también terminó atropellando el cronograma y los planes de los científicos.
“La transmisión del virus está avanzando tan rápido que los datos de la secuenciación no logran ayudar a entender cómo está evolucionando la epidemia de la manera que estaba planificada”, pondera Sabino.
Los investigadores esperaban que a medida que fuesen surgiendo casos esporádicos de la enfermedad ellos irían secuenciando para seguir la trayectoria de la transmisión, con el fin de generar estrategias de control. Sin embargo, lo que sucedió fue que terminaron deparándose con muchos casos para su secuenciación que llegaron al laboratorio al mismo tiempo.
“No será posible controlar el brote solamente con las secuencias. La epidemia está progresando muy rápido y ya no es posible hacer el seguimiento de los casos”, dice Sabino.
Hasta el momento, se han realizado casi 800 secuenciaciones de genomas de coronavirus aislados en pacientes infectados en todo el mundo.
Este conjunto de secuenciaciones, disponibles en bases de datos públicas, hará posible la realización de estudios de resistencia primaria con antivirales prometedores en el combate contra el nuevo coronavirus, según señala Sabino.
“Cuando surja algún posible medicamento, seguramente ese banco de datos de secuenciación del genoma del virus será útil con esa finalidad”, afirma.
Puede leerse el artículo intitulado Routes for COVID-19 importation in Brazil (DOI: 10.1093/jtm/taaa042), de Darlan da S Candido, Alexander Watts, Leandro Abade, Moritz UG Kraemer, Oliver G Pybus, Julio Croda, Wanderson de Oliveira, Kamran Khan, Ester C Sabino y Nuno R Faria, en el Journal of Travel Medicine, en el siguiente enlace: academic.oup.com/jtm/advance-article/doi/10.1093/jtm/taaa042/5809508.
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