Micrografía de muestra testicular de un paciente con COVID-19, obtenida mediante una autopsia mínimamente invasiva. La imagen denota la infección de diversos tipos celulares provocada por el SARS-CoV-2. Las flechas apuntan hacia el antígeno del virus marcado en rojo, en el citoplasma de las células infectadas (crédito: Cristina Kanamura y Amaro N. Duarte-Neto/FMUSP y IAL)
Investigadores de la Universidad de São Paulo, en Brasil, constataron que la infección provocada por el nuevo coronavirus puede causar alteraciones prolongadas en el semen y en la producción de testosterona, incluso en individuos que tuvieron COVID-19 leve o se mantuvieron asintomáticos
Investigadores de la Universidad de São Paulo, en Brasil, constataron que la infección provocada por el nuevo coronavirus puede causar alteraciones prolongadas en el semen y en la producción de testosterona, incluso en individuos que tuvieron COVID-19 leve o se mantuvieron asintomáticos
Micrografía de muestra testicular de un paciente con COVID-19, obtenida mediante una autopsia mínimamente invasiva. La imagen denota la infección de diversos tipos celulares provocada por el SARS-CoV-2. Las flechas apuntan hacia el antígeno del virus marcado en rojo, en el citoplasma de las células infectadas (crédito: Cristina Kanamura y Amaro N. Duarte-Neto/FMUSP y IAL)
Por Elton Alisson | Agência FAPESP – Al efectuar un seguimiento de pacientes varones que tuvieron COVID-19 desde el comienzo del año pasado, el andrólogo Jorge Hallak, docente de la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo (FM-USP), en Brasil, empezó a observar que los resultados de los análisis de fertilidad y hormonales de esas personas permanecen alterados durante muchos meses tras su recuperación de la enfermedad.
Pese a ser un estudio inicial y a que no reúne las condiciones como para diagnosticar la fertilidad o la infertilidad, el espermograma de varios pacientes ha apuntado que la motilidad espermática –la capacidad de los espermatozoides de moverse y fertilizar el óvulo, cuyo índice normal es superior al 50 %– se redujo a entre el 8 % y el 12 %, y permaneció en ese nivel casi un año después de la infección provocada por el SARS-CoV-2, por ejemplo. En tanto, las pruebas hormonales indican que los niveles de testosterona de muchos de estos pacientes también mostraron una ostensible caída después de la enfermedad. Mientras que el nivel normal de esta hormona es de 300 a 500 nanogramos por decilitro de sangre (ng/dL), en los pacientes que tuvieron COVID-19 dicho índice llegó a variar por debajo de 200 y, en muchas ocasiones, se ubicó entre 70 y 80 ng/dL
“Hemos venido observando cada vez más alteraciones prolongadas en la calidad del semen y de las hormonas de pacientes que tuvieron COVID-19, aun entre aquellos que manifestaron un cuadro leve o asintomático”, le dice Hallak a Agência FAPESP.
Algunos estudios que el investigador realizó en colaboración con pares del Departamento de Patología de la FM-USP, publicados en los últimos meses, han ayudado a dilucidar estas observaciones efectuadas en la práctica clínica.
Los investigadores constataron que el SARS-CoV-2 también infecta a los testículos, perjudicando la capacidad de las gónadas masculinas para producir espermatozoides y hormonas.
“Es sumamente preocupante la manera en que el nuevo coronavirus afecta a los testículos, aun en los casos asintomáticos o poco sintomáticos de la enfermedad. Entre todos los agentes perjudiciales para los testículos que he estudiado hasta ahora, el SARS-CoV-2 parece ser muy activo”, afirma Hallak. “Cada patología tiene sus particularidades, y la práctica y la experiencia nos las muestran. El SARS-CoV-2 posee la característica de modificar la espermatogénesis de maneras que estamos descubriendo ahora, como en el caso de la motilidad progresiva persistentemente muy baja, sin una alteración de la concentración espermática significativa”, dice.
En un estudio con 26 pacientes que tuvieron COVID-19, los investigadores verificaron mediante estudios de ecografía que más de la mitad exhiben inflamación grave en el epidídimo, la estructura encargada del almacenamiento de los espermatozoides y en donde estos adquieren la capacidad de locomoción.
Los pacientes tienen una edad promedio de 33 años y se atienden en el Hospital de Clínicas, el complejo hospitalario gestionado por la FM-USP, y en el Instituto Androscience. Los resultados de este estudio, apoyado por la FAPESP, salieron publicados en la revista Andrology.
“A diferencia de una infección bacteriana clásica o de una causada por otros virus, como el de las paperas, que causa inflamación y dolor en los testículos en un tercio de los acometidos, la epididimitis causada por el nuevo coronavirus es indolora y no es pasible de diagnóstico por palpación [examen físico] o a simple vista”, explica Hallak.
Por tal motivo, según el investigador, sería interesante enseñar a hacerse el autoexamen testicular como política de salud pública pospandémica.
“Es ideal que los adolescentes, los adultos jóvenes y los varones en edad reproductiva o con anhelo reproductivo, luego de haberse infectado con el SARS-CoV-2, consulten a un urólogo o a un andrólogo y realicen una consulta con medición del volumen testicular y medición de testosterona y de otras hormonas, aparte de análisis del semen con test de función espermática, seguidos de una ecografía Doppler color, para verificar si presentan algún tipo de acometimiento testicular que pueda tener efectos sobre la fertilidad y la producción hormonal”, sugiere Hallak.
“Esas personas deben contar con seguimiento al menos durante uno o dos años luego de la infección, pues aún no sabemos de qué manera evoluciona la enfermedad”, sostiene.
La invasión de las células testiculares
Otro estudio recientemente publicado por el mismo grupo de investigadores y también apoyado por la FAPESP apuntó que el SARS-CoV-2 invade todos los tipos de células testiculares, provocando lesiones que pueden perjudicar la función hormonal y la fertilidad masculina.
En el marco de un proyecto coordinado por los profesores de la FM-USP Paulo Saldiva y Marisa Dolhnikoff, se aplicaron técnicas de autopsia mínimamente invasiva para extraer muestras de tejidos testiculares de 11 hombres con edades entre los 32 y los 88 años, que fallecieron en el Hospital de Clínicas como consecuencia del COVID-19 grave.
Los resultados de los análisis indicaron una serie de lesiones testiculares que pueden atribuirse a alteraciones inflamatorias que disminuyen la producción de espermatozoides (espermatogénesis) y la producción hormonal.
“Lo que nos llamó la atención inmediatamente en esos pacientes que murieron como consecuencia del COVID-19 fue la drástica merma de espermatogénesis. Incluso los más jóvenes, en edad fértil, prácticamente no tenían espermatozoides”, comenta Amaro Nunes Duarte Neto, infectólogo y patólogo de la FM-USP y del Instituto Adolfo Lutz, y coordinador del estudio.
Según el investigador, algunas de las probables causas de la mengua de espermatogénesis en estos pacientes fueron las lesiones causadas por el virus en los vasos del parénquima testicular, con la presencia de trombos, que llevaron a la hipoxia –la ausencia de oxigenación en los tejidos−, aparte de fibrosis que obstruyen los túbulos seminíferos, donde se producen los espermatozoides.
Una de las razones probables para la disminución hormonal es la pérdida de células de Leydig, que se encuentran entre los túbulos seminíferos y producen testosterona.
“Las funciones de los testículos de producción de espermatozoides y hormonas sexuales masculinas son independientes, pero existe una interconexión entre ellas. Si la elaboración de hormonas a cargo de las células de Leydig se encuentra perjudicada, la fertilidad también se verá deteriorada”, afirma Nunes Duarte Neto.
Algunos de los síntomas de la deficiencia de testosterona (hipogonadismo) son la pérdida muscular, el cansancio, la irritabilidad, la pérdida de memoria y el aumento de peso, que pueden confundirse con los efectos a largo plazo del COVID-19.
“Una parte importante de este cuadro clínico seguramente se relaciona con una baja función testicular. Pero esto aún no se ha abordado porque los pacientes no sienten dolor y no se suele medir el nivel de hormonas ni efectuarse el análisis de los espermatozoides después de que se recuperan del COVID-19”, advierte Hallak.
Los investigadores pretenden realizar un estudio de seguimiento de pacientes varones que tuvieron la enfermedad con el objetivo de evaluar en cuánto tiempo las lesiones testiculares causadas por el SARS-CoV-2 pueden revertirse naturalmente o mediante la administración de medicamentos.
“Aún no sabemos si estas lesiones testiculares podrán revertirse ni cuánto tiempo pasará hasta que ello suceda”, afirma Hallak.
Las principales preocupaciones del investigador se refieren a los varones en edad reproductiva, adolescentes y prepúberes, sobre los cuales aún no existen datos sobre lesiones testiculares causadas por el COVID-19. No se sabe cuáles serán los impactos en la pubertad con relación a la capacidad fértil, si la producción de hormonas se verá afectada de manera transitoria, prolongada o definitiva y cuál será el grado de lesión residual irreversible.
Como no existe datos de preinfección provocada por el SARS-CoV-2 de cada individuo, los estudios prospectivos deberán incluir a un grupo de control a modo de comparación, sugiere Hallak.
“Estos individuos pueden padecer problemas de infertilidad y alteraciones hormonales en el futuro y no saber que eso puede haber sido causado por la infección del COVID-19, pues tuvieron síntomas leves o se mantuvieron asintomáticos”, pondera.
Un aumento de la infertilidad masculina
El investigador estima que el COVID-19 podrá causar un aumento de la infertilidad masculina. Actualmente, entre el 15 % y el 18 % de las parejas afrontan dificultades para concebir, por problemas masculinos en un 52 % de los casos.
Este panorama puede desencadenar una búsqueda mayor de técnicas de reproducción asistida que, de acuerdo con el investigador, se concreta en ocasiones en forma apresurada en Brasil cuando son causas masculinas, sin un análisis inicial adecuado y estandarizado y, a menudo, sin que se determine el diagnóstico causal inicial, y sin el tiempo necesario como para proponer conductas con base en una mejor relación entre el costo y el beneficio y la aplicación de tratamientos específicos que pueden curar la causa o restablecer la capacidad fértil natural.
“Habrá que tener sumo cuidado con la reproducción asistida pospandemia de COVID-19, pues no se conocen las consecuencias de esto durante los meses posteriores a la infección”, subraya Hallak.
Toda vez que el SARS-CoV-2 ha sido detectado en todos los tipos de células de los testículos, que participan en todas las etapas de la espermatogénesis, no se sabe si el virus también puede estar presente en espermatozoides de pacientes que tuvieron COVID-19 meses después de haberse recuperado de la enfermedad.
Estos espermatozoides pueden haber sido afectados por el virus e, idealmente, habría que esperar preventivamente al menos un ciclo de espermatogénesis –alrededor de 90 días– para realizar una nueva evaluación investigativa andrológica, según consigna Hallak.
“Hemos visto lesiones de ADN causadas por el nuevo coronavirus altísimas, de alrededor del 80 %, mientras que lo normal es de hasta un 25 %, y lo aceptable es hasta un 30 %”, compara.
Otra preocupación del investigador se refiere a la reposición de testosterona en esos pacientes que tuvieron COVID-19 y caída hormonal, que, según dice, es una medida innecesaria.
“La reposición de testosterona en un paciente ya afectado inhibirá aún más la función testicular. Los testículos poseen mecanismos de reparación para volver a producir hormonas, y existen tratamientos medicamentosos que aumentan la producción natural de las hormonas esteroidales, que restablecen progresivamente la función testicular intrínseca del individuo. Esto también dependerá de si hubo lesiones en las células de Leydig y en qué grado, que es algo que no sabemos aún”, pondera.
“En la Facultad de Medicina de la USP estamos reuniendo a expertos de diversas especialidades médicas para estudiar a un grupo compuesto por 749 pacientes varones que tuvieron COVID-19 que se someterán a una primera evaluación en el transcurso de los próximos cuatro años con el objetivo de avanzar en el conocimiento sobre el síndrome pos-COVID-19”, dice Hallak.
Puede leerse el artículo intitulado Radiological patterns of incidental epididymitis in mild-to-moderate COVID-19 patients revealed by colour Doppler ultrasound (DOI: 10.1111/and.13973), cuyos autores son Felipe Carneiro, Thiago A. Teixeira, Felipe S. Bernardes, Marcelo S. Pereira, Giovanna Milani, Amaro N. Duarte-Neto, Esper G. Kallas, Paulo H. N. Saldiva, Maria C. llammas y Jorge Hallak, en el siguiente enlace: onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/and.13973.
En tanto, el artículo Testicular pathology in fatal COVID-19: a descriptive autopsy study (DOI: 10.1111/andr.13073), de Amaro N. Duarte-Neto, Thiago A. Teixeira, Elia G. Caldini, Cristina T. Kanamura, Michele S. Gomes-Gouvêa, Angela B. G. dos Santos, Renata A. A. Monteiro, João R. R. Pinho, Thais Mauad, Luiz F. F. da Silva, Paulo H. N. Saldiva, Marisa Dolhnikoff, Katia R. M. Leite y Jorge Hallak, se encuentra disponible en: onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/andr.13073.
Al artículo SARS-CoV-2 and its relationship with the genitourinary tract: Implications for male reproductive health in the context of COVID-19 pandemic (DOI: 10.1111/andr.12896), de Jorge Hallak, Thiago A. Teixeira, Felipe S. Bernardes, Felipe Carneiro, Sergio A. S. Duarte, Juliana R. Pariz, Sandro C. Esteves, Esper Kallas y Paulo H. N. Saldiva, puede leérselo en: onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/andr.12896.
Y el artículo Viral infections and implications for male reproductive health (DOI: 10.4103/aja.aja_82_20), de Thiago A. Teixeira, Yasmin C. Oliveira, Felipe S. Bernardes, Esper G. Kallas, Amaro N. Duarte-Neto, Sandro C. Esteves, Joël R. Drevet y Jorge Hallak, se encuentra disponible para su lectura en el siguiente vínculo: pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/33473014.
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