Un estudio realizado en la ciudad portuaria de Santos (Brasil) por científicos de la Universidad Federal de São Paulo muestra los resultados positivos de la unión entre la sociedad civil y la academia, en confluencia con los objetivos de la Década del Océano de la ONU (foto: Instituto del Mar/Unifesp)
Un estudio realizado en la ciudad portuaria de Santos (Brasil) por científicos de la Universidad Federal de São Paulo muestra los resultados positivos de la unión entre la sociedad civil y la academia, en confluencia con los objetivos de la Década del Océano de la ONU
Un estudio realizado en la ciudad portuaria de Santos (Brasil) por científicos de la Universidad Federal de São Paulo muestra los resultados positivos de la unión entre la sociedad civil y la academia, en confluencia con los objetivos de la Década del Océano de la ONU
Un estudio realizado en la ciudad portuaria de Santos (Brasil) por científicos de la Universidad Federal de São Paulo muestra los resultados positivos de la unión entre la sociedad civil y la academia, en confluencia con los objetivos de la Década del Océano de la ONU (foto: Instituto del Mar/Unifesp)
Por Luciana Constantino | Agência FAPESP – El estudiante de historia Rodrigo Gomes se enteró en el año 2019, a través de las redes sociales, del reclutamiento de voluntarios para la concreción de un proyecto científico ligado al océano a cargo del Instituto del Mar (IMar) de la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp), en su campus de la localidad de Santos, en el litoral del estado de São Paulo, Brasil. Se inscribió, cursó workshops y participó en actividades prácticas en el mar. “El contacto con los docentes, lo que aprendí, todo eso fue sumamente gratificante y me aportó la mirada dirigida hacia la conservación. Tiene mucho sentido seguir adelante con el proyecto e incentivar a otras personas”, dice el ahora científico ciudadano.
Es precisamente a este abordaje integrado entre la ciencia y la movilización de la sociedad que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) está apostando al declarar la Década de las Ciencias Oceánicas para el Desarrollo Sostenible, presentada en abril y que va de 2021 a 2030. Y la demostración práctica del resultado positivo de esta fórmula se encuentra presente en el estudio intitulado “El monitoreo participativo: un abordaje de ciencia ciudadana para ambientes costeros”, del cual Gomes forma parte.
Este trabajo, que contó con el apoyo de la FAPESP en la modalidad de Investigación en Políticas Públicas, salió publicado en la revista Frontiers in Marine Science. Y dicho artículo muestra de qué manera la ciencia y la ciudadanía pueden andar juntas.
El resultado del mismo fue el desarrollo de una metodología de integración entre la sociedad civil y la universidad, mediante la creación de un protocolo de monitoreo de la biodiversidad costera para su aplicación conjunta entre ciudadanos y científicos.
“En ese trabajo obtuvimos resultados prácticos en el monitoreo del área de costa rocosa en Santos y también creamos y validamos la metodología para su aplicación en la zona. La ciencia ciudadana es un área que viene crescendo, con mucho debate sobre el papel que cumple. Es diferente al voluntariado o la colaboración de personas en la recolección de datos científicos. Comprende un intercambio en el cual, aparte de la capacitación técnica, se efectúa una reflexión sobre la ciudadanía”, afirma Ronaldo Christofoletti, investigador del IMar-Unifesp y coordinador del estudio.
El grupo de trabajo tiene el objetivo de desarrollar metodologías y acciones tendientes a integrar a las ciencias oceánicas y la sociedad promoviendo capacitaciones e iniciativas orientadas hacia la conservación marina.
Entre las actividades que ya se han realizado, pueden mencionarse la publicación de la versión en portugués del kit pedagógico “Cultura Oceánica para Todos”, de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), y el programa “Marea de Ciencia”, que se propone fortalecer la interacción entre la comunidad científica, la sociedad y las políticas públicas de manera innovadora.
Según la bióloga e investigadora Paula Kasten, responsable de las capacitaciones durante el trabajo, el próximo paso consiste en “formar” a nuevos científicos ciudadanos para que sigan adelante con el monitoreo en la isla de Urubuqueçaba y lo amplíen a otros puntos de la zona de Baixada Santista (tal como se conoce al área metropolitana articulada alrededor de la ciudad de Santos), entre ellos algunos en el municipio de Guarujá. La isla, la única costa rocosa natural existente en Santos, fue el lugar de investigación del grupo. “Uno de los desafíos consiste en mantener el compromiso de los participantes”, dice Kasten.
Las dificultades de esta implicación también constituyeron uno de los puntos que Gomes puso de relieve. “Noté que en ocasiones falta compromiso. La gente se queja de la distancia de la academia, pero no se implica cuando surgen dificultades. No es fácil ir al campo un domingo a la mañana a recolectar los datos, pero después es gratificante”, afirma el científico ciudadano en declaraciones a Agência FAPESP.
‘Nace’ la metodología
Durante 2019, se realizaron cinco workshops para 51 científicos ciudadanos. De ese grupo, el 51 % eran mujeres y el 49 % varones, en su mayoría (el 62 %) en la franja etaria situada entre los 18 y los 33 años. Incluía a estudiantes de carreras de grado, profesionales de áreas ambientales (tales como biología y geografía), jubilados, docentes e ingenieros, entre otros.
Para desarrollar el protocolo, se concretó una colaboración con el Instituto Oceanográfico de la Universidad Bangor, del Reino Unido, que a través del proyecto “Capturing Our Coast” ha capacitado a alrededor de 3.000 científicos ciudadanos para realizar investigaciones de especies marinas en costas rocosas británicas, contemplando análisis de impacto de los cambios climáticos.
Hubo también apoyo del Consejo Británico junto al Fondo Newton, y del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq) de Brasil.
Con adaptaciones a la realidad local de Santos, los talleres abordaron las siguientes temáticas: contextualización del proyecto, el compromiso del grupo y la reflexión acerca del rol de la comunidad local en el esquema de monitoreo participativo, conceptos teóricos de ecología de costas rocosas y metodología de monitoreo, y la actividad práctica en campo (con aplicación del protocolo).
En el protocolo quedaron incluidas acciones tales como definir y medir la franja de las rocas (transectos) para el monitoreo, como así también las zonas principales de distribución de organismos. Esos organismos pasaron por conteos dentro de cada una de las zonas. Entre las especies monitoreadas se encontraban los mejillones, las ostras, las balanos o picorocos y las algas.
Los resultados del monitoreo realizado por los científicos ciudadanos se compararon con datos recolectados por investigadores expertos. Los test de validación apuntaron que el programa propuesto se muestra confiable para la producción de datos científicos sobre la biodiversidad costera realizada en forma participativa.
Los ciudadanos desarrollaron habilidades de identificación de la fauna local muy similares a las de los investigadores. Así y todo, los autores del artículo apuntan la necesidad de ajustar el protocolo de manera tal de mejorar la capacitación de los ciudadanos en la identificación de organismos más complejos de la costa marina.
Asimismo, los participantes mostraron capacidad de reconocimiento de los principales problemas y amenazas que sufre la biodiversidad marina, independientemente de su formación o de su profesión. La mayoría apuntaron hacia la polución del agua y del aire (un 98,4 %), la agricultura intensa, la deforestación y la pesca excesiva (un 96,7 %), los desastres causados por humanos (91,9 %) y los cambios climáticos (un 62,9 %) como las grandes amenazas a la biodiversidad.
Y manifestaron también interés en aprender más sobre la biodiversidad marina local y las distintas formas de actuar para contribuir con su conservación, ya que el 71 % se dijeron afectados por la pérdida de las especies.
Al lanzar la Década de las Ciencias Oceánicas para el Desarrollo Sostenible, la ONU formuló una advertencia para que los países vuelquen sus atenciones hacia los océanos, que cubren más del 70 % de la superficie del planeta.
Pese al consenso entre los investigadores en el sentido de que existe una acelerada pérdida de biodiversidad en esos hábitats (fundamentalmente en las plataformas continentales, que responden por el 90 % de la producción pesquera y de la biodiversidad marina), más del 80 % del océano no ha sido mapeado o explorado, según la Agencia de Administración Atmosférica y Oceánica de Estados Unidos (NOAA).
Otra preocupación creciente se refiere a los residuos marinos, considerados como un problema global, que se agrava con el crecimiento poblacional y económico. El plástico representa más del 80 % de esos residuos, y los microplásticos de origen primario (cosméticos e industriales) y secundario (fragmentación del plástico) están presentes en todos los grupos de organismos con hábitos de alimentación parecidos (niveles tróficos): del fitoplancton al hombre.
Brasil, con su costa de 8.500 kilómetros y sus distintos ecosistemas, es un país con uno de los mayores territorios marinos del mundo. Las costas rocosas se emplean como modelos en los estudios de la biodiversidad marina y en la determinación de patrones y procesos ecológicos, por eso constituyen ambientes claves para su monitoreo con miras a entender las respuestas de la biodiversidad ante las diversas amenazas, el calentamiento global inclusive.
El futuro
Christofoletti comenta que entre los próximos pasos del trabajo se encuentra la creación de un Programa de Ciencia Ciudadana, que se propondrá y se desarrollará en colaboración con la Municipalidad de Santos, para la realización del monitoreo ciudadano de la biodiversidad, el clima, los microplásticos y otros temas concernientes a la ciudad.
Para fin de este año, se pondrá en marcha una capacitación orientada hacia las escuelas de Santos con la meta de preparar científicamente a los estudiantes para que lleven a cabo el monitoreo en los alrededores de las escuelas. “La idea es que los alumnos puedan monitorear no solamente las especies costeras sino también los impactos climáticos, por ejemplo”, sostiene el profesor.
Según él, otra etapa consiste en ampliar la integración y el aporte de los ciudadanos al Observatorio de la Interfaz entre Ciencia y Políticas Públicas para el Desarrollo Sostenible.
Puede leerse el artículo intitulado Participatory Monitoring - A Citizen Science Approach for Coastal Environments, de los investigadores Paula Kasten, Stuart R. Jenkins y Ronaldo Adriano Christofoletti, en el siguiente enlace: www.frontiersin.org/articles/10.3389/fmars.2021.681969/full.
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