Aurelia cebimarensis, una nueva especie de medusa descrita para Brasil, recibió ese nombre en honor al Centro de Biología Marina de la Universidad de São Paulo (CEBIMar/USP). Puede hallársela en la playa donde se encuentran las instalaciones de dicho centro, en la localidad paulista de São Sebastião (foto: Alvaro Migotto)
Mediante análisis genéticos de animales marinos distribuidos por todo el mundo, científicos reclasifican a los integrantes del género Aurelia, que posee grupos muy parecidos entre sí. Se trata de un trabajo que es esencial para el diseño de estrategias de conservación
Mediante análisis genéticos de animales marinos distribuidos por todo el mundo, científicos reclasifican a los integrantes del género Aurelia, que posee grupos muy parecidos entre sí. Se trata de un trabajo que es esencial para el diseño de estrategias de conservación
Aurelia cebimarensis, una nueva especie de medusa descrita para Brasil, recibió ese nombre en honor al Centro de Biología Marina de la Universidad de São Paulo (CEBIMar/USP). Puede hallársela en la playa donde se encuentran las instalaciones de dicho centro, en la localidad paulista de São Sebastião (foto: Alvaro Migotto)
Por André Julião | Agência FAPESP – Con un diámetro que puede variar entre los diez y los 46 centímetros –del tamaño de un plato de postre al de un disco de vinilo– las medusas del género Aurelia son transparentes y poseen un aspecto gelatinoso. Puede hallárselas en ambientes costeros de todo el mundo, y hace poco se las reconocía como pertenecientes a siete especies. Pero un estudio en el cual tomaron parte investigadores de Brasil, Argentina y Estados Unidos elevó esa cifra a 28.
Las descripciones resultan esenciales para la realización de nuevas investigaciones sobre este género, uno de los más estudiados entre las aguavivas. La delimitación de las especies también contribuye en el diseño de estrategias de conservación en medio de las alteraciones ambientales que provocan los cambios climáticos. Y estos resultados se publicaron en la revista PeerJ.
“La propuesta inicial consistía en procurar entender qué estaba sucediendo con estos animales en la costa brasileña, pero la misma terminó expandiéndose cuando tuve la posibilidad de analizar animales de todo el mundo. Quedó claro entonces que el tema era más complejo, pues requería entender el contexto global antes de determinar cuáles son las especies existentes en Brasil”, comenta Jonathan Lawley, primer autor del estudio, realizado durante su maestría en el Instituto de Biociencias de la Universidad de São Paulo (IB-USP), en Brasil, con beca de la FAPESP.
Una parte del trabajo se llevó a cabo en el Museo Nacional de Historia Natural del Instituto Smithsoniano, en Estados Unidos, también con el apoyo de la FAPESP. En Washington, Lawley pudo analizar la gran colección del referido museo, compuesta por animales recolectados en todo el mundo.
Asimismo, en el Instituto Smithsoniano, él recibió ejemplares depositados en otras instituciones estadounidenses. Y en el marco de otro viaje, analizó también especímenes del Museo de Zoología de la Universidad de Copenhague, en Dinamarca. El investigador notó que la diferenciación era imposible comparando únicamente las características morfológicas de los animales, muchos de ellos sin ninguna diferencia entre sí. Con todo, los análisis genéticos demostraron que se trataban de especies distintas.
“No es fácil estudiar medusas. En primer lugar, porque se trata de animales que poseen tan solo una estructura dura en el cuerpo. Entonces se hace muy difícil que el mismo se mantenga a largo plazo para poder efectuar mediciones. Además, son animales gelatinosos, que pueden encogerse hasta 40 % de su volumen con la preservación, ya que contienen mucha agua. Otro factor importante reside en que algunas especies son muy parecidas entre ellas”, explica André Morandini, docente del IB-USP y vicedirector del Centro de Biología Marina (CEBIMar) de la USP en São Sebastião.
Este trabajo integra el proyecto intitulado “Para reconocer la diversidad de las medusas (Medusozoa, Rhopaliophora)”, apoyado por la FAPESP y coordinado por Morandini.
La genética
Este es un estudio que hace su aporte a un debate que ya se extiende más de 200 años, acerca de cuántas especies se incluyen en el género de las medusas Aurelia. La primera que la taxonomía moderna de Carl von Linné (1707-1778) reconoció fue Aurelia aurita, descrita por el propio Linné en 1758.
Y fueron llegando descripciones que elevaron de ocho a 13 la cantidad de especies; aunque, a decir verdad, algunas se describieron y otras se invalidaron. Hasta comienzos de la década de 2000, se aceptaban como válidas, aparte de A. aurita: A. labiata, que posee una boca característica parecida a un labio humano, A. limbata, del Ártico, con bordes parduzcos, y A. marginalis, que habita en el Golfo de México y en el este de Estados Unidos.
Mediante el empleo de herramientas de la genética, se reconocieron otras tres especies en 2016, todas en el Mediterráneo: A. coerulea, A. relicta y A. solida. Otras quedaron delimitadas con información de marcadores moleculares, pero no se describieron formalmente, pues no contaban con datos morfológicos suficientes como para comparárselos con los genéticos.
En el actual estudio, se combinó información de la morfología y de cuatro marcadores moleculares, tanto del ADN mitocondrial como del ADN nuclear. En ocasiones, la diferencia fue de tan solo el 5 % del genoma.
En respuesta a la pregunta inicial de Lawley, son tres las especies existentes en la costa brasileña, antes identificadas como una sola: A. aurita. A una se le dio el nombre de A. insularia, y puede hallársela fundamentalmente en islas del sudeste y el sur de Brasil como Ilha Grande, además de en Key Largo, en Florida.
A. mianzani homenajea al investigador argentino Hermes W. Mianzan (1957-2014), quien recolectó algunos de los especímenes cuyo ADN se secuenció y que contribuyó significativamente para con los estudios de medusas en el Atlántico Sudoeste. Puede encontrársela en Praia do Segredo, en São Sebastião, y en la bahía de Samborombón, en la provincia de Buenos Aires, Argentina.
A. cebimarensis , a su vez, se hizo acreedora ese nombre en honor al Cebimar/USP, al cual están vinculados los científicos brasileños que participaron en el estudio. El ejemplar que sirve como referencia para la descripción se halló en la zona conocida como Ponta do Baleeiro, en la playa Cabelo Gordo, lugar donde se ubica el centro, en São Sebastião. La especie probablemente habita en la mayor parte de la costa brasileña.
Otras dos especies descritas y nombradas en honor a científicos del área son A. montyi (una referencia a William “Monty” Grahan, del Instituto de Oceanografía de Florida) y A. miyakei (un tributo a Hiroshi Miyake, de la Universidad Kitasato, en Japón).
A. rara, A. ayla, A. smithsoniana, A. columbia y A. malayensis completan las diez nuevas especies ahora nombradas. Tres que se habían descrito en el siglo XIX y una en el siglo XVIII, y posteriormente invalidadas, fueron revalidadas: A. clausa, A. dubia, A. persea y A. hyalina. Otras siete siguen sin descripción formal, toda vez que solo hay disponibles datos genéticos, pero no existe una caracterización morfológica.
“Nuestro estudio reconoce la diversidad del género y ayudará a mostrar de qué manera cada una de ellas responde a determinados procesos, cuáles son de un lugar y cuáles son especies introducidas, por ejemplo, entre otros temas”, ejemplifica Lawley, quien actualmente realiza su doctorado en la Griffith University, en Australia.
“En el laboratorio tenemos ejemplares que viven a 30 °C y otros a 10 °C. Ahora sabemos que no se trata de la misma especie. Uno de los despliegues de este estudio ya en curso consiste en estudiar los patrones de reproducción para verificar de qué manera las diferentes especies responden a las variaciones ambientales y cómo eso será influenciado por alteraciones asociadas a los cambios climáticos”, afirma Morandini, coautor del World Atlas of Jellyfish, lanzado en 2019.
Este estudio cuenta con el apoyo de la FAPESP también en el marco de otro proyecto, coordinado por Sérgio Stampar, docente de la Facultad de Ciencias y Letras de la Universidade Estadual Paulista (FCL-Unesp) en la localidad de Assis, y de una beca de posdoctorado concedida a Maximiliano Maronna, del IB-USP. Ambos son coautores del trabajo.
Puede leerse el artículo intitulado The importance of molecular characters when morphological variability hinders diagnosability: systematics of the moon jellyfish genus Aurelia (Cnidaria: Scyphozoa) en el siguiente enlace: peerj.com/articles/11954/.
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