Las conversaciones transcurrieron en el marco de un evento internacional realizado en simultáneo con la Reunión Anual del Global Research Council. En él se puso de relieve la necesidad de dialogar y aprender con las poblaciones tradicionales, especialmente con los pueblos originarios (Luiz Eugênio Mello, director científico de la FAPESP, durante el encuentro; foto: Jörg Schneider/DFG)
Las conversaciones transcurrieron en el marco de un evento internacional realizado en simultáneo con la Reunión Anual del Global Research Council. En él se puso de relieve la necesidad de dialogar y aprender con las poblaciones tradicionales, especialmente con los pueblos originarios
Las conversaciones transcurrieron en el marco de un evento internacional realizado en simultáneo con la Reunión Anual del Global Research Council. En él se puso de relieve la necesidad de dialogar y aprender con las poblaciones tradicionales, especialmente con los pueblos originarios
Las conversaciones transcurrieron en el marco de un evento internacional realizado en simultáneo con la Reunión Anual del Global Research Council. En él se puso de relieve la necesidad de dialogar y aprender con las poblaciones tradicionales, especialmente con los pueblos originarios (Luiz Eugênio Mello, director científico de la FAPESP, durante el encuentro; foto: Jörg Schneider/DFG)
Por José Tadeu Arantes | Agência FAPESP – La Amazonia es un nexo fundamental entre el clima y la biodiversidad del planeta. Su importancia y su complejidad trascienden las fronteras brasileñas, lo que requiere que las acciones se concreten en el marco de las colaboraciones transnacionales. Existe una demanda de financiación de proyectos de investigación de carácter inter, multi y transdisciplinario con miras a producir las soluciones que puedan dar respuesta a los grandes desafíos actuales. También es fundamental sintetizar los resultados obtenidos hasta ahora y detectar lagunas de conocimiento o cuellos de botella en su implementación.
Con estos objetivos, tuvo lugar el pasado 30 de mayo el evento intitulado How can research and research councils contribute to sustainable development of the Amazon region? (¿De qué manera la investigación científica y los consejos de investigación pueden aportar al desarrollo sostenible de la región amazónica?). Este workshop, presencial y online, transcurrió en el marco de la Reunión Anual del Global Research Council (GRC), realizada entre los días 31 de mayo y 3 de junio en la ciudad de Panamá.
La FAPESP fue una de las coordinadoras del evento, que contó con la participación presencial del director presidente de la Fundación, Carlos Américo Pacheco, de su director científico, Luiz Eugênio Mello, y de diversos asesores. Y tuvo también la participación a distancia de Carlos Alfredo Joly (coordinador del Programa de Investigaciones en Caracterización, Conservación, Recuperación y Uso Sostenible de la Biodiversidad del Estado de São Paulo – BIOTA), de Marie-Anne Van Sluys (coordinadora adjunta de Programas Especiales y Colaboraciones en Investigación y coordinadora del Programa Medios y Ciencia) y de Bruna Arenque Musa (coordinadora de Programas Científicos).
Con miras a establecer una conexión entre consejos que financian o pretenden financiar investigaciones en la región amazónica, este workshop reunió a representantes de algunas de las más importantes agencias científicas de fomento del mundo, tales como United Kingdom Research and Innovation (UKRI, del Reino Unido), German Research Foundation (DFG, de Alemania), la Organización de los Países Bajos para la Investigación Científica (NWO, de los Países Bajos) y National Natural Science Foundation of China (NFSC, de China).
El evento, cuya apertura virtual estuvo a cargo de Anita Hardon, de la NWO, comenzó con una exposición de Mello sobre la Amazonia y las investigaciones que se han llevado adelante en la región. “En el transcurso de las últimas décadas se han realizado muchos estudios. Pero la articulación sigue haciéndose necesaria”, dijo el director científico de la FAPESP, quien a su vez puso también de relieve la necesidad de concretar “proyectos transdisciplinarios que contemplen las prioridades que establecen los actores locales”.
La Amazonia alberga el 67 % de las selvas tropicales remanentes del mundo. Responde por el 20 % del abastecimiento de agua dulce de los océanos, y realiza el 17 % de la fotosíntesis global. Asimismo, almacena 120 mil millones de toneladas de carbono (el equivalente a unos diez años de quema mundial de combustibles fósiles), libera gigantescos volúmenes de vapor de agua en la atmósfera, regulando así el clima local, regional y planetario, y sus ecosistemas acuáticos y terrestres exhiben una de las más ricas diversidades biológicas.
De no dejarse de lado el actual modelo predatorio o de desarrollo insostenible impuesto a la Amazonia, la región podrá entrar en colapso rápidamente. La minería, la extracción de madera, la ganadería, la agricultura, la construcción de centrales hidroeléctricas, la explotación de gas y de petróleo y la expansión urbana desordenada componen un panorama de desmantelamiento. Durante las últimas cuatro décadas, la región perdió casi un 20 % de su cobertura forestal originaria. Y en el lapso de tan solo un año, entre agosto de 2020 y julio de 2021, se deforestaron más de 13 mil kilómetros cuadrados (km²). Y un área similar puede haberse visto afectada por la degradación forestal.
A medida que avanza el desmonte, la probabilidad de contacto de la humanidad con patógenos (virus, bacterias y hongos) que se refugian en áreas hasta ahora preservadas aumenta, lo que configura una amenaza de eclosión de nuevas pandemias. Existen diversos ejemplos de virus de selvas tropicales de África y Asia que migraron hacia la sociedad humana debido a las presiones impuestas por las alteraciones en el uso de la tierra.
La FAPESP ha destinado hasta ahora 655 millones de reales a más de 3.000 proyectos de investigación en la región. Y en noviembre de 2021 presentó el Fondo Amazonia +10, con un aporte propio de 100 millones de reales y la adhesión de diez estados brasileños: São Paulo, Acre, Amapá, Amazonas, Maranhão, Mato Grosso, Pará, Rondônia, Roraima y Tocantins. Con la participación de agencias internacionales, empresas y gobiernos, el valor de la inversión podrá ascender a los 500 millones de reales.
Una presentación más detallada del Amazonia + 10 estuvo a cargo de Pacheco, quien recordó un dato que a menudo se soslaya: la Amazonia no es un gigantesco espacio vacío; allí viven 47 millones de personas.
El director presidente de la FAPESP mencionó los cuatro pilares sobre los cuales se asienta el Amazonia + 10: la conservación de la biodiversidad y las respuestas a la crisis climática, la protección de las poblaciones y comunidades tradicionales, el enfrentamiento de los desafíos urbanos, y la adopción de la bioeconomía como política de desarrollo económico para la región.
Las articulaciones
Tras las exposiciones más generales realizadas durante la reunión plenaria, el evento se desmembró en grupos de trabajo que propusieron actividades y sugirieron caminos para su implementación. El objetivo de dichas actividades consiste en conectar a las agencias financiadoras y crear estructuras e instrumentos que incentiven y capaciten a los científicos para remitir sus propuestas de investigación.
Aparte de todos los criterios que normalmente deben orientar tales propuestas de investigación, se espera que estas se rijan según cinco directrices: que valoren e incorporen los saberes y las prácticas restaurativas de las poblaciones tradicionales, especialmente las de los pueblos originarios y las de los investigadores lugares, que incluyan a los actores locales en la definición de los temas que se investigarán, que contemplen el bienestar y el desarrollo de los amazónicos como un resultado esperable, que articulen los resultados de la investigación con otros sectores para apoyar e informar acerca de las decisiones de políticas públicas y de inversiones públicas y privadas, y que aporten al desarrollo y a la infraestructura de la investigación local.
Un punto que se puso bastante de relieve en varios grupos de discusión hizo referencia a la necesidad de dialogar y aprender con las comunidades tradicionales, especialmente con los pueblos originarios. “Los pueblos indígenas están viendo los cambios climáticos de cerca”, dijo Shaun Baron, asesor de política internacional del Natural Sciences and Engineering Research Council of Canada (NSERC, Canadá). Y argumentó que el hecho de que existan tantos pueblos originarios, con idiomas y culturas distintas, en lugar de considerárselo como un problema de comunicación, debe vérselo como una gran oportunidad de aprendizaje, dada la diversidad cultural.
El evento estuvo moderado por Adalberto Val, del Instituto Nacional de Investigaciones de la Amazonia (Inpa). Y contó con la participación de Odir Dellagostin, presidente del Consejo de Fundaciones de Apoyo a la Investigación Científica de los Estados Brasileños (Confap, en portugués), y de Jorge Cano, ministro de Ciencia de Colombia. Ahora se están sintetizando y sistematizando las sugerencias que formularon los diversos grupos de discusión. Y en poco tiempo más las mismas se encontrarán disponibles.
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