Los tiburones tigre (Galeocerdo cuvier) que utilizan más las áreas de buceo normalmente son mayores y poseen niveles más altos de ácidos grasos omega-3 y de hormonas en comparación con tiburones tigre de otras áreas (foto: Neil Hammerschlag)
Los animales que ocupan lugares en donde buzos les ofrecen alimentos exhiben una mayor concentración de testosterona y corticosteroides, aparte de un estado nutricional mejor que el de sus congéneres que pasan menos tiempo en esos territorios. Los impactos de la interacción con humanos aún no se han comprendido bien
Los animales que ocupan lugares en donde buzos les ofrecen alimentos exhiben una mayor concentración de testosterona y corticosteroides, aparte de un estado nutricional mejor que el de sus congéneres que pasan menos tiempo en esos territorios. Los impactos de la interacción con humanos aún no se han comprendido bien
Los tiburones tigre (Galeocerdo cuvier) que utilizan más las áreas de buceo normalmente son mayores y poseen niveles más altos de ácidos grasos omega-3 y de hormonas en comparación con tiburones tigre de otras áreas (foto: Neil Hammerschlag)
Por André Julião | Agência FAPESP – Tiger Beach, la playa de los tigres, en Bahamas, es conocida por su belleza paradisíaca y por unos habitantes que podrían ahuyentar a cualquiera de sus aguas, pero que acaban siendo las mayores atracciones para el turismo de buceo que allí se practica: los tiburones tigre (Galeocerdo cuvier).
Sus aguas cristalinas y poco profundas –llegan a cinco metros de profundidad en promedio− favorecen la visualización de estos animales. Pero el aporte de alimentos que realizan las operadoras de turismo locales, tales como restos de peces, es lo que asegura la presencia de estos predadores que pueden llegar a medir más de tres metros de largo.
Un grupo de científicos de Brasil y de Estados Unidos, que incluye a investigadores apoyados por la FAPESP, descubrió que las hembras de tiburón tigre que visitan esas áreas a menudo son más grandes y poseen niveles hormonales más altos que los de otros ejemplares de la misma especie que pasan menos tiempo en esos lugares.
El estudio se publicó en la revista Animal Behaviour y ayuda a entender los posibles impactos de esta práctica en los tiburones, aparte de ser el primero que describe la influencia de la condición fisiológica en la conducta y en la toma de decisiones de los tiburones.
“Esas áreas están dominadas por hembras de gran porte. Algunas incluso se encuentran preñadas. En general, los niveles de hormonas eran más altos en aquellas que se encontraban en lugares donde se concreta la provisión de alimento que en las ‘tigresas’ que no interactúan tanto con los buzos. Asimismo, las primeras se encuentran en una condición nutricional mejor, con más omega-3 en la sangre”, comenta Bianca Rangel, quien realizó ese trabajo como parte de su doctorado en el Instituto de Biociencias de la Universidad de São Paulo (IB-USP) con beca de la FAPESP.
En otro trabajo, el equipo ya había demostrado que los tiburones nodriza (Ginglymostoma cirratum) que viven en áreas urbanas exhiben niveles más elevados de grasas saturadas y hormonas (lea más en: agencia.fapesp.br/38898/).
“No podemos decir si el turismo está o no está perjudicando a ese grupo, dado que no podíamos hacer las recolecciones de material para la realización de las pruebas antes y después de la interacción con los turistas, que sería lo ideal. Así y todo, ahora contamos con un cuerpo de evidencias que ayudará a realizar análisis futuros”, añade Renata Guimarães Moreira, profesora del IB-USP apoyada por la FAPESP y supervisora del estudio.
Tiburones monitoreados
La diferenciación entre los tiburones que pasan más tiempo en las áreas de turismo y aquellos que frecuentan otros perímetros fue posible merced a un trabajo de monitoreo realizado desde 2011 en Florida y en Bahamas que contó con la coordinación de Neil Hammerschlag, docente de la Universidad de Miami, quien también suscribe el estudio.
Los investigadores estadounidenses capturaron 33 animales al norte del archipiélago de las Bahamas entre 2013 y 2014, y efectuaron la determinación de su sexo (todas hembras), aparte de medir su longitud y verificar si estaban preñadas empleando un ecógrafo. Asimismo, les extrajeron muestras de sangre, que se congelaron para su posterior análisis.
Antes de soltar a los animales, a los tiburones pequeños se les implantaron transmisores acústicos debajo de la piel. A través de ellos, cinco receptores sujetos en el lecho oceánico captaban la presencia de los animales cada vez que los mismo se acercaban. En el estudio se detectaron y se analizaron solamente 22 tiburones.
Con los datos de uso del espacio, recolectados durante 90 días, fue posible establecer cuáles eran los animales que pasaban más tiempo en áreas donde no se bucea y cuáles eran los que permanecían en donde se les ofrece alimento para que puedan interactuar con los turistas.
“Las hembras de gran porte dominan las áreas en donde se practica el buceo, mientras que las más jóvenes, de menor porte, permanecen fuera de ellas. Esto muestra una dominancia por parte de esas predadoras, que probablemente encontraron ventajas en quedarse en esos territorios y logran imponerse ante las menores”, explica Rangel.
Un reflejo del uso del territorio en la fisiología de las “tigresas” –tal como les dicen cariñosamente a las hembras de tiburones tigre los investigadores– reside en su alimentación. El contenido de la misma puede medirse de acuerdo con la concentración de ácidos grasos, las grasas de distintos tipos, y con los isótopos estables, que indican en que peldaño de la cadena alimentaria se encuentran los alimentos consumidos según la cantidad de nitrógeno acumulada.
Alimentadas con restos de chernas y de otros peces grasos, las “tigresas” de las áreas de buceo exhibieron valores más altos de ácidos grasos del tipo omega-3 y de isótopos de nitrógeno que aquellas que pasaron menos tiempo en ese territorio.
La diferencia entre las frecuentadoras de las áreas de buceo y las otras hembras se hizo patente también en la concentración de hormonas, en este caso, en los valores medios de testosterona (tres veces mayores), estradiol (cuatro veces superiores) y corticosteroides (16,4 veces más altos).
“No sabemos si esas hormonas aparecen quizá con niveles más elevados porque esas hembras están reunidas con muchos otros tiburones y terminan aumentando sus hormonas para tener una conducta social de dominancia, quizá más agresiva. Otra hipótesis indica que, debido su estadio de vida, se encuentran listas para reproducirse y esto puede elevar el nivel hormonal. Entre las más jóvenes, que aún no se reproducen, esas hormonas aparecerían naturalmente más bajas”, consigna Moreira.
Aun cuando este estudio no sea conclusivo con respecto a las razones de las alteraciones fisiológicas, pone de relieve la importancia de tener en cuenta la etapa de la vida, las hormonas y la condición nutricional de los tiburones para evaluar los impactos del buceo en la alimentación.
Puede leerse el artículo intitulado Physiological state predicts space use of sharks at a tourism provisioning site en el siguiente enlace: www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0003347222001865.
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