En una investigación publicada en la revista Nature que contó con la participación de científicos de la Universidad de São Paulo, se analizaron casos de inundaciones y sequías con efectos en la misma zona en dos ocasiones. Los análisis indican que en general el segundo episodio provoca más perjuicios (foto tomada durante la sequía de 2014 en el Sistema Cantareira, que abastece de agua potable a alrededor de 9 millones de habitantes del Área Metropolitana de São Paulo; crédito: Sabesp
En una investigación publicada en la revista Nature que contó con la participación de científicos de la Universidad de São Paulo, se analizaron casos de inundaciones y sequías con efectos en la misma zona en dos ocasiones. Los análisis indican que en general el segundo episodio provoca más perjuicios
En una investigación publicada en la revista Nature que contó con la participación de científicos de la Universidad de São Paulo, se analizaron casos de inundaciones y sequías con efectos en la misma zona en dos ocasiones. Los análisis indican que en general el segundo episodio provoca más perjuicios
En una investigación publicada en la revista Nature que contó con la participación de científicos de la Universidad de São Paulo, se analizaron casos de inundaciones y sequías con efectos en la misma zona en dos ocasiones. Los análisis indican que en general el segundo episodio provoca más perjuicios (foto tomada durante la sequía de 2014 en el Sistema Cantareira, que abastece de agua potable a alrededor de 9 millones de habitantes del Área Metropolitana de São Paulo; crédito: Sabesp
Por Luciana Constantino | Agência FAPESP – Los impactos de los eventos climáticos extremos se han incrementado en diversos países, fundamentalmente en razón del calentamiento global. Hay estudios que estiman que las pérdidas económicas provocadas por las inundaciones pueden duplicarse en el mundo y triplicarse con las sequías en Europa y en China si la temperatura media de la Tierra aumenta 2 °C. Por eso las políticas de gestión de riesgos relacionadas con las catástrofes ambientales ha venido adquiriendo cada vez mayor importancia.
Una investigación que contó con la participación de 91 científicos de diversos países, Brasil inclusive, y que se publicó en la revista Nature, ha echado luz sobre este debate. El grupo de investigadores analizó una serie de eventos climáticos registrados en el mundo durante las últimas y demostró que la gestión de riesgos reduce los efectos de las inundaciones y las sequías, pero su alcance es limitado para minimizar los impactos de episodios seguidos y de magnitud aún mayor.
De acuerdo con dicho trabajo, si el segundo evento es más intenso que el primero, su impacto tiende a ser mayor para la población cuando la gestión de riesgos omite proyectar casos extremos, como el desborde de ríos o la rotura de diques y represas, y/o si se basa únicamente en episodios anteriores.
“La gestión de riesgos ambientales debe revisarse y debe vérsela como un nicho de oportunidades reales”, afirma en declaraciones a Agência FAPESP Eduardo Mario Mendiondo, docente del Departamento de Hidráulica y Saneamiento de la Escuela de Ingeniería de São Carlos, de la Universidad de São Paulo (EESC-USP), en Brasil, y coautor del artículo. “Este camino se erige como un reto poblado de oportunidades, como en el caso de Brasil.”
Mendiondo es investigador del Instituto Nacional de Ciencia y Tecnología para el Cambio Climático Etapa II (INCT-MC2), que cuenta con el apoyo de la FAPESP. También es mentor del Water-Adaptive Design & Innovation Lab (WADILab) y forma parte de dos Núcleos de Apoyo a la Investigación (NAP) de la USP: Incline (Interdisciplinary Climate Investigation Center) y Ceped (Centro de Estudios e Investigaciones sobre Catástrofes en el Estado de São Paulo).
El estudio mencionado tuvo a la cabeza a la científica Heidi Kreibich, del Centro Alemán de Investigaciones en Geociencias (GFZ, por sus siglas en inglés), con sede en Potsdam (Alemania). Kreibich coordina el movimiento Panta Rhei, de la International Association of Hydrological Sciences (IAHS), una organización científica de la hidrología que cumplió 100 años en 2022. Este movimiento se abocó durante la última década a la concreción de alianzas regionales e internacionales tendientes a elaborar una perspectiva más integrada, multidisciplinaria e inclusiva de la coevolución de los sistemas hidrológicos y sociales, como en los casos de los sistemas descentralizados de provisión de agua.
En la referida investigación, se analizaron datos de 45 pares de eventos de inundaciones o sequías extremas registradas en la misma área con un intervalo promedio de 16 años entre uno y otro. Son 26 eventos encadenados de crecidas y 19 de sequías en distintos contextos socioeconómicos e hidroclimáticos de todos los continentes que se registraron entre 1947 y 2019. Uno de los objetivos consistió en verificar de qué manera los factores implicados en los riesgos se alteraron entre el primero y el segundo episodio extremo y sus impactos subsiguientes.
Éxito
Entre los 45 eventos analizados en el nuevo estudio, solamente dos historias se consideraron exitosas: una en Barcelona y otra en Europa Central. Dos factores en común cobran relieve: la mejora de la gobernanza de la gestión de riesgos, con una mayor integración en la gestión de emergencias y los sistemas de alerta precoz, y la implementación de una serie de medidas estructurales que demandaron altas inversiones, como la construcción de embalses de aguas pluviales y diques.
Otro punto que los científicos destacan como positivo es la interdisciplinariedad al abordar estos temas, a las investigaciones inclusive, lo que puede evitar que la ciencia se aísle o quede confinada en “silos”, sin un diálogo abierto. Un ejemplo de esta acción interdisciplinaria es el incentivo a los nuevos instrumentos de transferencia de riesgos, tales como los seguros indexados por cambios climáticos.
Los investigadores aplicaron conceptos de riesgo que tienen en cuenta el impacto como resultado con base en tres factores: peligro, exposición y vulnerabilidad. Los tres pueden exacerbarse debido a deficiencias de gestión. En el análisis se evaluaron impactos directos (fatalidades, pérdidas monetarias), indirectos (interrupción del tránsito o del turismo) e intangibles (el impacto sobre la salud humana o sobre el patrimonio cultural).
Este peligro refleja la intensidad de un evento, tal como un área inundada o un déficit de agua por sequía, medido según el índice de precipitaciones estándar. En tanto, la exposición examina la cantidad de personas y de activos en el área afectada por el evento. En otras palabras, las alteraciones en este factor reciben el influjo de alteraciones en la densidad poblacional y en los desarrollos socioeconómicos.
La exposición y la vulnerabilidad también pueden verse agravadas por una implementación situada por debajo de lo ideal de medidas no estructurales, tales como la planificación regional consciente del riesgo o el sistema de alerta precoz.
Una gestión participativa y descentralizada
En el caso de Brasil, los investigadores de la EESC-USP llevaron a cabo estudios en el sistema de suministro de agua del Área Metropolitana de São Paulo –el mayor del hemisferio sur, que cubre a más de 22 millones de personas–, que abarca al Alto Tietê y a la cuenca del Sistema Cantareira. “El sistema de São Paulo, si bien comprende ríos menores comparados con los de otras regiones como la Amazonia, tiene una enorme relevancia, no solamente por la gran cantidad de habitantes atendidos, sino también por la sinergia de diversos sectores. Con sus nuevas perspectivas, este estudio promueve soluciones participativas, descentralizadas y más duraderas”, explica Mendiondo.
En São Paulo, los científicos ponen de relieve que la construcción de embalses para contener los efectos de las sequías es fundamental para la seguridad hídrica. Pero su éxito está condicionado a la implementación de campañas permanentes de popularización de la ciencia y de políticas educativas que incentiven el uso racional del agua y su reaprovechamiento.
“Las evidencias científicas comprueban que, si se hubiese planificado el reaprovechamiento del agua pluvial en forma segura y descentralizada en el Área Metropolitana de São Paulo durante los últimos 40 años, habría sido posible convivir con las tres grandes sequías del siglo XXI sin necesidad de construir o ampliar grandes sistemas de reserva de agua y sin racionamiento en los barrios. Esto demuestra que la influencia no se refiere solamente al factor clima, sino también al tipo de planificación que se prioriza. Depende de la coevolución cultural entre el agua y la sociedad: sin concientización cultural y [el cultivo de] mejores hábitos, la construcción de nuevos embalses puede incluso inducir un consumo mayor de agua, con el consiguiente incremento de los riesgos de déficits hídricos en el futuro y la expansión de un ciclo peligroso de inseguridad hídrica. Esto es lo que sucede actualmente en California [Estados Unidos] y en Shanghái [China]”, asevera el profesor.
Para ejemplificar, Mendiondo cita el resultado de otro trabajo publicado en febrero de este año en el cual se comparan las sequías que afectaron al Área Metropolitana de São Paulo en 1985-1986 y en 2013-2015 (esta última, más extrema que la primera). El resultado mostró que el retraso en la implementación de políticas públicas de reaprovechamiento descentralizado de aguas pluviales y la dependencia de las áreas de captación en pocos embalses expusieron a la región a una mayor vulnerabilidad. Entre los autores de esta investigación se encuentran el doctorando Felipe Arguello de Souza y los exalumnos de la EESC-USP Guilherme Mohor y Diego Guzmán, todos coautores del artículo ahora publicado en Nature.
Puede leerse el artículo intitulado The challenge of unprecedented floods and droughts in risk management en el siguiente enlace: www.nature.com/articles/s41586-022-04917-5.
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