Carlos Américo Pacheco, director presidente del Consejo Técnico Administrativo de la fundación paulista de fomento de la investigación científica, participó en la apertura del evento y medió el primer panel (en la foto), que congregó a Thelma Krug, Ima Vieira y Clarissa Gandour (imagen: reproducción)
El “Amazon Day: Science for the Amazon” tuvo lugar el pasado día 15 de septiembre con un diálogo sobre el rol de la ciencia, la tecnología y la innovación en el desarrollo sostenible de la región
El “Amazon Day: Science for the Amazon” tuvo lugar el pasado día 15 de septiembre con un diálogo sobre el rol de la ciencia, la tecnología y la innovación en el desarrollo sostenible de la región
Carlos Américo Pacheco, director presidente del Consejo Técnico Administrativo de la fundación paulista de fomento de la investigación científica, participó en la apertura del evento y medió el primer panel (en la foto), que congregó a Thelma Krug, Ima Vieira y Clarissa Gandour (imagen: reproducción)
Agência FAPESP – La Amazonia fue el tema de la novena edición de la Cumbre de Ciencias, que se realizó el pasado día 15 de septiembre en Nueva York. Dicho evento integró la agenda de la 78ª Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (UNGA78) que, este año, tuvo como tema central “La paz, la prosperidad, el progreso y la sostenibilidad”.
El “Amazon Day: Science for the Amazon”, organizado por la FAPESP, congregó a científicos, especialistas y líderes de pueblos indígenas, entre otros, para debatir el papel de la ciencia, la tecnología y la innovación en la transición hacia un modelo de desarrollo sostenible de la región amazónica.
“En el transcurso de la historia, la FAPESP ha financiado muchas investigaciones en la Amazonia junto a otras agencias brasileñas de fomento de la ciencia, fundamentalmente aquellas concernientes a los cambios climáticos y al rol de la selva tropical en lo concerniente al régimen de absorción y emisión de CO2 [dióxido de carbono] y todas las otras consecuencias sobre el modelado climático que la ejerce esta región sobre Brasil, sobre América del Sur y sobre el mundo en general”, dijo Carlos Américo Pacheco, director presidente del Consejo Técnico Administrativo (CTA) de la FAPESP, durante la apertura del evento.
“La novedad ahora indica que, aparte de dirigir nuestra mirada hacia los servicios ambientales de la selva, también apuntamos a observar cuestiones relacionadas con la población que vive en esa región en busca de alternativas de creación de puestos de trabajo e ingresos compatibles con el objetivo de mantener los bosques en pie”, añadió en alusión a la Iniciativa Amazonia+10, encabezada por el Consejo Nacional de Fundaciones de Apoyo a la Investigación Científica de los Estados de Brasil (Confap, en portugués), que reúne a 25 Fundaciones de Apoyo a la Investigación Científica (FAP, también en portugués) estaduales, la FAPESP entre ellas.
El evento estuvo dividido en cuatro paneles de debates. En el primero de ellos, mediado por Pacheco, se abordó el empleo de satélites y el análisis geoespacial como herramientas de investigación y de monitoreo de la deforestación en la Amazonia con base en la experiencia brasileña en este tema en durante el decenio de 2000, con los sistemas Prodes y Deter.
“En el Inpe [el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales] se capacitaron los primeros equipos para entender qué eran las imágenes satelitales, qué podríamos hacer con ellas y cómo podríamos analizarlas. Se creó así una cultura de teledetección que se propagó desde el Inpe hacia el mundo”, dijo Thelma Krug, presidenta del Global Climate Observing System, ex vicepresidenta del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) e integrante del Consejo Superior de la FAPESP.
Ima Vieira, asesora de la Presidencia de la Financiadora de Estudios y Proyectos (Finep, una agencia federal brasileña) e investigadora titular del Museo Paraense Emílio Goeldi –del cual fue directora durante la gestión 2005-2009–, puso de relieve la importancia de los programas de monitoreo de la región. “Han sido sumamente importantes, fundamentalmente en lo que hace a la aplicación de políticas públicas. Merced a estos programas, logramos acceder al índice anual de deforestación. Y el Inpe fue más allá. Empezó a observar de qué manera la extracción maderera también estaba destruyendo la Amazonia, pero de una manera más sutil. Los árboles permanecen de pie, pero están siendo degradados”, dijo.
Clarissa Gandour, docente de la Escuela de Economía de São Paulo de la Fundación Getulio Vargas (FGV-EESP), quien anteriormente fue investigadora sénior y coordinadora de evaluación de Políticas Públicas para la Conservación en la Climate Policy Initiative (CPI/PUC-Rio), afirmó que actualmente el cuello de botella no se ubica en el monitoreo sino en la capacidad de respuesta. “Ya estamos viendo en altísima definición lo que está sucediendo. Los esfuerzos de mando y control siguen siendo fundamentales, pero debemos asegurar el cumplimiento de la ley. Hay que recuperar y fortalecer la capacidad de Estado”, remarcó.
Hay varias Amazonias
El segundo panel contó con la presencia de representantes del sector privado, del sector público y del tercer sector en un debate sobre la utilización del paradigma de la innovación orientada por misiones para estructurar la financiación de la investigación y el desarrollo (I&D) en la Amazonia dirigiendo los esfuerzos de innovación hacia la resolución de los complejos desafíos sociales y ambientales de la región.
“La idea de tener misiones o de orientar las investigaciones por medio de misiones es una idea antigua −inspirada en la ida del hombre a la Luna− que apunta a intentar resolver problemas de naturaleza compleja, que no comprenden únicamente un área del conocimiento, sino también un conjunto integrado de acciones. En la actualidad, los esfuerzos mundiales, en simultáneo con los desafíos globales, se organizan en gran medida de esta manera. En el caso de Brasil, tenemos un reto muy claro concerniente a la agenda del futuro y es la Amazonia, por la complejidad del tema.”
A juicio de Lívia Pagotto, secretaria ejecutiva de la iniciativa Una Concertación por la Amazonia y gerente sénior de Conocimiento del Instituto Arapyaú, el primer paso con miras a pensar en cualquier alternativa económica para la región consiste en reconocer que la Amazonia es diversa. “Existen varias Amazonias. Y es fundamental poner en valor el conocimiento local. Se hace evidente que existe mucho conocimiento local, pero faltan recursos. Este es un vasto campo en el que debemos trabajar juntos”, afirmó.
Patrícia Ellen, presidente de Systemiq en Brasil y exsecretaria de Desarrollo Económico, Ciencia y Tecnología de São Paulo, reforzó la urgencia de una acción conjunta. “Brasil es un país que ha envejecido como Suecia, pero en donde aún se muere como en Sudáfrica y se mata como en Siria. Esta frase siempre asusta a la gente, pero es verdadera. Nuestro deber es aunar en esa agenda la salud, el clima, la economía y la gente. Nuestro mayor desafío es nuestra mayor solución: no hay otra salida que unirnos. El abordaje por misiones nos permitirá alcanzar esos objetivos”, sostuvo.
El potencial de la bioeconomía
La bioeconomía como política de desarrollo económico fue el tema del tercer panel. “Esta es una oportunidad única para avanzar en las discusiones del tema, que plantea de un lado la extraordinaria biodiversidad de la región, y del otro el desarrollo económico y social. Debatiremos de qué manera podremos orientar políticas en la región a través de la bioeconomía y sobre todo con la ciencia, la tecnología y la innovación”, dijo Marcio de Castro Silva Filho, director científico de la FAPESP y mediador de la mesa.
“Es sumamente importante que la academia promueva debates como este, con gente de los territorios, con indígenas participando”, dijo Raquel Tupinambá, coordinadora del Consejo Indígena Tupinambá del Bajo Tapajós Amazonia (Citupi), situado en la Reserva Extractiva Tapajós-Arapiuns, en donde existen 23 aldeas. “Como habitantes amazónicos tenemos una trayectoria de genocidio e inferiorización. Durante mucho tiempo nos encuadraron en el lugar de salvajes y decían que la Amazonia debería ser un espacio que había que ocupar, que había que integrar. Nosotros ocupamos la Amazonia desde hace al menos 12.000 años, y durante este tiempo siempre se ha desarrollado ciencia y tecnología allí.”
Para Salo Coslovsky, profesor asociado de la Universidad de Nueva York (Estados Unidos), coordinador del proyecto Infloresta e investigador asociado del proyecto Amazonia 2030, en términos globales, la Amazonia siempre fue la periferia de la periferia. “Brasil se desarrolló durante mucho tiempo de espaldas a la Amazonia. Mucho de lo que vemos en la región llegó de afuera, no tuvo desarrollo local. Son intereses, productos, técnicas y modelos económicos provenientes de afuera. Quienes viven allá siempre han sentido ese contraste. Pero solamente ahora, con la Amazonia en el epicentro de las batallas contra los cambios climáticos, se ha percibido la necesidad de buscar un modelo nuevo, aprendiendo con quienes están allá y poniendo de relieve el importante papel del conocimiento tradicional”, dijo. Para Coslovsky, el potencial de la bioeconomía en la región es ilimitado. “Se hace difícil medirlo en dinero. Puede volverse algo astronómico”, sostuvo.
Francisco Costa Assis, docente de la Universidad Federal de Pará (UFPA) en el Programa de Posgrado en Desarrollo Sostenible del Trópico Húmedo, del Núcleo de Altos Estudios Amazónicos (NAEA), advirtió acerca de la necesidad de readecuar la óptica referente a la economía local, especialmente con relación a las exportaciones de productos regionales. “Dada la característica afectiva de esta economía, las estrategias deben tener otro punto de partida. La base de exportable de esa economía de la sociobiodiversidad no es el mundo, es Brasil. El principal mercado del asaí, por ejemplo, es local. El segundo es nacional. El asaí ha crecido, ha ganado escala, ha ganado potencia, pero el mercado externo representa solamente un 2 %. Lo propio sucede con la castaña de monte. El desafío de la ciencia es dar cuenta de estrategias de este nivel teniendo en cuenta las características de la región”, destacó.
Para André Baniwa, quien se desempeña como director en el Ministerio de Pueblos Indígenas de Brasil, es líder del pueblo Baniwa y vicepresidente de la Federación de Organizaciones Indígenas del Río Negro (Foirn) desde el año 2005, la bioeconomía no contempla la óptica económica como prioridad desde la perspectiva indígena. “En el pensamiento indígena no viene en primer lugar generar millones, miles de millones o billones. Aún estamos en la lucha por la aceptación de la sociedad. Una parte grande no acepta nuestra existencia. Cuando alguien reconoce el ají baniwa, los cestos baniwas, empiezan a respetarnos, nos reconocen”, dijo.
“Con este panorama tan diverso, se vuelve evidente que no existe una sola solución, no hay una bala de plata que resuelva el tema, dada esa extraordinaria diversidad de las diferentes Amazonias”, añadió el director científico de la FAPESP.
Tres crisis interconectadas
En el cuarto y último panel, el debate giró en torno de la sociobiodiversidad y de los cambios climáticos, y estuvo mediado por el biólogo Adalberto Luís Val, investigador y docente del Instituto Nacional de Investigaciones de la Amazonia (Inpa), comendador de la Orden Nacional del Mérito Científico y miembro titular de la Academia Brasileña de Ciencias desde el año 2005.
“Hay tres crisis en curso actualmente: la crisis climática, la crisis de la biodiversidad y la crisis social extremadamente acentuada. Paradójicamente, a dos de estas crisis se las trata de manera independiente. Incluso la propia ONU así lo hace. Es hora de empezar a pensar en una integración de esto. Las tres crisis se interconectan”, afirmó Val.
Patrícia Pinho, directora científica adjunta del Instituto de Investigación Ambiental de la Amazonia (Ipam), fue la autora principal del último informe del IPCC sobre impacto, vulnerabilidad y adaptación a los cambios climáticos. Y trazó un panorama sobre la región. “La Amazonia aparece listada como la primera de las cinco razones para preocuparse con los cambios climáticos, de acuerdo con el IPCC. La región es altamente susceptible al aumento de las temperaturas globales. Alrededor del 20 % de esta selva ya ha sido deforestado. Aproximadamente el 38 % de lo que queda ya está degradado, es decir que ha perdido las funcionalidades que ejercía. Y Brasil se ha olvidado del tejido social, de la economía que allí circula, que también es vulnerable a esas crisis. Nos olvidamos de esos puntos de no retorno no solamente ecológicos, sino también sociales.”
La líder indígena Vanda Witoto, educadora, activista, consultora de Cultura Indígena del estado brasileño de Amazonas e integrante de Una Concertación por la Amazonia, se refirió a la defensa de los territorios de los pueblos originarios. “La garantía del territorio sigue siendo una lucha muy importante para los pueblos indígenas. Y estos territorios, tal como lo consignan las investigaciones que ustedes llevan adelante, son fundamentales para enfrentar los cambios climáticos. Sucede que es dentro de estos territorios en donde aún existe la mayor diversidad de selva preservada, el mayor porcentaje de selva viva”. Y añadió: “[La sociedad] no se reconoce como naturaleza. Por eso carecemos de capacidad para observar esos elementos sagrados y cuidarlos, protegerlos, no deforestar, no excavar para la minería. Mi cuerpo dice: ‘tenemos que volver a la roza’. Es allí donde se enseñan los valores de esa relación. La Amazonia fue plantada originalmente por los pueblos indígenas. Fue sembrada y sigue siéndolo en nuestras generaciones. Pero con todos estos impactos sobre nuestros territorios, también estamos saliendo de allí.”
“Yo he perdido la ilusión de que hubiésemos plasmado algunos logros civilizatorios en Brasil y en el mundo que perdurarían. Es una visión ingenua y lineal del proceso histórico. A decir verdad, hemos perdido mucho en los últimos años”, dijo Eduardo Neves, director del Museo de Arqueología y Etnología de la Universidad de São Paulo (MAE-USP) y miembro del Brazil Lab en la Universidad Princeton (Estados Unidos), que realiza investigaciones en la Amazonia desde 1999. “Pero resulta impresionante ver que, aun frente a estas derrotas, que fueron muy duras, algunas instituciones como el Museo, el Inpa y la Universidad Federal de Pará permanecen. Esto muestra que existe una fuerza en la ciencia amazónica de Brasil. Debemos aprovechar este momento para fortalecerla, invertir en las instituciones educativas y de investigación de la región y en Brasil en general, repoblar esas universidades y crear una masa crítica.”
Puede accederse al contenido completo de los cuatro paneles en este enlace: www.youtube.com/watch?v=GXfr13epWkc.
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