Se instalaron 720 trampas fotográficas en 100 comunidades locales dentro y fuera de nueve áreas protegidas de uso sostenible (foto: Ricardo Sampaio)
Una investigación realizada en las reservas de uso sostenible en la región apunta que la merma de la cantidad de ejemplares de la biodiversidad es mayor en un radio situado hasta a 5 km de las poblaciones humanas, pero es posible minimizar sus efectos negativos mediante el diseño de estrategias de manejo
Una investigación realizada en las reservas de uso sostenible en la región apunta que la merma de la cantidad de ejemplares de la biodiversidad es mayor en un radio situado hasta a 5 km de las poblaciones humanas, pero es posible minimizar sus efectos negativos mediante el diseño de estrategias de manejo
Se instalaron 720 trampas fotográficas en 100 comunidades locales dentro y fuera de nueve áreas protegidas de uso sostenible (foto: Ricardo Sampaio)
Por Luciana Constantino | Agência FAPESP – La existencia de comunidades ribereñas y tradicionales en las reservas extractivas de la denominada Amazonia Legal Brasileña no constituye un riesgo para las especies de aves y mamíferos que se consideran blancos de la caza destinada a la subsistencia, según lo muestra una investigación que ha sido publicada en la revista Biological Conservation.
La Amazonia Legal Brasileña es un área nacional que abarca los nueve estados del país a través de los cuales se extiende el bioma amazónico que el gobierno de Brasil creó con el objetivo de implementar políticas de desarrollo local y protección ambiental.
No obstante lo dicho, el referido estudio sugiere que para disminuir los efectos negativos de la caza de subsistencia sería importante impulsar estrategias de manejo, entre ellas la que implica la disminución del consumo local de especies sensibles –tales como los tapires, los pecaríes barbiblancos y los pavones– y cohibir el comercio de carne de caza en las áreas urbanas, a los efectos de priorizar fundamentalmente a las comunidades locales más cercanas a las ciudades y de las zonas de bosques de tierra firme, en donde la pesca en agua dulce y otras fuentes de proteínas acuáticas son escasas o inexistentes.
El trabajo al que aquí hace alusión, fruto del doctorado del analista ambiental Ricardo Sampaio, del Instituto Chico Mendes de Conservación de la Biodiversidad (ICMBio), un organismo vinculado al Ministerio de Medio Ambiente y Cambio Climático de Brasil, demostró que la disminución de la denominada “abundancia” (una especie de conteo de la cantidad de ejemplares de las especies) se produce en un radio situado hasta a 5 kilómetros (km) de distancia medido desde las comunidades humanas.
Para realizar dicha tarea, se emplearon 720 trampas fotográficas instaladas en 100 comunidades locales, dentro y fuera de nueve áreas protegidas de uso sostenible –de ellas, cinco reservas extractivas (Resex), dos reservas de desarrollo sostenible (RDS) y dos bosques estaduales– en la región centro-oeste de la Amazonia brasileña.
Las mismas generaron registros de 29 especies de mamíferos y aves con un peso de más de cinco kilos, entre ellas pacas, antas, pavones y pavas. En las áreas donde la población desarrolla o tiene acceso al manejo sostenible de pescados, tal como es el caso del paiche o pirarucú en la zona del Purus Medio y del río Juruá, en el estado de Amazonas, la tendencia apunta una merma de la presión de caza sobre las especies terrestres.
“El principal resultado de este trabajo es el que indica que el factor más relevante para alterar la diversidad, la abundancia y la biomasa de las especies es la distancia con respecto a la comunidad. De todos modos, detectamos que las comunidades humanas tienen un impacto reducido sobre la biodiversidad, lo cual desmitifica algunas discusiones que cuestionan el papel de las unidades de conservación de uso sostenible en la protección de la biodiversidad. El manejo comunitario de la fauna puede erigirse como un camino con miras a garantizar la seguridad alimentaria de esa gente, aparte de proteger la biodiversidad”, le dice Sampaio Agência FAPESP.
Estos resultados aparecen publicados en medio de la recuperación del protagonismo de la Amazonia en los temas ambientales y del lanzamiento de la Declaración de Belém, que estipula entre sus puntos “el aumento de las reservas de vegetación autóctona mediante incentivos económicos y no económicos y otros instrumentos para la conservación”. El documento fue firmado en el mes de agosto por los líderes de los países integrantes de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA) durante a Cumbre de la Amazonia, realizada en la ciudad de Belém, la capital del estado amazónico brasileño de Pará.
“Los resultados prácticos, como los que obtuvimos en esta investigación, ayudan a crear ambientes de debate y procesos institucionales para encarar un tema que es un tabú en Brasil: la caza de subsistencia. Ahora el desafío consiste en sensibilizar a los gestores al respecto de estos resultados y llevarlos a la práctica”, sostiene Sampaio.
Este trabajo contó con el apoyo de la FAPESP en el marco de un proyecto coordinado por el investigador Ronaldo Gonçalves Morato, excoordinador del Centro Nacional de Investigación y Conservación de Mamíferos Carnívoros (Cenap) del ICMBio. Gonçalves Morato y su grupo ya habían publicado otro artículo en el cual demostraron que la distancia desde los centros urbanos y la disponibilidad de proteínas de origen acuático son los factores que más influyen en el análisis al respecto de cómo perciben los habitantes de las Unidades de Conservación (UC) la sostenibilidad de la caza en esos lugares (lea más en portugués, en: agencia.fapesp.br/38547).
También firman el artículo publicado en Biological Conservation el profesor Adriano Garcia Chiarello, del Departamento de Biología de la Facultad de Filosofía, Ciencias y Letras de Ribeirão Preto, de la Universidad de São Paulo (FFCLRP-USP), en Brasil, y Carlos Augusto Peres, de la University of East Anglia, en el Reino Unido. Peres recibió el premio Frontiers Planet, que seleccionó los tres mejores artículos científicos del mundo en el área ambiental de los últimos tres años. El trabajo premiado se publicó en la revista PNAS.
Las presiones
Los investigadores ponen de relieve que este trabajo constituye uno de los esfuerzos de mayor escala mediante el empleo de trampas fotográficas para analizar las respuestas de la población de vertebrados a la caza en distintas zonas de la selva tropical que posee la mayor biodiversidad del mundo: la Amazonia.
El grupo de científicos señala que la disminución de la cantidad de animales es fruto de la mayor presión de caza cerca de las comunidades. Con todo, los impactos negativos en los bosques aledaños, tales como la mayor incidencia del fuego, la extracción de madera y la presencia de perros domésticos utilizados para la caza también pueden repeler a los animales cerca de las comunidades, tal como se lo registró al respecto de 13 especies evaluadas.
En tal sentido, el investigador comenta que el estudio ya ha redundado en resultados prácticos. Cuando el grupo estaba realizando el trabajo de campo en una comunidad de la zona del río Liberdade (Resex Riozinho da Liberdade), en el estado de Acre, los habitantes locales discutían la efectividad de un acuerdo local para la caza de subsistencia, pero divergían al respecto del uso o no de perros en dicha actividad.
Los científicos instalaron entonces las trampas a ambas orillas del río: en donde estaba permitido el uso de perros (en la margen derecha) y en la otra (la ribera izquierda), sin esa técnica. Al recabar las imágenes y mostrárselas a la comunidad, observaron que había más animales silvestres a los que los propios moradores locales les dicen “bichos de carne de caza” o sencillamente “caza” en donde no cazaban con perros. “En esa reunión había mujeres, niños y líderes locales. Incluso viviendo en áreas de selva, muchos vieron por primera vez algunas especies animales en las imágenes captadas con las trampas”, recuerda Sampaio.
El investigador comenta que al cabo de algunos meses recibió una minuta de una reunión en la cual se expresaba que las imágenes basaron la decisión colectiva de no usar más perros de caza en la comunidad. “Posteriormente, esa decisión fue adoptada en el plan de manejo de la unidad de conservación, cuyas reglas quedan definidas por la propia comunidad. Este fue un resultado positivo en la toma de decisiones local y en la conservación de la biodiversidad”, celebra el investigador, quien aboga por aliar el conocimiento científico al conocimiento tradicional de las poblaciones locales, especialmente la de los pobladores ribereños e indígenas.
De acuerdo con la legislación, las reservas extractivas son espacios territoriales que apuntan a asegurar la protección de los medios de vida y la cultura de las poblaciones tradicionales, tales como las ribereñas, las indígenas y las de palenques o quilombolas (descendientes de comunidades formadas durante los siglos XVII y XVIII por personas de origen africano que huían de la esclavitud), como así también asegurar el uso sostenible de los recursos naturales del área.
Las poblaciones de estos sitios pueden tener su fuente de ingresos basada en la labor extractiva, y complementariamente en la agricultura de subsistencia y en la cría de animales de pequeño porte. Las áreas de las Resex pertenecen al poder público y en ellas está prohibida la práctica de la caza aficionada o profesional.
Puede leerse el artículo intitulado Vertebrate population changes induced by hunting in Amazonian sustainable-use protected areas en el siguiente enlace: www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0006320723003075.
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