Tardígrado del género Echiniscus fotografiado mediante microscopía electrónica de barrido. Durante mucho tiempo, las diferencias existentes entre unas pocas características corporales fueron suficientes para diferenciar a una especie de otra, lo que dio origen a falsas especies cosmopolitas, ahora excluidas de la lista de la región neotropical y de la andina (foto: André Garraffoni)
Un estudio a cargo de científicos de la Universidad de Campinas, en Brasil, sugiere que especies que se estimaba que habitaban en todo el mundo probablemente no existen en América Central y América del Sur, al tiempo que la diversidad de ambientes y las escasas muestras provenientes de dicha región indican una probable riqueza aún desconocida
Un estudio a cargo de científicos de la Universidad de Campinas, en Brasil, sugiere que especies que se estimaba que habitaban en todo el mundo probablemente no existen en América Central y América del Sur, al tiempo que la diversidad de ambientes y las escasas muestras provenientes de dicha región indican una probable riqueza aún desconocida
Tardígrado del género Echiniscus fotografiado mediante microscopía electrónica de barrido. Durante mucho tiempo, las diferencias existentes entre unas pocas características corporales fueron suficientes para diferenciar a una especie de otra, lo que dio origen a falsas especies cosmopolitas, ahora excluidas de la lista de la región neotropical y de la andina (foto: André Garraffoni)
Por André Julião | Agência FAPESP – Los tardígrados son animales microscópicos de entre 0,2 y 1,1 milímetros, parientes de los artrópodos (los arácnidos, los insectos y los crustáceos). Pueden vivir en una gran diversidad de ambientes, pero poco se conoce de ellos.
Muchas especies se describieron en el siglo XX, cuando eran necesarias pocas características para diferenciar a una especie de otra y no existían herramientas moleculares como las que se emplean en la actualidad, con las que se pueden comparar uno o más genes.
Por este motivo, en un estudio publicado en el Zoological Journal of the Linnean Society, investigadores de la Universidad de Campinas (Unicamp), en Brasil, con el apoyo de la FAPESP, ponen de relieve la importancia de dejar de lado los registros históricos de los tardígrados neotropicales, que probablemente se identificaron erróneamente, al estudiar los patrones de distribución de este grupo de animales microscópicos.
“Como sus especies en gran medida aparecían inicialmente descritas en el hemisferio norte, y se estimaba que podrían ser cosmopolitas –al poder hacerse presentes en cualquier sitio–, no era inusual que los estudiosos encontraran una especie parecida acá y determinaran que era la misma”, comenta Pedro Danel de Souza Ugarte, autor principal del trabajo y becario de iniciación a la investigación científica de la FAPESP en el Instituto de Biología (IB) de la Unicamp.
En el estudio, los autores proponen dejar de lado una gran cantidad de registros de los tardígrados que se conocen actualmente en América Central y América del Sur. Los científicos abogan por considerar únicamente a aquellos que se han descrito recientemente, con los cuales se emplearon diversas características para diferenciar a una especie de otra, y de preferencia con datos moleculares. Aun cuando se plantean en él tantas exclusiones, el estudio sugiere una posible diversidad de tardígrados en la región, mucho mayor que la que se conoce.
“La diversidad es probablemente inmensa, pero actualmente se concentra en unos pocos países por falta de muestras. Hubo algunos trabajos que se hicieron en el siglo XX que fueron importantes, pero que probablemente no son representativos de la riqueza existente”, explica André Rinaldo Senna Garraffoni, docente del IB-Unicamp y coordinador del estudio, apoyado por la FAPESP en el marco del Programa FAPESP de Investigaciones en Caracterización, Conservación, Restauración y Uso Sostenible de la Biodiversidad (BIOTA).
El trabajo contó también con el apoyo de la fundación paulista en otro proyecto, insertado en el ámbito del mismo programa.
Senna Garraffoni añade que las especies pueden ser muy parecidas entre sí y que las descripciones que se hicieron en el pasado se valían de la observación de escasas estructuras morfológicas de los animales para diferenciar entre una y otra. En la actualidad, aparte de comparar una gran cantidad de características del cuerpo, los investigadores aplican también análisis moleculares.
Aparte del océano y los ambientes de agua dulce, los tardígrados pueden ocupar hábitats terrestres, siempre y cuando posean agua, tales como charcos, líquenes, musgos y algunos tipos de plantas que acumulan agua. Por eso a las especies de esos ambientes se las conoce como limnoterrestres.
La limpieza
Hasta 2023 se registraron 271 especies de limnoterrestres, desde el norte de México hasta el sur de Argentina. Dado que el norte de México solo se encuentra parcialmente dentro de los reinos biogeográficos utilizados por los investigadores (regiones neotropicales y andinas), se eliminaron cuatro especies de los análisis, lo que totaliza 267 especies.
De todos los tardígrados de esas áreas, los investigadores clasificaron como “falsas cosmopolitas” a aquellas especies descritas inicialmente como habitantes de otras regiones del mundo y después reportadas en el Neotrópico y en los Andes. Otra clasificación, denominada “indígenas”, se le asignó a las descritas primeramente en estas zonas.
Batillipes pennaki, hallada en Brasil, es una especie de tardígrado marino (foto: André Garraffoni)
En el estudio, los autores analizaron la distribución al incluir y al excluir a las 130 “falsas cosmopolitas”. Así fue como pudieron entender de qué modo su inclusión tiene efectos sobre la comprensión de amplios patrones de distribución, como así también de la biogeografía y de la macroecología de los tardígrados.
“Se sabe que la capacidad de dispersión de los tardígrados es relativamente restringida, pero puede variar de especie a especie. Existen algunos casos de especies que realmente se dispersaron a través de más de un continente, por ejemplo. No obstante, se estima que en su mayoría se restringen a solamente a una región. De este modo, el hecho de utilizar registros de especies que anteriormente eran tenidas como cosmopolitas, que probablemente fueron identificadas erróneamente, no hace sino dificultar la comprensión de la distribución del grupo”, afirma Senna Garraffoni.
Como no es posible describir nuevamente los registros más antiguos debido a la degradación o ausencia de material o por lo escueto de su descripción, no les queda otra a los investigadores que dejarlos de lado. Así las cosas, no es posible saber si casi el 65 % de los registros conocidos (1.425 de 2.157) pertenecen a una, a diez, a cien o a más especies distintas.
“Existirían muchas más especies ‘indígenas’ que las que se conocen hoy en día en todo el continente. Y posiblemente sucede lo mismo en el resto del mundo. Por eso cabe esperar que se encuentren muchas otras especies en el futuro, siempre y cuando se haga un mayor esfuerzo de muestreo, especialmente en ambientes de gran altitud, conocidos porque favorecen la diversidad de tardígrados”, comenta Danel de Souza Ugarte.
Indestructibles
En internet abundan las fotos y los dibujos de tardígrados, a lo que suman textos que exaltan el hecho de que los “osos de agua”, tal como también se los conoce, sean “indestructibles”. Sucede que se sabe que soportan duras condiciones de sequía, radiación, falta de alimento e incluso de gravedad. Ha habido misiones espaciales que llevaron tardígrados y muchos de ellos regresaron vivos.
También conocidos como “osos de agua”, los tardígrados pueden vivir en cualquier ambiente, siempre y cuando el mismo posea agua; pueden habitar en océanos, ríos y lagos e incluso en líquenes, musgos y otras plantas (foto: André Garraffoni)
Esta capacidad, conocida con el nombre de criptobiosis, constituye una respuesta a las condiciones ambientales inhóspitas que hacen que estos animales entren en un estado de latencia: se encojen formando una pelota y disminuyen al mínimo su metabolismo. Y pueden permanecer así durante años, sin alimentarse ni hidratarse, para volver a lo normal cuando entren en contacto con el agua.
Cuando se encuentran en criptobiosis, resulta prácticamente imposible hallarlos. Por eso las muestras de material en donde éstos pueden estar presentes primeramente se depositan en agua, para que los animales aparezcan.
Los investigadores recuerdan que no se conocen muchas posibles funciones ecológicas de los tardígrados. Como se alimentan de materia orgánica en descomposición y de otros microorganismos, pueden estar controlando la población de otros seres vivos que podrían convertirse en plagas, por ejemplo.
Cabe señalar que las proteínas que operan en la criptobiosis han sido estudiadas por grupos de investigación extranjeros que prevén aplicaciones para las mismas, que van desde la conservación de vacunas hasta la protección contra la radiación solar, por ejemplo.
“Existe una avenida de posibilidades de estudios, pero para ello se hace necesario conocer esta biodiversidad, que está en todas partes”, dice Senna Garraffoni.
Y a tal fin no es necesario caminar demasiado. En marzo pasado, el grupo de científicos describió una nueva especie, hallada a pocos metros del laboratorio en donde trabajan, dentro del campus de la Unicamp.
Puede leerse el artículo intitulado Removal of historical taxonomic bias and its impact on biogeographic analyses: a case study of Neotropical tardigrade fauna en el siguiente enlace: academic.oup.com/zoolinnean/article-abstract/201/3/zlae091/7724047.
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