Durante la FAPESP Week Buenos Aires, expertos presentan experiencias exitosas de cooperación entre universidades y empresas y mecanismos para la colaboración en investigación científica (foto: Heitor Shimizu)

Asociaciones productivas para el desarrollo
16-04-2015

Durante la FAPESP Week Buenos Aires, expertos presentan experiencias exitosas de cooperación entre universidades y empresas y mecanismos para la colaboración en investigación científica

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Durante la FAPESP Week Buenos Aires, expertos presentan experiencias exitosas de cooperación entre universidades y empresas y mecanismos para la colaboración en investigación científica

16-04-2015

Durante la FAPESP Week Buenos Aires, expertos presentan experiencias exitosas de cooperación entre universidades y empresas y mecanismos para la colaboración en investigación científica (foto: Heitor Shimizu)

 

Por Heitor Shimizu, desde Buenos Aires

Agencia FAPESP
– Una mesa redonda sobre experiencias, retos y mecanismos tendientes a estimular las cooperaciones entre empresas y universidades abrió el último día de la FAPESP Week Buenos Aires, el pasado viernes (09/04), en la capital argentina.

Hugo Fragnito, docente del Instituto de Física de la Universidad de Campinas (Unicamp) y miembro de la Coordinación del Área de Física de la FAPESP, se refirió a un caso exitoso en la relación universidad-empresa en Brasil, que derivó en el desarrollo de las comunicaciones ópticas en el país.

“A Campinas se la conoce hoy en día como el ‘Valle del Silicio brasileño’ porque cuenta con un importante parque tecnológico que tuvo su origen junto a la fundación de la Unicamp, en 1966. Seis años después, tres científicos que estaban en Bell Laboratories, en Estados Unidos, llegaron a la Unicamp con un plan visionario. Eran Sérgio Porto, José Ripper y Rogério Cerqueira Leite”, comentó Fragnito.

Según el profesor, ese plan cobró forma al año siguiente, con la presentación de la propuesta a Telebrás –que en ese entonces ostentaba el monopolio de las comunicaciones en Brasil– del Programa para el Desarrollo de las Comunicaciones Ópticas.

En ese plan se reunían proyectos para el desarrollo y la fabricación de fibra óptica, láseres semiconductores y dispositivos ópticos integrados, piezas necesarias para la comunicación óptica.

El programa fue aprobado en 1974 y se puso en marcha al año siguiente. “Fue el primer contrato de investigación y desarrollo firmado entre la industria y la universidad en Brasil”, relató Fragnito.

Ese programa, que redundó en la fabricación fibra óptica por primera vez en el hemisferio Sur, en 1983, constituye un ejemplo notable de éxito en la relación entre empresas, centros de investigación y universidades, según Fragnito.

“El modelo que implementamos es sencillo y lineal, pero es sumamente eficiente. La universidad aporta profesionales muy capacitados y buenas ideas. Un centro de investigación cercano a la universidad suministra las tecnologías necesarias, como así también los estándares y los manuales de uso. Y la industria se encarga del desarrollo final: la miniaturización de los componentes o la optimización de los procesos de producción”, dijo.

“El punto principal de este modelo reside en la transferencia del conocimiento. Y esa transferencia no abarca únicamente a la tecnología, sino también a los propios científicos, ya que quien recibe el conocimiento es quien a su vez los contrata”, dijo Fragnito.

La financiación de las investigaciones

Sérgio Robles Reis de Queiroz, docente del Departamento de Política Científica y Tecnológica del Instituto de Geociencias de la Unicamp, otro de los participantes en la mesa redonda, se refirió a los desafíos y oportunidades en la investigación colaborativa universidad-empresa.

“En los últimos años hemos observado una intensificación de las relaciones entre universidades y empresas. Las universidades han implementados núcleos de innovación tecnológica: las agencias de innovación destinadas a impulsar las actividades de cooperación, por ejemplo”, dijo.

“Hace 15 ó 20 años existía una expectativa que no era realista al respecto de lo que las universidades podrían ofrecerles a las empresas. Pero actualmente tenemos un cuadro de evolución continua de esa interacción. Existe una percepción más clara de las diferencias que cada uno puede ofrecer o dejar de ofrecer”, dijo.

Queiroz mencionó algunos ejemplos de instituciones brasileñas con buena interacción con el sector productivo en diversas áreas, tales como los institutos Butantan y Oswaldo Cruz (en salud), el IAC y Embrapa (en ciencias agrarias), la Universidad Federal de Minas Gerais (minería y metalurgia), el CTA y el ITA (ingeniería aeronáutica) y el Coppe-UFRJ y la Unicamp (geociencias, petróleo y gas).

Luego puso de relieve que los montos que invierten las empresas en la investigación que se lleva adelante en las tres universidades públicas del estado de São Paulo (Unicamp, Unesp y USP) equivalen al promedio que se invierte en las universidades de Estados Unidos.

“Pero queda mucho por hacerse. Uno de los retos consiste en aumentar la cantidad y la diversidad de casos exitosos de interacción universidad-industria”, dijo Queiroz, miembro de la Coordinación Adjunta de Investigación para la Innovación de la FAPESP.

Posteriormente, Queiroz se refirió a los mecanismos existentes en el estado de São Paulo para el desarrollo de investigaciones colaborativas que brinda la FAPESP. Y destacó fundamentalmente los programas PIPE y PITE y el Centro de Investigación en Ingeniería.

“El PIPE apoya a los científicos en las pequeñas empresas, con plantillas de hasta 250 empleados. El PITE se vuelca precisamente a promover la investigación colaborativa entre instituciones del estado de São Paulo y empresas. Dichas empresas pueden ser de cualquier lugar, siempre y cuando la investigación se realice en São Paulo”, dijo.

“En 2006 se implementó una nueva modalidad del PITE, en la cual la FAPESP y las empresas asociadas establecen un acuerdo de cooperación para emitir convocatorias de proyectos en conjunto y financiar dichos proyectos de investigación. Eso ya se ha concretado con compañías tales como Embraer, Natura, Oxiteno, Microsoft Research, PadTec, Braskem, Sabesp, Vale, ETH, Agilent, Biolab y GSK”, dijo.

“Los Centros de Investigación en Ingeniería tienen un formato similar, pero se vuelcan hacia desafíos mayores, concernientes investigaciones a largo plazo, de 10 años de duración. La idea es crear centros de excelencia en áreas de interés de las empresas colaboradoras”, dijo Queiroz.

“Los primeros Centros de Investigación en Ingeniería se están instalando en conjunto con las empresas Peugeot-Citroën, Natura, BG y dos con GSK”, dijo.

“Esos mecanismos de apoyo suministrados por la FAPESP resultan fundamentales para el desarrollo del estado de São Paulo y de Brasil, pero no son suficientes. El gran desafío para expandir la relación universidad-empresa radica en el bajo nivel de inversión en investigación y desarrollo de las empresas en Brasil”, dijo.

“Este es un cuello de botella fundamental, pues a medida que las empresas se comprometen cada vez más en actividades de investigación internas, también hacen lo propio en actividades de investigación externas, colaborativas, con universidades y otros socios”, dijo.

Ejemplos argentinos

Jose Alberto Bandoni, docente del Departamento de Ingeniería Química de la Universidad Nacional del Sur (UNS), disertó sobre la Planta Piloto de Ingeniería Química (Plapiqui), donde es miembro del Consejo Directivo.

Con sede en la ciudad argentina de Bahía Blanca, Plapiqui es un instituto de investigación, educación y desarrollo de tecnología vinculado a la UNS y al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet).

“Plapiqui es un centro consolidado de generación de conocimiento, de transferencia de tecnología y de formación de recursos humanos. Cuenta con unos 180 integrantes entre investigadores, docentes, becarios, técnicos y personal administrativo”, dijo Bandoni.

“Desde su fundación, en 1963, el instituto ha producido más de 1.002 trabajos científicos y ha concretado más de 500 proyectos de desarrollo para empresas argentinas y de otros países”, dijo.

Según Bandoni, Plapiqui se especializó en resolver proyectos no convencionales que comprenden la generación y el desarrollo de conocimientos y tecnologías, especialmente para las industrias química, petroquímica, agrícola, alimentar y farmacéutica.

Otro participante en la mesa redonda durante la FAPESP Week, Carlos Ruiz, se refirió a Soteica Visual Mesa, empresa de la cual es director. “La empresa se fundó 1984 en Buenos Aires para suministrar soluciones en procesos de ingeniería para la industria”, dijo.

La compañía tiene su sede en Estados Unidos, con oficinas en Houston, Barcelona, Ciudad de México, Buenos Aires, Santa Fe, Rosario y São Paulo.

El fuerte de Soteica es la producción de software de uso industrial. La plantilla de personal de desarrollo de la empresa está compuesta fundamentalmente por ingenieros, de los cuales el 44% cuenta con titulación de maestría o doctorado.

“Ese material humano ha egresado fundamentalmente instituciones universitarias con las cuales mantenemos excelentes relaciones”, dijo. Las casas de altos estudios que más ingenieros aportan a Soteica son la Universidad Nacional del Litoral y la Universidad Tecnológica Nacional, en Argentina.

La mesa redonda contó con la coordinación de Aldo Vecchietti, docente de la Universidad Tecnológica Nacional Argentina.

Las disertaciones que se escucharon durante la FAPESP Week Buenos Aires y toda la información sobre el simposio pueden hallarse en: www.fapesp.br/week2015/buenosaires.

 

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