Es fundamental implementar estrategias de uso de agentes naturales apropiadas a las características de la agricultura en el combate contra las plagas agrícolas, afirman expertos (foto: P.Janning/ Agência FAPESP)
Es fundamental implementar estrategias de uso de agentes naturales apropiadas a las características de la agricultura en el combate contra las plagas agrícolas, afirman expertos
Es fundamental implementar estrategias de uso de agentes naturales apropiadas a las características de la agricultura en el combate contra las plagas agrícolas, afirman expertos
Es fundamental implementar estrategias de uso de agentes naturales apropiadas a las características de la agricultura en el combate contra las plagas agrícolas, afirman expertos (foto: P.Janning/ Agência FAPESP)
Por Elton Alisson | Agência FAPESP – A ejemplo de lo que hizo en la agricultura, área en la cual se convirtió en uno de los mayores productores mundiales, al desarrollar una serie de tecnologías y adaptar al trópico sistemas de producción de cultivos de zonas templadas, Brasil también deberá desarrollar un modelo propio de control biológico.
Esta afirmación estuvo a cargo de los investigadores participantes en el workshop intitulado “Los desafíos de la investigación en control biológico destinado a la agricultura en el estado de São Paulo”, realizado el pasado 29 de febrero en el auditorio de la FAPESP.
Representantes de universidades, institutos de investigación y empresas que realizan investigación y desarrollo de agentes naturales para el combate contra plagas agrícolas presentaron y debatieron los principales avances obtenidos en São Paulo y en otras regiones de Brasil en la exploración, la cría y la suelta de enemigos naturales de organismos que atacan bosques, plantas y diversos cultivos.
“Debemos desarrollar un modelo de control biológico adecuado a las características de la agricultura brasileña, que es sumamente dinámica: aquí se cultiva sin interrupción en grandes extensiones, se producen constantemente nuevas variedades y surgen plagas a menudo”, dijo José Roberto Postali Parra, docente del Departamento de Entomología y Acarología de la Escuela Superior de Agricultura Luiz de Queiroz de la Universidad de São Paulo (Esalq-USP) y coordinador del workshop, en la apertura del evento.
De acuerdo con Postali Parra, la investigación y el desarrollo en control biológico han avanzado mucho en Brasil durante los últimos años, y actualmente existe una masa crítica razonable que estudia macroorganismos –tales como insectos y ácaros–, aparte de microorganismos tales como bacterias, virus, protozoarios y nematodos, que forman parte de la biodiversidad brasileña y que pueden utilizarse para controlar plagas de distintos cultivos.
Este avance ha sido posible en función especialmente de las técnicas de cría que permiten la producción de grandes cantidades de insectos en un cultivo y una disminución más rápida de la población de la plaga que se pretende controlar.
A diferencia de países tales como Holanda, donde el control biológico se realiza casi que exclusivamente en invernaderos, en Brasil se realiza en áreas abiertas. Sin embargo, el país cuenta con programas comparables con los mejores del mundo, en lo que configura una situación distinta a las de otros países, aun con una menor disponibilidad de enemigos naturales comercializados por empresas.
Una de las razones de esta situación es la cultura del uso de agroquímicos para controlar plagas agrícolas en los cultivos brasileños, lo que ha ocasionado graves desequilibrios biológicos, tales como la aparición de plagas secundarias y la contaminación del suelo y del agua.
En 2012, por ejemplo, se gastaron 9.700 millones de reales con agroquímicos en Brasil. En tanto, en 2014 dicho gasto trepó a 12 mil millones de reales, de los cuales 4.600 millones se destinaron a la compra de insecticidas.
En los últimos 12 años, la utilización de agroquímicos en el país se incrementó un 172%, mientras que en el resto del mundo dicho crecimiento fue del 90%, comparó Postali Parra. “Se han usado insecticidas sobremanera en Brasil, incluso aquéllos elaborados con base en moléculas que ya han sido desterradas de otros países”, añadió.
“Los agroquímicos pueden utilizarse, siempre y cuando sean productos selectivos –que matan a la plaga, pero no a los enemigos naturales– y se lleve a cabo una rotación de los principios activos, de manera tal que no se cree una resistencia de los organismos que se pretende controlar”, sostuvo.
Según el investigador, el alto costo del desarrollo y los desafíos cada vez mayores inherentes a la síntesis de moléculas destinadas a la producción de insecticidas ha favorecido la expansión del control biológico en Brasil y en el exterior.
Actualmente, de acuerdo con los datos que suministró Postali Parra, el costo de la síntesis de una nueva molécula destinada a la producción de insecticidas es de alrededor de 250 millones de dólares.
En tanto, el costo del desarrollo de una variedad transgénica, más tolerante a una determinada plaga, por ejemplo, es de 125 millones de dólares. Y el desarrollo de un insecto para el control biológico se ubica entre los 2 y los 10 millones de dólares.
“El alto costo del desarrollo de moléculas destinadas a la elaboración de insecticidas, sumado al aumento de la presión de la sociedad en pro de una disminución del uso de agroquímicos, y la constatación de que los transgénicos no logran solucionar el problema de las plagas agrícolas, han estimulado el uso de control biológico en Brasil y en el mundo”, dijo Postali Parra.
“Pero el control biológico no puede utilizarse aisladamente, y no es la única solución para el control de plagas. Debe ser un componente del manejo integrado de plagas y debe empleárselo asociado incluso con los insecticidas, siempre y cuando se lo use de manera racional, junto con las plantas transgénicas y otros métodos de control”, ponderó.
La utilización del control biológico en la agricultura en Brasil y en el exterior se ha incrementado entre un 15% y un 20% anual, y actualmente el sector mueve 17 mil millones de dólares.
La difusión del uso
En Brasil, de acuerdo con Postali Parra, el control biológico se está utilizando fundamentalmente en el combate contra plagas que atacan al cultivo de la caña de azúcar.
La avispa Cotesia flavipes, por ejemplo, producida por 20 biofábricas en Brasil, se utiliza en más de tres millones de hectáreas para combatir a la oruga conocida como barrenador de la caña de azúcar (Diatraea saccharalis).
“Éste es el momento es adecuado para difundir el uso del control biológico en Brasil, especialmente después del surgimiento en el país, en 2013, de la oruga Helicoverpa armigera, que ataca a diversas cultivos, tales como la soja, el maíz y el algodón, entre otras, y cuyo control es sumamente difícil mediante el uso de agroquímicos”, dijo.
Segundo Postali Parra, existen actualmente en el país 26 empresas que comercializan microorganismos y 21 que producen macroorganismos destinados al control biológico. Sin embargo, esas cantidades resultan insuficientes para dar cuenta de un eventual incremento abrupto de la demanda de control biológico proveniente de los agricultores en el país, sostuvo.
“Si todo el mundo resuelve implementar el control biológico, no existe una disponibilidad como para atender esa demanda. Hay que aumentar la cantidad de empresas productoras”, afirmó.
Los potenciales beneficiarios
Participaron en la apertura del evento el secretario de Agricultura y Abastecimiento del Estado de São Paulo, Arnaldo Jardim, y el presidente de la FAPESP, José Goldemberg.
Jardim destacó que el 82% de la producción agrícola del estado de São Paulo proviene de los pequeños productores, que son los potenciales beneficiarios de las tecnologías de control biológico como alternativa tendiente a la reducción del uso de agroquímicos.
“No demonizamos a los agroquímicos pues entendemos que son necesarios para la productividad. Pero su uso puede disminuir, puede disciplinárselo más y en parte puede alternárselo con soluciones tales como el control biológico”, sostuvo el secretario.
A su vez, el presidente de la FAPESP estableció una analogía entre la necesidad de apoyar la investigación en control biológico en Brasil con miras a afrontar retos futuros en el campo y la reciente emergencia en el combate contra el virus del Zika en el país.
“El apoyo otorgado por la FAPESP a los proyectos vinculados con la Red de Diversidad Genética de Virus (VGDN) entre los años de 2000 y 2007, por ejemplo, permitió la rápida creación ahora de la Red Zika para afrontar los desafíos que plantea el aumento de la cantidad de casos de transmisión de ese virus en Brasil”, dijo Goldemberg.
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