Brasil debe redimensionar su matriz energética para cumplir las metas climáticas

El país tendrá que incrementar ostensiblemente el uso de combustibles renovables para disminuir en un 43% sus emisiones de gases de efecto invernadero en 2030 en comparación con 2005

Por Elton Alisson

Agência FAPESP – Científicos de las áreas de cambios climáticos y bioenergía evalúan que las metas de disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero (INDC, por sus siglas en inglés) que Brasil llevará a la 21ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP21), que se realizará en diciembre, en París, presentadas el pasado 27 de septiembre por la presidenta Dilma Rousseff, son ambiciosas.

El objetivo estipulado de reducir en un 37% las emisiones de gases de efecto invernadero del país en 2025 (hasta 1,3 gigatoneladas de CO₂ o GtCO₂e), y un 43% (hasta 1,2 GtCO₂e) en 2030, teniendo como base el año 2005 –cuando las emisiones de CO₂ en el país llegaron al pico de 2,1 Gt CO₂e– dependerá de un redimensionamiento de la matriz energética brasileña, para disminuir la participación de los combustibles fósiles, sostuvieron.

“El tiempo del recorte barato de las emisiones de gases de efecto invernadero debido la disminución del desmonte se está agotando”, declaró Gilberto Câmara, investigador del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe), a Agência FAPESP.

“Ahora bien, la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero en Brasil dependerá de la descarbonización de la economía. Para ello, será necesario realizar un gran esfuerzo para reducir las emisiones del sector de energía”, señaló Câmara, que es miembro de la coordinación del Programa FAPESP de Investigaciones sobre Cambios Climáticos Globales (PFPMCG).

Una de las metas de la INDC brasileña consiste en lograr que el 45% de la matriz energética del país esté compuesta por fuentes renovables en 2030. Pese a ser de loable, se considera que dicha meta es conservadora.

“La matriz energética brasileña está compuesta actualmente por un 40% de energías renovables, en tanto que el promedio de los otros países es del 13%. Con todo, la ambición del país debería ser llegar al 60% en 2040”, apuntó Câmara.

Una de las medidas estipuladas en la INDC brasileña para alcanzar la meta de participación estimada de un 45% de energías renovables en la composición de la matriz energética en 2030 consiste en incrementar la cuota de participación de fuente eólica, de biomasa y solar en el suministro de energía eléctrica al menos hasta un 23% en 2030.

Otra medida consiste en incrementar la participación de la bioenergía hasta un 16%, mediante la expansión del consumo de biocombustibles y aumentando la oferta de etanol –incluso a través del aumento de la cuota de biocombustibles avanzados (de segunda generación)– y el biodiésel en la mezcla del gasoil.

Sin embargo, la participación de la bioenergía en la matriz energética brasileña podría ser mucho mayor si hubiera incentivos económicos y políticos adecuados, según sostienen investigadores del área.

“Brasil podría duplicar su capacidad de producción de etanol a base de caña de azúcar, por ejemplo, porque el sector se encuentra actualmente con capacidad ociosa. Pero, para que ello suceda, se necesitan incentivos adecuados”, afirmó Gláucia Mendes de Souza, docente del Instituto de Química de la Universidad de São Paulo (USP) y miembro de la coordinación del Programa FAPESP de Investigaciones en Bioenergía (BIOEN).

De acuerdo con Mendes de Souza, el reemplazo de la gasolina por etanol de caña de azúcar en Brasil permite actualmente la merma de 50 millones de toneladas anuales de CO₂.

El aumento de la participación del etanol de caña de azúcar y de otras fuentes de energía derivadas del uso de biomasa en la matriz energética brasileña haría posible una disminución mayor aún de las emisiones totales del país, sostuvo.

“Estamos perdiendo una gran oportunidad para aumentar y diversificar la matriz energética brasileña con opciones de energía derivadas de biomasa, que abarcan biocombustibles, biogás y bioelectricidad”, afirmó.

“No existen muchas alternativas para diversificar la matriz energética brasileña que no pasen por el uso de biomasa, y Brasil ya está haciéndolo desde hace muchos años; y es algo que sabe hacer”, evaluó.

De acuerdo con Câmara, el hecho de que el país cuente con uno de los más grandes y más exitosos programas de biocombustibles del mundo –que abarca la co-generación de energía eléctrica a base de biomasa–, puede facilitar el aumento de la participación de fuentes renovables en la matriz energética del país y contribuir a la “descarbonización” de su economía.

Con todo, este proceso será mucho más arduo que la disminución del desmonte de la Amazonia, pues su costo será más alto, sostuvo.

“¿Qué se hará con el presal, cuya estimación de producción es de 6 millones de barriles de petróleo diarios en 2020, si pretendemos descarbonizar la economía brasileña?”, señaló.

A juicio de Paulo Artaxo, docente del Departamento de Física Aplicada del Instituto de Física de la USP, para promover el redimensionamiento de la matriz energética brasileña y hacer posible que la meta de reducción de GEI estipulada por Brasil pueda alcanzarse, además del aporte de recursos económicos, será necesaria la implementación de políticas públicas eficientes.

“La meta brasileña es factible, pero dependerá de una legislación fuerte y clara, que privilegie el uso de energías renovables tales como la eólica y la solar”, afirmó. “También habrá que mejorar la eficiencia energética en la industria”, sostuvo el investigador, quien también es miembro de la coordinación del Programa FAPESP de Investigaciones sobre Cambios Climáticos Globales.