Los moluscos conocidos como tentaculitoideos vivieron hace 400 millones de años en los mares helados que en ese entonces cubrían partes del territorio brasileño (foto: Tentaculitoideos del género Homoctenus/ Colección del Laboratorio de Paleontología de la UFPR/ Jeanninny Carla Comniskey)
Los moluscos conocidos como tentaculitoideos vivieron hace 400 millones de años en los mares helados que en ese entonces cubrían partes del territorio brasileño
Los moluscos conocidos como tentaculitoideos vivieron hace 400 millones de años en los mares helados que en ese entonces cubrían partes del territorio brasileño
Los moluscos conocidos como tentaculitoideos vivieron hace 400 millones de años en los mares helados que en ese entonces cubrían partes del territorio brasileño (foto: Tentaculitoideos del género Homoctenus/ Colección del Laboratorio de Paleontología de la UFPR/ Jeanninny Carla Comniskey)
Por Peter Moon | Agência FAPESP – Cuando se piensa en la paleontología, la primera imagen que casi siempre surge en la cabeza es la de un dinosaurio. Hay quienes recuerden a los mamuts, o a los tigres dientes de sable. Pero, ¿quién se acordaría de los moluscos y los invertebrados? “Poco se habla de los invertebrados en Brasil”, dice Jeanninny Carla Comniskey, doctoranda en paleontología. Los paleontólogos, según la investigadora, “sufren” debido a la falta de interés en los invertebrados y con la pequeña cantidad de profesionales del área. Comniskey se está especializando en un grupo de animales denominados tentaculitoideos, que vivieron en el período devónico, hace 400 millones de años, en los mares helados que en ese entonces cubrían partes del territorio brasileño.
En esa época, Brasil estaba cerca del Polo Sur. “Los trabajos publicados en el hemisferio Norte ni siquiera mencionan la existencia de tentaculitoideos en Brasil y en América del Sur”, se queja Comniskey. Sus autores son adeptos a la teoría tradicional. “Creen que no podría haber tentaculitoideos acá, pues las aguas eran frías y no sería posible que existiera una gran diversidad de géneros y especies. Poseemos pocos géneros si se compara con el hemisferio Norte, eso es cierto, pero éstos aparecen en grandes cantidades y en diversos afloramientos”. Los tentaculitoideos, según la investigadora, no sólo existían por acá sino que también eran numerosos. Existen registros en Argentina, Bolivia, Brasil, Perú y Uruguay. En Brasil, los registros de la cuenca sedimentaria del Paraná son los más abundantes y conocidos.
Comniskey realizó la primera revisión sistemática de las especies halladas en las otras cuencas, las del Amazonas y del Parnaíba. “El objetivo consistía en estudiar todos los holotipos [los especímenes tipo que definen una especie]”. La paleontóloga investigó 39 muestras de colecciones científicas con 153 especímenes (34 del Amazonas y 119 del Parnaíba), todos del devónico medio. Verificó la existencia de cinco especies, menos que las siete conocidas del Paraná.
Este trabajo forma parte del dosier intitulado “Macroinvertebrados del devónico brasileño y sus afinidades paleobiogeográficas,” publicado en Boletim do Museu Emílio Goeldi. Ciências Naturais, e integra un panel del estado actual del conocimiento de los grupos de invertebrados del devónico brasileño. Comniskey es doctoranda de la Facultad de Filosofía, Ciencias y Letras de Ribeirão Preto (FFCLRP) de la Universidad de São Paulo (USP). Su investigación cuenta con el apoyo de la FAPESP.
“Poco se sabe sobre este animal que vivía en esa concha”, dice Comniskey. Se sabe únicamente que los tentaculitoideos vivían dentro de una pequeña concha de alrededor de 1,8 cm, de formato cuneiforme, delgada y larga, que podía ser lisa o tener anillos. “Se cree que de la punta de la concha emergían tentáculos, de allí el nombre del grupo. Esos animales vivían en el fondo del mar, no se sabe si solitariamente o en grupos.”
La preservación de las conchas es la única evidencia en el registro fósil del paso de los tentaculitoideos por el planeta, pues desaparecieron hace 360 millones de años, en la extinción masiva que le puso fin al devónico. “Una línea de pensamiento sostiene que los tentaculitoideos guardan afinidad con los gusanos. Yo en cambio creo que tienen más afinidad con los moluscos.”
Comniskey comparó a las siete especies de la cuenca del Paraná con las cinco de los afloramientos del Amazonas y del Parnaíba. “Al observar el material puede percibirse que son especies distintas. El tamaño y el formato de las conchas difiere, al igual que el espesor de los anillos”. Las especies del Paraná son más antiguas: tienen alrededor de 410 millones de años. En tanto, las especies del norte de Brasil vivieron hace 380 millones de años. “Esto puede indicar que la cuenca del Paraná no estuvo en contacto con las otras dos, al menos durante el devónico.”
Aparte del problema antes mencionado de la temperatura de las aguas, otra razón para que la existencia en Brasil de este grupo de invertebrados marinos sea prácticamente desconocida en el exterior está vinculada con su estado de preservación. Los fósiles de tentaculitoideos de Brasil dejan mucho que desear si se los compara con los hallados en otras regiones. “Su estado de preservación es pobre. El material aparece a menudo fragmentado y achatado, comprimido”, dice Comniskey. Esto puede ter que ver con la anatomía de estos primos lejanos de los moluscos. La concha de los tentaculitoideos está dividida en cuatro partes: la cámara embrionaria, la zona juvenil, la zona adulta y la de apertura, desde donde salían los tentáculos. “Lo que más se encuentran son la parte adulta y la de apertura. Los hallazgos de fósiles se concretan en areniscas y limolitas, lo cual suministra una idea de que esos animales podrían haber vivido tanto cerca del área de reventazón en las playas como en ambientes más profundos.”
Lejos de la inexistencia, había efectivamente una diversidad de géneros de tentaculitoideos brasileños. Una diversidad que tiende a aumentar: la investigadora envió recientemente a la revista periódica Zootaxa otro trabajo para su publicación, con la descripción de siete nuevas especies de la cuenca del Paraná.
La era de los peces
Se conoce al período devónico en todo el mundo como la era de los peces. Fue en ese entonces cuando estos animales evolucionaron y dominaron los océanos. Había magníficos peces dotados de caparazones óseos, llamados dunkleosteus. Fue cuando surgieron los primeros tiburones. Pero nada: jamás se hallaron restos de peces de ese período en las rocas brasileñas. Solamente conchas. Existe un registro solamente en Bolivia. “Mi sueño es hallar peces del devónico en el Paraná”, dice Comniskey.
Los científicos procuran hallar peces del devónico en el Paraná desde hace al menos 40 años. “Y nadie encontró nada. Si los hubiera, ya los habríamos encontrado”, explica el paleontólogo Renato Pirani Ghilardi, de la Universidade Estadual Paulista (Unesp), campus de Bauru, en São Paulo. “Creemos que existe un problema de preservación en las cuencas devónica brasileñas”, explica el investigador, quien coorganizó el dosier de Macroinvertebrados del Devónico Brasileño. El clima y las condiciones geológicas y oceánicas de la región no contribuyen para con la preservación de los fósiles. “El esqueleto de los peces está compuesto de fosfato, y las conchas de los invertebrados de quitina y carbonato. Parece ser imposible que los fósiles fosfatados se hayan preservado.”
Las primeras expediciones de recolección de material devónico en Brasil datan del pasaje de siglo XIX al siglo XX. Muy poco se ha estudiado de dicho material. “Existen cajas y más cajas llenas de fósiles, guardadas en el Departamento Nacional de Producción Mineral (DNPM), por ejemplo, que nunca se abrieron”. Y no lo fueron por una sencilla razón: faltan paleontólogos de invertebrados. De aquéllos que estudian vertebrados, hay decenas de profesionales en Brasil. “Pero hay tan sólo siete u ocho de invertebrados en instituciones de enseñanza e investigación”, comenta Ghilardi.
Pese a ser pocos en cantidad, esos científicos están revelando un panorama de biodiversidad impresionante del devónico brasileño. Además de los tentaculitoideos, existían alrededor de 15 especies de trilobites, un grupo enorme de artrópodos extintos. También había cnidarios, actualmente representados por las aguavivas, bivalvos ancestros del mejillón y diez especies de braquiópodos, animales pequeños parecidos a los moluscos que aún en los días actuales viven fijados al fondo del mar.
Su estado de conservación es regular. “No es posible hacer microscopía electrónica porque no se preserva el esqueleto, sólo el molde de los animales”, dice Ghilardi. “Sin embargo, con base en el estudio de las rocas se logra inferir la temperatura del agua, la cantidad de oxígeno en solución e incluso si había actividad volcánica. Así es como resulta factible saber que en los lugares en donde vivían aquellos animales el agua era fría y el ambiente era anóxico, con poco oxígeno.”
Ghilardi acota que uno de los eventos significativos del devónico, la extinción Kacak, pudo ser detectado en los fósiles brasileños. “Fue un evento que extinguió muchas especies. Las que lograron sobrevivir experimentaron una reducción de tamaño, de allí que se la conozca como fauna liliputiense”, en alusión a Lilliput, la isla ficcional del clásico Los viajes de Gulliver, de Jonathan Swift, habitada por gente minúscula.
Las rocas del devónico brasileño también preservan restos de plantas pequeñas y algunos insectos. “En el devónico, la vida macroscópica empezaba a propagarse por los continentes. Los pioneros fueron la flora y los insectos.”
Urge estudiar mejor la biodiversidad devónica en Brasil, fundamentalmente en términos de paleobiología y de relaciones biogeográficas. “Debemos abandonar la paleontología de escritorio y empezar a entender las relaciones evolutivas entre todos aquellos animales. Tenemos que empezar a hacer ciencia del siglo XXI.”
Puede leerse el artículo intitulado Macroinvertebrados del Devónico Brasileño y sus afinidades paleobiogeográficas, de Comniskey y Ghilardi, también firmado por Elvio Pinto Bosetti, de la Universidad Estadual de Ponta Grossa, estado de Paraná, y publicado en el Boletim do Museu Emílio Goeldi. Ciências Naturais, en la siguiente dirección: www.museu-goeldi.br/editora/bn/artigos/cnv10n1_2015/conhecimento(comniskey).pdf.
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