Este fue el principal planteo que surgió de los debates del seminario online “Biodiversidad, crisis climática, economías y pandemias”, organizado con el apoyo de la FAPESP en el marco de su programa destinado a la biodiversidad
Este fue el principal planteo que surgió de los debates del seminario online “Biodiversidad, crisis climática, economías y pandemias”, organizado con el apoyo de la FAPESP en el marco de su programa destinado a la biodiversidad
Este fue el principal planteo que surgió de los debates del seminario online “Biodiversidad, crisis climática, economías y pandemias”, organizado con el apoyo de la FAPESP en el marco de su programa destinado a la biodiversidad
Este fue el principal planteo que surgió de los debates del seminario online “Biodiversidad, crisis climática, economías y pandemias”, organizado con el apoyo de la FAPESP en el marco de su programa destinado a la biodiversidad
Por Elton Alisson | Agência FAPESP – La construcción de nuevas rutas de desarrollo económico basadas en el rescate y la valoración de la biodiversidad y de los servicios que presta la naturaleza (los servicios ecosistémicos), tales como la provisión de agua y la regulación climática, será crucial no solamente para evitar las crisis desencadenadas por futuras pandemias, sino también para superar la actual pandemia de COVID-19.
Este fue el análisis que realizaron los investigadores participantes en el seminario online intitulado “Biodiversidad, crisis climática, economías y pandemias”, realizado por iniciativa de la Plataforma Brasileña de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (BPBES) y de la Sociedad Brasileña para el Progreso de la Ciencia (SBPC), con el apoyo del Programa FAPESP de Investigaciones en Caracterización, Conservación, Restauración y Uso Sostenible de la Biodiversidad (BIOTA-FAPESP) y de la Academia Brasileña de Ciencias (ABC).
El referido encuentro tuvo lugar el pasado 22 de mayo, con ocasión del Día Internacional de la Biodiversidad.
“Resulta fundamental la comprensión de que la conservación de la biodiversidad y el desarrollo económico no son procesos antagónicos sino interdependientes. El desarrollo no es viable sin una base de sustentación de los procesos naturales que generan los servicios ecosistémicos, también conocidos como el aporte de la naturaleza al bienestar humano”, dijo Cristiana Seixas, docente de la Universidad de Campinas (Unicamp) e integrante de la coordinación de la BPBES.
La producción a gran escala de alimentos, fibras textiles y madera, entre otros artículos, a través de la ruta actual, ha impactado directamente en la expansión de áreas de cultivo agrícola y de pasturas hacia zonas naturales situadas en biomas brasileños como la Amazonia.
Aparte de poseer una gran diversidad de animales, plantas y microorganismos cuya interacción genera los servicios ecosistémicos, esas áreas forestales almacenan carbono y constituyen reservorios de virus, bacterias y otros microorganismos presentes en especies silvestres de animales con potencial de transmisión al ser humano, tal como sucedió con el nuevo coronavirus, el SARS-CoV-2.
De esta forma, la destrucción de estas áreas naturales provoca la pérdida de biodiversidad y de servicios ecosistémicos, agrava la crisis climática y eleva el riesgo de que surjan nuevas pandemias, remarcó Seixas.
“Está claro que la elección del consumo de alimentos, ropas o utensilios domésticos que hacemos actualmente tiene implicaciones directas en la conservación o en la destrucción de áreas naturales y en el riesgo de que surjan nuevas pandemias”, afirmó la investigadora.
Para desacelerar la pérdida de áreas naturales, minimizar los cambios climáticos y favorecer el desarrollo sostenible a largo plazo, será necesario impulsar modificaciones en las políticas públicas y en los estándares de consumo, e invertir en nuevos modelos de producción agropecuaria que conserven la biodiversidad y los servicios ecosistémicos.
Asimismo, será necesario desarrollar sistemas de producción industrial que operen con una lógica de economía circular, evitando la polución ambiental, invertir en la producción de energía renovable, en el saneamiento básico y en el tratamiento de efluentes, de manera tal de evitar la contaminación de los cuerpos de agua, y valorar la biodiversidad y los servicios ecosistémicos en los procesos económicos, consignó Seixas.
“En general, los servicios ecosistémicos que se generan por la interacción de animales, plantas, hongos y microorganismos no se contabilizan en los costos de producción”, dijo la investigadora.
El valor del servicio de polinización de cultivos agrícolas de gran importancia para la agricultura brasileña, tales como la soja (Glycine max) y la naranja (Citrus sinensis), realizado por abejas y otros polinizadores, quedó estimado en 2018 en un valor de 43 millones de reales (lea más en: agencia.fapesp.br/29911).
En tanto, el valor total de los servicios ecosistémicos que brinda la naturaleza en toda América equivale al PIB del continente, de más de 24 billones de dólares por año, ejemplificó Seixas.
El estímulo a la economía verde
La crisis económica generada por el COVID-19 resultaría en una retracción de entre un 5% y un 10% del Producto Interno Bruto (PIB) mundial, que en 2019 fue de 87 billones de dólares.
Esta merma de la actividad económica global –de entre 5 y 10 billones de dólares– es el equivalente a la pérdida de entre tres y cinco veces el PIB de Brasil, el noveno del mundo, estimado en 1,8 billones de dólares, según comparó Carlos Eduardo Frickmann Young, docente de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ) y especialista en economía ambiental.
“Tendremos una crisis de desempleo sin parangón en el mundo posterior a la Segunda Guerra Mundial”, dijo Frickmann Young.
Las crisis económica y fiscal –signada por la caída de la recaudación de impuestos– generada por la pandemia debe redundar en un aumento de los gastos públicos de los países con el objetivo de brindar apoyo a actividades que contribuyan para la recuperación de sus economías.
Pero los criterios para la concesión de esos incentivos deberán tener en cuenta a las actividades que aporten al desarrollo de una economía verde o de bajo carbono, que no empeoren las condiciones socioeconómicas actuales, Frickmann Young.
“El riesgo ahora reside en que, en lugar de diseñarse un conjunto de incentivos económicos que mejoren las condiciones socioeconómicas, se regrese al modelo económico anterior a la pandemia, que es predatorio y que genera desocupación”, añadió el experto.
De acuerdo con el investigador, el modelo económico implementado en Brasil, por ejemplo, basado en la producción agropecuaria y en la extracción mineral, es poco inclusivo.
El sector agropecuario ha registrado un déficit de 3,6 millones de empleos durante las últimas dos décadas, consignó Frickmann Young.
“El modelo económico vigente en Brasil no genera ni puestos de trabajo, ni dinamismo ni un crecimiento económico deseable. Resulta fundamental contar en este momento con otra forma de incentivar la recuperación de la actividad económica en el país”, sostuvo el experto.
A juicio de Eduardo Brondizio, docente de la Indiana University, de Estados Unidos, el momento actual configura una ventana de oportunidad para repensar la trayectoria de desarrollo económico y social del planeta.
“Estamos en un momento crítico en el cual, de un modo sin precedentes, los países empiezan a invertir, subsidiar y ayudar a recuperarse a diversos sectores de la sociedad. Tenemos la ocasión de elegir nuevos caminos o reforzar los existentes, que solo sirven a los intereses de grupos particulares”, sostuvo.
El investigador brasileño, radicado desde hace más de 20 años en Estados Unidos, fue uno de los coordinadores de la primera evaluación global sobre la biodiversidad, publicada en 2019 por la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES).
En ese informe elaborado por el organismo, que inspiró la creación de la BPBES, se consignó que la extinción de especies de plantas y de animales ha venido concretándose a una escala sin precedentes, y se previó la posibilidad de que surgiera una pandemia (lea más en: agencia.fapesp.br/30566).
“El informe mostró que estamos erosionando progresivamente la fundación más básica de nuestra economía, la que asegura la salud, la seguridad alimentaria, la disponibilidad de agua y el bienestar humano, que es la biodiversidad”, dijo Brondizio.
“Es necesario suministrar incentivos a las innovaciones tecnológicas que puedan ayudar a bajar las emisiones de carbono, la polución ambiental y los impactos negativos de las actividades económicas en los ecosistemas y en las poblaciones humanas”, sostuvo.
La falta de gobernanza
Según Bráulio Dias, docente de la Universidad de Brasilia (UnB) y exsecretario del Convenio sobre Diversidad Biológica (CDB), los avances de la ciencia han permitido durante las últimas décadas el desarrollo de soluciones tendientes a revertir el proceso de pérdida de la biodiversidad global.
Lo que urge ahora es contar con una buena gobernanza, que asegure el cumplimiento de las leyes ambientales, el funcionamiento de instituciones orientadas hacia la preservación del medio ambiente y la toma de decisiones fundamentadas en la razón y en la ciencia, de acuerdo con las expresiones de Dias.
“Desafortunadamente, en Brasil, por ejemplo, actualmente estamos asistiendo a una desestructuración de las instituciones y de las políticas ambientales y a un intento de subvertir y revertir la legislación, sin darle oídos a los argumentos de la razón y la ciencia. Obviamente que ese comportamiento ha de generar grandes perjuicios colectivos en el seno de la sociedad brasileña y en el mundo, especialmente porque el país ostenta la mayor biodiversidad del planeta”, sostuvo Dias.
Brasil era reconocido por sus políticas en el área ambiental, consideradas como las más avanzadas del mundo, dijo Carlos Joly, docente de la Unicamp y coordinador del Programa BIOTA-FAPESP.
“Estamos viviendo un momento crítico de una secuencia de destrucción de la legislación ambiental, como así también de todas las instituciones responsables de la gestión, la inspección y el monitoreo del medio ambiente en Brasil”, afirmó.
Ahora se está debatiendo en el Congreso Nacional de Brasil el proyecto de ley 2.633/ 20, que aborda la regulación de tierras en la Amazonia, conocido como “PL del acaparamiento de tierras”, que constituye una amenaza a la preservación de la biodiversidad brasileña, apuntó Ildeu Moreira, presidente de la SBPC.
“Todas las entidades ligadas al medio ambiente y preocupadas con la cuestión de la biodiversidad brasileña están actuando en este momento en contra de la votación de ese proyecto de ley. La biodiversidad constituye una riqueza inmensa de los brasileños y debemos defenderla particularmente en este momento crítico de la vida del país, cuando atravesamos una crisis sanitaria, económica y social sumamente intensa”, afirmó Moreira.
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