Análisis sugieren que estos animales habrían migrado desde el mar Rojo hacia América durante las grandes navegaciones (foto: Sergio Stampar)
Análisis sugieren que estos animales habrían migrado desde el mar Rojo hacia América durante las grandes navegaciones
Análisis sugieren que estos animales habrían migrado desde el mar Rojo hacia América durante las grandes navegaciones
Análisis sugieren que estos animales habrían migrado desde el mar Rojo hacia América durante las grandes navegaciones (foto: Sergio Stampar)
Por Karina Toledo | Agência FAPESP – Su nombre pomposo se eligió en honor a dos personajes de la mitología griega: Casiopea, la reina de Etiopía que por su vanidad y su soberbia habría provocado la ira de las Nereidas, y Andrómeda, su hija, ofrecida en sacrificio a un monstruo marino enviado por el dios Nereo para castigar al reino etíope.
Reservada, Cassiopea andromeda no es como otras especies de aguavivas, que salen por ahí nadando en busca de comida y de parejas. Ella busca un rincón para hacerlo suyo y allí se queda, cabeza abajo, durante buena parte de su vida. Pero es exigente: ese lugar debe ser de agua tranquila y poco profunda, cálida y transparente. Esta especie es también poseedora de una gran belleza.
Hasta hace poco tiempo, los científicos creían que esta especie originaria del mar Rojo no existía en el litoral brasileño, que en general no le brinda las condiciones ideales de supervivencia. Pero su presencia en la forma adulta –de medusa– fue confirmada por primera vez en el país en el marco de un estudio que contó con el apoyo de la FAPESP y que salió publicado recientemente en Journal of the Marine Biological Asociation of the United Kingdom.
Análisis genéticos descritos en dicho artículo sugieren que la presencia de Cassiopea andromeda en aguas brasileñas es mucho más antigua de lo que se podría imaginar.
Una de las hipótesis indica que habría llegado a América en la época de las grandes navegaciones, e inicialmente se habría instalado en la región de Florida y del Caribe. Luego, aprovechando el intenso flujo de carabelas que cruzaban el continente en aquel período, habría llegado a Hawái y al litoral sudamericano.
“Nuestra teoría indica que, en forma de pólipo [la primera etapa de su ciclo de vida], esta especie se habría pegado a alguna embarcación antigua, y así es como habría llegado a Brasil”, informó Sérgio Nascimento Stampar, docente de la Universidade Estadual Paulista (Unesp) en Assis (São Paulo) y coautor del artículo.
Así igual que sucede con otras especies de aguavivas, tal como explicó el investigador, el ciclo de vida de Cassiopea andromeda se divide en dos etapas: pólipo y medusa.
Las medusas adultas se reproducen de forma sexuada y generan pólipos, organismos sésiles (que no se mueven voluntariamente y viven sujetos a las rocas, a conchas u otras estructuras sólidas) que miden lo sumo cinco milímetros de tamaño, a los cuales los científicos consideran inmortales.
“Los pólipos pueden reproducirse de manera asexuada y dar origen a nuevos pólipos con la misma carga genética o, de ser favorables las condiciones del medio, pueden brotar y transformarse en medusas. En la fase adulta, estos animales pueden llegar a medir 30 ó 40 centímetros de diámetro: el tamaño de una pizza”, dijo Nascimento Stampar.
La presencia de pólipos de Cassiopea andromeda ya había sido identificada en Brasil en 1999, en el Centro de Biología Marina de la Universidad de São Paulo (CEBIMar/ USP).
“No creíamos que encontraríamos la forma adulta en nuestro litoral, pues estas medusas prefieren condiciones parecidas a las existentes en el Caribe, con aguas claras que permiten el paso de la luz del sol. Esta dependencia de la energía solar se debe al hecho de que esta especie vive en asociación con un organismo simbionte, un protista dinoflagelado que realiza la fotosíntesis y le transfiere parte del carbono generado a la medusa a cambio de acogida y protección”, dijo Nascimento Stampar.
Aparte de quedarse con parte de la energía producida por el inquilino, Cassiopea andromeda también se alimenta de pequeños animales que habitan el sedimento marino. A tal fin, permanece cabeza abajo y se golpea contra el fundo del océano para levantar una nube de bocadillos con los cuales se delicia.
El profesor André Carrara Morandini, jefe del Departamento de Zoología del Instituto de Biociencias (IB) de la USP y autor principal del artículo, comentó que en 2008 recibió fotos de una población de aguavivas bastante peculiares que habían aparecido en el canal Itajuru, en la ciudad de Cabo Frio, estado de Río de Janeiro.
“En ese entonces yo trabajaba en un campus de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ) que está cerca de Cabo Frio, y me pidieron ayuda para identificar a una especie hasta ese momento desconocida. Sabíamos que pertenecía al género Cassiopea, pero sucede que éste abarca a 12 especies distintas, y no lográbamos definir claramente en cuál de ellas se encajaban esos animales”, dijo.
Mediante análisis genéticos, el grupo confirmó que se trataba de la especie Cassiopea andromeda. Al comparar las muestras recolectadas en Brasil con datos de bancos públicos como el www.ncbi.nlm.nih.gov/genbank, notaron que el material genético era idéntico al de los animales hallados en el Caribe y en la región del mar Rojo.
“Entonces empezamos a discutir cómo se habrían desplazado esas aguavivas a través de distancias tan grandes, y arribamos a la conclusión de que llegaron durante las grandes navegaciones. Mediante el empleo de técnicas de datación molecular, modelos que calculan el índice de mutación de una especie, fue posible estimar cuándo habría se habría concretado esa migración. Pero todavía no sabemos si la especie migró gradualmente desde el Caribe hacia Brasil o si hubo una segunda introducción independiente en el continente americano”, dijo Morandini.
Una repentina desaparición
Por algún motivo que los investigadores todavía desconocen, la población de medusas hallada en Cabo Frio se desarrolló intensamente entre los años 2008 y 2009, y luego empezó a mermar. En el apogeo poblacional, los científicos contaron más de dos mil ejemplares en un área de 200 metros cuadrados. Entre 2012 y 2013, desaparecieron todos.
Sin embargo, los pólipos de la especie siguen allí, y puede hallárselos en diversas partes de la costa brasileña.
“Esta desaparición repentina de las medusas constituye un indicio de que se trata de una especie no nativa, es decir, introducida o invasora. Otra evidencia indica que en esa población de Cabo Frio todos los individuos eran machos”, dijo Morandini.
En el artículo el grupo discute el riesgo ambiental que representan las especies invasoras, que en ausencia de predadores naturales pueden dominar una determinada región y comprometer la supervivencia de otras especies, generando así un desequilibrio ecológico.
“En algunas partes del mundo, como en Japón, la explosión poblacional de aguavivas constituye un serio problema. Sucede que son ponzoñosas, y pueden matar a los peces y a otros organismos marinos que tengan contacto con ellas, perjudicando así a la piscicultura y a la pesca. Debido a que la Cassiopea andromeda es una especie introducida en Brasil, esto puede ocurrir a cualquier momento, en caso de que se adapte a la región”, dijo Stampar.
Con todo, Morandini cree que los riesgos son pequeños. “La especie quizá podría causar algún desequilibrio en una zona más cerrada, en una bahía o en una laguna. Como son animales con una movilidad bastante reducida, difícilmente se dispersarán a través de grandes distancias. No creo que pueda haber un gran impacto en el ambiente que llegue a perjudicar los humanos”, sostuvo.
Los análisis que dieron origen al artículo se realizaron en el marco de un Proyecto Temático coordinado por el profesor del IB-USP Antonio Carlos Marques, en el ámbito del Programa FAPESP de Investigaciones en Caracterización, Conservación, Restauración y Uso Sostenible de la Biodiversidad (BIOTA-FAPESP).
Puede leerse el artículo intitulado All non-indigenous species were introduced recently? The case study of Cassiopea (Cnidaria: Scyphozoa) in Brazilian waters (doi: 10.1017/S0025315416000400) en el siguiente enlace: journals.cambridge.org/action/displayAbstract?fromPage=online&aid=10266270&fileId=S0025315416000400.
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