Célula infectada por Plasmodium Vivax, el protozoo causante del paludismo (imagen: Wikimedia Commons)
Organizaciones reúnen a industrias farmacéuticas e instituciones de investigación de Brasil y del exterior con el fin de acortar el tiempo de desarrollo de nuevos tratamientos
Organizaciones reúnen a industrias farmacéuticas e instituciones de investigación de Brasil y del exterior con el fin de acortar el tiempo de desarrollo de nuevos tratamientos
Célula infectada por Plasmodium Vivax, el protozoo causante del paludismo (imagen: Wikimedia Commons)
Por Elton Alisson
Agência FAPESP – Las industrias farmacéuticas están incrementando su participación en el desarrollo de nuevos fármacos o de nuevas formulaciones de fármacos ya existentes para el tratamiento de enfermedades olvidadas, tales como el paludismo, el dengue y el mal de Chagas.
Y uno de los principales motivos de ello, de acuerdo con expertos del área, está en los consorcios capitaneados por organizaciones internacionales sin fines de lucro, tales como la Drugs for Neglected Diseases initiative (DNDi) y Medicines for Malaria Ventures (MMV).
Ambas organizaciones financian las etapas más caras del desarrollo de nuevos fármacos –el descubrimiento de moléculas y las pruebas preclínicas y de toxicidad–, realizadas en universidades e instituciones de investigación científica de diferentes países, Brasil inclusive.
En contrapartida, las compañías farmacéuticas pueden entrar en las etapas de ensayos clínicos y producción en gran escala, para de esa forma acortar el tiempo necesario para el desarrollo de nuevos tratamientos de enfermedades típicas de países en desarrollo.
“El proceso de investigación y desarrollo de un nuevo medicamento puede tardar 15 años”, dijo Luiz Carlos Dias, docente del Instituto de Química de la Universidad de Campinas (Unicamp), en São Paulo, Brasil, en un panel sobre salud durante la FAPESP Week Buenos Aires, realizada entre los días 7 y 10 de abril en la capital argentina por la FAPESP en colaboración con el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) de ese país.
“Uno de los objetivos de organizaciones internacionales como la DNDi y MMV consiste en disminuir el plazo para el desarrollo de nuevos tratamientos de enfermedades olvidadas a siete u ocho años”, dijo Dias, quien también es coordinador del Laboratorio de Química Orgánica Sintética de la Unicamp.
El laboratorio del investigador puso en marcha hace aproximadamente dos años colaboraciones con la DNDi y con MMV, cuyas sedes se encuentran en Ginebra, Suiza, y que cuentan con la financiación de instituciones tales como la Fundación Bill & Melinda Gates, Médicos sin Fronteras (MSF) y Wellcome Trust, del Reino Unido.
El objetivo de la DNDi –lanzada en 2003–, por ejemplo, consiste en desarrollar entre 11 y 13 nuevos tratamientos contra la leishmaniasis, el paludismo o malaria, el VIH pediátrico y las enfermedades del sueño y de Chagas, entre otras, hasta 2022.
Mediante la colaboración con universidades, instituciones de investigación e industrias farmacéuticas, esta organización ha desarrollado cinco nuevos tratamientos contra el paludismo, la enfermedad del sueño y la leishmaniasis visceral, y ya se los está utilizando en países de Latinoamérica, África y Asia.
Y en colaboración con el Laboratorio Farmacéutico de Pernambuco (Lafepe), la Fundación Mundo Sano y el Ministerio de la Salud de Argentina, está desarrollando una formulación pediátrica del principal medicamento utilizado actualmente en el tratamiento de la enfermedad de Chagas –el benzonidazol–, comentó Dias.
“La enfermedad de Chagas mata más en Latinoamérica que cualquier otra enfermedad parasitaria, incluso que la malaria, y la DNDi estima que menos del 1% de las personas infectadas recibe tratamiento actualmente”, dijo el investigador. “Urge desarrollar nuevas alternativas de tratamiento de la enfermedad”, señaló.
Nuevos compuestos
De acuerdo con el investigador, el benzonidazol se desarrolló hace más de 40 años, y es el único medicamento disponible actualmente para el tratamiento de la enfermedad de Chagas.
Pese a que es sumamente potente, este medicamento tiene una serie de efectos colaterales adversos que hacen que los pacientes interrumpan su uso cuando empiezan a sentir las primeras señales de mejoría.
“Eso es malo para el tratamiento de cualquier enfermedad parasitaria, pues los parásitos empiezan a adquirir resistencia”, afirmó Dias.
Con el fin de hallar un compuesto alternativo al benzonidazol, la DNDi formó un consorcio de investigación inédito en América Latina, denominado Lead Optimization Latin America (LOLA).
Este consorcio está integrado en Brasil por el laboratorio de Dias, en la Unicamp, y por el Laboratorio de Química Medicinal del Instituto de Física de São Carlos, de la Universidad de São Paulo (USP), en colaboración con los docentes Adriano Andricopulo y Glaucius Oliva.
En el exterior, participan en el consorcio la University of Antwerp, de Bélgica; el Swiss Tropical and Public Health Institute, de Suiza; la University of Dundee, de Escocia; la London School of Hygiene & Tropical Medicine, de Inglaterra, y las empresas GlaxoSmithKline (GSK), del Reino Unido; AbbVie (antiga Abbott) y Pfizer, de Estados Unidos, y Wuxi AppTec, de China.
“El objetivo del consorcio consiste en buscar un compuesto con una eficacia superior al benzonidazol, que sea al mismo tiempo activo contra algunas cepas resistentes a ese fármaco, no presente problemas de toxicidad, de teratogenicidad [que cause anormalidades fetales] y de genotoxicidad [toxicología genética], que pueda utilizarse con niños y gestantes y sea estable químicamente en zonas climáticas con temperaturas situadas entre 30 °C y 35 °C”, dijo Dias. “Esto constituye un enorme reto”, sostuvo.
Segundo Dias, su laboratorio participa en el consorcio de investigación en la etapa de síntesis química de potenciales compuestos identificados por la DNDi.
La organización internacional recibe bibliotecas de compuestos de grandes industrias farmacéuticas, las prueba en laboratorios de química medicinal de distintos lugares del mundo y, al identificar alguna molécula potencial para el tratamiento del mal de Chagas y de otras enfermedades olvidadas, la envía a laboratorios como el del investigador.
Los científicos de la Unicamp se encargan de hacer las síntesis químicas de los compuestos recibidos a partir de sustancias sencillas y accesibles comercialmente, y de preparar análogos estructurales, mediante la modificación química de las moléculas.
Para ello cuentan con el apoyo de químicos medicinales de la DNDi como el inglés Simon Campbell, quien encabezó el grupo de científicos que descubrió el Viagra.
“Campbell y otros investigadores de la DNDi nos ayudan a hacer cada una de las modificaciones químicas de las moléculas”, comentó Dias.
Las moléculas y los análogos estructurales preparados por el grupo de científicos de la Unicamp se envían a los Laboratorios de Química Medicinal del Instituto de Física de São Carlos de la USP y de Microbiología, Parasitología e Higiene de la University of Antwerp, y también a los Swiss Tropical and Public Health Institute, para la realización de estudios de parasitología primaria y secundaria.
Los compuestos también se envían a la University of Dundee y a la empresa GSK para someterlos a pruebas biológicas que orientarán las modificaciones estructurales que realiza el grupo de la Unicamp.
Algunos compuestos también se remiten a las industrias farmacéuticas AbbVie y Pfizer, para la realización de estudios de metabolismo, absorción y expresión.
La formulación de los compuestos aprobados en esas series de estudios queda a cargo de la empresa china Wuxi AppTec y, al cabo de esa etapa, se utilizan en pruebas in vivo en ratones que se realizan en la London School of Hygiene & Tropical Medicine y en el Laboratorio de Química Medicinal del Instituto de Física de São Carlos de la USP.
“El objetivo es mejorar una serie de propiedades para que las moléculas seleccionadas tengan acciones similares a las de un fármaco”, explicó Dias.
Moléculas prometedoras
En el marco del consorcio LOLA, los científicos ya han identificado moléculas sumamente potentes contra el parásito Trypanosoma cruzi, causante de la enfermedad de Chagas.
Sin embargo, uno de los mayores desafíos que afrontan radica en la aumentar su solubilidad.
“Tenemos moléculas que matan de manera muy eficiente al parásito, pero son pocos solubles. Y cuando logramos mejorar la solubilidad, disminuye la actividad de esas moléculas”, señaló Dias.
En tanto, en el marco de un programa de MMV denominado Brazil Heterocycles, los científicos sintetizaron dos moléculas prometedoras para el tratamiento de la malaria: una de ellas es activa contra ocho tipos de cepas resistentes de los parásitos causantes de la enfermedad.
El programa cuenta con colaboraciones con centros internacionales, entre ellos el Imperial College London, la Monash University, de Australia, Glaxo Smith Kline, de España, Astra Zeneca y Syngene, de la India.
Según Dias, el objetivo del programa es desarrollar compuestos más potentes contra el paludismo que puedan combinarse con la artemisinina.
Pese a ser el compuesto más potente utilizado actualmente en el tratamiento contra el paludismo, la artemisinina también presenta el problema de la resistencia del parásito, según apuntó Dias.
“La artemisinina no elimina completamente al parásito. Por eso es necesario combinar el uso de este fármaco con otro compuesto, a los efectos de inhibirlo totalmente en todos sus estadios de vida”, explicó.
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