Investigadores brasileños y argentinos describen un ser marino de formato circular que vivió hace 565 millones de años (foto: fósil de Aspidella / Lucas Veríssimo Warren)
Investigadores brasileños y argentinos describen un ser marino de formato circular que vivió hace 565 millones de años
Investigadores brasileños y argentinos describen un ser marino de formato circular que vivió hace 565 millones de años
Investigadores brasileños y argentinos describen un ser marino de formato circular que vivió hace 565 millones de años (foto: fósil de Aspidella / Lucas Veríssimo Warren)
Por Peter Moon | Agência FAPESP – Los fósiles más antiguos de animales que vivieron en América del Sur tienen 565 millones de años: datan del período conocido como Ediacárico superior. Son decenas de miles de pequeñas impresiones en formato circular pertenecientes a un ser marino llamado Aspidella. Dichos fósiles, descubiertos en canteras de arenisca en Argentina, son alrededor de 15 millones de años más antiguos que los de los animales sudamericanos de más larga data conocidos hasta hace poco tiempo.
Las Aspidellas fueron descritas por cuatro científicos brasileños y tres argentinos en un artículo publicado en Scientific Reports, la versión abierta de la revista Nature. El segundo autor es el geólogo Lucas Warren, de la Universidade Estadual Paulista (Unesp) de Rio Claro (São Paulo, Brasil), quien contó con el apoyo de la FAPESP en esta empresa.
El Ediacárico, situado hace entre 635 y 541 millones de años, es el último estadio del Precámbrico, un período que precede a la explosión de vida multicelular acaecida en el Cámbrico (hace entre 541 y 485 millones de años), cuando surgieron en los mares todos los linajes biológicos originales de las cuales descienden los animales extintos o vivientes.
La fauna de Ediacara se divide en tres grupos o asambleas. La más antigua es la asamblea Avalon, expuesta en Canadá y en China, que tiene entre 575 y 560 millones de años. La asamblea intermedia es la White Sea, australiana y rusa, con entre 560 y 550 millones de años. A la asamblea más reciente se la conoce con el nombre de Nama (de hace entre 550 y 541 millones de años), e inicialmente se la describió en la unidad de igual nombre en Namibia.
Dada su antigüedad, los fósiles ediacáricos son evidentemente rarísimos, y sus hallazgos sumamente dispersos. Las primeras evidencias de animales ediacáricos en América del Sur se encontraron en la década de 1980 en Corumbá, en el estado brasileño de Mato Grosso do Sul. También en los años 1980 se hallaron nuevas evidencias en Argentina, y desde 2010 en Paraguay y en el estado brasileño de Minas Gerais. “Todas las formas sudamericanas encontradas hasta ahora pertenecen a la asamblea Nama,” explica Warren, de la Unesp. “Las excepciones son las Aspidellas de 565 millones de años descritas en este trabajo. Tiene la edad de la asamblea Ediacárica y guardan una relación de semejanza con la fauna de Australia.”
Dada su rareza –y a menudo el lastimoso estado de conservación de los fósiles ediacáricos–, constituye un reto para los paleontólogos que los estudian el comprobar fehacientemente que aquellas impresiones en la roca con formas bizarras y tenues tienen origen biológico. “En el caso de los fósiles de Aspidella encontrados en Argentina, esto no constituyó un problema. Son decenas de miles de ejemplares bastante preservados”, dice Warren.
Las Aspidellas fueron encontradas en 2015 en las pilas de desechos de minería de dos canteras de caliza en Olavarría, a 300 kilómetros al sudoeste de Buenos Aires. La arenisca que aparece sobre los carbonatos en esas canteras está compuesta de granos muy finos y rojizos, depositados hace más de 500 millones de años en antiguas llanuras de marea.
“Fuimos a investigar en esa las canteras porque sabíamos que allí había icnofósiles”, dice Warren. A diferencia de los fósiles, que son los restos de organismos donde la materia orgánica fue reemplazada por minerales, los icnofósiles son las impresiones del cuerpo o huellas de animales que quedaron en las rocas. “Si había icnofósiles, probablemente tendríamos posibilidades de hallar algún animal. Fuimos en busca de Cloudinas en los carbonatos, a los que se considera como los fósiles guía del Ediacárico y que están presentes en Brasil y en otros 10 lugares del mundo. Pero no encontramos ninguno. En su lugar, encontramos Aspidellas” (lea más sobre el tema en los reportajes “Una vida protegida por armaduras” y “La última costa de Minas Gerais” publicados en la revista Pesquisa FAPESP).
Las impresiones de Aspidellas halladas en Olavarría tienen forma de pequeños discos, con diámetros que varían entre 6 y 140 milímetros, aunque la mayoría tiene entre 10 y 26 milímetros. “Son como galletitas sujetas a las rocas”, dice Warren. Ejemplares de Aspidellas hallados en otras partes del mundo muestran que del centro de las galletas emergían estructuras que parecen pétalos o plumas que debían balancearse al calor de la corriente.
“En Olavarría se hallaron pocos pétalos, y predominaron las galletas. La hipótesis más fuerte para explicar la ausencia de pétalos indica que éstos pueden haber sido arrancados por el movimiento de las aguas durante las tempestades. O las condiciones de fosilización en Olavarría no permitieron la conservación de partes externas tales como las plumas, sino tan sólo la de las partes que se encontraban sujetas al sustrato, las galletas.”
Tras la primera descripción de las Aspidellas de Olavarría, los científicos están realizando ahora estudios de microtomografía en 3D y microscopía electrónica de barrido para identificar las impresiones en profundidad. También se están llevando a cabo estudios tafonómicos con el objetivo de identificar las condiciones exactas de deposición, fosilización y conservación del material durante tantas eras.
La Aspidella fue el primer animal ediacárico conocido por la ciencia, en 1872, en Newfoundland, Canadá. Pero hace 140 años no se tenía una idea acerca de la real antigüedad de estos animales. Se los consideraba cámbricos. Hasta la década de 1940, se creía que en el Precámbrico sólo existía vida bacteriana en el planeta. Esto cambió en 1946, cuando se descubrieron en la localidad de Ediacara, en Australia, las impresiones en la roca de los primeros animales precámbricos.
Desde entonces se han hallado nuevos sitios ediacáricos en todos los continentes. Pese a que se conocen cada vez más formas de animales ediacáricos, hasta el momento todas éstas parecen haber sido experiencias evolutivas que no prosperaron. Éste es el caso de la Aspidella. No se sabe si la misma pertenece a un linaje surgido y extinto en el Ediacárico o si eventualmente tuvo continuidad a partir del Cámbrico. En otras palabras, los paleontólogos aún no han logrado detectar en los fósiles ediacáricos evidencias de linajes que brotaron a partir del Cámbrico, aunque necesariamente deben existir. Sólo falta hallarlos.
Puede accederse al artículo intitulado Ediacaran discs from South America: probable soft-bodied macrofossils unlock the paleogeography of the Clymene Ocean, de María Julia Arrouy, Lucas V. Warren, Fernanda Quaglio, Daniel G. Poiré, Marcello Guimarães Simões, Milena Boselli Rosa & Lucía E. Gómez Peral, publicado en Scientific Reports (doi:10.1038/srep30590), en el siguiente enlace: nature.com/articles/srep30590.
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