En el marco de una investigación que se llevó a cabo en España, se aplicó una metodología de análisis de rastreo simultáneo de una gran variedad de compuestos cuyo desarrollo estuvo a cargo de científicos de la Universidad de Campinas, en Brasil (foto: Freepik)
En el marco de una investigación que se llevó a cabo en España, se aplicó una metodología de análisis de rastreo simultáneo de una gran variedad de compuestos cuyo desarrollo estuvo a cargo de científicos de la Universidad de Campinas, en Brasil
En el marco de una investigación que se llevó a cabo en España, se aplicó una metodología de análisis de rastreo simultáneo de una gran variedad de compuestos cuyo desarrollo estuvo a cargo de científicos de la Universidad de Campinas, en Brasil
En el marco de una investigación que se llevó a cabo en España, se aplicó una metodología de análisis de rastreo simultáneo de una gran variedad de compuestos cuyo desarrollo estuvo a cargo de científicos de la Universidad de Campinas, en Brasil (foto: Freepik)
Por Monica Tarantino | Agência FAPESP – En un estudio realizado por científicos de Brasil y de España, se rastreó a presencia de 21 productos agrotóxicos (incluidos fungicidas, insecticidas y herbicidas) y cuatro toxinas producidas por hongos del género Aspergillus (aflatoxinas) en 50 muestras de alimentos industrializados para bebés comercializados en supermercados del estado brasileño de São Paulo.
La buena noticia es que no se hallaron en las muestras seleccionadas las temidas aflatoxinas, que son tóxicas para el organismo humano y el de los animales, y que pueden estar presentes en cereales, granos y otros cultivos. La aflatoxina B1, por ejemplo, es probadamente carcinogénica.
La investigación estuvo a cargo de la ingeniera de alimentos Rafaela Prata, quien contó con el apoyo de la FAPESP, y se publicó en la revista Food Control.
En cuanto a los agrotóxicos, el estudio reveló inicialmente la presencia de siete de los 21 compuestos rastreados. “Hallamos residuos de pesticidas en el 68 % de las muestras de alimentos infantiles analizadas. En el recorte por composición y sabor, el 47 % de las papillas con frutas tenía al menos un residuo de agrotóxico, un porcentaje que trepó al 85 % para las comidas de bebés a base de carne y vegetales”, describe la investigadora.
Las concentraciones de los agrotóxicos identificados se ubicaron por debajo de los límites máximos de residuos estipulado por la legislación europea desde el año 2006, que se aplicó como estándar en el estudio. En general, en la Unión Europea, el límite es de 10 microgramos por kilo de alimento para diferentes agrotóxicos. Y se han determinado límites aún más bajos para algunos agrotóxicos específicos como el fipronil (de 4 microgramos por kilo). “No existe en Brasil una legislación propia para limitar la concentración de residuos de agrotóxicos en alimentos infantiles”, dice Prata. “Lo que si existen son monografías sobre agrotóxicos en el sitio web de la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria [Anvisa], que consultamos para ver en que cultivos está autorizado el empleo de determinados productos, como así también los límites máximos en los alimentos, pero nada sobre las papillas”, dice Prata.
Para la investigadora, falta una regulación específica para esos productos. “Los bebés constituyen un grupo poblacional sensible y vulnerable, pues ingieren más alimentos por kilogramo de peso corporal que los adultos, y sus sistemas de desintoxicación y vías metabólicas no se encuentran totalmente desarrollados. Es importante conocer la composición de los alimentos que se les ofrecen”, justifica la investigadora.
“Aun cuando se ubiquen dentro de los límites preconizados por la legislación europea, lo ideal es que esas sustancias no estén presentes en los alimentos infantiles”, afirma el investigador español Roberto Romero-González, un referente internacional en el estudio de contaminantes, supervisor de este proyecto de investigación en el exterior y uno de los líderes del Laboratorio de Química Analítica y Contaminantes del Centro de Investigación en Agrosistemas Intensivos Mediterráneos y Biotecnología Agroalimentaria (Ciaimbital), con sede en la Universidad de Almería, en España, donde se llevó a cabo una parte de los análisis de las papillas brasileñas, con financiación de la FAPESP.
Faltan estudios
Mientras que la presencia de pesticidas y de toxinas producidas por hongos en los alimentos infantiles está avanzando en los países europeos, hasta ahora ha sido poco estudiada en Brasil. “Somos uno de los mayores consumidores de estas sustancias del mundo. Debemos invertir en este tipo de investigaciones”, sostiene Prata. “Hasta donde sabemos, fue el primer análisis realizado con una metodología desarrollada para detectar pesticidas de distintos tipos y micotoxinas en alimentos infantiles a base de carnes y vegetales.”
Parte de la investigación se realizó en el Laboratorio de Análisis de Alimentos I, de la Facultad de Ingeniería de Alimentos de la Universidad de Campinas (Unicamp), en Brasil, bajo la coordinación de la profesora Helena Godoy, quien estudia los contaminantes presentes en alimentos infantiles y la validación de métodos con el apoyo de la FAPESP. Anteriormente, el país disponía únicamente de datos sobre la contaminación con agrotóxicos de papillas elaboradas con frutas.
Enseguida después de ese análisis, el grupo sometió esas mismas muestras a una nueva selección para rastrear la presencia de 2.424 contaminantes que de entrada no se tuvieron en cuenta, entre ellos otros pesticidas, hormonas, medicamentos veterinarios y sus metabolitos (sustancias derivadas de la metabolización de esos compuestos químicos en el organismo humano).
“Encontramos otros diez agrotóxicos y un metabolito, lo que demuestra que el método que desarrollamos es sensible y eficaz”, dice Prata. La investigadora se refiere al proceso de innovación, mediante el empleo de nuevos materiales, con miras a adaptar metodologías aplicadas para identificar un solo compuesto en la detección simultanea de un conjunto de residuos de agrotóxicos y micotoxinas. “Logramos desarrollar un método analítico multirresiduos confiable y validarlo totalmente. Puede erigirse como una herramienta útil destinada a programas de vigilancia de alimentos”, afirma.
Según la investigadora, el metabolito sulfóxido de aldicarb estaba presente en tres sabores de papillas: caldo de frijoles, arroz y carne; legumbres y carne, y zapallo, frijoles negros y pechuga de pollo. La prueba no midió la cantidad de residuos.
El aldicarb es un pesticida prohibido en Brasil desde 2012. Debido a su alta toxicidad, se lo empleaba ilegalmente en raticidas (conocidos popularmente en el país como chumbinhos, es decir, balines). Según el toxicólogo Daniel Junqueira Dorta, docente de química forense en la Universidad de São Paulo (USP) en su campus de Ribeirão Preto, se trata de un pesticida que se degrada rápidamente en el suelo, al cabo de dos o tres semanas. Por ende, la presencia de residuos en los alimentos sugiere su uso irregular en los cultivos. De la misma manera, este compuesto se degrada rápidamente en el organismo y es eliminado.
“El peor efecto del aldicarb es agudo, debido a una concentración más alta”, dice el toxicólogo. “De todos modos, no debería haber residuos de esta índole, de ninguna manera”, añade. Para la profesora Helenice de Souza Spinosa, de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la USP, quien analizó la toxicidad de este compuesto en perros y gatos, este hallazgo es relevante y debe ser mejor investigado y detallado. La investigadora recuerda a su vez que el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Abastecimiento (Mapa, por sus siglas en portugués), aparte de las propias empresas, efectúa regularmente el monitoreo de la presencia de contaminantes en los alimentos mediante muestreo.
“Si se piensa que un niño se alimentará con una pequeña cantidad, y en este estudio ni siquiera se ha cuantificado, es decir, pueden ser solamente trazas, esto no causará una intoxicación aguda. Pero este hallazgo es importante: si bien se encuentra prohibido, puede que lo estén utilizando y no lo sabemos”, dice De Souza Spinosa.
Ante la consulta para la elaboración de este reportaje, la Asociación Brasileña de la Industria de Alimentos (Abia) sugirió a través de su asesoría de prensa que Agência FAPESP se contactase con la Asociación Brasileña de la Industria de Alimentos con Fines y Afines (Abiad). Mediante nota, Abiad afirmó que las empresas asociadas siguen todas las normativas y la legislación nacional vigente y que cuentan con estrictas políticas tendientes a asegurarles la calidad de los productos a los consumidores.
“Los alimentos pasan por diversos y rígidos procesos de control y vigilancia sanitaria, y cuentan con la aprobación de la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria. Solamente después de la misma quedan habilitados para el consumo del público. Abiad también hace hincapié en que ninguna de las empresas asociadas recibió información procedente de los organismos que regulan la calidad de los productos en Brasil sobre sustancias irregulares presentes en alimentos infantiles.”
Puede leerse el artículo intitulado Targeted and non-targeted analysis of pesticides and aflatoxins in baby foods by liquid chromatography coupled to quadrupole Orbitrap mass spectrometry en el siguiente enlace: www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0956713522002651?via%3Dihub.
Imagen de Freepik
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