En el auditorio de la FAPESP, se presentó el estudio elaborado por científicos brasileños y del exterior que sirve de base para la propuesta que el país levará a la COP21 (foto: Leandro Negro/ Agência FAPESP)

El Código Forestal puede ayudar a eliminar las emisiones por desmonte en Brasil
29-10-2015

En el auditorio de la FAPESP, se presentó el estudio elaborado por científicos brasileños y del exterior que sirve de base para la propuesta que el país levará a la COP21

El Código Forestal puede ayudar a eliminar las emisiones por desmonte en Brasil

En el auditorio de la FAPESP, se presentó el estudio elaborado por científicos brasileños y del exterior que sirve de base para la propuesta que el país levará a la COP21

29-10-2015

En el auditorio de la FAPESP, se presentó el estudio elaborado por científicos brasileños y del exterior que sirve de base para la propuesta que el país levará a la COP21 (foto: Leandro Negro/ Agência FAPESP)

 

Por Elton Alisson

Agência FAPESP – Brasil puede reducir a cero sus emisiones de gases de efecto invernadero causadas por el desmonte la Amazonia en 2030, de cumplirse lo estipulado en su Código Forestal.

Esta conclusión surge de un estudio realizado por científicos del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe), en colaboración con colegas de los institutos de Investigación Económica Aplicada (Ipea) e Internacional para Análisis de Sistemas Aplicados (IIASA, por sus siglas en inglés), de Austria, además del Centro para el Monitoreo de la Conservación Mundial del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP-WCMC).

Este estudio, producto del proyecto REDD-PAC, financiado por la International Climate Initiative, del Ministerio de Medio Ambiente de Alemania, con el apoyo de la FAPESP en el marco del proyecto intitulado “Land use change in Amazonia: institutional analysis and modeling at multiple temporal and spatial scales”, se presentó durante dos encuentros realizados los días 6 y 7 de octubre en la sede de la Fundación, sobre temas que se debatirán durante la 21ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP21), cuya realización está prevista para el mes de diciembre en París.

Los resultados del trabajo contribuyeron para dar base a las metas de reducción voluntaria de emisiones de gases de efecto invernadero (INDC, por sus siglas en inglés) que Brasil llevará a la COP21, presentadas por la presidente Dilma Rousseff a finales de septiembre en Nueva York, durante la Conferencia de las Naciones Unidas para la Agenda de Desarrollo Post-2015.

“El Código Forestal podrá ayudar a eliminar las emisiones de gases de efecto invernadero causadas por el desmonte de la Amazonia, de cumplirse con lo allí estipulado. Brasil no necesita otra legislación ambiental para contener la deforestación de la Amazonia. Sólo debe cumplir con la que ya tiene”, dijo Gilberto Câmara, investigador del Inpe y coordinador del proyecto, durante el encuentro.

Los investigadores realizaron proyecciones respecto a cómo podrá influir sobre el uso futuro de la tierra en el país el nuevo Código Forestal teniendo en cuentas políticas internas y la demanda mundial y nacional de productos agropecuarios brasileños, aparte del potencial productivo de cada región y las restricciones ambientales.

Para ello adaptaron un modelo económico global llamado GLOBIOM –desarrollado por el IIASA para efectuar proyecciones de cambios en el uso de la tierra en el mundo causadas por la competencia entre agricultura, ganadería y bioenergía–, a los efectos de confeccionar un mapa de uso de la tierra en Brasil en el año 2000.

Ese mapa combina información sobre vegetación del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) con datos suministrados por la fundación SOS Mata Atlântica, aparte de mapas de cobertura de tierra suministrados por el sensor MODIS, del Inpe, y estadísticas de producción agropecuaria y de bosques plantados del IBGE.

Con base en esta combinación de datos, el modelo realiza proyecciones del uso de la tierra en Brasil hasta 2050.

Para validarlo, los investigadores compararon las proyecciones de índices de desmonte y de producción agrícola en Brasil en el período 2000-2010 con datos oficiales del IBGE.

Las diferencias entre los datos del IBGE y las proyecciones realizadas con el el modelo fueron de menos del 10%, afirmó Câmara, quien es miembro de la coordinación del Programa FAPESP de Investigaciones sobre Cambios Climáticos Globales (PFPMCG).

“El Prodes [un proyecto del Inpe en cuyo marco se realiza el monitoreo vía satélite del desmonte por tala rasa en la Amazonia Legal] calculó que, en 2010, se deforestaron 16,5 millones de hectáreas en la Amazonia Legal, en tanto con el modelo se estimó que fueron 16,9 millones de hectáreas”, comparó.

Las proyecciones hasta 2050

Con el fin de estimar de qué manera el nuevo Código Forestal puede influir sobre el uso de la tierra en Brasil entre 2020 y 2050, los investigadores efectuaron proyecciones de distintos escenarios.

En uno de ellos no se consideró la aplicación del Código Forestal. El segundo escenario se concibió teniendo en cuenta la plena aplicación del Código, que estipula que no podrá haber más desmonte ilegal en el país y prevé la recuperación de áreas de reserva legal, como así también la transferencia de cuotas de reserva ambiental de quienes tengan más cuotas de selvas que reserva legal, además de la amnistía para pequeñas propiedades y la obligatoriedad del registro rural ambiental para regularizar las propiedades rurales.

En un tercer escenario, se consideró que solamente los productores agrícolas podrían comprar cuotas de reserva ambiental. El cuarto escenario, también con el Código Forestal, se proyectó suponiendo que solamente los pequeños productores agrícolas deberían recuperar sus reservas legales. Y en el quinto escenario, se excluyeron las cuotas de reserva ambiental.

Las proyecciones indicaron que, en un escenario de plena aplicación del Código Forestal, la reforestación en Brasil podrá llegar a 11 millones de hectáreas en 2050.

“La cifra más conservadora sería del orden de 10 a 12 millones de hectáreas recuperadas. No por casualidad fue este último número el que Brasil presentó en su INDC”, dijo Câmara.

Con relación a la producción agropecuaria, en los cinco escenarios proyectados el área cultivada en Brasil crecerá durante las próximas décadas, al trepar de 56 millones de hectáreas en 2010 a 92 millones de hectáreas en 2030, y podrá llegar a 114 millones de hectáreas en 2050.

En contrapartida, las tierras destinadas a pasturas podrán experimentar una disminución significativa durante las próximas décadas, al caer 10 millones de hectáreas en 2030 en comparación con 2010 y otros 20 millones de hectáreas hasta 2050, indicaron las proyecciones.

El modelo consideró datos del Ministerio de la Agricultura que estiman una disminución anual de aproximadamente un millón de hectáreas destinadas a la ganadería, como consecuencia de la mejora de las prácticas y del aumento de la productividad.

“El Código Forestal y la legislación ambiental no son factores limitantes del crecimiento de la producción agropecuaria brasileña”, evaluó Câmara.

De acuerdo con las proyecciones, la aplicación plena del Código Forestal también podrá contribuir a logro de una mayor disminución de las emisiones totales de gases de efecto invernadero en Brasil.

La combinación de reforestación con disminución del desmonte debido al Código Forestal podrá hacer que las emisiones por talas en Brasil lleguen a 110 millones de toneladas de CO2 en 2030, una merma del 92% con relación a 2000, cuando dos tercios de las emisiones de CO2 del país provenían fundamentalmente del desmonte de la Amazonia.

De este modo, el país llevaría a cero sus emisiones por desmonte a partir de 2030, apuntó Câmara.

“La disminución del desmonte implica comprar tiempo para que Brasil tenga una matriz energética más limpia y consiga descarbonizar su economía. La reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero en el país depende entonces del uso de combustibles renovables y no de la Amazonia”, evaluó Câmara.
 


La matriz energética

A juicio de Glaucia Mendes Souza, docente del Instituto de Química de la Universidad de São Paulo(USP) y miembro de la coordinación del Programa FAPESP de Investigaciones en Bioenergía (BIOEN), la meta estipulada en la INDC brasileña, tendiente a incrementar la participación de la bioenergía en la matriz energética brasileña aproximadamente hasta un 18% en 2030, con el objetivo de disminuir las emisiones del sector de energía, es muy conservadora y poco ambiciosa.

“Sólo de etanol de caña de azúcar, Brasil produce actualmente el 18%, y estamos con un potencial ocioso en el sector, con varias centrales quebrando luego de haberse endeudado con la señalización de que el etanol podría aumentar su participación en la matriz energética brasileña”, dijo Souza durante un workshop sobre la COP21 para periodistas que se realizó pasado 6 de octubre en la FAPESP.

“Brasil, un país reconocido como pionero en el uso de la bioenergía, no tiene excusas por no estar utilizando más combustible renovable –fundamentalmente etanol de caña de azúcar – en su matriz energética”, afirmó.
 


Biodiversidad

En el estudio coordinado por Câmara también se evaluó el impacto de la implementación del nuevo Código Forestal sobre la disminución de la pérdida de biodiversidad en Brasil.

De acuerdo con las proyecciones de los investigadores, el Código puede contribuir en la disminución de la cantidad de especies amenazadas en Brasil y de pérdida de hábitats.

Las principales áreas bajo amenaza de pérdida de hábitats, de acuerdo con el estudio, son la Caatinga –que podrá perder hasta 2050 más del 51% de sus bosques vírgenes e importantes para la biodiversidad, pero que actualmente no se encuentran bajo protección– y el Cerrado, que podrá perder más del 20% de su área total, también de gran importancia para la biodiversidad, apunta el estudio.

“Tenemos más incertidumbre que certezas con relación a cómo se verá afectada la biodiversidad en toda su complejidad debido al cambio climático”, dijo Luciano Verdade, docente de la USP y miembro de la coordinación del Programa FAPESP de Investigaciones en Caracterización, Conservación, Restauración y Uso Sostenible de la Biodiversidad (BIOTA), durante el evento sobre la COP21 realizado en la FAPESP el pasado 7 de octubre.

“Pero ya sabemos que no son sólo los cambios climáticos: también los cambios en el uso de la tierra causa alteraciones en el patrón de distribución y de abundancia de especies silvestres. Lo que aún resulta difícil de evaluar son los impactos de la interacción de estos dos factores –los cambios climáticos y en el uso de la tierra– sobre la biodiversidad”, afirmó Verdade.

Puede accederse al informe intitulado “Modelling land use changes in Brazil: 2000-2050”, resultado del proyecto REDD-PAC, en la siguiente dirección: www.redd-pac.org.

 

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