Pacientes cuyo reemplazo hormonal se suspendió durante un tratamiento con yodo radiactivo experimentaron una pérdida del 18% en el índice de filtrado glomerular, según se demostró en un estudio publicado en la revista Thyroid (imagen: NIH)
Pacientes cuyo reemplazo hormonal se suspendió durante un tratamiento con yodo radiactivo experimentaron una pérdida del 18% en el índice de filtrado glomerular, según se demostró en un estudio
Pacientes cuyo reemplazo hormonal se suspendió durante un tratamiento con yodo radiactivo experimentaron una pérdida del 18% en el índice de filtrado glomerular, según se demostró en un estudio
Pacientes cuyo reemplazo hormonal se suspendió durante un tratamiento con yodo radiactivo experimentaron una pérdida del 18% en el índice de filtrado glomerular, según se demostró en un estudio publicado en la revista Thyroid (imagen: NIH)
Por Karina Toledo | Agência FAPESP – En un estudio publicado por científicos brasileños en la revista Thyroid, surgen por primera vez evidencias directas de que el déficit de hormonas tiroideas perjudica el funcionamiento renal.
Al suspender transitoriamente la terapia de sustitución hormonal de pacientes sometidos a la extirpación de la glándula tiroides como consecuencia de un cáncer, los investigadores observaron una pérdida promedio de un 18% en el ritmo de filtrado glomerular, la primera etapa del proceso de formación de la orina en los riñones.
Esta investigación se llevó a cabo con el apoyo de la FAPESP durante el doctorado de George Barberio Coura Filho, bajo la supervisión de Marcelo Sapienza, docente de la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo (FMUSP), vinculado al Instituto de Radiología de dicha casa de estudios (InRad-USP).
“Evidencias que constan en la literatura científica indicaban que algunos portadores de disfunción tiroidea presentaban disfunción renal asociada. Pero eran pocos los trabajos sobre el tema, y en ellos se evaluaba la función renal de manera indirecta”, comentó Coura Filho, quien es también director de la Sociedad Brasileña de Medicina Nuclear (SBMN).
El grupo decidió entonces investigar si el ritmo de filtrado glomerular –un parámetro que se emplea comúnmente para evaluar la función renal– dependía o no de los niveles de hormonas tiroideas.
Este estudio se realizó con 28 pacientes sometidos a cirugías para la extirpación de la tiroides tras el diagnóstico de cáncer. Ninguno de ellos tenía historial de disfunción renal, y todos deberían de pasar por un tratamiento complementario con yodo-131, una sustancia radiactiva, a los efectos de disminuir el riesgo de recidiva y de metástasis.
“Para incrementar la eficiencia del tratamiento con yodo radiactivo es necesario elevar los niveles de la hormona estimulante de la tiroides (TSH, por sus siglas en inglés), que es producida por la hipófisis y facilita la entrada del yodo a las células”, explicó Coura Filho.
Según el investigador, existen dos maneras de alcanzar este objetivo: administrándole al paciente una versión sintética de la hormona TSH o suspendiendo la terapia de sustitución tiroidea, lo cual hace que la hipófisis pase a producir la hormona estimulante de la tiroides, en un intento por corregir tal déficit.
A tal fin, antes de iniciar la terapia con yodo radiactivo, se dividió a los 28 pacientes en dos grupos. La mitad recibió TSH sintético, en tanto que con la otra mitad se suspendió el reemplazo hormonal. Estos últimos pacientes entraron en estado clínico de hipotiroidismo.
Con la ayuda de una técnica de medicina nuclear, los científicos evaluaron en ambos grupos la evolución del ritmo de filtrado glomerular. Para ello se les inyectó a los pacientes un radiofármaco llamado Cr51-EDTA.
“El Cr51-EDTA es un marcador filtrado exclusivamente por los glomérulos, sin que haya una secreción o una absorción significativa en los túbulos renales [en donde se concreta la segunda etapa de la formación de la orina]. Por lo tanto, cuanto más alto sea el ritmo de filtrado glomerular, más rápido se excretará el marcador radioactivo del organismo”, explicó Coura Filho.
Dos y cuatro horas después de la inyección del isótopo, se extrajeron muestras de sangre de los voluntarios de ambos grupos y se las puso en un contador de radiación.
“Los análisis mostraron que en el grupo cuya sustitución hormonal quedó suspendida, el ritmo de filtrado glomerular cayó en promedio un 18% en comparación con el nivel inicial. En tanto, en el grupo al que se le suministró TSH sintético, observamos aumento de un 4% en el filtrado, pero ese porcentaje no fue significativo estadísticamente, por lo que podemos decir que, en ese caso, la función renal se mantuvo estable”, dijo Coura Filho.
Residuos retenidos
Cuando el índice de filtrado glomerular cae, se forma una cantidad de orina menor, lo que significa que toxinas y metabolitos indeseables quedan retenidos en el organismo. Una de las formas más utilizadas para investigar si está sucediendo esto consiste en dosificar en la orina o en la sangre del paciente una sustancia llamada creatinina, formada a partir de la rotura de la proteína creatina fosfato, necesaria para el funcionamiento de los músculos.
Datos constantes en el artículo muestran que, en los pacientes a los que se les suspendió el reemplazo hormonal, el índice de excreción de creatinina en la orina cayó un 22%. También se observó un aumento de las concentraciones de creatinina en sangre.
A juicio de Sapienza, este estudio deja claro que el hipotiroidismo, aun cuando se presenta en su forma aguda, deriva en una significativa disminución del filtrado glomerular, lo cual puede tener implicaciones en la farmacocinética de otras drogas y agravar la situación de pacientes que padecen enfermedad renal previamente.
“El hipotiroidismo se asocia a la merma de la función renal probablemente debido a que provoca alteraciones en el sistema cardiocirculatorio, asociadas quizá a modificaciones en el transporte hidroelectrolítico renal. Pese a que a esta relación se la conocía bien en otras situaciones, no está todavía claro el grado y el lapso de tiempo en que ocurre esta disfunción en el hipotiroidismo agudo, y cómo cuantificarla en la práctica clínica. En este trabajo, además de determinar el impacto del hipotiroidismo agudo en el filtrado glomerular, medido de acuerdo con la clarificación plasmática [excreción por la orina] del 51Cr-EDTA, fue posible establecer parámetros basados en la dosificación sérica de creatinina, que permiten realizar ese monitoreo de manera más accesible clínicamente”, sostuvo.
Para Coura Filho, estos resultados ponen de relieve la necesidad de efectuar una eficiente sustitución tiroidea. “Ahora que sabemos de qué modo interactúan las hormonas tiroideas con el funcionamiento de los riñones, podemos evitar que los pacientes con hipotiroidismo primario –aquéllos que tienen la glándula, pero que no funciona adecuadamente– sufran pérdidas renales en el futuro. Debemos adoptar medidas preventivas”, opinó.
Puede leerse el artículo intitulado Effects of Thyroid Hormone Withdrawal and Recombinant Human Thyrotropin on Glomerular Filtration Rate During Radioiodine Therapy for Well-Differentiated Thyroid Cancer (doi: 10.1089/thy.2015.0173), en el siguiente enlace: online.liebertpub.com/doi/10.1089/thy.2015.0173.
The Agency FAPESP licenses news via Creative Commons (CC-BY-NC-ND) so that they can be republished free of charge and in a simple way by other digital or printed vehicles. Agência FAPESP must be credited as the source of the content being republished and the name of the reporter (if any) must be attributed. Using the HMTL button below allows compliance with these rules, detailed in Digital Republishing Policy FAPESP.