Nuevos hábitos alteran el reloj biológico y las personas se vuelven más noctámbulas. Este fenómeno hace que parte de la población cree husos horarios dispares entre los días laborables y de descanso, según un experto (foto: Orie Shafer, cronobiólogo y neurobiólogo de la City University of New York (CUNY), durante su conferencia en la FAPESP Week New York/ Maria Fernanda Ziegler, Agência FAPESP)
Nuevos hábitos alteran el reloj biológico y las personas se vuelven más noctámbulas. Este fenómeno hace que parte de la población cree husos horarios dispares entre los días laborables y de descanso, según un experto
Nuevos hábitos alteran el reloj biológico y las personas se vuelven más noctámbulas. Este fenómeno hace que parte de la población cree husos horarios dispares entre los días laborables y de descanso, según un experto
Nuevos hábitos alteran el reloj biológico y las personas se vuelven más noctámbulas. Este fenómeno hace que parte de la población cree husos horarios dispares entre los días laborables y de descanso, según un experto (foto: Orie Shafer, cronobiólogo y neurobiólogo de la City University of New York (CUNY), durante su conferencia en la FAPESP Week New York/ Maria Fernanda Ziegler, Agência FAPESP)
Por Maria Fernanda Ziegler, desde Nueva York (EE.UU.) | Agência FAPESP – En las sociedades modernas, los ritmos diarios –los que hacen levantarse y sentir hambre o sueño– están determinados por tres relojes: el Sol, el reloj interno del ser humano y el reloj social. Este último surge como una imposición que hace despertarse horas antes de lo que sería agradable para ir trabajar, por ejemplo, y crea el llamado “jet lag social”.
Esta constatación es de Orie Shafer, cronobiólogo y neurobiólogo de la City University of New York (CUNY), quien adjudica a ese descompás graves problemas emocionales y de salud en todo el mundo.
“Existe una necesidad de comprender interdisciplinaria e internacionalmente este tema. Podemos sentir que hay un descompás en casi todo el mundo, con impactos sobre la salud, la productividad de la gente, la economía y también sobre las escuelas. El jet lag social está relacionado con el insomnio y con otros fenómenos que abarcan el abuso de estimulantes y la depresión, por ejemplo”, dijo Shafer durante su conferencia en la FAPESP Week New York, que se realizó entre los días 26 y 28 de noviembre de 2018.
El laboratorio de Shafer en el Advanced Science Research Center de la CUNY se dedica a entender de qué manera las redes neurales forman el ritmo circadiano, los mecanismos bioquímicos que permiten que los seres vivos organicen su sueño y se despierten durante el ciclo de 24 horas de un día.
Con todo, Shafer está particularmente interesado en comprender de qué manera las redes neurales del reloj interno operan cuando son desafiadas por las luces artificiales, la falta de luz solar y la oscuridad.
Los estudios sobre reloj interno suelen realizarse en las moscas de la fruta (Drosophila melanogaster), un modelo animal que presenta semejanzas con los humanos para el estudio referente a los genes y a las neuronas que controlan el reloj interno.
“Tenemos 20 mil neuronas en cada hemisferio del cerebro. La Drosophila constituye un excelente modelo con mil neuronas, de las cuales tan sólo 70 contienen el reloj molecular. Los genes descubiertos en la mosca de la fruta son similares a los descubiertos en humanos y las mutaciones en esas regiones cerebrales correspondientes causan alteraciones del sueño en humanos”, dijo.
El descubrimiento de los mecanismos que controlan el ritmo circadiano les redituó el premio Nobel de Fisiología en 2017 a los estadounidenses Jeffrey C. Hall, Michael Rosbash y Michael W. Young. Con base en estudios realizados en mosca de la fruta, los científicos dilucidaron de qué manera las plantas, los animales y los humanos adaptan su ritmo biológico para sincronizarlo con el ciclo de la Tierra.
“En cada tejido del cuerpo y en pequeñas islas del cerebro, esos relojes moleculares funcionan constantemente y regulan el sueño. La interacción de las neuronas que contienen relojes crea un sentido endógeno del tiempo y la forma a través la cual los neurorreceptores encienden y apagan ese reloj en el transcurso del tiempo”, dijo.
El equipo de Shafer desarrolló técnica para manipular esos genes, acelerando y atrasando el reloj de las moscas de la fruta. Como resultado de ello, los científicos lograron manipular los patrones del sueño de las moscas.
“Ahora contamos con herramientas como para entender de qué manera se conectan esas neuronas y cómo esto funciona. Esto ha llevado a que durante los últimos años hayamos aprendido bastante acerca de cómo crea el sistema endógeno del tiempo esa red, y sobre los caminos fisiológicos que conectan ese sistema al tiempo ambiental, particularmente a los ciclos de luz y oscuridad”, dijo.
En simultáneo con los descubrimientos genéticos, se realizaron estudios en diversos centros de investigación referentes a las características del patrón de sueño de la población. Entre los resultados, se descubrió que el cronotipo –que lleva a algunas personas a ser más activas durante el día y a otras, por la noche– tiene una distribución replicable en grandes muestras en distintas culturas.
“En promedio, la jornada de trabajo empieza a las 7:55 en Estados Unidos. En las escuelas, el promedio apunta las 7:59. Sin embargo, en los días de descanso, la gente en promedio se va a dormir a las 0:30 y se levanta a las 8:30. Gente con el cronotipo de dormir más tarde tiende a sufrir una especie de jet lag y sus consecuencias conductuales”, dijo.
Shafer explica que el cronotipo es hereditario, pero recibe también el influjo ambiental. Se ha demostrado que, debido a la existencia de nuevos hábitos en el uso de la luz artificial, puede producirse un aumento de la población de personas noctámbulas.
“Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de São Paulo demostró que entre la capital paulista y Londres existe una gran superposición de cronotipos. Esto demuestra de qué manera los relojes internos son desafiados por los ambientes modernos con mucha luz artificial y poca oscuridad. Es un problema que se está agudizando: estimo que en el transcurso de los años aparecerán cada vez más cronotipos tardíos”, dijo. Este estudio contó con el apoyo de la FAPESP.
Ante este panorama, Shafer estima que se hacen necesarios nuevos estudios y colaboraciones internacionales, como la mencionada investigación realizada en la USP, que contó con la colaboración de científicos de la University of Surrey, en el Reino Unido.
“Existe un impacto sobre la calidad de vida de la gente. Normalmente se considera a esas personas dormilonas o perezosas, pero es como si cambiasen de huso horario cada semana”, dijo.
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