Esta afirmación surge de un estudio con 28 voluntarios afectados por esta enfermedad que se caracteriza por la pérdida de masa y de fuerza muscular (foto: Helton de Sá Souza)
Esta afirmación surge de un estudio con 28 voluntarios afectados por esta enfermedad que se caracteriza por la pérdida de masa y de fuerza muscular.
Esta afirmación surge de un estudio con 28 voluntarios afectados por esta enfermedad que se caracteriza por la pérdida de masa y de fuerza muscular.
Esta afirmación surge de un estudio con 28 voluntarios afectados por esta enfermedad que se caracteriza por la pérdida de masa y de fuerza muscular (foto: Helton de Sá Souza)
Thais Szegö | Agência FAPESP – La sarcopenia es una enfermedad que ocasiona la pérdida de masa muscular corporal asociada a la disminución de la fuerza (la tensión que generan los músculos para realizar un determinado movimiento, como en el caso de un apretón de manos) y del rendimiento físico (la capacidad de producir movimientos con eficacia, como en el caso de una caminata). Este cuadro comprende un proceso inflamatorio crónico y está asociado a alteraciones cognitivas y enfermedades cardíacas y respiratorias. De este modo, perjudica sobremanera la calidad de vida de los pacientes, disminuye su independencia y eleva el riesgo de padecer lesiones y caídas, e incluso de muerte.
Este problema es más común entre ancianos, y afecta al 15 % de la población con más 60 años, porcentaje que se eleva al 46 % cuando se tiene en cuenta a las personas mayores de 80 años. Otra característica común entre personas situadas en esta franja etaria es el incremento de los trastornos del sueño.
Todas estas condiciones favorecen que las personas mayores desarrollen cuadros análogos al de restricción crónica del sueño, lo cual a su vez contribuye al aumento de la inflamación. La relación entre estos factores fue el puntapié inicial de un estudio realizado en Brasil por investigadores de la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp) y de la Universidad de Viçosa (UFV). Y sus resultados salieron publicados en el International Journal of Environmental Research and Public Health.
Los científicos ya habían observado en experimentos anteriores la relación existente entre la privación del sueño y la pérdida muscular en ratas. “Vimos en los modelos animales que la deuda de sueño genera atrofia muscular y perjudica la restauración de los músculos exactamente del mismo tipo de las fibras musculares que se ven más perjudicadas en el desarrollo de la sarcopenia: las de tipo II, responsables de la contracción rápida”, comenta Helton de Sá Souza, profesor adjunto del Departamento de Educación Física de la UFV.
“En simultáneo, nuestro grupo también había observado que el sueño de las personas ancianas con sarcopenia es peor que el de las personas ancianas sin este diagnóstico”, añade.
Con base en este conocimiento, el grupo procuró determinar si los hallazgos observados en roedores podrían ser similares en humanos y de qué manera los ejercicios resistidos podrían ayudar a combatir este cuadro, pues constituyen excelentes formas sincronizar los ritmos biológicos, incrementar el tiempo total de sueño, disminuir la fragmentación del descanso y aumentar a masa y la fuerza muscular, como así también colaborar con la actividad del sistema inmunológico, al reducir las inflamaciones. En la investigación, un grupo de 14 ancianos diagnosticados con la enfermedad realizó entrenamientos resistidos tres veces por semana durante tres meses. Los voluntarios efectuaron tres series de ocho ejercicios para los grandes grupos musculares (pectorales, dorsales, hombros, brazos –bíceps y tríceps– y la parte delantera y la trasera de los muslos). Empezaron con una intensidad un poco más liviana y durante las últimas ocho semanas se les aumentó la misma hasta el 80% de su fuerza máxima.
Otros 14 individuos de la misma franja etaria que padecían el mismo mal solamente participaron en encuentros semanales con diferentes profesionales de la salud, con el propósito de expandir sus conocimientos inherentes a los cambios en el estilo de vida asociados a la mejoría de la enfermedad. Los 28 participantes contaron con la asistencia de profesionales de educación física, fisioterapeutas, nutricionistas y médicos durante todo el período de tiempo de la investigación. También se sometieron a diversos estudios, lo que incluyó análisis de sangre, de composición corporal, de funciones físicas y del sueño. Estos datos se recabaron antes del comienzo de las intervenciones y tras su culminación, a los efectos de realizar comparaciones.
Los resultados
De acuerdo con De Sá Souza, para confirmar el diagnóstico de sarcopenia, es necesario que la persona anciana exhiba una merma de fuerza o de desempeño muscular asociada a la pérdida de masa magra.
“La idea indica que los ancianos en general exhibirán una disminución de su masa muscular: eso es inherente al envejecimiento. El problema reside en si ese cuadro viene acompañado de una mengua de la función [fuerza] o del desempeño [agilidad, equilibrio, etc.] muscular. Por ende, de lograr mejorar uno de esos parámetros [la función o el desempeño], se mitiga el cuadro de sarcopenia.”
Entre los participantes en el estudio que realizaron el entrenamiento resistido, los investigadores observaron una mejoría de la fuerza muscular en todos los medios de medición. Se concretaron pruebas de prensión manual (los voluntarios aprietan un aparato llamado dinamómetro) y otro tipo de prueba para evaluar el torque o momento de fuerza de las piernas con el dinamómetro, que se pone sobre la extremidad del individuo durante la contracción isométrica máxima del músculo. En tanto, los análisis metabólicos, hormonales y los relacionadas con los marcadores inflamatorios se efectuaron mediante la extracción de muestras de sangre.
“También observamos la mejoría de la calidad objetiva y subjetiva del sueño con la ayuda de un estudio de polisomnografía, y la disminución de la inflamación [registrada en parámetros observados en el análisis de sangre]”, comenta Vânia D’Almeida, profesora titular del Departamento de Psicobiología de la Unifesp, quien dirigió el trabajo y contó con financiación de la FAPESP.
“Con la mira puesta en la perspectiva de que las personas mayores con sarcopenia padecen un perjuicio del sueño en comparación con los ancianos sin ese diagnóstico, los datos muestran que el entrenamiento físico incrementó la fuerza muscular de esas personas y las retiró de la condición de sarcopenia. Estimamos que esto se produjo merced al aumento de la cantidad de dos citoquinas antiinflamatorias [IL1ra y IL10] relacionadas con la mejoría del metabolismo muscular. El aumento de la cantidad de estas sustancias antiinflamatorias puede estar relacionado con la mejoría del sueño”, sostiene el investigador.
Los autores hacen hincapié en que es necesario realizar más estudios para que se pueda entender si esto también sucede en las diferentes franjas etarias (incluso entre los ancianos) y géneros, y en personas con y sin sarcopenia.
Puede leerse el artículo intitulado Resistance Training Improves Sleep and Anti-Inflammatory Parameters in Sarcopenic Older Adults: A Randomized Controlled Trial en el siguiente enlace: https://www.mdpi.com/1660-4601/19/23/16322.
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