El sistema de gobernanza aseguraría el cumplimiento de las metas de disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero que deben acordar los países, afirma Paulo Artaxo (foto: una industria siderúrgica en Pekín, en China/ Wikimedia Commons)
Éste es el análisis que hacen investigadores participantes en encuentros organizados por la FAPESP sobre los temas que se debatirán durante la COP21 en París
Éste es el análisis que hacen investigadores participantes en encuentros organizados por la FAPESP sobre los temas que se debatirán durante la COP21 en París
El sistema de gobernanza aseguraría el cumplimiento de las metas de disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero que deben acordar los países, afirma Paulo Artaxo (foto: una industria siderúrgica en Pekín, en China/ Wikimedia Commons)
Por Elton Alisson
Agência FAPESP – El éxito de un nuevo acuerdo global de disminución de emisiones de gases de efecto invernadero que podrá establecerse durante la 21ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP21), cuya realización está prevista para comienzos de diciembre en París, dependerá de la estructuración de un sistema de gobernanza eficiente para implementarlo.
Este análisis estuvo a cargo de investigadores que participaron en dos encuentros organizados en el marco de los programas de Investigaciones sobre Cambios Climáticos Globales (PFPMCG), de Bioenergía (BIOEN) y de Caracterización, Conservación, Restauración y Uso Sostenible de la Biodiversidad (BIOTA) de la FAPESP, realizados en los días 6 y 7 de octubre en la sede de la Fundación (en São Paulo, Brasil), referentes a los temas que se debatirán durante la COP21.
“Sin un sistema de gobernanza, cualquier decisión que se tome en la COP21 podrá ser inocua, como lo fue el Protocolo de Kioto”, dijo Paulo Artaxo, docente del Instituto de Física de la Universidad de São Paulo (USP), durante un workshop sobre la COP21 para periodistas, realizado el día 6 de octubre en la FAPESP.
De acuerdo con Artaxo, las metas tendientes a disminuir alrededor de un 5,2% las emisiones de gases de efecto invernadero entre los años de 2008 y 2012 –que los países que ratificaran el Protocolo de Kioto se comprometieron a alcanzar– no se implementaron. Y desde que se firmó el tratado, en 1997, en la ciudad de Kioto, en Japón, y ratificado por 167 países –entre los cuales no estaba Estados Unidos–, las emisiones crecieron de manera muy significativa.
Con el fin de evitar que el problema se repita con el nuevo acuerdo global previsto para sellarse durante la COP21, con el comienzo de su validez propuesto a partir de 2020, urge crear un fuerte sistema de gobernanza con miras a exigir el cumplimiento de las metas de diminución de las emisiones de gases de efecto invernadero que acordarán los países, afirmó.
“Brasil y otros países, tales como Estados Unidos y China, anunciaran sus metas de reducción de gases de efecto invernadero [INDCs, por sus siglas en inglés] que llevarán a la COP21. Si en el futuro esas INDCs se convirtieran en obligaciones legales, ¿quién controlaría si esas naciones están cumpliendo o no el compromiso que asumieron?”, apuntó Artaxo.
Según el investigador, en la actualidad se están emitiendo anualmente en todo el mundo, fundamentalmente debido a la quema de combustibles fósiles, 37 gigatoneladas (Gt) de dióxido de carbono (CO2), con un aumento del 2,5% anual.
Los cuatro mayores emisores en la actualidad son China –que es responsable casi del 25% del total de las emisiones globales anuales de CO2–, seguida por Estados Unidos, la Unión Europea y la India, que en los próximos años podrá aumentar sus niveles de emisión, acompañando el mismo ritmo de crecimiento de China, apuntó Artaxo.
De mantenerse el actual panorama de crecimiento de las emisiones globales en un 2,5% al año, la temperatura en la Tierra podrá aumentar entre 3,2 oC y 5,4 oC a lo largo de este siglo en razón de las alteraciones en el balance de radiación del planeta, según lo indica uno de los escenarios proyectados por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés).
Con el fin de limitar el aumento de la temperatura a 2 oC en el promedio global –que se reflejaría en una elevación de 3 oC en la temperatura de áreas continentales del planeta, toda vez que tienen menor capacidad térmica y de absorción de carbono en comparación con los océanos–, será necesario disminuir las emisiones alrededor de un 70% a partir de ahora y eliminarlas totalmente en 2050, según apunta otro escenario intermedio proyectado por el IPCC.
“Si combinamos las INDCs anunciadas por Brasil, China, Estados Unidos, la Unión Europea, México y Rusia, que juntas representan alrededor del 80% de las emisiones actuales, no será posible ni por asomo limitar el aumento de la temperatura promedio a 2 oC y estabilizar las concentraciones de CO2 en la atmósfera de nuestro planeta”, afirmó Artaxo.
Las INDCs anunciadas indican un calentamiento global promedio de 2,7 oC en 2050 en comparación con los estándares preindustriales, lo que significa un calentamiento en las áreas continentales del planeta que se ubica entre los 3 oC y los 3,5 oC, subrayó.
Una de las estrategias tendientes a conseguir limitar la elevación de la temperatura global hasta los 2 oC durante las próximas décadas, según el investigador, consiste en combinar la reducción de las emisiones de CO2 con la de otros gases de efecto invernadero asociados, tales como el metano, los hidrofluorcarburos (HFC), los precursores del ozono y el hollín.
Esos gases tienen vida atmosférica media –tal como se le llama a su tiempo de permanencia en la atmósfera– mucho menor que la del CO2.
Mientras que la vida media del CO2 puede llegar a centenas de años, la del metano es de 12 años y la de los HFCs es de 15 años. En tanto, el ozono y el hollín tienen una vida media que varía entre algunos días y semanas, comparó Artaxo.
“Todos esos gases de vida media corta también provocan el calentamiento de la atmósfera. Si logramos disminuir la emisión de esos gases, junto con la de CO2, el efecto en el sistema climático será mucho más rápido. Asimismo, es posible reducir la cantidad de muertes causadas por la polución del aire urbano, toda vez que el hollín y el ozono son importantes contaminantes”, afirmó el investigador, quien coordina una serie de estudios sobre la reducción de emisiones de hollín, precursores del ozono y metano en Latinoamérica en el marco del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Unep, por sus siglas en inglés).
A su juicio, no se puede esperar que la COP21 resulte en un acuerdo global que asegure que la temperatura del planeta no suba más que 2 oC. Y de ocurrir eso, no representará un fracaso de la conferencia.
“La COP21 será un hito importante porque representará el comienzo de un proceso de transformación de la producción y el consumo de energía en el mundo, con el fin de disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero y limitar o calentamiento global, que llevará décadas para implementarse”, estimó.
La ausencia de las empresas
Según Jacques Marcovitch, docente de la Facultad de Economía, Administración y Contabilidad (FEA) y del Instituto de Relaciones Internacionales de la USP, la participación de Estados Unidos y de China en una Conferencia de la ONU sobre Cambio Climático por primera vez constituirá de por sí un avance importante que se logrará durante la COP21, independientemente del logro de un posible nuevo acuerdo global.
En tanto, el gran ausente en las mesas de negociaciones de la conferencia climática será el compromiso de las empresas, apuntó.
Al contrario del Protocolo de Montreal –establecido en 1985 en la Convención de Viena para la Protección de la Capa de Ozono, cuando las empresas asumieron compromisos de disminución de emisiones de gases destructores de la capa de ozono–, los entendimientos para la COP21 no cuentan con la participación formal del sector empresarial, dijo Marcovitch.
“Las empresas tienen la mayor responsabilidad de tornar factible la transición hacia una economía de baja emisión de carbono, lo que incluye a la eficiencia energética y las energías renovables, con el objetivo de cumplir los posibles compromisos que asumirán los países en París”, sostuvo.
Con el fin hacer que las empresas cumplan sus responsabilidades en este campo, según Marcovitch, es necesarios acercar –en el ámbito de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC, por sus siglas en inglés)– a los sectores de energía, químicos y petroquímicos, transporte, construcción, agricultura, bosques y gestión de residuos, entre otros.
“En este momento, en su condición de observadores, esos sectores han sido únicamente informados. Cabe ahora que se comprometan en la implementación de acciones mitigadoras a nivel nacional e internacional. Así será posible inducir a las multinacionales y a las grandes empresas de cada país a adoptar universalmente tecnologías más limpias y a asumir igualmente una acción inductora con sus proveedores y distribuidores”, sostuvo.
El principal parámetro para el éxito o el fracaso de la COP21 será el establecimiento –o no– de un acuerdo que determine la eliminación de los subsidios a las energías fósiles, sostuvo.
“Aquéllos que manifiestan que está en contra de la carbon tax [un imposto con base en emisiones de gases de efecto invernadero generadas debido a la quema de combustibles fósiles], claramente, no son los países que presentaron sus INDCs, sino las naciones cuyas economías son sumamente dependientes de la exportación de petróleo y que permanecen en silencio”, afirmó.
El éxito de la COP21 será un modo de que los países participantes demuestren que, pese a las fragmentaciones que afectan al mundo en áreas tales como seguridad, migración y comercio, el desafío ambiental constituye una de las pocas pautas integradoras que aún los unen, sostuvo Marcovitch.
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