Esta afirmación surge de las voces de los participantes en el encuentro que celebró los 40 años de la creación del Programa Nacional del Alcohol, realizado en la FAPESP (foto: Usina São Martinho, en São Paulo/ Wikimedia Commons)
Esta afirmación surge de las voces de los participantes en el encuentro que celebró los 40 años de la creación del Programa Nacional del Alcohol, realizado en la FAPESP
Esta afirmación surge de las voces de los participantes en el encuentro que celebró los 40 años de la creación del Programa Nacional del Alcohol, realizado en la FAPESP
Esta afirmación surge de las voces de los participantes en el encuentro que celebró los 40 años de la creación del Programa Nacional del Alcohol, realizado en la FAPESP (foto: Usina São Martinho, en São Paulo/ Wikimedia Commons)
Por Elton Alisson | Agência FAPESP – El Programa Nacional del Alcohol (Proalcohol), creado por decreto gubernamental en Brasil en noviembre de 1975, contribuyó para darle impulso a la producción de bioenergía en el país durante las últimas cuatro décadas, y constituye una de las mayores realizaciones genuinamente brasileñas basadas en la ciencia y la tecnología.
Este hito sólo fue posible, entre otras razones, a causa de la profunda sinergia entre las universidades e instituciones de investigación, las empresas y el gobierno en el marco del programa.
Esta afirmación estuvo a cargo de los científicos que participaron en el encuentro denominado “Proalcohol, universidades y empresas: 40 años de ciencia y tecnología para el etanol brasileño”, realizado el día 30 de noviembre en la sede de la FAPESP, en São Paulo.
El objetivo de dicho evento consistió en mostrar la historia del Proalcohol, con un relato de la evolución de la caña de azúcar y del azúcar en Brasil, hasta llegar al uso del etanol como combustible en el siglo XX, además de analizar el actual momento del etanol combustible y las oportunidades que aún le esperan a la bioenergía de caña de azúcar.
En la oportunidad también se presentó el libro Proálcool 40 anos [Proalcohol 40 años], compilado por Luís Augusto Barbosa Cortez, docente de la Universidad de Campinas (Unicamp), en São Paulo, y miembro de la coordinación del Programa FAPESP de Investigaciones en Bioenergía (BIOEN).
Son autores de esa publicación Carlos Henrique de Brito Cruz, director científico de la FAPESP, Gláucia Mendes Souza, docente del Instituto de Química de la Universidad de São Paulo (USP); Heitor Cantarella, investigador del Instituto Agronómico (IAC); Marie-Anne van Sluys, docente del Instituto de Biociencias de la USP, y Rubens Maciel Filho, docente de la Unicamp. Todos ellos son miembros de la coordinación del BIOEN.
“Existe una tendencia en Brasil a no reconocer las grandes realizaciones tecnológicas y científicas realizadas por brasileños. Pero quizá la mayor realización basada en la ciencia y la tecnología hechas en el país consistió en hacer que el parque de automóviles de una economía industrializada como la nuestra sea movido con etanol”, dijo Brito Cruz durante su disertación en el evento.
El fruto de la perseverancia
De acuerdo con los participantes en el evento y con los autores del libro, las razones del éxito del Proalcohol obedecen no sólo a la opción por un cultivo energético eficiente como lo es la caña de azúcar, sumada a las condiciones climáticas y de suelo existentes en la zona centro-sur de Brasil, sino también y fundamentalmente a la perseverancia de empresarios, del gobierno y, en gran medida, de los científicos, que confiaron en la factibilidad tecnológica del etanol producido con base en la caña de azúcar.
“Cuando se lanzó el Proalcohol, surgieron innumerables críticas, y existía un gran escepticismo en el mundo con relación a la opción de Brasil tendiente a producir un combustible alternativo al petróleo”, dijo Barbosa Cortez.
“El gobierno, junto a los empresarios y a los científicos, hizo caso omiso a lo que el mundo pensaba y decidió persistir en esa idea. Y difícilmente Brasil habría llegado a la autosuficiencia en petróleo sin el aporte del Proalcohol”, afirmó el investigador.
La principal motivación para la creación del Proalcohol fue precisamente disminuir la dependencia brasileña del petróleo, cuyo precio se disparó súbitamente en 1973, cuando se concretó el denominado primer shock del petróleo.
Con todo, con el correr de los años, se observó que, más allá de las ventajas económicas, el etanol de caña de azúcar le aportaba una gran ventaja desde el punto de vista ambiental al país, pues emitía menos carbono hacia la atmósfera en comparación con la gasolina y otros combustibles.
Asimismo, se constató que la caña de azúcar exhibía un balance energético sumamente positivo cuando se medía la diferencia existente entre la energía requerida para producir el cultivo, referente a aquélla utilizada para producir los fertilizantes utilizados en el mismo y en el transporte de la caña de azúcar con camiones, entre otros factores, y la energía que genera.
Un artículo publicado en la revista Science en 1977 por José Goldemberg, docente del Instituto de Energía y Ambiente (IEA) de la USP y presidente de la FAPESP, y colaboradores, efectuó el primer aporte en tal sentido.
Los científicos calcularon la energía requerida para producir etanol a partir de tres cultivos distintos en Brasil: la caña de azúcar, la mandioca y el sorgo sacarino.
Los resultados de dicho estudio demostraron que la caña de azúcar era el cultivo más eficiente para la producción de etanol, seguida por el sorgo sacarino y por la mandioca, fundamentalmente en razón del bagazo.
“Ese trabajo resultó importante no tanto por la precisión de los números que presentó, que eran muy primitivos y se fueron mejorando con el correr del tiempo, sino porque le imprimió una mayor confianza al sector, al demostrar cuán importante era producir caña de azúcar, pues era efectivamente una manera de capturar energía solar, y que el etanol es energía solar licuada”, sostuvo Goldemberg en su conferencia durante el evento.
“En ese entonces no existía el menor interés en la comunidad académica ni en el etanol ni en el azúcar de caña”, afirmó.
Hoy en día, en razón de las inversiones destinadas a la producción de etanol de caña de azúcar que tuvieron inicio con el Proalcohol, entre las 10 mayores economías del mundo, Brasil es el país en donde las energías renovables más contribuyen en la matriz energética, con un 43,4% del total. La bioenergía de la caña de azúcar por sí sola responde por el 18,1% del total, de acuerdo con datos del Ministerio de Minería y Energía que aparecen con relieve en el libro, y que fueron destacados también por los participantes en el evento.
Brasil también es el mayor productor de caña de azúcar del mundo, con una producción de 28 mil millones de litros de etanol en la zafra de 2015-2016, según datos de la Unión de la Industria de la Caña de Azúcar (Unica).
En la zafra 1975-1976 –cuando se lanzó el Proalcohol–, la producción brasileña de etanol fue de 555 millones de litros.
La cantidad de caña de azúcar por hectárea producida por 174 centrales de la región centro-sur de Brasil durante la zafra 2016-2017 es de 82 toneladas por hectárea, también de acuerdo con datos del Centro de Tecnología Cañera (CTC) presentados por Goldemberg.
“Es necesario hacer un esfuerzo para mejorar la productividad agrícola de las centrales. Algunas exhiben una productividad muy buena, pero en líneas generales ese factor no indica una marca muy buena”, sostuvo.
El aporte de São Paulo
Aproximadamente el 60% del etanol de caña de azúcar producido en Brasil proviene del estado de São Paulo, cuya matriz energética se apoya fuertemente en este biocombustible, subrayó Brito Cruz.
En 1980, el 62% de la energía total utilizada en el estado de São Paulo provenía del petróleo. En 2013, la participación del petróleo en la matriz energética paulista había caído al 38%, con la ayuda en buena medida del etanol, que aumentó su participación del 14% en 1980 al 32% en 2013.
“La bioenergía es sumamente importante en São Paulo, y no sólo económicamente, sino también porque contribuye para que el estado disminuya sus emisiones de carbono”, sostuvo.
Uno de los factores que contribuyeron para el significativo aumento de la participación del etanol en la matriz energética durante las últimas décadas, a juicio de Brito Cruz, fue el apoyo a las investigaciones en bioenergía en el estado.
Desde su creación en 1962, la FAPESP siempre ha brindado su apoyo a muchos proyectos de investigación en el área de bioenergía. Y en 2005, la Fundación decidió expandir la financiación concedida a investigaciones del área de una forma más coordinada.
Para ello financió un proyecto, coordinado por Barbosa Cortez, con el objetivo de estipular directrices para la investigación científica y tecnológica en bioenergía en el estado de São Paulo.
Los resultados de ese proyecto aportaron para el lanzamiento del BIOEN en 2008, un programa que agrupa actualmente a más de 300 científicos vinculados a universidades e instituciones de investigación de Brasil y del exterior en proyectos de investigación sobre distintos aspectos de la bioenergía, tales como el mejoramiento de plantas, la producción industrial, los motores y la sostenibilidad ambiental y socioeconómica, entre otros.
“La gran diferencia del BIOEN con relación a otros programas de investigaciones en bioenergía similares existentes en el mundo reside en que cubre básicamente todas las áreas del conocimiento en bioenergía”, comparó Gláucia Souza.
El programa ya ha suscrito colaboraciones con siete empresas con el objetivo de identificar posibles aplicaciones referentes a algunos de los resultados de los proyectos apoyados.
Entre ellas pueden mencionarse Peugeot Citroën –con la cual la FAPESP se asoció para crear un Centro de Investigación en Ingeniería orientado al desarrollo de motores de combustión impulsados con biocombustibles en 2013– y Dedini.
La Fundación selló un convenio entre 2008 y 2012 con esta empresa fabricante de equipos industriales con sede en Piracicaba, en el interior de São Paulo, con el objetivo de apoyar proyectos destinados a contribuir al avance del conocimiento y de la tecnología en el área de procesos industriales para la fabricación de etanol de caña de azúcar.
“Tuvimos un rol sumamente relevante en la implementación y en el desarrollo del Proalcohol, al ayudar en la instalación de centenas de destilerías autónomas al comienzo del programa –actualmente denominadas usinas o centrales de etanol– con tecnología totalmente brasileña”, dijo José Luiz Olivério, director de operaciones de la empresa, durante el evento.
Los investigadores vinculados al BIOEN han publicado más de 930 artículos científicos durante los últimos siete años. Esta producción científica contribuye para que el estado de São Paulo sea en la actualidad la región del mundo con mayor cantidad de artículos científicos publicados sobre caña de azúcar en todo el mundo, detrás únicamente de Brasil como un todo, y al frente de países tales como Estados Unidos, la India, Australia, China y Cuba, sostuvo Brito Cruz.
“São Paulo está convirtiéndose en un faro mundial de la investigación en bioenergía, que es lo que queremos que ocurra”, afirmó.
El libro Proálcool 40 años (doi:10.5151/9788521210627), de Barbosa Cortez y otros, se encuentra disponible (en portugués) para su libre acceso en el siguiente enlace: openaccess.blucher.com.br/article-list/proalcool-universidades-e-empresas-40-anos-de-ciencia-e-tecnologia-para-o-etanol-brasileño-310/list#articles .
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