Este vaticinio estuvo a cargo de un estudioso de las relaciones entre Alemania y Estados Unidos. El plan de creación de una fuerza militar conjunta, sin la participación estadounidense, dotaría de mayor independencia a la Unión Europea
Este vaticinio estuvo a cargo de un estudioso de las relaciones entre Alemania y Estados Unidos. El plan de creación de una fuerza militar, sin la participación estadounidense, dotaría de mayor independencia a la UE
Este vaticinio estuvo a cargo de un estudioso de las relaciones entre Alemania y Estados Unidos. El plan de creación de una fuerza militar, sin la participación estadounidense, dotaría de mayor independencia a la UE
Este vaticinio estuvo a cargo de un estudioso de las relaciones entre Alemania y Estados Unidos. El plan de creación de una fuerza militar conjunta, sin la participación estadounidense, dotaría de mayor independencia a la Unión Europea
Por José Tadeu Arantes | Agência FAPESP – El sorprendente giro en el panorama internacional provocado por la victoria del candidato republicano Donald Trump en las elecciones presidenciales estadounidenses derivará en una mayor independencia de la Unión Europea con relación a Estados Unidos. Aunque con la discreción que ha caracterizado a sus movimientos en el escenario global, cabe esperar un mayor protagonismo del gobierno alemán. Éste es el análisis de Sebastião Carlos Velasco e Cruz, profesor titular del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de Campinas (Unicamp), en São Paulo, Brasil.
El politólogo –coordinador del Instituto Nacional de Ciencia y Tecnología para Estudios sobre Estados Unidos (INCT-Ineu) y coordinador del Programa de Posgrado en Relaciones Internacionales Unesp/ Unicamp/ PUC-SP por la Unicamp– dialogó con Agência FAPESP acerca de la nueva coyuntura internacional a la luz de su libro intitulado Linhas cruzadas sobre as relações entre os Estados Unidos e a Alemanha [Líneas cruzadas sobre las relaciones entre Estados Unidos y Alemania], publicado con el apoyo de la FAPESP.
Dicho libro –una recopilación de artículos escritos por Velasco e Cruz durante un período de investigación en Alemania– aborda las relaciones sumamente peculiares que vincularon y aún vinculan a ambos países. Y se inserta en un estudio abarcador sobre la política exterior de Estados Unidos.
“Por su discurso, por las declaraciones que hizo con respecto un gran conjunto de temas de la agenda internacional, Trump se presenta como lo opuesto a lo que es el consenso de los gobiernos europeos y, particularmente, a la posición del gobierno alemán”, afirmó el investigador. “Este consenso, cabe acotar, se encuentra bajo el ataque de fuerzas emergentes en Europa, que han ganado espacio y actualmente desafían a los partidos que tradicionalmente gobernaron en los distintos países. Esto sucede en Francia y también en Alemania, donde la derecha nacionalista, populista y xenófoba crece a ritmo acelerado”, prosiguió.
Tal como recordó Velasco e Cruz, los principales gobernantes europeos manifestaron notoriamente su aliento a la candidatura de Hilary Clinton. Y cuando salieron los resultados, el discurso de la canciller alemana, Angela Merkel, dejó eso aún más claro, al afirmar la disposición de su gobierno para colaborar con Estados Unidos en todo aquello que se refiera a la agenda tradicional, lo que incluye a los derechos humanos, las paz y otros puntos que habían sido duramente atacados por Trump.
Según el investigador, existen dos temas especialmente sensibles en esta nueva coyuntura. “Uno de ellos es la cuestión de los inmigrantes y los refugiados. El discurso de Trump al respecto es extremadamente restrictivo, especialmente con relación a los refugiados musulmanes, al tiempo que el gobierno alemán, entre todos los gobiernos de Europa, fue el que mantuvo una posición más abierta, más generosa. Y Merkel fue vehementemente criticada por eso, fuera y particularmente dentro de Alemania. Entonces con relación a este tema existe una disonancia clamorosa”, dijo.
“La otra cuestión se refiere a la Otan, la Organización del Tratado del Atlántico Norte, la alianza militar establecida entre Estados Unidos y Europa Occidental en 1949, que actualmente congrega a 28 países miembros, varios de ellos exintegrantes del bloque soviético. No se trata tanto de la actitud de Trump con relación a la Otan sino de la exigencia que éste formula de inversiones mayores a cargo de los países europeos. Éste fue un tema importante de su campaña, al sugerir que Estados Unidos estaban dando un aventón a países que tenían capacidad de defenderse, pero que no lo hacían para valerse del paraguas militar estadounidense”, añadió.
De acuerdo con el investigador, la contradicción al respecto de este último tema se vuelve aún más evidente cuando se considera el debate interno en Europa al respecto de avanzar y hasta dónde avanzar en un proyecto europeo de defensa propio, que coexista con la Otan, pero que no se subordine a ésta. “Recientemente se dio un paso importante, con la elaboración del European Defense Action Plan, que apunta hacia la perspectiva de estructuración de una fuerza militar europea, sin la participación de Estados Unidos. Alemania se ubica al frente de este proyecto”, informó.
“Por más que los europeos digan que la constitución de esa fuerza, con capacidad para intervenir en situaciones de crisis, no está en contra sino favor de la Otan, la opción entre una y la otra se planteará a la hora de destinar los recursos. ¿Hacia dónde irá el dinero de países que tienen un presupuesto militar reducido? ¿Fortalecerá a una Otan ya bastante desgastada o servirá para constituir esa fuerza propia, que dota a Europa de una capacidad de acción independiente mucho mayor? La crítica estadounidense con relación a la falta de empeño europeo en el sostenimiento de la Otan es antigua. Pero adquirió un tono acalorado durante la campaña de Trump”, argumentó el investigador.
Otro tema conflictivo, recordó Velasco e Cruz, se refiere al TTIP (Transatlantic Trade and Investment Partnership – Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión), que está en discusión desde 2013 y parece haber sido fatalmente herido con la elección de Trump.
El resultado de todo esto, a juicio del investigador, es que el protagonismo de Alemania ha de aumentar. “La nueva coyuntura parece acentuar las tendencias que apunté en los dos últimos capítulos del libro. No por una acción generada en la propia Alemania, sino porque, como consecuencia de los cambios que se producen en el sistema global, la posición alemana tiende a reforzarse.”
“Aun cuando Europa como conjunto se vea fisurada por esos mismos cambios, es previsible una mayor presencia e independencia europea en el escenario internacional. La salida del Reino Unido aparentemente debilitó a la Unión Europea. Pero en los hecho impuso la necesidad e hizo posible una cohesión mayor de los que se quedaron, pues, al estar fuertemente alineada con Estados Unidos, Inglaterra siempre actuó como un poder de veto en el escenario europeo”, subrayó el investigador.
La herencia de la posguerra
Sin aspiraciones de haber realizado un estudio exhaustivo –“incluso porque no sería ése el objetivo de una recopilación de artículos”, subraya–, Velasco e Cruz, de todos modos, retrocedió hasta el siglo XVIII para buscar las raíces de las relaciones peculiares entre Estados Unidos y Alemania. Pero el énfasis mayor recayó sobre la reconstrucción de Alemania después de la Segunda Guerra Mundial, la actuación de la República Federal en el período de la Guerra Fría y la reconfiguración de la presencia alemana luego de la debacle del bloque soviético y la reunificación del país.
“La primera consideración por hacerse es la que indica que, después de la Segunda Guerra Mundial, Alemania como Estado estaba prácticamente disuelta, con el país dividido y ocupado. La reconstrucción de Alemania y la propia elaboración de la Constitución de la República Federal Alemana se hicieron bajo la supervisión y la orientación de Estados Unidos. En el plan estratégico estadounidense, la reconstrucción de la industria alemana fue crucial para el montaje de un sistema destinado a contener al bloque soviético”, explicó.
Otro dato fue el que apuntó que, para recomponerse como país, Alemania tuvo que exorcizar los fantasmas de un pasado tenebroso: la herencia del régimen de terror nazi y del protagonismo en dos guerras mundiales. “Alemania se reconstituyó en el rechazo a ese pasado y procurando afirmar en su inserción internacional una identidad diametralmente opuesta a la actitud militarista, racista, xenófoba y antisemita de su pasado reciente”, recordó el investigador.
Estos dos elementos (Estados Unidos como garantes de la nueva Alemania y la nueva Alemania como un poder civil y democrático) hicieron que los alemanes occidentales transformasen aquello que sería un elemento limitativo (el hecho que de su país hubiese sido derrotado, dividido y ocupado) en un resorte propulsor. Y fue con ese espíritu que Alemania Occidental se acercó a Francia en el marco del proyecto que resultaría en la Unión Europea, desde un principio asentada sobre el eje franco-alemán. “Más allá de la independencia con relación a Estados Unidos –más explícita en el caso de Francia, más velada en el caso de la Alemania–, el proyecto europeo contó con el apoyo estadounidense, en la medida en que podría erigirse en obstáculo a la influencia soviética”, ponderó Velasco e Cruz.
Cuando terminó la Guerra Fría, con la disolución del bloque soviético y la reunificación de Alemania, hubo un esfuerzo prolongado de la diplomacia alemana tendiente a no alejarse de Estados Unidos, pero afirmando en tono más fuerte un perfil propio, tal como convenía a un país que, por su fuerza económica, se había convertido en líder efectivo del proyecto europeo.
“Durante toda la década de 1990 y comienzos de la de 2000, la opinión ampliamente predominante indicaba que el mundo había transitado de un sistema bipolar a un sistema unipolar, en el cual las tensiones y los conflictos seguirían existiendo, pero en el marco de un orden establecido y asegurado por Estados Unidos. Tal hegemonía se vio en alguna medida tensionada por el proyecto de integración europea, con la unión monetaria y el proyecto de avanzar hacia una política exterior común y un sistema de defensa común”, puntualizó Velasco e Cruz.
Y el investigador sostuvo a modo de conclusión: “Este escenario se vio fuertemente afectado por el desastre militar de Estados Unidos en Irak y en Afganistán, y algunos años después, en 2008, por la crisis financiera. La ecuación se volvió entonces mucho más compleja, con el ascenso de China y la reestructuración de Rusia, un Estado económicamente frágil, pero dotado de una capacidad militar formidable. La elección de Trump introduce ahora una nueva variable. A nivel global, el desenlace es imprevisible, pero en el ámbito más restringido de la política exterior alemana no resulta impensable apostar por un importante aumento del protagonismo”.
Linhas cruzadas sobre as relações entre os Estados Unidos e a Alemanha (en portugués)
Autor: Sebastião Carlos Velasco e Cruz
Editora: Editora Unesp
Año: 2016
Páginas: 116
Precio: 32,00 reales
Más información en: editoraunesp.com.br/catalogo/9788539306374,linhas-cruzadas-sobre-as-relacoes-entre-os-estados-unidos-e-a-alemanha.
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