Es la única especie del género Pycnonemosaurus, que habitaba hace 70 millones de años el centro-oeste de Brasil y era más grande que el carnotauro argentino (foto: Rafael Delcourt y la tibia del Pycnonemosaurus)
Es la única especie del género Pycnonemosaurus, que habitaba hace 70 millones de años el centro-oeste de Brasil y era más grande que el carnotauro argentino
Es la única especie del género Pycnonemosaurus, que habitaba hace 70 millones de años el centro-oeste de Brasil y era más grande que el carnotauro argentino
Es la única especie del género Pycnonemosaurus, que habitaba hace 70 millones de años el centro-oeste de Brasil y era más grande que el carnotauro argentino (foto: Rafael Delcourt y la tibia del Pycnonemosaurus)
Por Peter Moon | Agência FAPESP – Pycnonemosaurus. Este nombre une el griego pycnos (“espeso”) con el latín nemus (“vegetación”), es decir, un lagarto que vive en el monte espeso, pero puede traducírselo como “réptil de Mato Grosso” (el estado brasileño). Y no se trata de cualquier dinosaurio.
El Pycnonemosaurus nevesi –la única especie conocida del género Pycnonemosaurus– fue un dinosaurio carnívoro gigante que vivió en el actual centro-oeste de Brasil hace 70 millones de años, durante el período Cretácico. Y en el marco de un nuevo estudio se ha arribado a la conclusión de que fue la mayor fiera de su estirpe, la familia de los abelisáuridos, cuyas marcas registradas eran un par de pequeños cuernos y dos brazos atrofiados.
En vida, el Pycnonemosaurus, o pycnonemosaurio, medía 8,9 metros de largo desde la punta de las mandíbulas hasta la punta de la cola. Era mucho mayor que el miembro más famoso de su familia, el Carnotaurus sastrei –también la única especie conocida del género Carnotaurus–, con un ejemplar de 7,8 metros descrito en Argentina en 1985 y cuya réplica de tamaño natural ocupa un lugar de honor en el hall de entrada del Museo de Zoología de la Universidad de São Paulo, en el barrio de Ipiranga, en São Paulo, Brasil.
La constatación de las dimensiones del Pycnonemosaurus estuvo a cargo de los paleontólogos Orlando Grillo, del Museo Nacional de Río de Janeiro, y Rafael Delcourt, del Museo de Zoología de la Universidad de São Paulo (MZ-USP). El estudio salió publicado en la revista Cretaceous Research.
Delcourt recibió una Beca de la FAPESP para su doctorado, realizado bajo la dirección de Hussan Zaher, del MZ-USP, cuyo objetivo consistió en establecer una comparación entre la evolución anatómica de dos grandes grupos: el de los tiranosáuridos y el de los ceratosaurios.
“Cuando fui a Argentina a estudiar los abelisáuridos de allá, me llamaron la atención los huesos del carnotauro, considerado en ese momento como la mayor especie del grupo”, dijo Delcourt, quien actualmente realiza un posdoctorado en el Trinity College, en Dublin, Irlanda. “El carnotauro es muy grande, pero me di cuenta de que el pycnonemosaurio era aún mayor.”
Delcourt tenía en su memoria la imagen de la gigantesca tibia de 87 centímetros del pycnonemosaurio que había visto algunos años antes en Río de Janeiro. Tal como quedaría claro durante el estudio, la mayor tibia de un abelisáurido después de la del pycnonemosaurio es la del Skorpivenator, con 65 centímetros. La tibia es el más grande de los dos huesos de las patas que conectan el fémur a los pies.
Los fósiles del pycnonemosaurio fueron hallados en 1952 por Llewellyn Ivor Price (1905-1980), uno de los pioneros de la paleontología de vertebrados en Brasil. Seis vértebras, la tibia gigante y parte de la cadera aparecieron en la estancia Roncador, en Querencia (estado de Mato Grosso).
Los huesos quedaron depositados en el Departamento Nacional de Producción Mineral (DNPM) y allí permanecieron hasta que, en 2002, los paleontólogos Diógenes de Almeida Campos, del DNPM, y Alexander Kellner, del Museo Nacional, describieron y le dieron un nombre al animal, cuya longitud se estimó originariamente entre los 7 y los 8 metros.
Los abelisáuridos constituían una familia de dinosaurios carnívoros (o terópodos) de gran porte que evolucionó en el supercontinente austral Gondwana, y cuyos representantes se dispersaron por el globo a medida que la India, Madagascar y África fueron despegándose y apartándose del supercontinente.
En el nuevo trabajo se estudiaron 37 especímenes de ocho países que incluyeron a la India, Níger, Libia y Madagascar. Además del pycnonemosaurio y del carnotauro, los otros 10 abelisáuridos sudamericanos, todos con sus tamaños estimados nuevamente por Grillo y Delcourt, son los géneros de los Abelisaurus, Aucasaurus, Eoabelisaurus, Ekrixinatosaurus, Ilokelesia, Ligabueino, Quilmesaurus, Skorpiovenator, Viavenator y Xenotarsosaurus.
Entre éstos, los mayores son el Abelisaurus y el Ekrixinatosaurus, ambos con 7,4 metros. Los otros varían entre 5,2 y 6,2 metros. El menor de todos es el Ligabueino, con sólo 80 centímetros, lo que puede explicarse debido a que se trata de un género basal, del Cretácico inferior, y del linaje ancestral de todos los otros.
Se hallaron también ejemplares en Madagascar, la India, Paquistán, Sudáfrica, Níger, Kenia, Marruecos y Francia. Pero ninguno superó los 7 metros.
“Al observar a la familia de los abelisáuridos en general, se puede ver que existían especies de todos los tamaños y que ocupaban todos los nichos alimentarios de los terópodos”, dijo Delcourt.
Grillo comenta que “al comparar a diversidad de abelisauroides [la superfamilia de la cual forman parte los abelisáuridos] que existieron durante el Cretácico en Europa, el norte de África, la India, Madagascar, Brasil y la Patagonia, pudimos constatar que existe un patrón en la composición de cada lugar y una edad en lo que se refiere al tamaño de los animales”.
“Siempre existen predadores que varían entre 4 y 8 metros (es decir, predadores de mediano y de gran porte) y especies pequeñas, de entre 1 y 2 metros. Este patrón resulta claramente observable en sitios con abundancia de fósiles, como en la Patagonia. En el Brasil central está el Pycnonemosaurus, que es de gran porte, y otros ejemplares de mediano porte”, dijo.
Los titanosaurios de América del Sur
Los abelisauridos no constituyen el linaje de los mayores dinosaurios carnívoros que existieron. Los tiranosáuridos, los carcarodontosáuridos y los espinosáuridos agrupaban especies mayores. El mayor tiranosáurido, como no podía dejar de serlo, fue el norteamericano Tyrannosaurus rex, con sus 12,6 metros.
Entre los carcarodontosáuridos, el campeón es el norteafricano Carcharodontosaurus saharicus, de 13,5 metros y 15 toneladas. Es el dinosaurio carnívoro más pesado que se conoce, pero no el más largo. Este título queda reservado a dos espinosáuridos: el egipcio Spinosaurus aegyptiacus, de hasta 18 metros y hasta 9 toneladas, y posiblemente el Oxalaia quilombensis, del estado brasileño de Maranhão, que puede haber llegado a medir 14 metros, si bien resta poco y nada de sus fósiles como para afirmar esto a ciencia cierta.
Hoy en día, y siguiendo la abundancia de ejemplos de Argentina, se sabe que también había dinosaurios terópodos gigantes en Brasil. Pero, ¿y en cuánto al grupo de los titanosaurios, los herbívoros cuadrúpedos de largo cuello entre los cuales se encuentran los mayores animales que han pisado el planeta?
Cinco entre los 11 dinosaurios conocidos de más de 30 metros son argentinos: Futalognkosaurus, Puertasaurus y Notocolossus –los tres superan los 30 metros–, el Argentinosaurus, de 35 metros, y el actual campeón mundial, aún sin nombre, con 37,5 metros.
“Si en la Argentina están encontrando titanosaurios gigantes, me parece bastante probable que acá también eventualmente aparezca alguno”, dijo Grillo.
El mayor dinosaurio brasileño se describió en octubre de 2016: es el Austroposeidon magnificus, con 25 metros. Al igual que en el caso del pycnonemosaurio, el hallazgo de sus fósiles se concretó en la década de 1950 y estuvo a cargo de Llewellyn Price. Se encontraban en la reserva técnica del Departamento Nacional de Producción Mineral.
Puede leerse el artículo intitulado Allometry and body length of abelisauroid theropods: Pycnonemosaurus nevesi is the new king (doi: http://dx.doi.org/10.1016/j.cretres.2016.09.001), de Orlando Nelson Grillo y Rafael Delcourt, en el siguiente enlace: sciencedirect.com/science/article/pii/S0195667116301902.
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