La difusión de la cultura de la innovación y los caminos tendientes a facilitar la transformación de la investigación básica en medicamentos y en productos innovadores: objetivos de un simposio (foto: Léo Ramos/ Revista Pesquisa FAPESP)

Estrategias para acelerar proyectos académicos innovadores
12-01-2017

La difusión de la cultura de la innovación y los caminos tendientes a facilitar la transformación de la investigación básica en medicamentos y en productos innovadores: objetivos de un simposio

Estrategias para acelerar proyectos académicos innovadores

La difusión de la cultura de la innovación y los caminos tendientes a facilitar la transformación de la investigación básica en medicamentos y en productos innovadores: objetivos de un simposio

12-01-2017

La difusión de la cultura de la innovación y los caminos tendientes a facilitar la transformación de la investigación básica en medicamentos y en productos innovadores: objetivos de un simposio (foto: Léo Ramos/ Revista Pesquisa FAPESP)

 

Por Karina Toledo  |  Agência FAPESP – Con la intención de acercar a los investigadores académicos a las áreas de la biomedicina y la biotecnología y a los representantes de la industria farmacéutica, como así también para discutir estrategias tendientes a favorecer la transformación de la investigación básica en medicamentos y otros productos innovadores, se realizó el pasado 17 de noviembre, en la ciudad de São Paulo, el 1st International Symposium on Drug Discovery in Academia (ISDDA 2016), en el Instituto Butantan.

El evento estuvo organizado por el Centro de Excelencia para el Descubrimiento de Blancos Moleculares (CENTD) –financiado por la FAPESP, GlaxoSmithKline (GSK) y el Instituto Butantan– y el Programa SPARK-Supernova, un grupo creado por científicos del Instituto de Ciencias Biomédicas (ICB) y de la Escuela Politécnica (Poli) de la Universidad de São Paulo (USP), con la participación de la empresa Dow Química, con el objetivo de ayudar a “acelerar” proyectos académicos innovadores.

“SPARK-Supernova fue creado en 2014. Desde entonces hemos venido organizando diversos eventos tendientes a difundir la cultura de la innovación en el ambiente académico. Y hace poco tiempo surgió esta colaboración con el CENTD, del Butantan, que tiene una misión parecida a la nuestra: prospectar y acelerar nuevos proyectos, de manera tal de transformarlos en productos”, comentó Julio Cesar Batista Ferreira, docente del ICB-USP.

“La idea del encuentro era juntar a la academia y la industria para discutir el desarrollo de nuevos medicamentos y mostrar algunos ejemplos exitosos, de manera tal que podamos absorber esa información e intentemos aplicarla de acuerdo con nuestras condiciones”, comentó Vanessa Zambelli, investigadora del Butantan e integrante del comité de Difusión Científica del CENTD.

La presentación de uno de los casos exitosos estuvo a cargo de Che-Hong Chen, docente de la Stanford University School of Medicine, de Estados Unidos. Hace algunos años, el investigador descubrió la molécula Alda-1, que en pruebas preclínicas mostro potencial para el tratamiento de diversas condiciones de salud asociadas con la acumulación en el organismo de una sustancia tóxica llamada aldehído, entre ellas la enfermedad arterial periférica, la insuficiencia cardíaca y la intoxicación por alcohol (particularmente en personas que exhiben deficiencia en la producción de una enzima llamada aldehído desidrogenasa 2, que ayuda en el metabolismo de los aldehídos).

Chen creo la startup Aldea Pharmaceuticals, merced a una financiación que obtuvo en la Stanford University a través del programa SPARK –en el cual se inspiró el SPARK-Supernova, del que actualmente es socio–, cuyo objetivo consiste en facilitar la transformación de descubrimientos básicos en tratamientos (bench to bedside).

“El programa pone a los investigadores de Stanford a trabajar en colaboración con médicos del área y con expertos de la industria farmacéutica y en biotecnología, que actúan como mentores. Existe una fuerte presión en busca de resultados y con un cronograma de metas que han de cumplirse a lo largo de los dos años que dura la financiación”, comentó Chen.

Batista Ferreira, quien cursó parte de su doctorado y su posdoctorado en Stanford, colabora actualmente con el equipo de Chen y con la empresa Aldea Pharmaceuticals en los ensayos preclínicos con Alda 1 (lea más en los artículos intitulados Molécula reduz degeneração cardíaca após infarto, Una molécula muestra potencial contra la insuficiencia cardíaca y Coração ganha novo aliado contra infartos).

Los primeros ensayos clínicos con esta molécula para el tratamiento de intoxicaciones ocasionadas por alcohol ya han concluido, y los resultados se darán a conocer en breve. “En casos de portadores de deficiencia de aldehído desidrogenasa 2, el tratamiento puede hacer disminuir drásticamente el tiempo de internación, lo que redunda en un gran ahorro en los recursos destinados a los hospitales”, comentó Batista Ferreira.

Actualmente, en el ICB-USP se están acelerando siete proyectos con el apoyo del Programa SPARK-Supernova. Cinco de éstos se han convertido en startups y cuentan con financiación del Programa FAPESP de Investigación Innovadora en Pequeñas Empresas (PIPE), que son los siguientes: “Perfeccionamiento e innovación aplicada al test de tamizaje neonatal para inmunodeficiencias congénitas”, “Caracterización de cardiomiocitos derivados de células madre de pluripotencia inducida y estandarización de ensayos celulares”, “Viabilización comercial de queratinocitos derivados de células madre pluripotentes inducidas y desarrollo de un equivalente de piel”, “Un nuevo abordaje inmunoterapéutico contra tumores inducidos por el VPH”, y “Diagnóstico serológico rápido y de bajo costo para el virus del Zika utilizando la plataforma de ELISA - IgG/ IgM”.

“Ofrecemos capacitación y orientación a docentes y alumnos interesados en transformar sus ideas en productos. A tal fin, SPARK-Supernova cuenta con un cuerpo de consultores voluntarios académicos y no académicos capaz de acelerar el proceso de desarrollo de los proyectos, siempre pensando en los productos que se erigen en blancos. Contamos con colaboradores en la Facultad de Ciencias Farmacéuticas [USP], en la Facultad de Medicina [USP], en la Facultad de Medicina Veterinaria [USP], en el Butantan, en el IPT [el Instituto de Investigaciones Tecnológicas], en el Cietec y en el Ipen [el Instituto de Investigaciones Energéticas y Nucleares], además de los colaboradores del sector privado”, comentó Batista Ferreira.

En los últimos tiempos, el grupo empezó a contar también con una nueva aliada: la red Global SPARK, de reciente creación y que congrega a los 13 programas SPARK distribuidos en cinco continentes. “Esta red facilitará el intercambio de información e incrementará las posibilidades de interacción entre proyectos acelerados y asesores internacionales. Seguimos el modelo de reuniones periódicas para el seguimiento y la discusión de los proyectos”, dijo.

En principio, de acuerdo con el investigador, el foco del SPARK-Supernova está constituido por el descubrimiento y el desarrollo de fármacos que atiendan a necesidades clínicas. “Pero la idea es expandir nuestro campo de actuación tan pronto como logremos expandir nuestro grupo de consultores”, dijo Batista Ferreira.

Beneficio mutuo

Uno de los representantes de la industria farmacéutica en el evento fue Kevin Madauss, de GlaxoSmithKline (GSK). Madauss presentó el programa de financiamiento creado por la empresa en 2011 –el Trust in Science (Confianza en la Ciencia)–, cuyo objetivo es generar alianzas a largo plazo con centros de investigación de punta de países de Latinoamérica y de África, entre otros.

“En el marco de este programa, en Brasil firmamos una alianza con la FAPESP y con el CNPq [el Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico]. En el caso de la FAPESP, a través del CENTD, el enfoque recae sobre las primeras etapas del proceso de descubrimiento de nuevos fármacos. En la fase de validación de blancos terapéuticos”, comentó.

Las cifras que presentó Madauss ilustran por qué resulta interesante para la industria la colaboración con centros académicos de investigación. Según el investigador, la industria tarda en promedio alrededor de 12 años para desarrollar un nuevo fármaco, e invierte alrededor de 1.300 millones de dólares en el transcurso del proceso.

“La mayor parte de ese costo se concentra en las etapas finales, las que comprenden los ensayos clínicos. Las etapas de descubrimiento de nuevos blancos y nuevas moléculas, que van del primero al cuarto año, tienen un costo mucho menor. Si logramos eliminar candidatos sin futuro de entrada y achicar las fallas en las etapas más avanzadas, con la ayuda de investigadores académicos, obtendremos un ahorro enorme de tiempo y de dinero”, dijo.

Fernando Perez, director presidente de Recepta Biopharma, también afirmó que la colaboración con las universidades resultó esencial en el modelo de negocio de su empresa.

“En Brasil, los profesionales más calificados están en las universidades y no van a dejar sus empleos estables para afrontar riesgos en la industria. Optamos por poner personas pagadas por Recepta en los laboratorios de las universidades para estar seguros de que todos los procesos se llevarían a cabo y se registrarían en forma adecuada”, comentó.

Para Perez, en Brasil existe una necesidad de crear un lenguaje en común entre la academia y la industria, y de promover un cambio cultural en el medio académico, para que los científicos se abran más a la colaboración con las empresas.

También estaban presentes en el evento Camille R. Silva (Pharmagenix), Eyleen O’Rourke (University of Virginia, Estados Unidos), Eric Gross (Stanford University School of Medicine), Artur T. Cordeiro (Laboratorio Nacional de Biociencias), Carsten Wrenger (ICB-USP) y Jackson C. Bittencourt (ICB-USP).

 

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