Un grupo de la Unesp pretende investigar por qué las concentraciones atmosféricas de material en partículas y de ozono no han disminuido tal como se esperaba tras la prohibición de los incendios en el estado. Este tema cobró relieve durante la FAPESP Week France (quema de caña de azúcar registrada en 2014 en la zona situada entre las localidades de Jaboticabal y Taquaritinga; foto: Marco Aurélio Esparza/ Wikimedia Commons)
Un grupo da la Unesp pretende investigar por qué las concentraciones atmosféricas de material en partículas y de ozono no han disminuido tal como se esperaba tras la prohibición de los incendios en el estado. Este tema cobró relieve durante la FAPESP Week France
Un grupo da la Unesp pretende investigar por qué las concentraciones atmosféricas de material en partículas y de ozono no han disminuido tal como se esperaba tras la prohibición de los incendios en el estado. Este tema cobró relieve durante la FAPESP Week France
Un grupo de la Unesp pretende investigar por qué las concentraciones atmosféricas de material en partículas y de ozono no han disminuido tal como se esperaba tras la prohibición de los incendios en el estado. Este tema cobró relieve durante la FAPESP Week France (quema de caña de azúcar registrada en 2014 en la zona situada entre las localidades de Jaboticabal y Taquaritinga; foto: Marco Aurélio Esparza/ Wikimedia Commons)
Maria Fernanda Ziegler, de Lyon | Agência FAPESP – Los incendios que anteriormente se aplicaban en la zafra de la caña de azúcar para eliminar las hojas secas alteraron durante años la calidad del aire en la región central del estado de São Paulo. Las partículas arrojadas a la atmósfera durante ese proceso eran visibles para los habitantes de la zona, y se depositaban sobre las calles y los coches.
La contaminación atmosférica también ocasionaba problemas respiratorios en la población y tenía impactos sobre la biodiversidad y la vegetación nativa; y contaminaba los ríos.
El avance tecnológico y la presión de la sociedad determinaron el fin de esta práctica, oficializado mediante una ley del estado en el año 2002. Paulatinamente, los incendios en las zonas de cultivo fueron dando lugar a técnicas más modernas como el uso de cosechadoras mecánicas.
“En 2018, la zafra mecanizada se aplicó en el 90% de la producción. Lo que se esperaba fundamentalmente era que se registrase una mejora de la calidad del aire. Sin embargo, datos oficiales indican que las concentraciones de partículas de aerosoles y de ozono permanecen en los mismos niveles que antes”, dijo Arnaldo Alves Cardoso, investigador del Instituto de Química de la Universidade Estadual Paulista (Unesp) con sede en la localidad de Araraquara, durante su conferencia en la FAPESP Week France.
Nuevas prácticas
Alves Cardoso ha venido analizando las consecuencias de la contaminación atmosférica en la región cañera de São Paulo desde finales de la década de 1990. En estudios realizados durante las décadas de 1990 y de 2000, su equipo recolectó muestras de aire en la ciudad de Araraquara, interior paulista, y dimensionó las alteraciones en la composición de la atmósfera entre la zafra y el período entre zafras.
“En ese período en el cual la mecanización no era tan intensa, observamos que entre el material en partículas había macronutrientes de la caña de azúcar, por ejemplo. Cuando ese material cae sobre un cultivo de caña dulce es excelente. Pero cuando cae sobre un bosque natural puede modificar el suelo y provocar una pérdida de biodiversidad”, dijo.
Con el cambio de siglo el panorama empezó a cambiar. Además de la ley estadual del año 2002, un acuerdo firmado entre la industria de azúcar y alcohol y la gobernación del estado de São Paulo determinó la eliminación de las quemas para el año 2017. De acuerdo con el investigador, en la zafra 2016-2017, la producción cosechada manualmente fue de 43,6 millones de toneladas, el 10% del total de dicha zafra. Cardoso remarcó que la mecanización de los cultivos hizo posible otro cambio importante: la utilización de la paja y de otras partes de menor valor energético de la caña de azúcar, que antes se quemaban, en la producción de energía eléctrica y de etanol de segunda generación (2G). Esta práctica surge como una manera de expandir la generación de bioenergía sin ampliar el área plantada
“Esos datos sugieren que las fuentes de emisiones habrían cambiado en calidad, pero no así en cantidad, posiblemente. Aparentemente, solo hemos migrado de actividad, pero la contaminación sigue siendo la misma. Y aún perduran muchas preguntas que deberán contestarse con futuros estudios”, dijo.
Brasil es el mayor productor mundial de caña de azúcar. La principal zona productora está localizada en el estado de São Paulo, que posee la mayor densidad poblacional de Brasil y una economía basada fundamentalmente en la agroindustria.
“El estado de São Paulo abarca el 55% del área plantada con caña de azúcar en Brasil. En la zafra 2017-2018 se produjeron 13 mil millones de litros de etanol, lo que correspondió al 47% de la producción brasileña”, sostuvo Alves Cardoso.
El simposio FAPESP Week France tuvo lugar entre los días 21 y 27 de noviembre, merced a una colaboración entre la FAPESP y las universidades de Lyon y de París, ambas de Francia. Lea otras noticias sobre este evento en: www.fapesp.br/week2019/france.
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