Estos insectos son considerados biomarcadores de la salud de un ecosistema. El análisis, realizado en áreas anteriormente ocupadas por eucaliptos, estuvo a cargo de científicos de la Universidad de Mogi das Cruzes (foto: Silvia Sayuri Suguituru)
Estos insectos son considerados biomarcadores de la salud de un ecosistema. El análisis, realizado en áreas anteriormente ocupadas por eucaliptos, estuvo a cargo de científicos de la Universidad de Mogi das Cruzes
Estos insectos son considerados biomarcadores de la salud de un ecosistema. El análisis, realizado en áreas anteriormente ocupadas por eucaliptos, estuvo a cargo de científicos de la Universidad de Mogi das Cruzes
Estos insectos son considerados biomarcadores de la salud de un ecosistema. El análisis, realizado en áreas anteriormente ocupadas por eucaliptos, estuvo a cargo de científicos de la Universidad de Mogi das Cruzes (foto: Silvia Sayuri Suguituru)
Por Ivonete Lucirio
Agência FAPESP – Una forma de verificar la salud de un ecosistema consiste en evaluar la variedad de especies que viven en él. Investigadores de la Universidad de Mogi das Cruzes (UMC) aplicaron esta premisa al cuantificar especies de hormigas de hojarasca en una zona situada entre las cuencas hidrográficas del Alto Tietê y del río Itatinga, en la ciudad de Mogi das Cruzes, en el límite con la localidad de Bertioga (São Paulo).
La hojarasca es una capa donde se mezclan fragmentos de hojas, ramas y otros materiales orgánicos en descomposición, que se deposita sobre el suelo de los montes, formando humus. Este material constituye el refugio de un rico ecosistema, compuesto por una gran variedad de artrópodos, hongos y bacterias. Muchas especies de hormigas que construyen sus nidos en el suelo visitan la capa de hojarasca para recolectar alimentos.
A diferencia de las hormigas generalistas –tal como es el caso de la mayoría de las halladas en los ambientes urbanos–, las que viven en la capa de hojarasca son a menudo más especializadas. En la hojarasca de los bosques, sin la interferencia del hombre, se producen diversas interacciones ecológicas que hacen posible la existencia de otros pequeños animales que les sirven de alimento a las hormigas.
En el caso del estudio intitulado La estructura de las comunidades de hormigas de hojarasca en un cultivo extensivo de Eucalyptus grandis dunnil Maiden en áreas de bosque atlántico, coordinado por Maria Santina de Castro Morini, de la UMC, las hormigas de la hojarasca fueron utilizadas como marcador biológico para verificar la capacidad de recuperación de áreas alguna vez cubiertas por bosque atlántico nativo.
En la zona delimitada para el análisis se estudiaron tres tipos de ambientes: áreas donde el bosque atlántico dejó su lugar a las plantaciones de eucaliptos, aún en actividad, áreas donde las plantaciones quedaron desactivada hace entre 28 y 30 años debido a las presiones conservacionistas o a las dificultades de manejo, y unidades de conservación (UC) con monte nativo.
En áreas que nunca se deforestaron, fue posible encontrar alrededor de 25 especies de hormigas en la hojarasca por metro cuadrado, de un total de más de 200 existentes. En los montes de eucaliptos, por otra parte, tal cantidad no pasó de cinco por metro cuadrado. “Esta diferencia se produce por diversos factores, pero fundamentalmente se debe a que las hojas de eucalipto se descomponen más lentamente y contienen altos tenores de tanino, que es tóxico para muchos organismos que les sirven de alimento a las hormigas”, dijo De Castro Morini, docente de la carrera de Ciencias Biológicas de la UMC.
En tanto, en zonas donde las plantaciones quedaron desactivadas hace alrededor de 30 años y el bosque atlántico volvió a ocupar el terreno, el promedio registrado fue de 18 especies por metro cuadrado, señal de que el monte fue capaz de recuperarse, al igual que la fauna de la región. La decisión de la investigadora de estudiar regiones donde las plantaciones se encontraban desactivadas hacía alrededor de 30 años ‒eran varias‒, le permitió recabar datos más seguros (pues provenían de más de un área).
Para efectuar el conteo, De Castro Morini trabajó entre julio de 2010 y julio de 2013 especialmente en la zona de la cuenca hidrográfica del Alto Tietê. Su grupo de investigadores demarcaba áreas de un metro cuadrado de hojarasca –ya sea en áreas de plantaciones de eucaliptos, de bosque nativo o de plantaciones abandonadas– y llevaba el material al laboratorio, donde se contaban las hormigas. Por cada área estudiada se extraían seis muestras, lo que totalizó 120 muestras de hojarasca.
De Castro Morini trabajó en sintonía con un grupo de investigadores del Museo de Zoología de la Universidad de São Paulo (USP) en el marco de la realización de los proyectos Riqueza y diversidad de Hymenoptera e Isoptera a lo largo de un gradiente latitudinal de bosque atlántico: la selva pluvial del este de Brasil, y Biodiversity of Isoptera and Hymenoptera, bajo la coordinación de los profesores Carlos Roberto Ferreira Brandão y Eliana Cancello. “Toda la metodología que empleé fue debatida, para que los resultados pudiesen compararse. Yo participaba en las reuniones para aprender a hacer el diseño de la muestra y las técnicas de recolección que se utilizarían en el marco del proyecto de ellos, para hacer lo mismo en el mío”, comentó De Castro Morini.
Estudio sobre la microbiota
La investigadora llevó adelante otro trabajo de evaluación vinculado con las hormigas de la hojarasca, intitulado La diversidad de bacterias y de invertebrados y su influencia sobre la estructura de las comunidades de hormigas de la hojarasca en áreas de bosque atlántico, también entre 2010 y 2013.
El bosque atlántico en la zona del Alto Tietê se encuentra protegido en áreas de represas, unidades de conservación (UCs) y propiedades particulares. La investigación se llevó a cabo en fragmentos de esas áreas con miras a evaluar la cantidad de hongos y bacterias de las muestras.
Las áreas de bosques protegidas por los organismos públicos responsables de las represas y situadas en propiedades particulares que valoran el conservacionismo tienen una diversidad similar a las de las UCs, lo cual indica, según la investigadora, la importancia de los fragmentos de represas y de las propiedades particulares para la protección de la biodiversidad del bosque atlántico. “Mi investigación muestra que no solamente las UCs son importantes para el Alto Tietê, sino también las demás áreas: es necesario generar incentivos para que no sean desforestadas”, dice De Castro Morini.
La microbiota, a través de la descomposición del material orgánico, hace posible la existencia de otros invertebrados (ácaros y colémbolos, por ejemplo) que sirven de alimento a las hormigas. Cabe esperar que donde haya más microorganismos también existan más especies de hormigas. Sin embargo, ésta es una hipótesis que aún no ha sido comprobada.
“Todavía no podemos afirmar nada sobre la asociación entre la microbiota y la riqueza de hormigas. Esperamos pronto contar con el modelo correspondiente a lo que se propuso en el proyecto”, declaró De Castro Morini a Agência FAPESP.
Los resultados de ambas investigaciones coordinadas por De Castro Morini saldrán publicados este mismo año. “Por ahora estamos preparando un escrito para publicarlo en Biological Conservation”, dijo De Castro Morini.
Los resultados parciales han redundado en publicaciones tales como “Characterization of ant communities (Hymenoptera: Formicidae) in twigs in the leaf litter of the Atlantic Rainforest and eucalyptus trees in the southeast region of Brazil”, de De Castro Morini y otros, que está disponible en Psyche; y “Occurrence and natural history of Myrmelachista Roger (Formicidae: Formicinae) in the Atlantic Forest of southeastern Brazil”, de De Castro Morini y otros, publicado en la Revista Chilena de Historia Natural.
Imágenes
Durante sus investigaciones, De Castro Morini fotografió en el laboratorio y catalogó 235 especies de hormigas que viven en el Alto Tietê, en el marco del proyecto intitulado La colección biológica de la fauna de hormigas del Alto Tietê: organización de un archivo fotográfico.
El resultado de ello podrá verse en un catálogo cuya publicación está prevista para este mes abril de 2014. Además de las fotos, habrá textos que contextualizan el ambiente en que viven esas hormigas, escritos por diversos colaboradores, tales como Ramon Luciano de Melo, de la Universidad Federal de Mato Grosso (UFMT), y Jacques Delabie, de la Comisión Ejecutiva del Plan de Cultivo del Cacao (Ceplac).
La publicación abordará las colecciones biológicas y la conservación de la biodiversidad. El catálogo está siendo organizado por De Castro Morini; Silvia Sayuri Suguituru, también de la UMC; Rodrigo Feitosa, de la Universidad Federal de Paraná (UFPR), y Rogério Rosa Silva, investigador del Museo Paraense Emílio Goeldi. “Quiero mostrarles a todos, no solamente a los estudiosos, que las hormigas son lindas morfológicamente. No constituyen una plaga y ayudan en las áreas de montes. A través de esta concientización, espero que la sociedad ayude también a protegerlas”, dice De Castro Morini.
La investigadora estudia las hormigas de la hojarasca desde hace más de una década, y las conclusiones a las que arribó en el marco de otros proyectos también se encuentran en parte en el libro Serra do Itapeti: aspectos históricos, sociais e naturalísticos (Canal 6 Editora), organizado por ella y por Vitor Fernandes Oliveira de Miranda, publicado en 2012.
Los 1.500 ejemplares de esta obra se distribuyeron gratuitamente entre instituciones educativas del Alto Tietê y ONGs. La misma se encuentra disponible para su descarga en www.canal6.com.br/site/download. El libro ayuda a fomentar nuevos debates sobre el tema. De acuerdo con la investigadora, los datos sobre la biodiversidad que se encuentran presentes en la obra se están usando para la creación del Área de Protección Ambiental (APA) de Serra do Itapeti, en la región de Mogi das Cruzes.
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