Un estudio pionero muestra que los ejercicios regulares durante la infancia mejoran el funcionamiento de las células esenciales para la salud de los vasos sanguíneos en personas que nacieron pesando menos de 2,5 kg, un grupo con alto riesgo de desarrollar enfermedades en la vida adulta (fotos: archivo de Suely Gaspar)
Un estudio pionero muestra que los ejercicios regulares durante la infancia mejoran el funcionamiento de las células esenciales para la salud de los vasos sanguíneos en personas que nacieron pesando menos de 2,5 kg, un grupo con alto riesgo de desarrollar enfermedades en la vida adulta
Un estudio pionero muestra que los ejercicios regulares durante la infancia mejoran el funcionamiento de las células esenciales para la salud de los vasos sanguíneos en personas que nacieron pesando menos de 2,5 kg, un grupo con alto riesgo de desarrollar enfermedades en la vida adulta
Un estudio pionero muestra que los ejercicios regulares durante la infancia mejoran el funcionamiento de las células esenciales para la salud de los vasos sanguíneos en personas que nacieron pesando menos de 2,5 kg, un grupo con alto riesgo de desarrollar enfermedades en la vida adulta (fotos: archivo de Suely Gaspar)
Por Chloé Pinheiro | Agência FAPESP – Los niños que nacen en término (después de la 37ª semana de gestación) pesando menos de 2,5 kilogramos (kg) están sujetos a un riesgo aumentado de desarrollar enfermedades cardiovasculares durante su vida adulta. Con todo, la práctica regular de ejercicios físicos durante la infancia puede mejorar el funcionamiento de las células implicadas en la salud de los vasos sanguíneos y atenuar dicho riesgo.
Esto es lo que muestra un estudio publicado en el periódico Nutrition, Metabolism & Cardiovascular Diseases. Se trata de un trabajo que contó con la coordinación de Maria do Carmo Pinho Franco, de la Escuela Paulista de Medicina de la Universidad Federal de São Paulo (EPM-Unifesp), en Brasil, en el marco de un proyecto que contó con el apoyo de la FAPESP. Participaron en esta investigación Livia Victorino de Souza, Franciele de Meneck, Edilamar Menezes de Oliveira y Tiago Fernandes.
El estudio se llevó a cabo con 35 niños con edades entre 6 y 11 años, divididos en dos grupos: los nacidos con un peso inferior a 2,5 kg y los nacidos pesando 3 kg o más. Todos pasaron por un programa de entrenamiento durante 10 semanas que incluía sesiones semanales de 45 minutos de actividades físicas lúdicas con intensidad entre moderada y vigorosa. Se midieron parámetros antropométricos (peso, estatura, porcentaje de grasa y circunferencias corporales) y se les extrajeron muestras de sangre a los participantes antes y después del período de ejercitación.
Al final de la intervención, se notó una mejora significativa en la circunferencia de la cintura y en la aptitud cardiorrespiratoria de todos los niños. Entre los que nacieron con bajo peso, fue posible detectar también una mejora de la presión arterial, como así también de los niveles circulantes y de la funcionalidad de las células progenitoras endoteliales.
“Las células progenitoras endoteliales se elaboran en la médula ósea y están implicadas en diversos procesos vasculares que comprenden la formación de nuevos vasos sanguíneos y la reparación de los ya existentes. Por ende, son importantes para el mantenimiento de la salud cardiovascular”, según le explicó Pinho Franco a Agência FAPESP.
Programación fetal
A finales de la década de 1980 surgieron las primeras sospechas de que los niños nacidos en término completo, pero con un peso inferior a los 2,5 kg, mostraban una mayor propensión a padecer enfermedades cardiovasculares. Estos hallazgos dieron origen a la Hipótesis de la Programación Fetal, postulada por el epidemiólogo británico David Barker (1938-2013). El investigador observó en el Reino Unido que entre los grupos poblacionales de menores recursos las tasas de enfermedad cardiovascular fueron dos veces más altas que en las regiones más ricas. En el transcurso de los años, esta relación ha venido siendo dilucidada por la ciencia.
Se sabe actualmente que la programación fetal puede concretarse como respuesta ante distintas condiciones adversas durante la gestación, tales como deficiencias nutricionales, insuficiencia placentaria y estrés. Este fenómeno puede interpretarse como un intento del feto de adaptarse al ambiente intrauterino de nutrición restringida, asegurando su supervivencia a costa de modificaciones permanentes en sus estructuras y órganos vitales.
Pinho Franco se abocó al estudio de las repercusiones tardías del bajo peso al nacer desde su maestría. Puso en marcha esa línea de investigación con modelos animales y durante los últimos años ha migrado hacia los estudios de poblaciones de niños durante su posdoctorado y en el marco de una Ayuda a la Investigación – Apoyo a Jóvenes Investigadores, con enfoque en las alteraciones tardías del endotelio vascular, la capa que reviste la pared interna de los vasos sanguíneos.
“En los niños durante la etapa previa a la pubertad es posible notar una disminución de la vasodilatación de determinadas arterias y alteraciones de la presión arterial, fundamentalmente un aumento de la [presión] sistólica [o presión máxima, que marca la contracción del músculo cardíaco cuando el mismo bombea sangre]”, dijo Pinho Franco. “Son detalles pequeños, pero que elevan el riesgo cardiovascular en el futuro, en caso de que no se concrete ninguna intervención.”
El impacto de los ejercicios
En el trabajo más reciente, el grupo evaluó de qué manera la práctica de actividades físicas afecta el funcionamiento de las células progenitoras endoteliales en niños con edades entre 6 y 11 años que asisten a un centro de la juventud en el municipio de São Paulo.
“Estudios anteriores demostraron que la capacidad de desplazamiento de las células progenitoras endoteliales de la médula ósea al torrente sanguíneo y también su capacidad de transformación en células endoteliales maduras pueden alterarse debido a distintos estímulos. En ese contexto, observamos que los ejercicios físicos cumplen un rol importante y beneficioso con relación a la movilización de esas células”, dijo Pinho Franco.
Los resultados del estudio demostraron que el efecto positivo del entrenamiento físico fue más significativo en el grupo de niños con historial de bajo peso al nacer. Aparte de elevar los niveles de células progenitoras en la sangre, se registró un aumento de los niveles de óxido nítrico (NO) y del factor de crecimiento endotelial vascular (VEGF-A).
“Estas dos moléculas [NO y VEGF-A] participan en los procesos de movilización y reclutamiento de las células progenitoras endoteliales”, explicó la investigadora.
La reprogramación vascular
Datos existentes en la literatura científica sugieren que el fenómeno de la programación fetal está asociado a los denominados factores epigenéticos, es decir, a modificaciones bioquímicas que ocurren en las células (generalmente como respuesta ante las condiciones ambientales) y alteran la forma de expresión de los genes, sin que para ello sea necesaria una alteración en la secuencia genética.
El equipo de Pinho Franco sospecha que la práctica regular de actividades físicas durante la infancia actúa precisamente sobre esos mecanismos epigenéticos, y de este modo revierte el patrón perjudicial de expresión génica inducido por la condición gestacional adversa.
A juicio de la investigadora, los resultados de este estudio indican que una intervención sencilla y de bajo costo puede tener un impacto decisivo en la vida adulta de los niños que nacen con bajo peso.
“Debe orientarse a los padres a que hagan que sus hijos se ejerciten lo antes posible. Y los pediatras, por su parte, debe llevar a cabo el seguimiento de esos niños con otra mirada: deben realizar estudios regulares de perfil lipídico, medir la presión arterial y evaluar otros marcadores cardiovasculares”, sostuvo.
Puede leerse el artículo intitulado Physical activity intervention improved the number and functionality of endothelial progenitor cells in low birth weight children en el siguiente enlace: www.nmcd-journal.com/article/S0939-4753(19)30328-X/fulltext.
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