La araña violín (a la der.) detecta áreas vulnerables del cuerpo del opilión para matarlo y devorarlo, según apunta un estudio realizado en la Universidad de São Paulo y en la Universidad Federal de Uberlândia (foto: Rodrigo Hirata Willemart)
El arácnido detecta zonas vulnerables del cuerpo del animal para matarlo y devorarlo, según apunta estudio realizado en universidades de Brasil
El arácnido detecta zonas vulnerables del cuerpo del animal para matarlo y devorarlo, según apunta estudio realizado en universidades de Brasil
La araña violín (a la der.) detecta áreas vulnerables del cuerpo del opilión para matarlo y devorarlo, según apunta un estudio realizado en la Universidad de São Paulo y en la Universidad Federal de Uberlândia (foto: Rodrigo Hirata Willemart)
Por Elton Alisson
Agência FAPESP – El revestimiento denso y rígido que recubre el cuerpo de algunos artrópodos (insectos, crustáceos y arácnidos) no funciona como una armadura muy eficiente para que el opilión Mischonyx cuspidatus se libre del ataque de una araña de rincón o araña violín (Loxosceles gaucho).
Un estudio realizado por investigadores de la Escuela de Artes, Ciencias y Humanidades de la Universidad de São Paulo (EACH-USP), en colaboración con colegas de la Universidad Federal de Uberlândia (UFU), del estado de Minas Gerais, demostró que la araña violín es capaz de identificar regiones vulnerables del cuerpo del Mischonyx cuspidatus donde el exoesqueleto es más flexible, para matarlo y devorarlo cuando se convierte en su presa.
Resultados de esta investigación, realizada en el marco del proyecto intitulado “La comunicación química en opiliones (Arachnida, Opiliones): morfología, comportamiento y química”, con el apoyo de la FAPESP, salieron descritos en un artículo que acaba de publicarse en la versión online de la revista Animal Behaviour, de editorial Elsevier.
“Constatamos que la araña violín logra evitar la armadura del opilión Mischonyx cuspidatus al detectar las regiones del cuerpo de la presa más vulnerables. De esa forma es como logra perforarlo más fácilmente”, declaró Rodrigo Hirata Willemart, docente de la EACH-USP y coordinador del proyecto, a Agência FAPESP.
Los opiliones son arácnidos del homónimo orden Opiliones. El suborden más común en Brasil es el de los Laniatores, al cual pertenece la especie Mischonyx cuspidatus.
De acuerdo con Willemart, los opiliones tienen diferentes estrategias de defensa para deshacerse de un ataque de esas arañas que son sus predadoras, junto a algunas aves, mamíferos y anfibios, entre otros animales. Una de ellas es la liberación de secreciones con un fuerte olor en forma de gotas o en chorros, para ahuyentar al ocasional predador.
Con todo, los científicos brasileños descubrieron que esa estrategia de defensa química raramente es usada por algunos opiliones del suborden Laniatores contra especies de arañas del banano tales como la Enoploctenus cyclothorax y la Ctenus ornatus.
La hipótesis indicaba que los opiliones Laniatores, debido a que poseen un exoesqueleto rígido, ya contarían con una protección contra las arañas. El uso de secreciones contra esos predadores, al contar ya con esa “armadura”, quizá representase un desperdicio de “arma química”, con un probable costo alto de producción para ellos, evaluaron.
“Pese a que esas dos arañas son mucho más fuertes y más grandes, no logran penetrar la armadura de los opiliones porque suele suceder que el aguijón de los quelíceros [las piezas bocales que utilizan para picar] resbala sobre el exoesqueleto de las presas, y entonces desisten de atacarlos”, dijo Willemart. “Saltan sobre el opilión e intentan morderlo, pero enseguida pierden interés, pues la armadura de éste es muy dura.”
Con todo, al realizar estudios de campo, los investigadores constataron que la araña violín, que tiene el cuerpo y los quelíceros más delicados, es capaz de matar y comerse a los opiliones.
“Solíamos encontrar en el monte carcasas de opiliones Laniatores en telas de araña violín. Por eso nos pareció que era la especie perfecta para entender de qué manera podría ser atravesada la armadura del opilión.”
Experimentos en laboratorio
Con el objetivo de descubrir cómo depredan opiliones y analizar en detalle la estrategia de caza de estos animales, los investigadores realizaron tres experimentos en laboratorio, con pares de arañas de rincón y opiliones Mischonyx cuspidatus.
En el primero, evaluaron si la araña violín se vale de las pistas químicas que deja el opilión al caminar sobre una superficie como señal indicadora para seleccionar el lugar donde debe permanecer para capturarlo.
Mantuvieron a los opiliones en un papel filtro durante 24 horas, para que los animales caminasen sobre la superficie e impregnasen el papel con compuestos químicos. Luego introdujeron el papel impregnado con compuestos químicos de los opiliones en la mitad del área del terrario y dejaron la otra mitad del recipiente sin pistas químicas, para evaluar de qué lado permanecían durante más tiempo las arañas violín.
No hubo una diferencia significativa de tiempo durante el cual las arañas permanecieron de un lado u otro del terrario, con y sin pistas químicas de los opiliones.
“La araña violín no se valió de las pistas químicas del opilión para elegir el lugar en donde debería quedarse”, dijo Willemart.
En tanto, en el segundo experimento, los investigadores evaluaron si las vibraciones transmitidas por un sustrato resultan importantes para que la araña violín localice al opilión en un ambiente, toda vez que ese factor cumple un papel importante en la captura de presas por parte de las arañas, y las arañas violín no poseen una buena visión.
Pusieron arañas violín y opiliones sobre un sustrato que transmite las vibraciones –un papel filtro– y otra superficie que las disminuye mucho –una piedra de granito– y evaluaron cuánto tiempo tardaban las arañas para atacar a los opiliones en cada uno de esos sustratos distintos.
Los resultados del test también indicaron que en ambos tipos de sustratos las arañas tuvieron éxito al capturar a la presa.
“Eso no significa que la araña violín no usa las vibraciones que transmite un sustrato para ubicar a la presa, sino que, con o sin esa modalidad sensorial, igual logra capturar al opilión”, dijo Willemart.
En el tercer experimento, los científicos evaluaron si las telas que teje la araña violín sobre el suelo, parecidas a una sábana de seda, tornan posible capturar y manipular más fácilmente al opilión, al permitirle morder áreas más vulnerables de la presa.
En esta prueba, la araña violín fue igualmente exitosa al capturando al otro arácnido, con o sin o sábana de tela.
“Creíamos que la araña violín tendría más éxito al usar la sábana. Pero, sorprendentemente, no fue lo que sucedió”, dijo Willemart.
De las 68 arañas violín que los investigadores utilizaron en los test, 51 encontraron una manera de capturar y luego matar y devorar a los opiliones, informó el investigador.
Una toma de judo
Para entender de qué modo la araña violín supera las defensas de una presa con una armadura tan blindada como es el exoesqueleto del opilión, los investigadores grabaron videos y describieron el comportamiento del arácnido al atacar a su presa.
Según Willemart, al principio, la araña violín se aproxima lentamente y con cautela al animal: intenta ubicarse siempre adelante de su presa para evitar la fuga.
Al rodearlo, la araña empieza a tantear al opilión repetidamente con sus patas, posiblemente en busca de áreas vulnerables, y evita acercarse mucho a su cuerpo, que también posee quelíceros y espinas filosas en las patas.
Si el opilión se queda inmóvil o se mueve poco, la araña violín puede aplicar una toma que en judo configuraría un ippon: una puesta de espalda contra el piso.
Luego le asesta una serie de picaduras venenosas en las articulaciones y en las partes distales de las patas (la parte más alejada del cuerpo), las zonas donde el exoesqueleto es más blando a los efectos de permitir el desplazamiento del animal.
“Analizamos 176 picaduras asestadas por arañas violín en opiliones durante el estudio, y en el 100% de los casos las mismas se produjeron en las articulaciones o en las partes distales de las patas”, afirmó Willemart.
En ninguno de los ataques los opiliones liberaron secreciones químicas contra las arañas violín.
Una hipótesis para explicar la decisión de no usar la defensa química indica que los opiliones evitan utilizar las secreciones defensivas contra las arañas en general, toda vez que, aparentemente, pueden protegerse del ataque de la mayoría de éstas con su exoesqueleto rígido.
Pero no cuentan con las habilidades de la araña violín para detectar los “puntos débiles”.
“La araña violín posee una estrategia de caza de opiliones que, en comparación con las que tienen otras especies de arañas, tales como algunas pertenecen al grupo de las del banano, funciona mucho mejor”, evaluó Willemart.
“Es como si las arañas violín fuesen luchadoras estrategas, que exploran los puntos débiles de sus oponentes, en tanto las arañas del banano serían peleadoras callejeras, que atacan a los opiliones sin una técnica adecuada”, comparó.
Los investigadores pretenden ahora estudiar si otros artrópodos con exoesqueleto rígido generan respuestas similares al ser atacados tanto por arañas que cazan, como las del grupo de las del banano, como por arañas violín.
Los resultados del este estudio, publicados en el artículo intitulado Delicate fangs, smart killing: the predation strategy of the recluse spider (doi: 10.1016/j.anbehav.2014.12.025), de Willemart y otros, pueden leerse en la revista Animal Behaviour, en la siguiente dirección: www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0003347214004783.
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