El uso sostenible de los recursos naturales es esencial para asegurar el desarrollo socioeconómico del país, apuntan los autores del Sumario para Tomadores de Decisiones del 1º Diagnóstico Brasileño sobre Biodiversidad (foto: Fábio R.S./ Wikimedia)

La biodiversidad es estratégica para el desarrollo de Brasil
20-12-2018
PT EN

El uso sostenible de los recursos naturales es esencial para asegurar el desarrollo socioeconómico del país, apuntan los autores del Sumario para Tomadores de Decisiones del 1º Diagnóstico Brasileño sobre Biodiversidad

La biodiversidad es estratégica para el desarrollo de Brasil

El uso sostenible de los recursos naturales es esencial para asegurar el desarrollo socioeconómico del país, apuntan los autores del Sumario para Tomadores de Decisiones del 1º Diagnóstico Brasileño sobre Biodiversidad

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El uso sostenible de los recursos naturales es esencial para asegurar el desarrollo socioeconómico del país, apuntan los autores del Sumario para Tomadores de Decisiones del 1º Diagnóstico Brasileño sobre Biodiversidad (foto: Fábio R.S./ Wikimedia)

 

Por Elton Alisson  |  Agência FAPESP – La biodiversidad y los servicios ecosistémicos, tales como el suministro de agua, el aire puro y los alimentos, son fundamentales para la construcción de un futuro próspero y sostenible para la población brasileña, con mayor generación de empleo e ingresos y la disminución de las desigualdades sociales y económicas. 

Pero estas metas sólo se alcanzarán si se reconoce y se incentiva el aporte de la biodiversidad y de los servicios ecosistémicos para impulsar el desarrollo económico y social del país, y si se concretan inversiones en su conservación y en su restauración. 

Éstas son las conclusiones de un grupo de científicos autores del Sumario para Tomadores de Decisiones del 1º Diagnóstico Brasileño sobre Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos. Este documento, elaborado por la Plataforma Brasileña de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (BPBES, por sus siglas en inglés), apoyada por el Programa FAPESP de Investigaciones en Caracterización, Conservación, Restauración y Uso Sostenible de la Biodiversidad (BIOTA-FAPESP), se dio a conocer el pasado 8 de noviembre en el marco de un evento realizado en el Museo del Mañana, en Río de Janeiro. 

“Estimamos que Brasil tiene todo por ganar desde el punto de vista económico si sale del actual sistema de sustitución de vegetación nativa por áreas agrícolas. Es mucho más ventajoso para el país contar con paisajes multifuncionales, con áreas agrícolas y de conservación que permiten que los ecosistemas funcionen una manera mucho mejor, manteniendo servicios ecosistémicos esenciales tales como la recarga de acuíferos y el retiro de carbono de la atmósfera”, declaró Carlos Joly, docente de la Universidad de Campinas (Unicamp) y miembro de la coordinación de la BPBES y del Programa BIOTA-FAPESP, a Agência FAPESP

Los investigadores afirman que en Brasil la biodiversidad y los servicios ecosistémicos son tenidos como obstáculos para el desarrollo económico. Pero a decir verdad constituyen los elementos fundamentales para hacer frente a crisis socioeconómicas y ambientales nacionales y globales, pues aportan nuevas oportunidades de desarrollo. Por eso debe incorporárselos a las políticas de desarrollo del país. 

La biodiversidad conservada genera oportunidades de negocios para industrias tales como la del turismo, la de cosméticos, la de fármacos y la de alimentos. En tanto, la concentración de pobreza en municipios con gran cobertura vegetal autóctona remanente puede convertirse en una gran oportunidad para conciliar la conservación de la naturaleza con el desarrollo humano, consignan los científicos. 

Alrededor del 40% de la cobertura vegetal de Brasil está contenida en 400 municipios, que representan el 7% del total de municipios del país, y donde vive el 13% de la población brasileña económicamente más pobre. En otros municipios similares, la remoción de la cobertura vegetal y la transformación de esas áreas en plantaciones agrícolas o pasturas no se tradujeron en una mejora de las condiciones de vida de la población de esas regiones. Estudios demostraron que, históricamente, el reemplazo de los bosques por actividades agropecuarias en Brasil durante las últimas décadas no redundó en un aumento significativo del Índice de Desarrollo Humano (IDH) de los habitantes previamente instalados en esas zonas, ponderan los investigadores. 

“Esto ocurre porque esa gente no se ve beneficiada por la implementación de las actividades agropecuarias en esas áreas en donde había cobertura vegetal. Y termina engrosando el éxodo rural, pues se ve empujada hacia la periferia de las grandes ciudades, en donde vivirá en condiciones mucho peores que las que tenía en el campo”, dijo Joly. 

Mediante la ampliación significativa de las políticas de generación de ingresos a partir de la naturaleza conservada –como la Política de Garantía de Precios Mínimos para los Productos de la Sociobiodiversidad, aplicada a productos forestales no madereros, extraídos en su mayoría por poblaciones tradicionales y agricultores familiares–, sería posible mantener a esas personas asentadas en esas regiones selváticas y mejorar sus condiciones de vida, estiman los investigadores. 

“Es necesario hacer posible la explotación en forma sostenible de los productos forestales que realizan las comunidades locales, de manera tal que la selva les permita mejorar sus condiciones de vida, y no reemplazar la selva por un sistema de producción que no beneficiará a la población local”, dijo Joly. 

Una ventana de tiempo limitada 

A juicio de los investigadores, el aprovechamiento de las oportunidades de uso sostenible de la biodiversidad brasileña para promover el desarrollo económico y social del país cuenta con una ventana de tiempo limitada y afronta obstáculos críticos. Algunos de ellos tienen que ver con asegurar el cumplimiento de las leyes existentes mediante mecanismos regulatorios y de incentivo en concordancia con los compromisos globales de sostenibilidad que el país ha asumido. 

Entre los acuerdos internacionales asumidos por Brasil se encuentran los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), las Metas de Aichi –orientadas a la disminución de la pérdida de la biodiversidad del planeta en el período 2011-2020– y el Acuerdo Climático de París, aprobado en 2015.

“El cumplimiento de las metas que planteó Brasil en el Acuerdo de París, por ejemplo, le permitiría al país disminuir o eliminar la deforestación, algo es de suma importancia en el plano nacional. Los bosques valen mucho más en pie a mediano y largo plazo que transformados en campos de soja, que serán productivos durante algún tiempo y sólo beneficiarán a sus propietarios o a un grupo de gente, sin aportarles retornos a la sociedad en general o a la población que vivía allí”, dijo Joly.  

Internamente, Brasil dispone de una amplia variedad de instrumentos de política y de opciones de gobernanza socioambiental. La ineficiencia en el control o en la gestión, o el escaso incentivo al cumplimiento de las reglas traen aparejados riesgos con respecto a la consolidación de un futuro sostenible para el país, según consignan los investigadores. 

Pese a la disminución de las tasas anuales de pérdida de hábitats por desmonte en biomas brasileños durante la última década, especialmente en la Amazonia, la conversión de los ecosistemas naturales sigue siendo elevada, especial en el Cerrado (la sabana brasileña, con 236 mil km² deforestados entre los años 2000 y 2015) y en la Caatinga (la región semiárida, que sufrió la conversión del 45% de su cobertura original). Incluso en el Bosque Atlántico, la extensión deforestada –alrededor de 29 mil hectáreas entre 2015 y 2016– supera sustancialmente al área restaurada en dicho bioma en el mismo lapso de tiempo. 

Durante los últimos años, las pérdidas forestales en el país sobrepasaron al menos tres veces todas las promesas de restauración realizadas en el período, según compararon los autores del sumario. 

En los biomas más degradados, el cumplimiento de la Ley de Protección de la Vegetación Autóctona (el nuevo Código Forestal) promoverá la recomposición de la vegetación nativa –debido a la implementación del Catastro Ambiental Rural (CAR) y del Programa de Regularización Ambiental (PRA)–, con beneficios para la biodiversidad y los servicios ecosistémicos, la producción y la conservación del agua y el secuestro de carbono inclusive.

La estimación indica a que el cumplimiento de la ley generará unos 20 millones de hectáreas de área restaurada, y redundará en otros beneficios para los propietarios de tierras, tales como una mayor productividad y la generación de nuevos negocios y empleos verdes, según estiman los investigadores. 

“Hay una serie de cuellos de botella que llevaron a que la implementación del nuevo Código Forestal no avance de la manera que querríamos, y quedaron en el camino aspectos importantes durante su discusión, como el ancho de las áreas de protección permanente”, dijo Joly. 

“Pero si logramos implementar lo que se aprobó, el país aún reunirá efectivamente las condiciones como para llegar a lo que estamos planteando en este diagnóstico y cumplir sus compromisos internacionales”, añadió. 

El Protocolo de Nagoya 

El Sumario para Tomadores de Decisiones del 1º Diagnóstico Brasileño sobre Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos se presentó poco menos de una semana después de la concreción de la 14ª Conferencia de las Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica (COP 14), realizada en Egipto entre los pasados días 17 y 29 de noviembre. 

Como Brasil no ratificó el Protocolo de Nagoya –que entró en vigencia hace cuatro años y tiene por objeto promover un reparto justo y equitativo de los beneficios provenientes de la utilización de los recursos genéticos y contribuir así para la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad–, el país se quedó afuera de las decisiones que se tomaron al respecto durante la COP 14. 

“La no adhesión de Brasil al Protocolo de Nagoya es irracional pues, cuando resuelva eventualmente ratificarlo, cuestiones importantes para el país como el reparto de beneficios de áreas transfronterizas ya habrán sido decididas de una manera tal que puede no ser la más interesante para nosotros”, evaluó Joly. 

“Brasil es el país con la mayor biodiversidad mundial y tiene todo por ganar con relación al reparto de beneficios. La no ratificación del Protocolo de Nagoya por creer que puede perder alguna cosa en áreas transfronterizas o en el tema de los recursos genéticos que son económicamente importantes, y cuya mayoría está fuera del Protocolo, es de una extremada miopía”, sostuvo. 

El Sumario para Tomadores de Decisiones del 1º Diagnóstico Brasileño de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos se encuentra disponible en: www.bpbes.net.br/produtos.  

 

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