José Lino Salvador Barañao, ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de Argentina, se refiere a la cooperación internacional y a las colaboraciones en investigación científica con Brasil (foto: Prensa Ministerio de Ciencia)
José Lino Salvador Barañao, ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de Argentina, se refiere a la cooperación internacional y a las colaboraciones en investigación científica con Brasil
José Lino Salvador Barañao, ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de Argentina, se refiere a la cooperación internacional y a las colaboraciones en investigación científica con Brasil
José Lino Salvador Barañao, ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de Argentina, se refiere a la cooperación internacional y a las colaboraciones en investigación científica con Brasil (foto: Prensa Ministerio de Ciencia)
Por Samuel Antenor
Agência FAPESP – El químico José Lino Salvador Barañao, quien se encuentra al frente del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de Argentina desde su creación, en 2007, ha apuntado a transformar las inversiones en ciencia y tecnología en resultados que se traduzcan en el acercamiento de la gente al conocimiento que se produce en el país.
Para el ministro, “la ciencia no debe tener fronteras”. A su vez, Barañao recuerda que Brasil es el principal socio en investigación científica de Argentina, y menciona ejemplos de colaboración en las áreas biología estructural, células madre, meteorología, astronomía y tecnología de la información, entre otras, aparte de la participación argentina en el proyecto Sirius, la nueva fuente brasileña de luz sincrotrón que el Laboratorio Nacional de Luz Sincrotrón construye en la ciudad paulista de Campinas.
El ministro habló en exclusividad con Agência FAPESP durante la FAPESP Week Buenos Aires.
Agência FAPESP – ¿Cómo observa la política científica argentina a lo largo de los años, y en esa trayectoria, cuál ha sido planificación en el área hasta la creación del ministerio?
Ministro Lino Barañao – Argentina siempre le ha brindado un apoyo oscilante a la ciencia durante las décadas pasadas. Hubo momentos de persecución contra los científicos, durante períodos dictatoriales, y otros en que a los científicos se los consideró prescindibles, durante los períodos de economía neoliberal. Solamente a partir de 2003 empezó a haber en Argentina una continuidad en la política científica, con una preocupación del gobierno con el tema, cuando se tomaron medidas concretas para mejorar los sueldos de los científicos y abrir la carrera de investigador científico en el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), por ejemplo.
Entre 2003 y 2007 hubo un proceso de reconstrucción, mediante la obtención de fondos para la investigación científica y el fortalecimiento de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, que había sido creada casi diez años antes. Ese cambio cualitativo permitió la creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva. Esta denominación no es casual, pues el gobierno argentino decidió poner a la ciencia y a la tecnología al servicio del desarrollo económico y social, de manera tal que el conocimiento producido pudiese mejorar la calidad de vida de la gente.
A partir de la creación del ministerio, tratamos de dotar de coherencia al sistema de ciencia y tecnología argentino, que estaba demasiado compartimentado, con una superposición de actividades, mediante la creación de un consejo interinstitucional que quedó a cargo de una de las secretarías del ministerio. Y luego continuamos con el fortalecimiento, tanto en recursos humanos como en infraestructura.
Agência FAPESP – Luego de la creación del ministerio, ¿qué acciones se pusieron en práctica?
Barañao – Durante estos años hemos construido 190 mil metros cuadrados de edificios en todo el país. Teníamos un déficit de 120 mil metros cuadrados, pues hacía tres décadas que no se invertía en el área. Pero no solamente hemos fortalecido el sistema. Tratamos también de insertarlo efectivamente en la actividad productiva, mediante el fomento a la constitución de consorcios público-privados, con objetivos concretos en materia de aplicación del conocimiento en la innovación tecnológica, para generar productos en el mercado y nuevos servicios que no existían en el país, y una actividad de planificación importante. Elaboramos el plan Argentina Innovadora 2020, con la participación de más de 1.500 profesionales, productores y representantes de distintos sectores.
En dicho plan se identificaron 30 núcleos socioproductivos, y ese consenso es lo que permite garantizar la continuidad de este programa, porque se contó con el aval de todos esos sectores. Básicamente, durante este período, hemos fortalecido el sistema, lo que permitió construir también una conciencia pública, como un elemento importante de la política. Así empezamos a cosechar los primeros logros de esas inversiones, a partir no solamente de descubrimientos científicos, sino también de soluciones completas para problemas sociales e industriales.
Agência FAPESP – ¿Cómo se encuentra actualmente la investigación científica colaborativa de Argentina con científicos y con instituciones internacionales? ¿Tiene características específicas la colaboración con otros países?
Barañao – El tema de las relaciones internacionales en investigación científica depende en gran medida del ministerio, y mantenemos convenios de cooperación e intercambios con más de 140 instituciones internacionales. En términos de investigación colaborativa, la mayor parte se concreta con Brasil y después con España, Francia, Estados Unidos y Alemania. Somos un país con un alto índice de eficiencia en la participación en programas de la Unión Europea, por ejemplo, con un oficina de apoyo a los científicos argentinos para su integración en las redes de investigación y en programas de los países europeos.
Sólo con Francia, mantenemos más de 50 proyectos de cooperación científica. Pretendemos ahora abrir una oficina de este tipo para brindarles a apoyo a los científicos argentinos también en países latinoamericanos. Mantenemos convenios prácticamente con todos los bloques mundiales, incluso con países de África, Asia y el Caribe. No obstante, consideramos que algunas especificidades deben tenerse en cuenta en esas cooperaciones, es decir, no existe cooperación en todas las áreas, sino en áreas específicas con cada país, de manera tal de fortalecer nuestros intereses mutuos.
Agência FAPESP – ¿Cuál es el rol de Brasil en este ámbito?
Barañao – Tratamos de avanzar en los intercambios tanto física como virtualmente, intentando consolidar esa cooperación en una estructura formal y estable. Con Brasil mantenemos una fuerte colaboración en áreas tales como biología estructural, células madre, meteorología, astronomía y tecnología de la información, entre muchas otras; virtualmente, pero también con la participación en proyectos estructurales tales como el Sirius, un conjunto de aceleradores de electrones actualmente en construcción en el Laboratorio Nacional de Luz Sincrotrón (LNLS), en Campinas, donde la mayor parte de los científicos extranjeros en actuación proviene de Argentina.
Por supuesto que la ciencia es cooperativa, internacional, no debe tener fronteras o límites; pero, naturalmente, debemos tener una ambición local en términos de producción de conocimiento y de aprovechamiento de sus resultados, pues durante mucho tiempo América Latina contribuyó con el conocimiento internacional sin recibir buena parte de sus beneficios, aunque por incapacidad de absorber y aprovechar localmente ese conocimiento. Pero creo que América Latina ha avanzado lo suficiente y ahora tiene capacidad como para que el conocimiento desarrollado localmente aporte beneficios sociales a los países que sepan asegurar el reconocimiento político y la financiación permanente de las actividades científico-tecnológicas.
La ciencia actúa de manera tal de facilitar la integración entre los países, por eso trabajamos también con la cancillería argentina, que nos ve como un instrumento de acercamiento a países con los cuales no necesariamente existan vínculos diplomáticos. La ciencia constituye, sin lugar a dudas, un vínculo internacional importante.
Agência FAPESP – Y con relación al estado de São Paulo, que tiene una población equivalente a la de Argentina y es responsable de más de la mitad de la producción científica brasileña, ¿cuáles son las expectativas en términos de cooperación?
Barañao – Suele ser más efectivo el intercambio a nivel de estados o provincias, o institucionales, que a nivel de los gobiernos nacionales. En general buscamos como contrapartida instituciones que garanticen el compromiso con la cooperación. No apuntamos a firmar convenios protocolares, sino aquéllos que puedan ponerse efectivamente en práctica. Cabe subrayar que con Brasil la colaboración sigue siendo muy buena, incluso con investigaciones realizadas mediante la colaboración directa entre universidades y grupos de investigación, y muchas veces basta con cubrir únicamente los gastos de intercambios y viajes, lo que ya está integrado en las financiaciones concedidas. En el caso de una asociación con el estado de São Paulo, es particularmente atractiva, pues la mayor parte de los científicos brasileños que trabajan junto con argentinos se encuentra en las universidades públicas de São Paulo, por eso estamos dispuestos a fortalecer este tipo de vínculos mediante acuerdos específicos.
Agência FAPESP – Como estrategia para proyectos a mediano y largo plazo, ¿usted cree que el rol del Estado en la financiación de la investigación científica se ha modificado o sigue siendo absolutamente necesario para el desarrollo de la ciencia y la tecnología en un país como Argentina?
Barañao – Creo que en todos los países el Estado es el principal promotor del conocimiento, sobre todo del conocimiento básico. Incluso en países con una economía de mercado extremadamente desarrollada, como Estados Unidos, mediante la financiación de la investigación básica y del poder de compra del Estado: como en el área de Defensa, que es históricamente un promotor del desarrollo tecnológico, el rol del Estado es fundamental.
En Argentina, la financiación del 75% de las actividades de investigación y desarrollo le corresponde al Estado, y el 25% al sector privado. Con todo, en la medida en que tengamos más empresas de base tecnológica, habrá un mayor equilibrio en esa financiación. El rol del Estado sigue siendo fundamental no solamente en el financiamiento, sino sobre todo en la planificación estratégica que debe hacerse, integrando a muchos sectores y empleando instrumentos para que las inversiones tengan un carácter económico y social.
Agência FAPESP – ¿Cómo asegurar esa actuación, cuando normalmente la sociedad no ve con claridad a la ciencia y a la tecnología intrínsecamente vinculadas con cuestiones económicas y sociales?
Barañao – Es un desafío que tenemos claro desde el principio. Por eso hemos desarrollado acciones muy concretas de divulgación de ciencia y tecnología, tales como la creación de un canal de televisión dedicado a la divulgación científica y cultural: TECtv, para promover la vocación científica de los jóvenes y la conducta innovadora en las empresas. Más recientemente hemos creado una agencia de comunicación de la ciencia, la tecnología y la innovación, que tendrá su sede en el propio ministerio, en el polo de ciencia y tecnología actualmente en construcción, y que financiará proyectos de divulgación científica y cultural, incluso actividades en museos. También tenemos desde 2011 la feria anual Tecnópolis, que hacemos en el Gran Buenos Aires, siempre entre julio y noviembre, con la presencia de más de 150 mil alumnos por año.
En los stands, estudiantes universitarios de ciencias realizan exposiciones, lo que permite romper con el estereotipo del científico apartado de la sociedad. Son jóvenes matemáticos, químicos, tecnólogos, que se visten, tienen tatuajes y usan redes sociales como los jóvenes que frecuentan la feria, lo que ayuda a crear una identificación entre esos futuros científicos y el público. Asimismo, es sumamente efectivo en términos de transmisión del conocimiento, pues es distinto que con los textos escritos. Es gente hablando con gente. Ésa es una de las actividades centrales de nuestra gestión, que consiste en hacer que los científicos también estén comprometidos ellos mismos con las actividades de divulgación.
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