Los avances logrados durante las últimas décadas, como el aumento de la expectativa de vida, por ejemplo, pueden revertirse debido a la rápida y constante pérdida de biodiversidad y de servicios ecosistémicos, apuntan informes globales (foto: Wikimedia)
Los avances logrados durante las últimas décadas, como el aumento de la expectativa de vida, por ejemplo, pueden revertirse debido a la rápida y constante pérdida de biodiversidad y de servicios ecosistémicos
Los avances logrados durante las últimas décadas, como el aumento de la expectativa de vida, por ejemplo, pueden revertirse debido a la rápida y constante pérdida de biodiversidad y de servicios ecosistémicos
Los avances logrados durante las últimas décadas, como el aumento de la expectativa de vida, por ejemplo, pueden revertirse debido a la rápida y constante pérdida de biodiversidad y de servicios ecosistémicos, apuntan informes globales (foto: Wikimedia)
Por Elton Alisson
Agência FAPESP – La constante y rápida degradación de los sistemas naturales que se observa en todo el planeta pone en riesgo la salud humana, y puede dejar sin efecto logros alcanzados en las últimas décadas, como el aumento de la expectativa de vida, por ejemplo.
Éste es un alerta que aparece en dos informes globales publicados simultáneamente en los últimos meses, uno a finales de junio, de la Secretaría del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS), y el otro al mes siguiente, a cargo de la Rockefeller Foundation, de Estados Unidos, en colaboración con la revista Lancet, del Reino Unido.
Las dos publicaciones se presentaron en Brasil en día 24 de septiembre, durante el panel intitulado “Planetary health: a challenge for individual health”, realizado en el campus de la Universidad de São Paulo (USP), en la ciudad de São Paulo.
“Ambos informes se complementan y resumen el actual conocimiento científico sobre las relaciones entre salud y medio ambiente”, dijo Braulio Ferreira de Souza Dias, secretario ejecutivo de la CDB, en su conferencia durante el evento.
En el informe intitulado Connecting Global Priorities: Biodiversity and Human Health, elaborado por la CDB en colaboración con la OMS, se señala que la degradación ambiental ha venido provocando la declinación de la biodiversidad y de los servicios ecosistémicos en el mundo, tales como el suministro de agua, de alimentos y de aire limpio.
La declinación de dichos servicios ecosistémicos representa un riesgo creciente para la salud humana y para la sostenibilidad económica del planeta, evalúan los autores del documento.
“A diferencia de los cambios climáticos, que pueden manifestarse en eventos extremos claramente perceptibles, tales como sequías e inundaciones en mayor frecuencia, la pérdida de biodiversidad y de servicios ecosistémicos debido a la degradación ambiental es un proceso lento, continuo y poco visible. Por eso la mayor parte de las gente no se percata de ellos”, afirmó Ferreira de Souza Dias.
El informe indica que la constante degradación ambiental ha ocasionado la pérdida de más del 80% de la vegetación herbácea, aparte del 90% de todas las áreas húmedas y de las existencias de peces de mayor porte en el mundo.
Asimismo, también ha redundado en la pérdida de más del 90% de la variedad genética de especies de trigo, arroz y frutas tales como la manzana en las últimas décadas.
“La pérdida de esta diversidad de variedades está dejando a la población mundial más vulnerable a los brotes de plagas agrícolas y a un colapso en la oferta de alimentos”, dijo Ferreira de Souza Dias.
Según el secretario, muchos de los factores que están causando la degradación ambiental mundialmente son los mismos que están llevando a la pérdida de calidad de la salud humana.
Entre estos factores se encuentran los cambios en el uso de la tierra, la sobreexplotación de recursos biológicos, la polución atmosférica y la dispersión de especies exóticas e invasoras, además de los cambios climáticos y la acidificación de los océanos.
Los desequilibrios en los ecosistemas, causados por esas formas de degradación ambiental, provocan brotes de enfermedades tales como las causadas por el virus del Ébola y el hantavirus, apunta el informe.
“El empobrecimiento de ecosistemas lleva a la proliferación de organismos huéspedes o vectores de enfermedades. Existe claramente una relación entre enfermedades y desequilibrios de ecosistemas”, afirmó Ferreira de Souza Dias.
Las vinchucas (Triatoma infestans), que transmiten la enfermedad de Chagas, por ejemplo, prefieren acomodarse en palmeras, plantas que proliferan en áreas que han sufrido la degradación ambiental.
Al desforestar un área de selva, las palmeras rebrotan y facilitan la proliferación de estos insectos, explicó Ferreira de Souza Dias.
En tanto, el vibrión colérico (Vibrio cholerae), responsable de causar el cólera, está presente en todas las zonas costeras del mundo, y generalmente no causa problemas.
La contaminación resultante de eutrofización –el exceso de nutrientes– que llega a las zonas costeras ocasiona un fenómeno llamado marea roja y la destrucción de microcrustáceos que habitantes de esas zonas, ejemplificó Ferreira de Souza Dias.
“El reciente brote de ébola en África también estuvo asociado a la ruptura del equilibrio de la relación humana con los ecosistemas”, afirmó.
“El consumo de carne de animales silvestres en poblaciones pobres del interior de áreas selváticas, en razón de la falta de opción de otros alimentos, está llevando a que entren en contacto con la enfermedad causada por el virus del Ébola y otras zoonosis”, sostuvo.
Acciones urgentes
El informe intitulado Safeguarding human health in the Anthropocene epoch, de la Rockefeller Foundation en colaboración con Lancet, pone de relieve que los peligros que representa para la especie humana la degradación ambiental exigirán una urgente acción, tanto a nivel global como local, y, para ello, la cooperación resultará indispensable.
La Cumbre de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible, realizada en septiembre en la sede de la ONU, en Nueva York –en la cual los países adhirieron oficialmente a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)–, y la 21ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Clima (COP21), en París, a comienzos de diciembre, representan una ventana de oportunidades para poner en pauta la discusión sobre los impactos de la degradación ambiental sobre la salud presentes en la agenda global, sostienen los autores del informe.
“Es necesario que los países se esmeren en atacar las causas de los cambios ambientales, en la promoción de estándares sostenibles y equitativos de consumo y en el control del crecimiento de sus poblaciones, y que utilicen el poder de las nuevas tecnologías para promover cambios”, dijo Sir Andy Haines, docente de la London School of Hygiene and Tropical Medicine, en su videconferencia durante el evento.
Algunas de las medidas apuntadas en el informe con miras a disminuir los impactos de la degradación ambiental sobre la salud humana consisten en proteger los recursos hídricos, combatir y disminuir el desperdicio de alimentos, invertir en planes escalables y modelos de financiamiento para la implementación de energías renovables e incentivar las inversiones regionales en infraestructura de transporte urbano.
Las inversiones en transporte urbano público de pasajeros pueden ser benéficas tanto para la salud cardiovascular de las poblaciones como también para la salud ambiental, subrayan los autores del informe.
“Las soluciones deben basarse en la redefinición de prosperidad, con un enfoque en la mejora de la calidad de vida y en la promoción de la salud, junto al respeto por la integridad de los ecosistemas”, dijo Haines.
El encuentro contó con la participación de José Goldemberg, presidente de la FAPESP, y de representantes de la Secretaría de Medio Ambiente del Estado de São Paulo, de la USP y de los hospitales Sirio Libanés y Albert Einstein.
De acuerdo con Goldemberg, la investigación científica puede ayudar mucho en la búsqueda de soluciones con miras a la disminución de las causas de la degradación ambiental, que pueden eventualmente contribuir con otras áreas, además de la de salud.
El descubrimiento de que la paja de la caña de azúcar podría utilizarse para generar electricidad llevó a que la práctica de la quema de las plantas para la cosecha manual fuese reemplazada por la cosecha mecanizada de la caña cruda en los cañamelares del estado de São Paulo, ejemplificó.
“El aprovechamiento de ese subproducto de la caña de azúcar contribuyó en la disminución de la polución del aire, está ayudando a generar utilidades para las centrales productoras y a producir electricidad para el país”, sostuvo Goldemberg.
“Es necesario observar las causas y las consecuencias de la degradación ambiental, que pueden resultar en soluciones como ésta”, afirmó.
Puede accederse al informe Connecting Global Priorities: Biodiversity and Human Health en: www.cbd.int/health/stateofknowledge/default.shtml.
Y puede también leerse el informe Safeguarding human health in the Anthropocene epoch en: www.thelancet.com/commissions/planetary-health.
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