El país debe monitorear el problema para detectar las causas de la disminución de la cobertura vegetal en otros biomas además de la Amazonia, según afirmaron investigadores en Brasilia, durante un workshop internacional (imagen de satélite: Nasa Earth Observatory)
El país debe monitorear el problema para detectar las causas de la disminución de la cobertura vegetal en otros biomas además de la Amazonia, afirman investigadores en un workshop internacional
El país debe monitorear el problema para detectar las causas de la disminución de la cobertura vegetal en otros biomas además de la Amazonia, afirman investigadores en un workshop internacional
El país debe monitorear el problema para detectar las causas de la disminución de la cobertura vegetal en otros biomas además de la Amazonia, según afirmaron investigadores en Brasilia, durante un workshop internacional (imagen de satélite: Nasa Earth Observatory)
Por Elton Alisson
Agência FAPESP – Brasil ha avanzado mucho durante los últimos 25 años en el monitoreo de la deforestación de la Selva Amazónica, mediante acciones tales como la implementación del Programa de Cálculo del Desmonte de la Amazonia (Prodes), en 1988, y del Sistema de Detección del Desmonte en Tiempo Real (Deter), en 2004, ambos del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe, por sus siglas en portugués).
Pero ahora urge prestarle más atención a otro problema ambiental tan grave como la deforestación: la degradación forestal, que afecta no sólo a la Amazonia, sino también a otros biomas brasileños.
Este análisis estuvo a cargo de un grupo de científicos de instituciones tales como el Inpe, la estatal Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa), la Nasa (la organización espacial de Estados Unidos), el Instituto Max Planck (de Alemania) y el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) durante el Workshop on Monitoring Forest Dynamics: carbon stocks, greenhouse gas fluxes and biodiversity, realizado entre los días 2 y 4 de septiembre en la Universidad de Brasilia (UnB).
“Debemos interpretar los datos de la deforestación en la Amazonia, pero también precisamos observar otros procesos de la dinámica forestal, tales como la degradación forestal, que también tiene impactos sobre las funciones ecológicas, sobre el almacenamiento de carbono y sobre la conservación de la biodiversidad”, dijo Mercedes Bustamante, docente del Departamento de Ecología de la UnB y organizadora del evento.
De acuerdo con los participantes en el encuentro, la degradación forestal difiere de la deforestación, que se caracteriza por la tala directa de los árboles, y es la responsable de la alteración significativa del paisaje de la Amazonia brasileña cuando parcelas de selva terminan convertidas en áreas de pastoreo.
En tanto, la degradación se define como la pérdida de la capacidad del bosque para realizar sus funciones originales, tal como la de contribuir para con el balance climático, hídrico y de carbono, en razón de la tala selectiva de árboles de interés comercial y de los incendios intencionales, entre otros factores.
“La degradación se ubica en una posición intermedia entre la selva intacta y aquélla que se transformó en área de pastoreo. Es una selva que aún no ha sido deforestada completamente”, resumió Michael Keller, científico del US Forest Service de Estados Unidos e investigador visitante de Embrapa Monitoreo por Satélite.
“Una selva degradada ha dejado de contar con las existencias de carbono y con la biodiversidad que tenía antes de ser afectada; pero, de llevarse a cabo en ella un manejo adecuado durante un lapso de 20 ó 30 años, puede regenerarse e incluso acercarse a sus características originales”, explicó.
Otra diferencia significativa entre ambos procesos, según los investigadores, radica en que la deforestación es más evidente e inequívoca, y puede observarse más fácilmente desde los satélites que se emplean en el monitoreo ambiental.
La degradación, a su vez, es más sutil. Se trata de un proceso a largo plazo y debe ser hacérsele un seguimiento continuo, a los efectos de detectar sus causas.
“Es necesario el seguimiento a largo plazo, no sólo de los cambios en la cobertura de la selva, sino también de los procesos que ocasionan tales alteraciones ambientales”, dijo Bustamante.
“Sin ello, no será posible estimar cuál será la trayectoria de los bosques degradados ni las comparaciones con la información proveniente de estudios de campo a los efectos de evaluar si se van a regenerar, si ganarán o perderán carbono o si puede que se encaminen hacia la deforestación”, dijo.
La degradación de la Amazonia
A finales de agosto, el Inpe divulgó por primera vez el mapeo de áreas de degradación forestal en la Amazonia Legal brasileña durante los años 2011, 2012 y 2013, realizado en el marco del proyecto Mapeo de la Degradación Forestal en la Amazonia Brasileña (Degrad).
El objetivo de esta iniciativa consiste en detectar, mediante imágenes de satélite, las áreas expuestas a la degradación forestal progresiva debido a la explotación selectiva de madera, con o sin uso de fuego, pero que todavía no han sufrido la tala lisa y llana.
Los datos del mapeo apuntan que el índice de degradación en la región durante estos tres años fue el menor registrado desde el inicio de la serie histórica del proyecto, en 2007, y sigue la tendencia a la disminución de la deforestación por tala directa en la selva verificada por el Prodes posterior a 2005.
“Es necesario invertir en un sistema de monitoreo a nivel nacional que abarque y tenga en cuenta las particularidades de los diferentes biomas brasileños, que también tienen una gran relevancia en la regulación del clima, la conservación de la biodiversidad y la diversas funciones ecosistémicas, igual que la Amazonia”, afirmó Bustamante.
Resulta más fácil monitorear y detectar la degradación de la Amazonia en comparación con otros biomas brasileños, pues la selva tiene una vegetación más tupida, por eso los claros que provoca la tala de árboles, por ejemplo, pueden notarse más fácilmente.
En tanto, el Cerrado, la sabana brasileña, tiene una vegetación más abierta, con mayor estacionalidad de árboles, arbustos y gramíneas, lo que dificulta la detección de las áreas degradadas.
“El gran énfasis en el monitoreo de la degradación forestal en Brasil ha recaído sobre la Amazonia; pero Embrapa, en colaboración con el Inpe y con la Universidad Federal de Goiás, está desarrollando un sistema de clasificación de las tierras del Cerrado”, comentó Keller.
El Servicio Forestal Brasileño (SFN) está avanzando en el desarrollo del Inventario Forestal Nacional de Brasil (IFN-BR), según comentó Joberto Freitas, investigador de la institución, durante una conferencia dictada en el evento.
La idea es que los datos del inventario se integren con los de la teledetección para monitorear la degradación forestal en los distintos biomas.
“Muchos países, como Estados Unidos por ejemplo, utilizan sistemas de monitoreo integrado como éste que Brasil pretende desarrollar: ése es el camino que el país debe seguir”, sostuvo Keller.
“El monitoreo de la degradación mediante el uso de datos integrados funciona mucho mejor que cuando se basa únicamente en datos de satélite o sólo se lleva a cabo mediante inventarios de bosques”, afirmó.
REDD+
Aparte del control forestal, el monitoreo de la degradación resulta importante para que Brasil y otros países en desarrollo definan estrategias de promoción del aumento de la cobertura vegetal y soliciten compensaciones económicas por ello, tal como se encuentra previsto en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC).
Este organismo internacional vinculado con el IPCC instituyó un mecanismo, denominado REDD+, o REDD plus, que permite la remuneración a los países en desarrollo por sus resultados en el combate contra la deforestación y la degradación forestal.
El tema es que todavía no se sabe de qué manera los países podrán probar el control de la degradación forestal, toda vez que no existe una línea de base que distinga sus causas, que pueden tener su origen en una perturbación natural, durante un período de sequía intensa, por ejemplo, o en la acción humana.
Asimismo, no existe una definición clara de qué es la degradación forestal entre los propios países signatarios de la UNFCCC.
“Desde la óptica de algunos científicos y de algunos países, la degradación es la pérdida a largo plazo de la capacidad de la selva para seguir ejerciendo sus funciones”, dijo Thelma Krug, investigadora del Inpe y vicepresidente de un equipo de trabajo del IPCC sobre inventarios nacionales de gases de efecto invernadero.
“Por otra parte, existen científicos y países que sostienen que, si la función de la selva fuera recuperada plenamente, eso no sería degradación”, ponderó.
Según Krug, no existe una intención de definir el concepto en las negociaciones climáticas internacionales, para no dificultar el proceso. “Si un determinado país no se ve reflejado en la definición de degradación o de deforestación durante una negociación, no es posible arribar a un consenso.”
*El reportero viajó por invitación de la Universidad de Brasilia (UnB).
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