Investigadores de São Paulo y de la University of California en Berkeley analizaron posibles colaboraciones científicas en Ciencias Sociales y estrategias que apunten a la participación popular (foto: Diego Freire)
Investigadores de São Paulo y de la University of California en Berkeley analizaron posibles colaboraciones científicas en Ciencias Sociales y estrategias que apunten a la participación popular
Investigadores de São Paulo y de la University of California en Berkeley analizaron posibles colaboraciones científicas en Ciencias Sociales y estrategias que apunten a la participación popular
Investigadores de São Paulo y de la University of California en Berkeley analizaron posibles colaboraciones científicas en Ciencias Sociales y estrategias que apunten a la participación popular (foto: Diego Freire)
Por Diego Freire, desde Berkeley (EE.UU.)
Agência FAPESP – Más allá de los avances sociales logrados con la redemocratización, la estabilidad económica y, durante los últimos años, con el aumento de los ingresos de los más pobres, la desigualdad social en Brasil persiste. Para analizar este problema de manera interdisciplinaria e innovadora, investigadores reunidos en Berkeley, Estados Unidos, durante la FAPESP Week California, debatieron oportunidades de colaboración para la realización de estudios en Ciencias Sociales, y estrategias de participación popular mediante el empleo de nuevas tecnologías.
El abordaje del panorama de la desigualdad en Brasil estuvo a cargo de Marta Arretche, docente del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de São Paulo (USP) y directora del Centro de Estudios de la Metrópolis (CEM), uno de los Centros de Investigación, Innovación y Difusión (CEPIDs) de la FAPESP.
Arretche presentó datos utilizados en investigaciones del CEM para ilustrar el historial de la desigualdad social desde la redemocratización. De acuerdo con la investigadora, el auge del problema se produjo en 1989, cuando los más ricos llegaban a tener ingresos 70 veces mayores que los de los más pobres.
“Era el final del gobierno de José Sarney y Brasil atravesaba un momento delicado de su economía. A partir de entonces las diferencias de renta han venido disminuyendo sistemáticamente, pasando por los planes Cruzado y Real, el crecimiento económico y los programas sociales de los años siguientes”, afirmó.
De todos modos, de acuerdo con la serie histórica que presentó la investigadora, la cuestión perdura: en 2012, los ingresos promedio del 5% más rico eran 33 veces mayores que los del 20% más pobre.
Arretche advirtió acerca de los desafíos que surgen por detrás de estos datos. “La desigualdad social en Brasil es todavía muy grande, pese a la elevación de los ingresos de los más pobres, pues no se restringe al tema de la renta, sino que se refiere también a la calidad de vida y a la oferta de servicios esenciales tales como el saneamiento básico y la energía eléctrica.”
Para combatir la desigualdad se hacen necesarios esfuerzos de diversa índole, y el fortalecimiento de las instituciones democráticas. “En los países desarrollados, la democracia no sólo generó una disminución de la desigualdad en el transcurso de siglo XX, sino que también la mantuvo en niveles bajos. En los países en desarrollo, este proceso se ve dificultado debido a la actuación de instituciones problemáticas, por legados sociales históricos y por la propia calidad de la democracia”, dijo.
Para la investigadora, la disminución de la desigualdad social no es un producto directo de la democracia, sino “una combinación de políticas cuyas trayectorias son independientes y se despliegan a lo largo del tiempo”.
Lo propio sucede con la violencia en Brasil, según explicó Sérgio Adorno, coordinador del Centro para el Estudio de la Violencia (NEV), otro CEPID de la FAPESP. De acuerdo con datos que presentó el investigador, durante las últimas tres décadas crecieron sustancialmente los índices de homicidios, de tráfico de drogas y de crímenes involucrando violencia doméstica, entre otros.
“Las expectativas optimistas para el desarrollo de la democracia hasta ahora no se han cumplido: no ha habido regresión, pero el Estado de Derecho sigue siendo un objetivo lejano”, dijo.
Para Adorno, es necesario fortalecer las instituciones. “Las leyes expresan la voluntad de la población, y en un Estado de Derecho, como valor democrático básico, los progresos en tal sentido dependen de la legitimidad de las instituciones que actúan en la garantía de los derechos.”
La participación popular
Para el antropólogo James Holston, de la UCB, también hay que fortalecer la participación popular directa en la elaboración de políticas públicas que operen apuntando a la disminución de la desigualdad y en la resolución de los problemas de las ciudades.
El investigador, que estudia fenómenos sociales de la periferia de São Paulo desde la década de 1980, presentó en el simposio en Berkeley algunas innovaciones desarrolladas en el Social Apps Lab, fundado en 2010 en la UCB con el objetivo de crear aplicaciones para móviles inteligentes e internet que puedan usarse en los barrios en búsqueda de soluciones para problemas locales.
“La disminución de la desigualdad social pasa por el desarrollo de ciudades más inteligentes, y para ello es necesario que las habiten ciudadanos inteligentes. Esto es lo que buscamos con el uso de este tipo de tecnologías destinadas a promover acciones que impliquen a la gente en forma participativa ante los desafíos del desarrollo social”, declaró a Agência FAPESP.
Entre las aplicaciones que ya se encuentran en funcionamiento está una llamada Dengue Torpedo, que es un juego digital que estimula a las comunidades a detectar y notificar focos de dengue. Los usuarios registrados ganan puntos con cada notificación, que pueden cambiarse por premios, y colaboran en la elaboración de un mapa con los sitios apuntados.
“No existe una vacuna para el dengue, y la participación social constituye un instrumento poderoso en el control de la enfermedad, pues la mejor medida a tal fin consiste en eliminar los lugares donde ponen sus huevos los mosquitos. La aplicación estimula esa cooperación en pro del bien común a través de la tecnología, aprovechando la omnipresencia de los smartphones en esos barrios y los recursos digitales de mapeo.”
En Brasil emplean Dengue Torpedo los habitantes del complejo de favelas de Maré, en Río de Janeiro, que mediante dicha aplicación han detectado y notificado más de 35 mil focos de la enfermedad en la zona. La social app también se utiliza en las ciudades de Managua, en Nicaragua, y Tepalcingo, en México.
Otra aplicación desarrollada por el Social Apps Lab de la UCB es CitySandbox, un sitio web concebido para incentivar la colaboración entre los vecindarios de la ciudad de Berkeley. Este servicio combina un mapa de la ciudad con recursos de redes sociales que permiten que los usuarios efectúen comentarios sobre problemas de cada lugar y planifiquen acciones con miras a solucionarlos.
“Se trata de experiencias que pueden aplicarse a la realidad de ciudades brasileñas como São Paulo, cuyas barriadas cuentan con un amplio acceso a este tipo de tecnología y total familiaridad con sus lenguajes y, al mismo tiempo, sufren con problemas recurrentes de salud pública como el dengue y también con la violencia urbana.”
La participación estudiantil
Para fomentar la investigación colaborativa en ésta y en otras áreas desde el pregrado, se presentó en la FAPESP Week California otra estrategia basada en internet: el consorcio internacional Student Experience in the Research University (Seru), con sede en el Centro de Estudios en Educación Superior de la UCB.
El mismo se desarrolló inicialmente como un sistema de análisis de la experiencia estudiantil en las diversas instituciones que componen la University of California en Berkeley, Davis, Irvine, Los Ángeles, Merced, Riverside, San Diego, San Francisco, Santa Bárbara y Santa Cruz.
En 2006, el sistema se transformó en un consorcio junto a otras universidades estadounidenses y, desde 2010, se encuentra abierto a la participación de instituciones de otros países. La Universidad de Campinas (Unicamp) es la única casa de altos estudios brasileña presente en el grupo.
“Nuestro objetivo es escuchar a los estudiantes acerca de su experiencia en la universidad e implicarlos en el desarrollo de temas de investigación socialmente relevantes, de manera colaborativa y adecuada a la realidad local y a sus anhelos”, dijo John Aubrey Douglass, uno de los creadores del Seru.
La integración de comunidades académicas brasileñas al consorcio puede facilitar la colaboración entre ambos países, estima el investigador. “Con base en los datos recabados a partir de la experiencia estudiantil brasileña, podemos desarrollar estudios comparativos que ayuden en la formulación de colaboraciones. El Seru se encuentra abierto a la participación de las universidades brasileñas.”
Aparte de la Unicamp, integran el brazo internacional del Seru instituciones de China, Holanda, el Reino Unido, Sudáfrica, Rusia y Japón.
Luego de las actividades en Berkeley, durante los días 17 y 18 de noviembre, la FAPESP Week California siguió en Davis los días 20 y 21. Puede ingresarse a la programación completa en: www.fapesp.br/week2014/california.
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