Celso Lafer destaca de qué modo contribuyó la actuación de la Fundación en el afianzamiento de la investigación hecha en el Estado de São Paulo en el panorama mundial de ciencia, tecnología e innovación. Lafer, quien deja la presidencia de la FAPESP luego de ocho años, se refiere a los importantes logros de su período de gestión
Celso Lafer, quien deja la presidencia de la FAPESP luego de ocho años, destaca de qué modo contribuyó la actuación de la Fundación en el afianzamiento de la investigación hecha en São Paulo en el panorama mundial
Celso Lafer, quien deja la presidencia de la FAPESP luego de ocho años, destaca de qué modo contribuyó la actuación de la Fundación en el afianzamiento de la investigación hecha en São Paulo en el panorama mundial
Celso Lafer destaca de qué modo contribuyó la actuación de la Fundación en el afianzamiento de la investigación hecha en el Estado de São Paulo en el panorama mundial de ciencia, tecnología e innovación. Lafer, quien deja la presidencia de la FAPESP luego de ocho años, se refiere a los importantes logros de su período de gestión
Por Graça Mascarenhas y Heitor Shimizu
Agência FAPESP – En su discurso de toma de posesión como presidente de la FAPESP, el 26 de septiembre de 2007, Celso Lafer se refirió a la importancia de la Fundación en el desarrollo de la investigación científica en Brasil, y a la comunicación como traductora en el diálogo que se entabla entre la cultura humanística y la cultura científica. En aquella oportunidad, Lafer sostuvo que la clave de la calidad y del buen funcionamiento de la FAPESP se cimentaba en tres factores: la autonomía, el giro de recursos desde el Poder Ejecutivo con puntualidad y la interacción constante de la Fundación con la comunidad académica. Y destacó la importancia de las colaboraciones en el desarrollo de la investigación científica brasileña y del propio país.
Ocho años después, Lafer se despidió de la presidencia de la FAPESP, el pasado 8 de septiembre. Será sucedido por el físico José Goldemberg. Y dice haber recibido en aquel momento una institución consolidada, a la cual aportó especialmente su inserción en el escenario científico y tecnológico mundial, para ampliar las posibilidades de hacer investigación y beneficiar a la comunidad académica paulista.
Durante los dos mandatos de Lafer, se suscribieron 130 acuerdos de cooperación internacionales. En la actualidad, la FAPESP mantiene colaboraciones con 136 universidades, institutos de investigación y empresas de 27 países de todos los continentes, y también con diversas entidades multinacionales. Los acuerdos con instituciones y empresas brasileñas se cuadruplicaron en ese período.
“La FAPESP nació bien, fue muy bien concebida y es una institución ejemplar en el escenario brasileño, en el escenario de la investigación, pero también en un escenario más amplio, como una institución cuya gobernanza siempre le aseguró la posibilidad de actuar de manera muy constructiva. Creo que la misión de quien asume una responsabilidad como la asumí hace ocho años consiste en acrecentar aquello que encontró. Es la noción de autoridad de Hannah Arendt, a quien he hecho referencia”, dijo Lafer.
“Una de las notas más significativas de mi gestión está relacionada con el proceso de internacionalización de la FAPESP. Ese proceso existía, pero en un nivel razonablemente modesto. Pienso que la internacionalización fue una marca de mi gestión. Había interés, había posibilidades, pero mi experiencia previa y el conocimiento de la relevancia de este proceso, sumados a los contactos, significaron incluir e insertar a la FAPESP en otra categoría en materia de internacionalización. Y esto, ya sea en la relación con otras universidades, o por los acuerdos con otros organismos de apoyo a la investigación científica de otros países, o también por la idea de ir más allá de la intensificación de nuestra relación con socios tradicionales, en la búsqueda de otros caminos, tales como Japón y China, por ejemplo.”
Lafer pone de relieve la importancia de las FAPESP Week, que reunieron a científicos brasileños y del país sede para debatir investigaciones en marcha realizadas en áreas de interés común, como una oportunidad de catalizar el desafío de la internacionalización.
“Concretamos varias en Estados Unidos, y también en Europa (Londres, Múnich, Madrid, Barcelona y Salamanca), Pekín, Tokio, Toronto y Buenos Aires. Así fue como la FAPESP se insertó en el mapa de la diplomacia de cooperación en el área científica y tecnológica. La cantidad de delegaciones que recibimos en la FAPESP fue muy grande. Todas las semanas había una o dos misiones. No solamente las que llegaban para formalizar o discutir los acuerdos celebrados, sino que también estaban las que venían para establecer un contacto. Y en esa diplomacia de la cooperación científica y tecnológica, los investigadores se erigen en stakeholders de un proceso de cooperación, en un mundo tan dividido y con tantas tensiones. Es una cooperación para la paz y el entendimiento, que también se inserta en el conjunto de preocupaciones que resultan de mi propia formación."
Investigaciones colaborativas
“Con la internacionalización se generan amplias comunidades de conocimiento para nuestros investigadores, con las cuales se interrelacionan incluso en red, lo que significa abrir nuevas posibilidades y contar con nuevos parámetros de actuación y de conocimiento. Y a diferencia de lo que sucedía en el pasado, actualmente contamos con una internacionalización de doble mano. Nuestros investigadores van al exterior e investigadores del exterior vienen acá. Es un intercambio de conocimiento no solamente importante, sino fundamental para el desarrollo de la ciencia y la tecnología como un todo”, dijo Lafer.
“Actualmente, el conocimiento ya no se encuentra delimitado territorialmente en su proceso de generación. También opera en buena medida en red. Programas de la FAPESP tales como el BIOTA o el BIOEN constituyen la expresión de que, a través de redes, el conocimiento se amplía y se intensifica. Durante la consolidación del posgrado en Brasil, hubo un largo período signado por un cierto provincianismo, una tendencia a mirar más hacia dentro que hacia fuera, a diferencia de momentos anteriores, cuando la gente iba a estudiar en el exterior y así se creaban redes de contacto. Esto es lo que caracterizaba a los orígenes de la FAPESP y de las universidades en São Paulo.”
Lafer subraya que la gran cantidad de acuerdos de cooperación suscritos por la FAPESP en los últimos años amplía las posibilidades de hacer investigación científica “con base en la reciprocidad”.
“No se trata de asistencia técnica, que es cuando nosotros recibimos y los otros nos dan, o viceversa. Se trata de una sinergia, de un esfuerzo conjunto. Esto expande los horizontes de los investigadores científicos, tanto los del estado de São Paulo como los de los países y regiones de nuestros socios, no sólo debido a la red de contactos, sino también por la posibilidad de trabajar juntos, incluso en artículos de coautoría, que constituyen también una expresión de esa sinergia. El político francés Jean Monnet, que fue el instigador de la integración europea, decía que una de las maneras de fomentar la integración en un sentido amplio consiste en la creación de ‘solidaridades de hecho’, es decir, solidaridades que son producto de la interacción, convergencias que se establecen y se sostienen. Esto fue puesto de relieve incluso en la FAPESP Week Buenos Aires por el presidente del Conicet [el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina], Roberto Salvarezza: el grado de intensidad de la cooperación en investigación científica entre Argentina y Brasil es más intenso proporcionalmente que la conectividad que existe entre Francia y Alemania y que cualquier dúo de países similares, por ejemplo”, dijo.
Lafer subraya que los acuerdos que mantiene la FAPESP no representan costos, sino más bien una ampliación de recursos. “Desde 2008, los acuerdos que firmamos generaron más de 800 proyectos de investigación colaborativos y alrededor de 50 millones de dólares para financiarlos. Significa una ampliación no sólo de las posibilidades de conocimiento y de colaboración, sino también de los recursos para ello.”
Otro punto destacado que Lafer mencionó en cuanto a la internacionalización es el programa Escuela São Paulo de Ciencia Avanzada (ESPCA), de la FAPESP. Desde 2010, cuando se puso en marcha, dicho programa apoyó la realización de 48 cursos de corta duración en investigación avanzada en las distintas áreas del conocimiento, que reunieron a miles de estudiantes y científicos de decenas de países –entre los cuales hubo ganadores del premio Nobel– que conviven intensamente durante varios días con los investigadores y los estudiantes paulistas.
Investigación científica y tecnológica
Lafer recuerda que la Asamblea Constituyente paulista post redemocratización incrementó el porcentaje de recursos estaduales de la FAPESP del 0,5% al 1%, pero estipuló una nueva misión: la preocupación con la investigación tecnológica. El mayor volumen de recursos y de responsabilidades le permitió a la Fundación elevar su nivel de investigación científica a partir de los años 80, al crear los Proyectos Temáticos, los programas orientados hacia la investigación tecnológica con empresas, el programa CEPID y los programas BIOTA, de investigación en biodiversidad, BIOEN, de investigación en bioenergía, y el de Cambios Climáticos.
“Una institución que nació inicialmente concentrada en becas, formación de recursos humanos y ayudas regulares motivadas por los intereses de los investigadores y con una concepción abarcadora de investigación, pasó [luego del aumento de los giros de la gobernación del estado] a poder hacer más que eso que estuvo en la base de su actuación inicial. Entonces hubo creaciones importantes, tales como los Proyectos Temáticos, en la década de 1980, y luego los CEPIDs, a finales de la década de 1990, que representan una forma de organizar el conocimiento teniendo en cuenta no sólo su complejidad, sino también el tiempo propio de la ciencia”, dijo.
“La seguridad en cuanto a los recursos y su previsibilidad nos brindan la posibilidad de actuar a más largo pazo. Y todo eso hizo posible también los programas que son fruto de iniciativas con enfoque –el BIOTA, el BIOEN y el de Cambios Climáticos– de los cuales el primero fue el BIOTA, que es un ejemplo que me gusta mucho, porque combina esa interdependencia entre investigación básica e investigación aplicada. Ese programa amplió el repertorio del conocimiento, y en función de ello ha ofrecido directrices de políticas públicas tales como las del zonificación ambiental y agrícola del estado de São Paulo. Durante mi gestión, el BIOTA se renovó y se crearon el BIOEN y el Programa de Cambios Climáticos, dos iniciativas a las cuales les brindé el mayor respaldo. A la luz de mi propia experiencia previa en el campo diplomático y de la participación en la Conferencia Eco 92 y en la Conferencia de Johannesburgo, diez años más tarde, tuve una amplia noción acerca de la importancia de esos programas en las decisiones diplomáticas y de políticas públicas.”
Lafer también hizo mención a la investigación tecnológica y al estrechamiento de la relación entre la academia y el sector productivo. “La FAPESP dispone de autonomía, pero no está aislada de la realidad de nuestro estado y de sus retos. Y pese a que he tenido una vida muy definida como profesor universitario en la USP, y como una persona ligada al mundo académico, tuve y tengo también una experiencia en el mundo de la producción. He estado muy atento a aquello que es una legítima preocupación del gobernador Geraldo Alckmin, como lo fue también del gobernador José Serra, de establecer una interacción entre el mundo del conocimiento y el mundo de la producción. Por supuesto que encontré programas como los relacionados con las pequeñas empresas y los relacionados con la cooperación con empresas nacionales e internacionales con sede en Brasil, pero esto se amplió también significativamente durante el período que abarca mi gestión. Y esta conexión entre el mundo del conocimiento y el de la producción se concreta con otros programas. Si pienso en el BIOEN estoy pensando en el etanol, en la cadena del etanol, en el conocimiento necesario para operar con eso; pero, al mismo tiempo, estoy pensando en resultados, en puestos de trabajo”, dijo.
El diálogo entre las culturas
Lafer destaca en su gestión también el apoyo otorgado a la comunicación, por su rol como traductora en el diálogo entre la cultura científica y las humanidades.
“Siempre hice hincapié, y fue lo que dije en el discurso de asunción, que existe un desafío en el diálogo entre las culturas, en la discusión o en la interacción entre la cultura científica propiamente dicha y las humanidades. Las Humanidades cumplen un papel al promover valores, caminos y directrices, y el conocimiento científico tiene hoy en día una especificidad que escapa a la posibilidad de una comprensión clara. Data del siglo XVIII la separación entre las ciencias. José Bonifácio de Andrada e Silva, nuestro patriarca de la Independencia, transitaba con facilidad entre el mundo de la cultura y el mundo de la ciencia, era un gran mineralogista, pero era también una persona allegada a las letras.”
“Es necesario traducir el conocimiento científico para evitar que se exacerbe la torre de Babel, el gran mito de la incomunicabilidad. A la FAPESP, como misión en materia de comunicación, le competía ese reto. Y lo que llevan a cabo Agência FAPESP –que cuenta actualmente con más de 110 mil suscriptores y ediciones en español e inglés– y la revista Pesquisa FAPESP es un esfuerzo en el pro de facilitar ese diálogo entre las culturas."
El apoyo a los investigadores
Un proceso intenso impulsado por la FAPESP durante los últimos años fue la migración del papel al medio electrónico de la gestión de los proyectos de investigación que apoya. Actualmente, casi todas las modalidades de apoyo de la FAPESP en becas y ayudas se presentan y se tramitan vía internet, a través del Sistema de Apoyo a la Gestión (SAGe).
“Para los investigadores esto significa la posibilidad de hacer más y mejor, y en menor tiempo. Significa también que nuestros investigadores se han insertado debidamente en la era digital”, dijo Lafer.
“Los investigadores muchas veces se quejan pues tienen que llenar muchos formularios y realizar procedimientos burocráticos que demandan mucho tiempo para poder llevar adelante sus proyectos. Pero resulta importante destacar que la FAPESP es una institución que recibe recursos públicos, y debemos rendir cuentas de esos recursos. Eso exige que nuestros procedimientos sean más vastos, pues debemos atender a los requerimientos del Tribunal de Cuentas, del Ministerio Público y de la Asamblea Legislativa.”
“Pero creo que les cabe a las universidades crear centros de apoyo a los investigadores, para contar con personal competente que pueda hacer ese trabajo y así ayudarlos. Hemos hecho eso, hemos insistido en todo momento en que la concesión de algún apoyo a la investigación se concreta a cambio de que exista el compromiso de la institución asociada de ayudar al investigador. Y la FAPESP ha trabajado en tal sentido, con medidas tales como la creación de las Oficina de Apoyo Institucional al Investigador (EAIPs, por sus siglas en portugués), implantadas en universidades e instituciones de investigación del estado de São Paulo durante los últimos años."
“También considero que nuestra Biblioteca Virtual, que contabiliza más de 4,5 millones de accesos por año, les brinda a los investigadores un acceso a la información sobre las investigaciones apoyadas por la Fundación y sus resultados, lo cual no existiría de otra forma”, dijo. La BV-FAPESP reúne más de 200 mil registros de Becas y Ayudas concedidas por la FAPESP durante toda su historia, aparte de más de 100 mil páginas exclusivas para investigadores y becarios.
“Otro punto que caracteriza a mi gestión es el Código de Buenas Prácticas Científicas, que es también un medio de autoorganización del conocimiento, que va más de los aspectos internos de la comunidad, pero que constituye una expresión de la preocupación con la comunidad y con sus buenas prácticas, lo que es producto del aumento de la cantidad de investigadores y del número de proyectos.”
Un trabajo en equipo
Lafer destaca la importante actuación del Consejo Superior y del Consejo Técnico Administrativo (CTA) de la FAPESP durante sus dos mandatos. “Recuerdo la frase de Teilhard de Chardin que le gustaba citar al gobernador Franco Montoro: ‘Es a través de la elevación que se alcanza la convergencia’. Fue esto lo que intenté hacer. Apunté a la convergencia basándome en la convicción de que existe un interés común tanto en el Consejo Superior como en el CTA en pos de plasmar los fines y las finalidades de la organización. Creo que tuve un respaldo extraordinario del Consejo Superior, que me ayudó mucho en ese proceso. Tuve una sintonía muy buena y muy constructiva con el CTA, que es el núcleo de gestión de la FAPESP, con los profesores Joaquim José de Camargo Engler y Carlos Henrique de Brito Cruz – quienes me acompañaron durante todo este período en las áreas de la Dirección Administrativa y de la Dirección Científica–, y con los presidentes del CTA con quienes trabajé, los profesores Ricardo Brentani y José Arana Varela. Fue un período de gran armonía y de gran convergencia.”
“Cabe siempre formularse la pregunta: ¿qué hace el presidente de la FAPESP? De acuerdo con sus Estatutos, el presidente de la FAPESP es quien representa a la institución, a diferencia de una compañía o de una sociedad anónima, donde existe un consejo que formula directrices, y un directorio ejecutivo que las ejecuta. El presidente del Consejo Superior de la FAPESP es también el presidente de la Fundación y el que la representa. ¿Qué significa esto? Que hay una parte que es la representación jurídica, que implica firmar los compromisos, que van desde contratos y licitaciones hasta acuerdos internacionales. Esos acuerdos están en la esfera de la representación jurídica del presidente, de modo tal que éste debe desear hacer eso, aparte de contar con el apoyo de la institución. Otra parte es la representación política, que es la defensa de los intereses de la institución, entre los cuales se encuentra, sin lugar a dudas, la preservación de su autonomía y la calidad de su gobernanza."
“Siempre tenemos que rendir cuentas. El Informe de Actividades de la FAPESP es una expresión de esa rendición que hacemos, en el cual se presentan datos referentes a la FAPESP. Esto también tiene otra dimensión. La FAPESP, de acuerdo con la Constitución del Estado, debe presentarse anualmente ante la Comisión de Ciencia y Tecnología de la Legislatura."
“Asimismo, existe una representación simbólica: qué significa la FAPESP para la comunidad científica, para la sociedad, para el estado de São Paulo y para Brasil. Es una dimensión sumamente importante de la función del presidente y para la cual naturalmente los atributos de quien la ejerce se ponen al servicio de ello.”
“Cabe también al presidente traducir las directrices que estipula el Consejo Superior hacia el interior de la organización, lo que significa la interacción con el CTA. Cuando llegué, encontré una práctica que era la presencia, en carácter de invitado, del presidente en las reuniones del CTA, que es algo que seguí haciendo con total constancia y regularidad, con mucha armonía. Sin querer sustituir las funciones que les compete realizar a cada uno de los integrantes del CTA, sino ayudando a traducir esas políticas generales, esas directrices, en especificidades en el ámbito de la gestión de la administración de la FAPESP”, dijo.
“Yo provengo del área de las Ciencias Humanas. Y mi presencia como presidente es también una señal de la relevancia y del reconocimiento a la importancia de las Ciencias Humanas en el conjunto de actividades de la FAPESP. Y aportó también la experiencia en el mundo de la producción, de la industria, donde la investigación es sumamente importante. También fue sumamente útil haber atravesado un período como miembro del Consejo Superior, entre 2003 y 2007, pues cuando asumí la presidencia de la FAPESP ya me encontraba plenamente actualizado con respecto a la nueva dimensión de la institución."
El nuevo presidente
José Goldemberg fue rector de la Universidad de São Paulo (1986 a 1990), secretario de Ciencia y Tecnología, secretario de Medio Ambiente de la Presidencia de la República y Ministro de Estado de Educación del Gobierno Federal (de 1991 a 1993), y secretario de Medio Ambiente del Estado de São Paulo (de 2002 a 2006). Fue docente de la USP, de la Universidad de París (Francia) y de la Universidad de Princeton (Estados Unidos). Es autor de innumerables trabajos técnicos importantes y de diversos libros sobre Física Nuclear, Energía y Medio Ambiente.
“La FAPESP tiene ahora un nuevo presidente, el profesor Goldemberg, un notable investigador y una persona de enormes cualidades. Fue un rector altamente innovador. La USP se beneficia hasta los días actuales debido a la calidad de su gestión y a su visión de estadista. También es un hombre sumamente capaz para operar con problemas de políticas públicas, que tuvo una vasta experiencia en importantes cargos en las esferas del estado y federal”, dijo Lafer.
“El profesor Goldemberg reúne un conjunto de cualidades indiscutibles y una presencia internacional de inmensa importancia. Es uno de los grandes nombres de la ciencia brasileña y, en el área de energía, es una figura de primer nivel, reconocida como tal. Estoy seguro de que le aportará densidad a la FAPESP durante su actuación como presidente."
Un aprendizaje diario
“Para cualquiera que opera en el mundo universitario de São Paulo, la FAPESP es una institución de referencia. Yo tuve el privilegio de participar en el comienzo de las actividades de la FAPESP, gracias a los profesores Oscar Sala y Paulo Vanzolini, que me invitaron no solamente para emitir dictámenes, sino también para discutir acerca de las áreas prioritarias de investigación, y la relación entre lo que es espontáneo y lo que es estimulado”, dijo Lafer.
“Dejo ahora la presidencia y destaco que el trabajo en la FAPESP, durante los años en que estuve aquí, fue una especie de posdoctorado diario, durante el el cual pude aprender todos los días. Para alguien que tiene curiosidad, esto es formidable."
Profesor emérito de la USP y de su Instituto de Relaciones Internacionales, Lafer fue, hasta su jubilación en 2011, profesor titular del Departamento de Filosofía y Teoría General del Derecho de la Facultad de Derecho de la USP, en la cual estudió (1960-1964) y se inició en la docencia, en 1971, en Derecho Internacional y Filosofía del Derecho. Obtuvo su maestría (en 1967) y su doctorado (en 1970) en Ciencia Política en la Universidad de Cornell (EE.UU.).
Lafer es miembro de la Academia Brasileña de Ciencias (elegido en 2004), de la Academia Brasileña de Letras (elegido en 2006) y de la Academia Paulista de Letras (elegido en 2014). En 2002, fue distinguido con la Orden Nacional al Mérito Científico.
Fue ministro de Relaciones Exteriores (1992 y 2001-2002) y de Desarrollo, Industria y Comercio (1999). Entre 1995 y 1998, fue embajador, jefe de la Misión Permanente de Brasil ante las Naciones Unidas y ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) en Ginebra. En la OMC, fue presidente de Órgano de Solución de Diferencias (1996) y del Consejo General (1997).
Es doctor honoris causa de la Universidad de Buenos Aires (Argentina, 2001), de la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina (2002), de la Universidad de Tres de Febrero, Argentina (2011), de la Universitè Jean Moulin Lyon 3, Francia (2012), de la Universidad de Haifa (2014) y de la Universidad de Birminghan (2014), y es Honorary Fellow de la Universidad Hebraica de Jerusalén (2006).
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