El estudio del genoma de los organismos ayuda a detectar los procesos moleculares de las células que provocan el desarrollo de diversos tumores (foto: Heitor Shimizu)
El estudio del genoma de los organismos ayuda a detectar los procesos moleculares de las células que provocan el desarrollo de diversos tumores
El estudio del genoma de los organismos ayuda a detectar los procesos moleculares de las células que provocan el desarrollo de diversos tumores
El estudio del genoma de los organismos ayuda a detectar los procesos moleculares de las células que provocan el desarrollo de diversos tumores (foto: Heitor Shimizu)
Por Diego Freire, desde Barcelona
Agência FAPESP – La comprensión de las bases genéticas y moleculares que determinan el proceso de carcinogénesis, la formación del cáncer, puede llevar al desarrollo de nuevas y más precisas prácticas terapéuticas que contemplen características específicas de cada tumor y el modo de reacción de cada organismo ante la enfermedad.
Durante el último día de la FAPESP Week Barcelona, organizada por la FAPESP en colaboración con la institución Centres de Recerca de Catalunya (Cerca) los días 28 y 29 de mayo, en Barcelona, se compartieron investigaciones en genómica y biología molecular que han hecho posible el desarrollo de ese abordaje “personalizado” y el refuerzo del combate contra la enfermedad.
De acuerdo con Anamaria Aranha Camargo, del Centro de Oncología Molecular del Hospital Sirio Libanés, en São Paulo, la genómica permite la personalización del abordaje contra la enfermedad mediante el conocimiento de las alteraciones genéticas del tumor, que pueden indicar qué funcionará o no en cada caso.
“Cada tumor es distinto, incluso cuando se trata de tumores de un mismo tipo. Hasta hace poco tiempo, se los trataba a todos de la misma manera, y si bien el tratamiento tenía éxito en algunos casos, en otros fracasaba. Entonces se daba inicio a un nuevo abordaje, que podía o no ser efectivo, en un proceso prácticamente empírico: primero se intentaba el tratamiento que se aplicaba con la mayoría de los pacientes, y luego, a aquéllos que no respondían adecuadamente al abordaje inicial se los trataba de una manera distinta”, dijo.
Con las tecnologías de análisis molecular es posible detectar previamente cuáles son los abordajes más adecuados en cada caso, en lo que constituye una especie de oncología personalizada.
“Hoy en día, la técnica más utilizada para ello es la secuenciación de segunda generación, que es cuando se secuencia el transcriptoma o el genoma del tumor entero de cada paciente, que tiene alteraciones propias. Con esa información sobre el comportamiento típico de ese tumor específico, se puede emplear una droga mejor direccionada, por ejemplo”, explicó.
La investigación traslacional
El objetivo, dijo Aranha Camargo, consiste en hacer que ese conocimiento redunde en beneficios para los pacientes, especialmente para aquéllos que responden bien al tratamiento, pero que vuelven a desarrollar la enfermedad incluso años después.
“En esos casos, los tumores adquieren mutaciones que los vuelven resistentes. Tal como sucede con las bacterias y los antibióticos, las células tumorales pueden volverse resistentes a las drogas utilizadas en oncología. Las investigaciones apuntan a dirigir la mirada hacia los pacientes que sufren con esas resistencias al tratamiento, para entender cuáles fueron los procesos moleculares que llevaron a eso”, dijo.
Metástasis
El grupo de Anamaria Aranha Camargo ha venido estudiando desde hace más de 10 años el gen Adam23, una molécula de superficie que los investigadores detectaron que estaba apagada en la célula tumoral, lo que torna a ésta mucho más metastásica, es decir, mucho más capaz de metástasis, de colonizar tejidos. El objetivo consiste en desarrollar un abordaje que impida esa señalización provocada por el silenciamiento del gen supresor de metástasis.
“Es biología básica; pero, en algunos años, cuando se conozca mejor ese mecanismo, se podrá avanzar en el desarrollo de una droga que lo bloquee, y no sólo en el tumor de mama, que es uno de nuestros focos, sino también en melanomas y glioblastomas, tumores del sistema nervioso central.”
Los científicos también han avanzado en la comprensión del cáncer de recto, uno de los más comunes en Brasil. El grupo comparó pacientes que respondieron bien al tratamiento con casos en los cuales la quimioterapia no había surtido efecto, e identificaron 27 genes con patrones de expresión distintos.
“La idea es intentar predecir si el paciente que llega al hospital responderá adecuadamente al tratamiento quimioterapéutico o radioterapéutico y, en casos de respuesta inadecuada, ‘saltear’ ese abordaje y derivarlo a cirugía, para evitar todo un desgaste físico, emocional y económico innecesario”, comentó.
Moscas
Para Aranha Camargo, la interacción con científicos de Cataluña durante la FAPESP Week Barcelona puede llevar a la concreción de colaboraciones tendientes a acelerar las investigaciones en Brasil. “El grupo de aquí está en la frontera de la genómica: desarrolla metodologías que podrán utilizarse en otras partes del mundo en algunos años más”, dijo.
En el Institut de Recerca Biomèdica (IRB) de Barcelona, investigadores de distintas áreas trabajan –entre otros abordajes– con el modelado en moscas, para entender las transformaciones celulares que llevan al desarrollo y a la metástasis del cáncer de colon, uno de los tipos de cáncer con mayor incidencia en el mundo, con tumores que atacan un segmento del intestino grueso y el recto.
De acuerdo con Joan Guinovart, director del IRB, la institución logró desarrollar la enfermedad en Drosophila melanogaster como alternativa a los modelos de ratones, cuyo proceso de investigación es más lento y dispendioso.
“Este modelo nos permitió detectar interacciones sutiles en el desarrollo del cáncer que son prácticamente imposibles de detectar en otros modelos, tales como los ratones, con la tecnología disponible”, dijo.
Gracias a la facilidad con que los estudios genéticos pueden realizarse en el modelo de la mosca, fue posible evaluar el efecto de 250 genes que se alteran en el cáncer de colon, y se constató que el 30% tiene impacto en la enfermedad.
Los científicos pretenden ahora utilizar este modelo para estudiar moléculas de nuevos blancos terapéuticos, un paso intermedio entre las etapas de pruebas in vitro y en vertebrados.
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