En un estudio realizado en colaboración por investigadores de Brasil y de Holanda se recomienda el uso de inoculantes bacterianos (foto: Eduardo Cesar/ Revista Pesquisa FAPESP)

La inoculación de bacterias en la cañamiel puede ser mejor que usar fertilizantes
11-05-2017

En un estudio realizado en colaboración por investigadores de Brasil y de Holanda se recomienda el uso de inoculantes bacterianos

La inoculación de bacterias en la cañamiel puede ser mejor que usar fertilizantes

En un estudio realizado en colaboración por investigadores de Brasil y de Holanda se recomienda el uso de inoculantes bacterianos

11-05-2017

En un estudio realizado en colaboración por investigadores de Brasil y de Holanda se recomienda el uso de inoculantes bacterianos (foto: Eduardo Cesar/ Revista Pesquisa FAPESP)

 

Por Maria Fernanda Ziegler  |  Agência FAPESP – La interacción entre el microbioma de la raíz de la caña de azúcar y las bacterias promotoras del crecimiento de la planta puede asegurar una mayor eficiencia de las plantaciones. En suelos fértiles, dicha interacción entre los microorganismos de la planta y las bacterias tuvo un resultado aún mejor que el abono nitrogenado, comúnmente utilizado en los cañamelares y que tiene un alto poder de contaminación del suelo, de los ríos e incluso de las napas freáticas.

Esto es lo que se constató en el marco de la investigación intitulada “Harnessing the rhizosphere microbiome to enhance plant productivity”, presentada el día 5 de abril en el Biobased Economy Workshop, realizado en el auditorio de la FAPESP, en São Paulo, Brasil. Este trabajo cuenta con el apoyo del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq) y de la Netherlands Organisation for Scientific Research (NWO).

En el panel a cargo de Eiko Kuramae, del Netherlands Institute of Ecology, y de Adriana Silveira, del Instituto Agronómico (IAC), ambas investigadoras mostraron resultados de estudios sobre la inoculación de bacterias promotoras del crecimiento de la caña de azúcar.

“Vimos que en suelo fértil, la inoculación de bacterias tiene un mayor efecto que el abono nitrogenado. La planta respondió mucho más. En suelo pobre, con aluminio y un pH bajo, la inoculación protegió a las plantas, lo cual demostró que aun en condiciones adversas promovió su crecimiento”, dijo Silveira, del Instituto Agronómico, también investigadora del Proyecto Temático intitulado “Nutrición nitrogenada de la caña de azúcar con fertilizantes o bacterias diazotróficas”, apoyado por la FAPESP.

El equipo de investigadoras trabajó con el desarrollo inicial de las plantas en macetas, y el próximo paso será llevar el trabajo al campo. “Lo que podemos afirmar hasta ahora es que, a diferencia de lo que sucede en los cultivos de soja –en los cuales la recomendación es el uso del inoculante rizobio en reemplazo total del abono nitrogenado–, en la cañamiel la recomendación es usar inoculantes bacterianos, pero no como reemplazo total”, dijo Silveira.

El abono nitrogenado se utiliza en grandes cantidades para la producción de etanol de caña de azúcar. Se estima que el 23% del uso de nitrógeno como fertilizante en Brasil se encuentra en las plantaciones de caña de azúcar. Aparte constituir el nutriente vegetal más caro del mercado, los fertilizantes nitrogenados tienen un peso importante en el presupuesto ambiental de la producción de biocombustibles.

Su uso trae aparejada la emisión de óxido nitroso, un potente gas de efecto invernadero asociado al uso de fertilizantes, lo cual pesa en los costos ambientales del etanol, sumados a su alto poder de lixiviación y de contaminación del suelo y de las napas freáticas.

Tomates con genes resistentes

Los genes resistentes a los begomovirus y tospovirus, que afectan a las plantas y se los halla en el tomate y en el pimiento, también fueron temas del Biobased Economy Workshop. Richard Kormelink, de la Universidad de Wageningen, y Renato Resende, de la Universidad de Brasilia, con sede en la capital federal de Brasil, presentaron avances en el conocimiento del mecanismo de defensa de genes resistentes a los virus en hortalizas.

A diferencia de las enfermedades provocadas por otros patógenos, para tales tipos de virus no existen plaguicidas conocidos capaces de actuar directamente sobre la infección viral.

“Unos 20 virus de plantas ocasionan anualmente en los cultivos del mundo pérdidas del orden de los 20 mil millones de dólares. Casi la mitad (el 47%) de los nuevos virus responsables de enfermedades infecciosas generan problemas en plantas”, dijo Kormelink.

Los investigadores detectaron que proteínas relacionadas con el movimiento de las células y la supresión de silenciamiento génico son determinantes para la activación de los dos únicos genes de resistencia disponibles para el mejoramiento genético, denominados Sw5 y Tsw. Asimismo, clonaron e identificaron al primer gen de resistencia al begomovirus TYLCV, denominado Ty 1.

“Pretendemos entender el mecanismo por el cual el virus vence la resistencia del gen para anticipar un problema, o lo que denominamos ‘piramidizar’, que es cuando tomamos varios genes de resistencia y los ponemos en una misma planta. Como tiene varios mecanismos de defensa, esa resistencia puede volverse más amplia”, dijo Resende.

Candeia y bisabolol

Otro estudio que se dio a conocer durante el evento aportó para salvar de su extinción a un árbol endémico de Brasil, llamado candeia (Eremanthus erythropappus). Se descubrió que con 30 mil metros cúbicos de madera, lo que equivale a aproximadamente 1.000 hectáreas de bosque, es posible extraer 250 toneladas de bisabolol por año, dijo Tierry Delatte, de la Universidad de Wageningen.

El bisabolol es un aceite con efecto antiinflamatorio, antifúngico, antibacteriano y cicatrizante que posee un largo historial en la industria farmacéutica. Actualmente, su producción comercial depende enteramente de los árboles de candeia.

El equipo de investigadores está estudiando la posibilidad comercial de extraer el bisabolol de una planta ornamental, el laurel negro (Nectandra megapotamica). Los científicos también trabajan en la secuenciación genética de la candeia y en el desarrollo de un proceso biotecnológico destinado a la producción del bisabolol con distintas especies y a la creación de una hacienda de candeias.

La parte genética del proyecto se encuentra totalmente en manos del equipo brasileño. “Debido al protocolo de Nagoya, que protege los recursos genéticos de la biodiversidad, todo está haciéndose en Brasil y con investigadores brasileños, coordinados por mi colega Carlos Carollo, de la Universidad Federal de Mato Grosso do Sul”, dijo Delatte.

 

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