Estudios sugieren que además de generar protección tópica, este polímero tiene acción antiinflamatoria sobre la mucosa del esófago. Estos resultados se dieron a conocer durante el Third International Symposium on Inflammatory Diseases (foto: UFPI)
Estudios sugieren que además de generar protección tópica, este polímero tiene acción antiinflamatoria sobre la mucosa del esófago
Estudios sugieren que además de generar protección tópica, este polímero tiene acción antiinflamatoria sobre la mucosa del esófago
Estudios sugieren que además de generar protección tópica, este polímero tiene acción antiinflamatoria sobre la mucosa del esófago. Estos resultados se dieron a conocer durante el Third International Symposium on Inflammatory Diseases (foto: UFPI)
Por Karina Toledo, desde Ribeirão Preto | Agência FAPESP – Un polímero extraído del tronco del anacardo (Anacardium occidentale) puede convertirse en una importante herramienta para el tratamiento de la enfermedad por reflujo gastroesofágico –que afecta a alrededor del 12% de la población mundial–, de acuerdo con experimentos realizados en la Universidad Federal de Ceará (UFC), en Brasil.
Marcellus Souza, docente del Departamento de Medicina Clínica de la UFC y exbecario de doctorado de la FAPESP, presentó resultados de esta investigación durante el Third International Symposium on Inflammatory Diseases (INFLAMMA III).
Este evento tuvo lugar entre los días 21 y 23 de junio en la localidad de Ribeirão Preto (São Paulo, Brasil), y su realización estuvo a cargo del Centro de Investigación en Enfermedades Inflamatorias (CRID) y de la Sociedad Brasileña de Inflamación (SBIn).
“En las pruebas realizadas con tejidos de 33 pacientes, obtenidos mediante biopsias, observamos que la goma del anacardo se adhiere profundamente a las células del esófago para formar una biopelícula que incrementa la resistencia contra los daños que causa el ácido gástrico. Nuestra hipótesis indica que además de proveer protección tópica, este polímero también tiene una acción antiinflamatoria”, declaró Souza a Agência FAPESP.
Este descubrimiento fue posible gracias a un modelo experimental desarrollado en la UFC, capaz de mimetizar en ratones la forma de mayor prevalencia de esta afección: la enfermedad por reflujo gastroesofágico no erosiva. La descripción de este método aparece en un artículo publicado el pasado 8 de junio en American Journal of Physiology.
“Entre el 60% y el 70% de los pacientes con reflujo tienen el fenotipo no erosivo de la enfermedad. Si bien presentan síntomas tales como acidez, el examen de endoscopía no indica la existencia de lesiones en el tejido del esófago”, explicó Souza.
Con el objetivo de mimetizar esta condición en los animales, los científicos realizaron un procedimiento quirúrgico destinado a atar el píloro, la válvula que controla el paso del contenido gástrico hacia el duodeno. Asimismo, amarraron el fondo del estómago para impedir que el órgano se expanda.
“De este modo, el estómago queda lleno, no logra expandir su volumen, y esto hace que se produzca el retorno del contenido gástrico al esófago. Alrededor de tres días después de realizar este procedimiento, la inflamación en el tejido llega a su pico máximo. También es posible observar una dilatación en el espacio existente entre las células del esófago, lo cual genera un compromiso de la barrera epitelial que es característico de esta enfermedad”, comentó Souza.
En uno de los grupos de ratones, los investigadores iniciaron inmediatamente después del procedimiento quirúrgico un tratamiento por vía oral con la goma purificada del anacardo. El polímero se obtuvo en el marco de una colaboración con investigadores de la Universidad Federal de Piauí (UFPI).
Se aplicó en los animales esta terapia una vez por día durante una semana. Al final, se los sacrificó a los efectos de analizar los tejidos esofágicos y compararlos con los de los animales no tratados.
“Nuestros resultados muestran que la goma del anacardo redujo el edema y la permeabilidad del tejido. Es decir, al combatir la inflamación, el tratamiento mantuvo íntegra la barrera epitelial, impidiéndoles a los ácidos gástricos cruzar hacia la zona situada debajo del epitelio, donde pueden activar receptores implicados en la sensación de dolor [acidez]”, explicó.
En pruebas realizada in vitro, con biopsias de pacientes, el grupo también observó una reducción de la permeabilidad del tejido esofágico tras el tratamiento con la resina de anacardo.
“En estos momentos estamos llevando adelante estudios de toxicidad, a los efectos de evaluar la seguridad y definir la dosis ideal, para que en el futuro puedan realizarse ensayos clínicos con este polímero”, afirmó Souza.
Nuevos blancos terapéuticos
De acuerdo con Souza, casi la mitad de los pacientes acometidos por la forma no erosiva de la enfermedad por reflujo gastroesofágico no responden al tratamiento convencional, que se efectúa con medicamentos inhibidores de la bomba de protones, tales como el omeprazol y el pantoprazol.
“Por ende, existe una gran necesidad de desarrollar nuevos métodos terapéuticos. Por eso necesitamos entender por qué estos pacientes sienten dolor aun cuando no exhiben lesiones en el esófago”, comentó.
Con miras a entender los mecanismos implicados en la sensación dolorosa, el grupo se valió del modelo experimental para investigar el efecto del reflujo gastroesofágico sobre un receptor celular conocido como TRPV1 (receptor de potencial transitorio vaniloide tipo 1, por sus siglas en inglés). Esta proteína, presente en las células nerviosas, actúa como un receptor sensorial y se encarga de enviar una señal que genera la percepción del dolor como respuesta a un estímulo potencialmente perjudicial.
“Nuestros resultados sugieren que el aumento de la permeabilidad en el epitelio del esófago, provocado por la microinflamación que acomete a los pacientes con enfermedad por reflujo gastroesofágico no erosiva, permite que los ácidos gástricos atraviesen la barrera epitelial y activen ese receptor TRPV1, desencadenando así la respuesta dolorosa”, comentó Souza.
Para validar esta hipótesis, el grupo trató a los animales con sustancias capaces de bloquear la acción del TRPV1. En otro experimento, se les administraron a los ratones moléculas capaces de sobreestimular a ese mismo receptor, provocando la destrucción del sistema sensorial que éste modula. En ambos casos, fue posible observar una diminución de la inflamación y una merma de la permeabilidad esofágica.
“Por ende, estos datos sugieren que el receptor TRPV1 constituye un blanco terapéutico que ha de explotarse en el tratamiento de la enfermedad por reflujo gastroesofágico no erosiva”, sostuvo el investigador.
Para expandir fronteras
En su tercera edición, el INFLAMMA congregó a alrededor de 300 personas en la Facultad de Derecho de Ribeirão Preto, de la Universidad de São Paulo (FDRP-USP).
“Este simposio empezó siendo pequeño, como una actividad de difusión del CEPID; pero ha venido atrayendo año a año a más científicos de todo el país. Este año contamos con participantes de los estados de Minas Gerais, Río de Janeiro, Acre, Paraná, Santa Catarina y Ceará, además de los 22 conferencistas, entre ellos ocho extranjeros”, comentó Fernando de Queiroz Cunha, docente de la Facultad de Medicina de Ribeirão Preto (FMRP-USP) y coordinador del CRID.
Según Queiroz Cunha, para expandir más aún la interacción con investigadores de otros estados brasileños, la idea es llevar el simposio fuera de São Paulo en 2018.
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