Lingüistas muestran de qué manera la computación e internet pueden emplearse para entender las migraciones mediante el análisis de la expansión de troncos lingüísticos y para preservar acervos idiomáticos en extinción (Paul Heggarty, del Instituto Max Planck de Ciencia de la Historia Humana/ foto: Felipe Maeda/ Agência FAPESP)
Lingüistas muestran de qué manera la computación e internet pueden emplearse para entender las migraciones mediante el análisis de la expansión de troncos lingüísticos y para preservar acervos idiomáticos en extinción
Lingüistas muestran de qué manera la computación e internet pueden emplearse para entender las migraciones mediante el análisis de la expansión de troncos lingüísticos y para preservar acervos idiomáticos en extinción
Lingüistas muestran de qué manera la computación e internet pueden emplearse para entender las migraciones mediante el análisis de la expansión de troncos lingüísticos y para preservar acervos idiomáticos en extinción (Paul Heggarty, del Instituto Max Planck de Ciencia de la Historia Humana/ foto: Felipe Maeda/ Agência FAPESP)
Por André Julião | Agência FAPESP – La unión de datos genéticos y lingüísticos para arribar a una estimación más precisa de la expansión de los idiomas indoeuropeos por Europa: el grupo del investigador Paul Heggarty, del Instituto Max Planck de Ciencia de la Historia Humana (Alemania), llegó a este logro al cruzar –mediante el empleo de la computación– muestras de ADN de poblaciones antiguas con datos de los idiomas actuales.
El resultado de ello fue una nueva estimación referente al comienzo de la expansión de las lenguas indoeuropeas: hace 8.200 años.
“Existen dos hipótesis principales a partir de las cuales se postulan líneas de tiempo distintas [para la dispersión de los primeros hablantes de la lengua que dio origen a los idiomas indoeuropeos]. Una indica que esto habría ocurrido hace alrededor de 6.000 años, en tanto que la otra sugiere 8.500 años o más. Nuestro análisis ha demostrado ahora que alrededor de 8.200 años es la mejor estimación posible, y que 6.000 mil años atrás sería demasiado reciente”, dijo Heggarty durante su conferencia del pasado día 28 de noviembre en el Frontiers of Science Symposium FAPESP Max Planck, organizado por el Instituto Max Planck y la FAPESP.
Pese a que utilizó la computación para cruzar extensos bancos de datos, el investigador puso de relieve la importancia del trabajo que debe realizarse previamente a los efectos de obtener los mejores datos lingüísticos, para recién entonces poder cruzarlos con datos genéticos que comparan el perfil genético de las poblaciones actuales con el de las prehistóricas.
“El análisis computacional se basa primeramente en la lingüística, al entrenar a las personas que trabajan con esas lenguas para entenderlas junto con los datos referentes a ellas. Por eso es necesario convertir esos datos a un formato que el análisis computacional pueda aplicar. No se puede empezar solamente con las computadoras: hay que empezar con la lingüística”, declaró Heggarty a Agência FAPESP.
La base en el trabajo de campo es lo que guía las investigaciones de otra lingüista. Filomena Sandalo, docente del Instituto de Estudios del Lenguaje de la Universidad de Campinas (IEL-Unicamp), en Brasil, es responsable del Proyecto Temático intitulado “Fronteras y asimetrías en fonología y morfología” y está elaborando una base de datos online que almacena narrativas y archivos sonoros con anotaciones morfológicas y sintácticas de las lenguas indígenas de Brasil, disponible en la siguiente dirección electrónica: www.tycho.iel.unicamp.br.
Sandalo presentó el trabajo realizado con el pueblo pirahã, del estado brasileño de Amazonas, en el cual aplicó metodologías de la psicología experimental para verificar la teoría del lingüista Daniel Everett, según la cual la lengua de ese pueblo carecería de recursividad indirecta.
“Everett sostiene que la lengua de los pirahãs carece de recursos como para elaborar oraciones subordinadas, relativas, cualquier tipo de subordinación. Por este motivo, de acuerdo con esta hipótesis, no sería posible decir, por ejemplo: la taza está arriba de la fuente que está encima de la mesa. Nuestro experimento muestra que eso es tan posible como decirlo en portugués”, dijo Sandalo.
“Ellos tienen una partícula que marca la coordinación, mientras que nosotros marcamos la subordinación mediante una partícula. En la coordinación ellos emplean ‘piai’, equivalente a ‘também’, que es ‘también’ en portugués. Esta partícula no apareció al solicitarles oraciones subordinadas. En pirahã, la construcción coordinada sería ‘taza arriba fuente también arriba mesa’. En la oración subordinada no aparece ninguna partícula. Por ende, existe un contraste. Es sólo otra forma de hablar, pero la capacidad cognitiva es la misma que la nuestra, lo que no resulta sorprendente”, dijo la investigadora.
Los genes, los idiomas y el carbono 14
Heggarty explicó que para estudiar la expansión de una cultura a través de las lenguas habladas actualmente es necesario reconstruir un árbol de ascendencia de las mismas y trabajar con las estructuras que muestran qué idiomas están más cerca entre sí.
“Las diferencias entre las lenguas aumentan en el transcurso del tiempo, por eso se pueden aplicar los niveles de diferencia [entre los idiomas] para pensar en el tiempo a través los cuales ellas divergen y así inferir la prehistoria”, dijo.
Estas informaciones pueden entonces añadirse a otras relativas a muestras de ADN de restos humanos antiguos y de artefactos hallados en sitios arqueológicos.
“En ese cruzamiento puede verse que la gente de un lugar migró hacia otro pues de ambos lados se hablan idiomas emparentados aun cuando las personas viven a 2.000 kilómetros de distancia. Y por el ADN antiguo se aprecia un perfil genético particular que se mueve de una parte del mundo a otra”, dijo el investigador.
No obstante, el ADN no lo explica todo. Basta con pensar que las lenguas se propagan mediante la dominación cultural, no necesariamente genética. “Los hablantes de los idiomas indoeuropeos tienen perfiles genéticos muy distintos. En el mundo moderno existen varios casos en los cuales los idiomas se propagan y se aprenden. Una de las lenguas más habladas en la actualidad en la India, por ejemplo, es el inglés. Y genéticamente ese pueblo no es europeo, pero habla ese idioma”, dijo Heggarty.
“En América del Sur ocurre lo mismo. Brasil posee un conjunto dispar de orígenes étnicos, pero el idioma oficial es el portugués. Esto quiere decir que las lenguas pueden propagarse culturalmente”, dijo.
Heggarty, un británico que vive en Alemania, se pone como ejemplo vivo de este proceso. “Mi apellido es celta, pero hablo en un idioma germánico. Sucede que tres generaciones atrás, mis bisabuelos dejaron de hablar en irlandés y empezaron a hablar en inglés. Soy un caso de desencuentro entre mi linaje germánico de lenguaje, que es el inglés, y mi linaje lingüístico celta.”
Más información en: soundcomparisons.com.
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