El fenómeno no se resume a las sequías, sino que también se extiende a extremos hidrológicos como las inundaciones que se registran en el sur de Brasil (foto: Antonio Cruz/ ABr)
El fenómeno no se resume a las sequías, sino que también se extiende a extremos hidrológicos como las inundaciones que se registran en el sur de Brasil
El fenómeno no se resume a las sequías, sino que también se extiende a extremos hidrológicos como las inundaciones que se registran en el sur de Brasil
El fenómeno no se resume a las sequías, sino que también se extiende a extremos hidrológicos como las inundaciones que se registran en el sur de Brasil (foto: Antonio Cruz/ ABr)
Por Elton Alisson, de São Carlos (interior de São Paulo)
Agência FAPESP – La crisis hídrica que afrontan algunas zonas de Brasil actualmente no constituye un fenómeno reciente, sino que viene registrándose desde hace mucho tiempo en el mundo y se caracteriza no sólo por la sequía y la escasez de agua en ciertas regiones, como está ocurriendo en el sudeste del país, sino también por los extremos hidrológicos, tales como las inundaciones que asolan a la región sur por estos días.
Este análisis estuvo a cargo de José Galizia Tundisi, presidente honorario del Instituto Internacional de Ecología (IEE), en el marco de una conferencia sobre la gestión de los recursos hídricos dictada el 16 de julio, durante la 67ª Reunión Anual de la Sociedad Brasileña para el Progreso de la Ciencia (SBPC).
La reunión, que quedó abierta el 12 del mes pasado, se extendió hasta el día 18 del mismo en el campus de la Universidad Federal de São Carlos (UFSCar).
De acuerdo con Tundisi, las crisis hídricas como las que se observan en Brasil en los últimos años vienen registrándose en distintas partes del mundo desde hace siglos, y empezaron a acentuarse a partir de la mitad del siglo XX.
“En 2014, por ejemplo, se registró la peor sequía en el nordeste de Brasil y la mayor inundación en Foz del Iguaçu, en el estado de Paraná [en el sur]. Esta semana, los estados [también sureños] de Rio Grande do Sul y Santa Catarina se vieron afectados por un volumen excepcional de lluvias que causaron anegamientos y la consiguiente pérdida de propiedades y zozobra de la población”, señaló.
Una de las razones del agravamiento de las crisis hídricas en Brasil y en el mundo durante las últimas décadas que apunta el investigador es el aumento de la población en las áreas urbanas, lo que demanda grandes volúmenes de agua y produce enormes cantidades de residuos sólidos y líquidos, y se suma a la competencia por el uso de este recurso natural.
Los recursos hídricos continentales, que representan tan sólo el 2,7% del volumen total de agua dulce de la Tierra, se utilizan actualmente en múltiples actividades humanas, tales como la producción industrial y agrícola y el suministro domiciliario.
Y los cambios en el uso de la tierra, tales como la conversión de áreas de bosques en cultivos o pasturas, han generado efectos sobre la evapotranspiración, que es la transpiración de la vegetación que mantiene el agua en la atmósfera.
Esta combinación de factores ha provocado la degradación de la calidad del agua en el mundo y un aumento de las inundaciones y sequías que afectan especialmente a las poblaciones de las periferias de las grandes metrópolis, subrayó Tundisi.
“Las poblaciones de las periferias de ciudades tales como São Paulo, Recife, Salvador, Fortaleza, Nairobi, Calcuta, Nueva Delhi y Bangkok están sujetas a una gran vulnerabilidad ante los extremos hidrológicos y a la falta de accesibilidad al agua”, afirmó.
Mientras que la población que reside en el centro de áreas metropolitanas grandes y medianas gasta alrededor del 1% de sus salarios para adquirir agua, las poblaciones de las periferias utilizan aproximadamente el 10% de sus recursos para tener acceso al agua suministrada por camiones cisternas, apuntó un estudio realizado en Cochabamba por investigadores colaboradores del IIE, ilustró Tundisi.
“Aún hay alrededor de 768 millones de personas sin acceso a fuentes adecuadas de agua y 2.500 millones de habitantes del planeta no tienen acceso a un saneamiento básico adecuado. Esto representa un gran fracaso de la economía mundial”, sostuvo.
La evolución del problema
A pedido de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), el investigador realizó un estudio en el cual analizó la evolución de los principales problemas que afectaron la calidad del agua durante los últimos 150 años.
Al comienzo de la segunda mitad del siglo XIX había una enorme contaminación de las aguas de los ríos europeos, debido a la falta de tratamiento de los desagües, situación que empezó a agravarse a partir de comienzos del siglo XX, con el aumento de la población urbana, comentó Tundisi.
En 1863, por ejemplo, la reina Victoria de Inglaterra (1819-1901) se vio presionada por el Parlamento británico a realizar la limpieza del río Támesis, que baña Oxford y Londres.
“El mal olor de las aguas del río, que pasa cerca del Parlamento británico, hizo que sus miembros presionasen a la reina a descontaminarlo. Fue el primer acto de limpieza de un río realizado en el mundo”, dijo Tundisi.
El problema de la contaminación de los ríos en el mundo empezó a agravarse en el siglo XX, con el aumento de la producción industrial, que empezó a producir grandes cantidades de metales pesados, comentó el investigador.
En tanto, a partir de la década de 1940, con las explosiones atómicas, hubo un incremento de los residuos radiactivos en cuerpos de agua, y en 1960, los basurales de las ciudades empezaron a contaminar aún más las aguas superficiales subterráneas.
Más recientemente, en las últimas décadas, empezó a registrarse un proceso de degradación de las aguas relacionado con contaminantes orgánicos persistentes, tales como pesticidas, herbicidas y hormonas. Y a comienzos del siglo XXI emergieron los cambios climáticos globales, resumió Tundisi.
“Todos estos procesos, que ocurrieron en aproximadamente 150 años en los países industrializados, en los países en desarrollo como los BRICs ocurrieron en unos 70 años”, comparó.
“Se produjo una industrialización rápida de los países en desarrollo. Esto provocó un aumento de la toxicidad de las aguas, tanto las superficiales como las subterráneas, además de tener efectos económicos y sobre la salud humana; y muchos de ellos aún se desconocen”, afirmó.
Según el investigador, los medicamentos y los cosméticos que la población mundial utiliza se arrojan al agua y allí se disuelven, pues no quedan retenidos en los sistemas de tratamiento hidrológico.
Recientemente, se descubrió que estaciones de desagües están acumulando bacterias resistentes a los antibióticos arrojados al agua, lo que representa un problema de salud pública, consignó el investigador.
“Hoy en día, para analizar el conjunto entero de sustancias disueltas en el agua es necesario contar con laboratorios equipados con aparatos altamente sofisticados, que son muy caros y no todos los países lograrían adquirirlos”, afirmó.
“Tenemos un proyecto junto a la Unión Europea en el que sugerimos la instalación de laboratorios en América del Sur y América Central para la realización de análisis y mapeos de las sustancias existentes en las aguas de los países de esas regiones, y para estudiar soluciones tendientes a eliminarlas”, comentó.
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