Esta fue la advertencia que formularon los científicos que participaron en el 10° Diálogo Brasil-Alemania sobre Ciencia, Investigación e Innovación, un evento organizado por el Centro Alemán de la Ciencia y la Innovación en São Paulo, en colaboración con la FAPESP (imagen: Freepik)

Las decisiones a corto plazo definirán el impacto del cambio climático en las futuras generaciones
08-06-2023
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Esta fue la advertencia que formularon los científicos que participaron en el 10° Diálogo Brasil-Alemania sobre Ciencia, Investigación e Innovación, un evento organizado por el Centro Alemán de la Ciencia y la Innovación en São Paulo, en colaboración con la FAPESP

Las decisiones a corto plazo definirán el impacto del cambio climático en las futuras generaciones

Esta fue la advertencia que formularon los científicos que participaron en el 10° Diálogo Brasil-Alemania sobre Ciencia, Investigación e Innovación, un evento organizado por el Centro Alemán de la Ciencia y la Innovación en São Paulo, en colaboración con la FAPESP

08-06-2023
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Esta fue la advertencia que formularon los científicos que participaron en el 10° Diálogo Brasil-Alemania sobre Ciencia, Investigación e Innovación, un evento organizado por el Centro Alemán de la Ciencia y la Innovación en São Paulo, en colaboración con la FAPESP (imagen: Freepik)

 

Por José Tadeu Arantes  |  Agência FAPESP – La Organización Meteorológica Mundial (OMM) afirma que las temperaturas globales alcanzarán probablemente niveles récords durante los próximos cinco años. El informe de dicha agencia sostiene que la probabilidad de que la temperatura global media anual cerca de la superficie terrestre sobrepase el valor crítico de 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales durante al menos un año es del 66 %. Esto no significa que el planeta excederá permanentemente el nivel de 1,5 °C especificado en el Acuerdo de París sobre el Clima, que se refiere al calentamiento a largo plazo, en el transcurso de muchos años. El mismo se encuentra actualmente en la franja de 1,1 °C. Pero constituye un indicio de que nos estamos acercando peligrosamente a ese peldaño. Y que es necesario obrar con suma rapidez.

La advertencia de la OMM se concretó el pasado día 17 de mayo. En esa misma fecha tuvo lugar en São Paulo el segundo día del 10º Diálogo Brasil-Alemania sobre Ciencia, Investigación e Innovación, que abordó el tema “Sustainable Energy Transition” (Transición energética sostenible). Y la conferencia principal de ese día –Shifting Development Pathways: How to Enable Broader, Deeper and Faster Climate Action? (Para cambiar las vías del desarrollo: ¿cómo hacer posible una acción climática más amplia, más profunda y más rápida?)– hizo referencia precisamente a la urgencia y a la consistencia necesarias para evitar una catástrofe climática sin retorno.

La presentación de la conferencia estuvo a cargo de la profesora Joana Portugal-Pereira, de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), quien es autora contribuyente en tres informes del Sexto Ciclo de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

La meta estipulada en el Acuerdo de París consiste en mantener el aumento de la temperatura media global bien por debajo de los 2 °C con relación a los niveles preindustriales. Y preferentemente limitar el aumento a 1,5 °C. Para ello, las emisiones de gases de efecto invernadero deben disminuir lo más rápido posible, de manera tal de llegarse a una tasa neta (emisiones menos absorciones) igual a cero a mediados de este siglo.

La investigadora subrayó que existen diversos caminos para limitar el calentamiento global dentro de las metas fijadas en el Acuerdo de París. “Pero todos implican disminuciones de las emisiones de gases de efecto invernadero rápidas, profundas, de largo alcance y sin precedentes”, dijo.

Portugal-Pereira explicó que el dióxido de carbono (CO2) es un gas acumulativo, que puede permanecer virtualmente para siempre en la atmósfera. Por eso, cualquier tonelada adicional de emisiones contribuye al calentamiento global. “La única manera de estabilizar el calentamiento global, no de reducirlo, consiste en no arrojar más carbono a la atmósfera. Y para alcanzar el ideal de emisión neta igual a cero aproximadamente en el año 2050, es necesario disminuir las emisiones de un 50 % a un 70 % en la presente década”, afirmó.

Según la investigadora, las tendencias anteriores al Acuerdo de París nos llevarían probablemente a un calentamiento del orden de los 5 °C. Las actuales políticas nos están llevando a un calentamiento de 2,8 °C. E incluso las promesas acordadas en París, dependiendo de cómo las implementen los distintos países, pueden llevarnos a un calentamiento de entre 2,4 °C y 2,6 °C. Todos esos porcentajes se ubican muy por encima del nivel que la ciencia considera aceptable (de 1,5 °C).

“Lo que vemos actualmente es que la tasa de emisión de CO2, fundamentalmente generada por el empleo de combustibles fósiles y por las alteraciones en el uso de la tierra, es mucho mayor que la tasa de absorción que proveen los océanos y el suelo. Como consecuencia de ello, registramos actualmente un aumento exponencial de la concentración de CO2 en la atmósfera. En el período preindustrial, esa concentración era de 280 partes por millón [ppm]. Cuando se creó la FAPESP [en 1962], se ubicaba en el rango de las 317 ppm. Ahora ha llegado 425 ppm. Y los impactos que se observan atribuidos al cambio climático son severos en todas las regiones del globo”, informó.

Estos impactos incluyen el aumento de la frecuencia y la intensidad de eventos tales como las olas de calor extremas, las variaciones en el régimen de lluvias y las sequías. La extensión de cuánto afrontarán la actual y las futuras generaciones la existencia de un mundo más caluroso y distinto depende de las decisiones que tomemos ahora y a corto plazo.

Esta fue la directriz que surgió durante todo el evento, que congregó a científicos brasileños y alemanes de primera línea y, por primera vez desde que empezó a realizarse esta serie de encuentros, contó también con la participación de gestores empresariales. Este diálogo es una iniciativa conjunta del DWIH São Paulo (el Centro Alemán de la Ciencia y la Innovación – Deutschen Wissenschafts und Innovationshäuser) y de la FAPESP. Y tuvo también la colaboración del DAAD Brasil (el Servicio Alemán de Intercambio Académico – Deutscher Akademischer Austauschdienst) y del Consulado General de Alemania en São Paulo.

Los biocombustibles, la energía de origen eólico o solar, los vehículos eléctricos o mixtos, la segunda utilización y el reciclado de materiales, la economía circular y la educación para la transición energética fueron los subtemas que se trataron en las diferentes mesas. El hilo conductor fue la aceleración de la transición energética rumbo al balance líquido igual a cero y todo lo que es necesario para alcanzar esta meta en términos de innovación tecnológica, decisiones políticas, regulación económica y estrategias educativas.

Veronika Grimm, docente de Teoría Económica de la Friedrich Alexander Universität Erlangen-Nürnberg (FAU), con sede en el estado de Baviera (Bayern), y una de las cinco integrantes del Consejo Alemán de Expertos Económicos, hizo fuerte hincapié en el uso del hidrógeno (H2) como alternativa.

Grimm dictó su conferencia, intitulada Los desafíos de la transición energética global y las oportunidades de establecer (nuevas) colaboraciones, durante el primer día del evento. En el contexto de una Europa bajo un fuerte impacto del alza de los precios del gas y de la electricidad, en función de la guerra en Ucrania, la investigadora abordó la expansión de la energía de fuentes renovables en la industria y en la movilidad en reemplazo del gas ruso, el calentamiento, etc.

“La rápida expansión de las energías renovables constituye un importante bloque de construcción tendiente a limitar el aumento de los precios de la energía a mediano plazo”, puntualizó. Y señaló en carácter de caminos hacia la descarbonización de la industria alemana al aumento de la eficiencia energética [es decir, producir más con menos] y la sustitución de combustibles fósiles por la electrificación y el uso de hidrógeno, recordando que existe un Consejo Nacional de Hidrógeno en actividad en Alemania desde 2020.

La experta afirmó que Alemania alcanzará la neutralidad en carbono en el año 2045, cinco años antes de la data crítica que se acordó internacionalmente (y que se espera que sea respetada efectivamente). En ese momento, habrá una fuerte demanda de electricidad proveniente del hidrógeno estimada en entre 500 y 700 teravatios-hora (TWh).

A modo de comparación, en el año 2017, cuando las energías renovables superaron por primera vez al carbón como fuentes de electricidad en el continente, Europa en su conjunto generó 679 TWh con base en energía eólica, solar o de biomasa.

“No existe un consenso acerca de cuánto hidrógeno necesitaremos. Y también al respecto de en qué forma lo emplearemos. Hay un gran margen para la realización de estudios científicos referentes a este tema”, remarcó Grimm. Y añadió que la primera, pero no la única opción disponible como transportador o cargador de hidrógeno para su comercialización a escala global es el amoníaco (NH3). A propósito, la investigadora subraya que ya existe un mercado mundial bastante significativo de este compuesto.

“Hay varios países, Brasil inclusive, que se encuentran en buenas condiciones como para producir hidrógeno y compuestos transportadores de hidrógeno renovables. Y Europa se prepara para importar grandes cantidades equipando sus puertos y su infraestructura”, subrayó la experta.

Uno de los problemas que este posible nuevo orden global en el comercio energético permite vislumbrar reside en la fuerte demanda de las materias primas necesarias para la producción de energía renovable. Minerales tales como el cobre, el níquel, el manganeso, el cobalto, el cromo, el molibdeno, el zinc, las tierras raras, el silicio, etc. serán más codiciados todavía. “Brasil está especialmente dotado de estos minerales. Pero debe encarar el reto de producirlos preservando su biodiversidad y los derechos de las comunidades indígenas”, dijo Grimm.

Las respuestas concernientes a la transición energética no son sencillas. Hay que contemplar una gran cantidad de variables: ambientales, económicas, sociales, políticas, culturales, etc. Y el diálogo al que aquí se hace referencia, que congregó a siete investigadores de Alemania, siete de Brasil y seis representantes de industrias alemanas con una fuerte presencia en el territorio brasileño, fue un paso firme en tal sentido.

El comité científico que organizó el encuentro estuvo conformado por Euclides de Mesquita Neto (FAPESP/Global Research Council), Marcio Weichert (DWIH São Paulo), Daniela Theuer (DWIH São Paulo), Jacques Marcovitch (Universidad de São Paulo − USP), Aaron Praktiknjo (RWTH Aachen University) y Carlos Eduardo Pellegrino Cerri (USP).

Participaron en la sesión de apertura la consulesa general de Alemania en São Paulo, Martina Hackelberg, el director del DAAD Brasil y del DWIH São Paulo, Jochen Hellmann, y el presidente de la FAPESP, Marco Antonio Zago. Hackelberg hizo hincapié en la necesidad de implementar acciones urgentes con miras a evitar que el calentamiento sobrepase el nivel crítico de 1,5 °C, y dijo que para ello la cooperación internacional resulta esencial. Y Hellmann puso el acento en la necesidad de informarle a la sociedad alemana acerca cuánto Brasil ha avanzado en el camino hacia la transición energética.

Zago felicitó a la comisión organizadora por la elección de los temas altamente relevantes que requieren un debate interdisciplinario y por la selección de los investigadores de ambos lados del Atlántico, con notables aportes en el área. “Este año tuvimos una innovación que constituye un importante agregado al diseño de la conferencia: la participación de expertos del sector empresarial. Y esta innovación es muy bienvenida”, subrayó.

Puede accederse al evento completo en: www.youtube.com/watch?v=hTQXK165FGI&list=RDCMUC4Ml9MsL-7hKKGlhcAtMwDg&index=4.

Imagen de Freepik

 

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