La comprensión referente a este gas que es 25 veces más peligroso que el CO2 para el calentamiento global ha cambiado, según científicos presentes en la Escuela São Paulo de Ciencia Avanzada en Metano (Ken Takai, de la Jamstec, uno de los conferencistas del evento/ foto: André Julião)
La comprensión referente a este gas que es 25 veces más peligroso que el CO2 para el calentamiento global ha cambiado, según científicos presentes en la Escuela São Paulo de Ciencia Avanzada en Metano
La comprensión referente a este gas que es 25 veces más peligroso que el CO2 para el calentamiento global ha cambiado, según científicos presentes en la Escuela São Paulo de Ciencia Avanzada en Metano
La comprensión referente a este gas que es 25 veces más peligroso que el CO2 para el calentamiento global ha cambiado, según científicos presentes en la Escuela São Paulo de Ciencia Avanzada en Metano (Ken Takai, de la Jamstec, uno de los conferencistas del evento/ foto: André Julião)
Por André Julião, desde Ilhabela (Brasil) | Agência FAPESP – Los cambios recientes en la comprensión inherente al comportamiento del metano en la Tierra, sumados a las dificultades que implica la realización de amplias mediciones del gas que emiten los océanos, pueden haber llevado a que las emisiones globales del mismo –cuyas moléculas retienen 25 veces más calor que las del dióxido de carbono– hayan sido subestimadas.
Las consecuencias de tales emisiones mayores van desde el aumento aún más acentuado de las temperaturas globales hasta la concreción de la llamada hipótesis de la bomba de clatratos (estructuras cristalinas). De acuerdo con esta esta hipótesis, el metano que se encuentra depositado actualmente en el subsuelo marino podría subir hacia la atmósfera y generar una extinción masiva similar a las que sucedieron durante la transición entre los períodos Pérmico y Triásico (hace alrededor de 250 millones de años) y al final del Paleoceno y el comienzo del Eoceno (hace 55 millones de años aproximadamente).
“Con el derretimiento del Ártico y de la Antártida provocado por el calentamiento global, gran parte de ese metano que estaba aprisionado debajo de los casquetes en forma de hidrato de gas comienza a liberarse”, dijo Antje Boetius, científica del Instituto Max Planck de Microbiología Marina, con sede en Bremen, Alemania.
Boetius fue una de las participantes en la Escuela São Paulo de Ciencia Avanzada en Metano, que se realizó entre los días 16 a 23 de octubre en Ilhabela (en el estado de São Paulo, Brasil) y que culminó el día 26 en la Escuela Superior de Agricultura Luiz de Queiroz de la Universidad de São Paulo (Esalq-USP), en el municipio de Piracicaba.
“La idea de esta Escuela consistió en avanzar en las nuevas fronteras del conocimiento de esa área de la ciencia, fundamentalmente con relación a los microorganismos que producen metano en la naturaleza”, dijo Vivian Pellizari, docente del Instituto Oceanográfico de la USP y organizadora del evento. Además de conferencistas brasileños y extranjeros, participaron en la Escuela 73 alumnos de posgrado e investigadores de posdoctorado de otros 13 países además de Brasil.
“Para poder controlar las emisiones hay que conocer la parte básica del metabolismo de los microorganismos y de sus huéspedes. Nuevos grupos de estos microorganismos han sido descritos durante los últimos años y aún debe comprendérselos mejor”, declaró Pellizari a Agência FAPESP.
En Brasil, los mayores responsables de las emisiones de metano son la cría de ganado y las áreas anegadas existentes en la Amazonia y en el Pantanal. Las mismas acumulan materia orgánica en descomposición. Y así disminuyen la concentración de oxígeno y generan metano.
El ganado, a su vez, emite este gas como resultado del proceso de digestión. Asimismo, los cambios en el uso del suelo también impactan sobre la proporción existente entre el metano que es liberado en la atmósfera y el que se consume.
Los microorganismos del ambiente desempeñan un papel importante en las emisiones globales de metano. Si bien recientes avances han dado origen a nuevos conocimientos, sigue habiendo más preguntas que respuestas con relación a la cantidad global de este gas, a su ciclo biogeoquímico y a la microbiología de la metanogénesis (la generación) y la metanotrofía (el consumo).
En la actualidad, la búsqueda de organismos que generan y consumen metano se extiende desde los ambientes creados por el hombre hasta algunos de los lugares más extremos de la Tierra. Durante la Escuela también se discutieron metodologías que podrán emplearse para detectar la presencia de metano fuera de la Tierra: en las lunas de Júpiter, por ejemplo. El metano sería un posible indicador de vida extraterrestre.
“El metano es un elemento clave para la astrobiología y para saber más acerca del origen de la vida”, dijo Ken Takai, de la Jamstec, la agencia japonesa de ciencia y tecnología marina y terrestre y uno de los disertantes en el evento.
Asimismo, otro tema debatido fue la reciente aplicación del conocimiento a la producción de bioenergía, la gestión de residuos y la agronomía.
“El metano que se forma en el suelo difícilmente llega a la atmósfera en caso de que exista una actividad biológica que consuma ese gas. Pero cuando se produce un desequilibrio entre la producción y el consumo, termina concretándose su liberación hacia la atmósfera. Con relación a la agricultura y el suelo, éste es uno de las principales debates que se plantean”, dijo Fernando Dini Andreote, docente de la Esalq-USP.
Un hielo que quema
El hidrato de clatrato (o hidrato de gas) es un cristal de agua que encapsula gases, la mayor parte metano, y que se quema con facilidad. Por eso en el sector de energía se lo tiene en cuenta como un posible combustible en el futuro. Cuando se encuentra en el subsuelo marino, a bajas temperaturas, mantiene estable el gas en su interior.
“Sin embargo, poseemos evidencias de que ha habido una gran alteración del nivel del mar en el transcurso de nuestra historia. La disminución de la presión de los océanos que esto ocasionó, sumada al calentamiento del agua, constituye una forma de liberar ese hidrato de gas. Como sabemos que hubo un aumento de las temperaturas marinas, estamos llegando probablemente a una era o a un período de tiempo distinto: nunca antes en la historia humana había habido tanto hidrato de gas expuesto”, dijo Boetius.
La científica advierte que en el Ártico el panorama es especialmente preocupante, ya que hay allí muchos depósitos de hidrato de gas en áreas poco profundas, situadas tan sólo algunos metros por debajo del hielo.
“En el Ártico son kilómetros y kilómetros de mares de poca profundidad que pueden poseer grandes depósitos de esos hidratos de gas. Actualmente, la mayor parte del Ártico está congelada, pero no sabemos si lo estará al final de este siglo”, dijo.
Las inversiones en investigación científica
Además de la cantidad de hidrato de gas, las propias emisiones de metano de los océanos en general constituyen tan sólo una estimación. Si bien se conocen métodos para la realización de mediciones, serían necesarios muchos más puntos de medición que los escasos existentes actualmente.
“Para este tipo de mapeos necesitamos buques, robots e ingenieros. Es un esfuerzo que requiere de alta tecnología. Por ende, pocos países en el mundo se encuentran en condiciones de llevar a cabo este trabajo, aunque deberían medir las emisiones al menos en su propia zona económica exclusiva. Por eso contamos con muy pocos datos”, dijo Boetius.
Por este motivo, la cantidad de metano emitida puede haber sido subestimada, que es lo se lee en los últimos informes del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (el IPCC): “Contamos únicamente con estimaciones basadas en escasos datos científicos”.
La modificación de este panorama demanda alta inversiones en investigación científica. Sin embargo, Estados Unidos, el segundo emisor de gases del efecto invernadero del mundo, detrás únicamente de China, ha retaceado sus inversiones durante los últimos dos años.
“Estados Unidos tiene un impacto desproporcional sobre el clima debido a su estilo de vida, debido al modo de gestionar nuestra industria. Contribuimos bastante en lo que hace a la cantidad de metano existente en el mundo. Por eso tenemos la responsabilidad de hacer algo al respecto”, dijo Brendan Bohanann, de la University of Oregon, uno de los organizadores de la Escuela.
“Al mismo tiempo, la financiación destinada a la ciencia en Estados Unidos se ha mantenido estable o incluso ha mermado en el transcurso del tiempo. Y eso sin contar que ha habido una caída general en la importancia de la ciencia para determinar políticas a nivel federal, y esto constituye una gran preocupación. Desafortunadamente, cuando Estados Unidos toma una decisión a nivel nacional, esto tiene un impacto global. Espero que Brasil tome a Estados Unidos como un mal ejemplo y no haga lo mismo”, dijo Bohanann.
Aparte presenciar conferencias, presentar trabajos y realizar actividades en grupos, los participantes realizaron visitas técnicas a la Esalq y al Centro de Energía Nuclear en la Agricultura (Cena), también ubicado en la localidad de Piracicaba.
Más información sobre la Escuela São Paulo de Ciencia Avanzada en Metano en: spsasmethane.com.
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