En un seminario online organizado por la FAPESP, científicos señalan que la escasa articulación en el ecosistema de investigación y la falta de planificación y de fondos gubernamentales se erigen como obstáculos al avance del sector de fármacos en el país (foto: Fernando Zhiminaicela/Pixabay)

Las inversiones en innovación en el área de la salud pueden impulsar el desarrollo en Brasil
23-09-2021
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En un seminario online organizado por la FAPESP, científicos señalan que la escasa articulación en el ecosistema de investigación y la falta de planificación y de fondos gubernamentales se erigen como obstáculos al avance del sector de fármacos en el país

Las inversiones en innovación en el área de la salud pueden impulsar el desarrollo en Brasil

En un seminario online organizado por la FAPESP, científicos señalan que la escasa articulación en el ecosistema de investigación y la falta de planificación y de fondos gubernamentales se erigen como obstáculos al avance del sector de fármacos en el país

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En un seminario online organizado por la FAPESP, científicos señalan que la escasa articulación en el ecosistema de investigación y la falta de planificación y de fondos gubernamentales se erigen como obstáculos al avance del sector de fármacos en el país (foto: Fernando Zhiminaicela/Pixabay)

 

Por Maria Fernanda Ziegler  |  Agência FAPESP – La pandemia de COVID-19 puso en evidencia de qué manera las inversiones en innovación en la área de la salud pueden ser estratégicas para un país, tanto para asegurar el bienestar de la población como para generar riqueza, puestos de trabajo y desarrollo. Y el desempeño brasileño en este aspecto está aún muy lejos de ser el ideal, aunque el país posea uno de los mayores mercados consumidores de salud del mundo. Este fue el análisis que realizaron los participantes en el seminario online intitulado Los desafíos del desarrollo de fármacos y biofármacos en Brasil, realizado por la FAPESP el pasado 1º de septiembre.

Dicho evento, que integra la serie FAPESP COVID-19 Research Webinars, organizada en colaboración con el Global Research Council (GRC), congregó a expertos para abordar los retos, los costos y las incertidumbres inherentes al desarrollo de fármacos en el complejo ecosistema brasileño de investigación científica, que incluye a universidades, centros de investigación, empresas farmacéuticas, startups, empresas especializadas en ensayos clínicos y hospitales.

“Para la industria farmacéutica, Brasil es uno de los mercados más grandes del mundo. Con esta base, deberíamos tener un potencial mucho mayor para el desarrollo de nuevos fármacos. Pero nuestra realidad no es esta. Desafortunadamente, podemos contar en los dedos de una mano cuántos fármacos se desarrollaron en nuestro país desde la investigación fundamental hasta llegar al mercado. Hay un conjunto de dificultades que explica este problema, y es necesario ampliar el debate para superar estos obstáculos”, dijo Luiz Eugênio Mello, director científico de la FAPESP, durante la apertura del seminario.

Son problemas relacionados con la falta de integración en el ecosistema de investigación, de planificación del gobierno y de financiación destinada a las empresas, según afirmaron los especialistas. “Durante los últimos años, se ha hecho un progreso enorme en áreas tales como las de big data, genómica y de métodos biológicos y biofísicos, que impulsan el desarrollo de fármacos. Sin embargo, no se está concretando la traducción de las investigaciones iniciales prometedoras en ensayos clínicos. El hecho es que en Brasil hemos realizado la selección de muchas moléculas y muchos blancos potenciales y escaso desarrollo efectivo de candidatos a nuevos fármacos”, dijo Glaucius Oliva, coordinador del Centro de Investigación e Innovación en Biodiversidad y Fármacos (CIBFar), un Centro de Investigación, Innovación y Difusión (CEPID) de la FAPESP con sede en el Instituto de Física de São Carlos de la Universidad de São Paulo (IFSC-USP).

Tal como destacó Oliva, hasta que un nuevo medicamento se comercializa, el compuesto candidato pasa por un largo proceso de investigación, desarrollo y regulación. Son diversas etapas que van desde las pruebas in vitro, con células, pasan por pruebas en animales y luego por las distintas fases de ensayos clínicos. Simultáneamente, se llevan adelante trabajos orientados hacia la optimización de la molécula que se transformará en fármaco.

Todo ese proceso ten un alto costo, puede demorar más de 12 años y muchas drogas en potencial son abandonadas en el medio del camino. “El desarrollo de un fármaco es la combinación de la identificación de un blanco molecular –enzimas y receptores de un organismo– y moléculas que puedan frenar el proceso de una determinada enfermedad. Por ende, un fármaco no es únicamente una molécula muy potente: esta debe llegar hasta el blanco. Esto quiere decir que debe ser absorbida, tener solubilidad y otras características que van más allá de la potencia y la seguridad [no puede ser tóxica]. Todo esto determina la eficiencia de un fármaco”, explicó Oliva.

Con todo, de acuerdo con el científico, existe un desequilibrio en la investigación entre las diversas etapas que forman el proceso de desarrollo de un fármaco. “Acá en Brasil, estamos acostumbrados a medir la potencia de las moléculas en la placa de Petri, pero debemos recordar que ese es tan solo uno de los parámetros que deben considerarse en todo el proceso de descubrimiento y desarrollo de fármacos.”

Para Oliva, la base de la dificultad para hacer avanzar la investigación básica está en la carencia de profesionales calificados y también en la falta de interacción entre los distintos grupos que conforman el ecosistema de innovación. “En Brasil contamos con una cierta ventaja competitiva debido a la variedad de productos naturales disponibles. Pero aún quiero cuándo será el día en que sea común que docentes y alumnos, luego de descubrir una molécula importante, abren una startup, aguardan que esta madure y montar una spin-off. Es necesaria esa mayor interacción para innovar”, afirmó.

Es la economía

Otro punto importante que destacaron los expertos fue la necesidad de planificar la innovación como política económica perenne del Estado. “Si Brasil mantuviese algunas sendas positivas, no estaríamos en la situación que estamos hoy en día [de escasas inversiones en ciencia, tecnología e innovación]”, dijo Glauco Arbix, coordinador del Observatorio de Innovación y Competitividad del Instituto de Estudios Avanzados (IEA-USP) y del área de Humanidades del Centro de Inteligencia Artificial (C4AI), un Centro de Investigaciones en Ingeniería (CPE) constituido por FAPESP e IBM en el Centro de Innovación de la USP.

Para Arbix, si bien el año 2020 fue uno de los más caóticos, de manera paradójica, fue posible ubicar públicamente al sector de la salud como estratégico para Brasil.

“Esto puede notarse con base en los enormes déficits comerciales que tenemos, dado el bajo nivel de innovación existente en la industria de la salud, ya sea farmacoquímica o de equipos. Es solamente observar los déficits del Sistema Único de Salud [SUS, las siglas por las cuales se conoce a la red pública de salud de Brasil] y cuánto paga el sector privado por verse obligado a importar equipos e insumos. De cada 100 reales que eroga el SUS, son 60 reales que están relacionados con importaciones. Esto significa un costo social importante para el país”, afirmó Arbix.

En efecto, estudios basados en datos del SUS muestran que el sistema productivo tecnológico de salud trepó de importaciones por 5.000 millones de dólares (2004), cuando el sistema se universalizó finalmente, a 12.000 millones de dólares (2019) en fármacos, equipos de protección individual y medicamentos. De acuerdo con los expertos, la tendencia indica que ese monto crecerá en los próximos años debido al envejecimiento poblacional y a las alteraciones en la pirámide etaria.

El profesor remarca que el sector de la salud responde por el 24 % de todas las innovaciones que se hacen en el mundo. “Es más innovador que el área de defensa, que históricamente constituyó base para la innovación”, dice.

El potencial económico de las inversiones en innovación en el área de la salud también cobró relieve en la alocución de Carlos Gadelha, coordinador del Centro de Estudios Estratégicos de la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz).

“De la misma manera que el petróleo y el acero constituyeron un importante sistema productivo para el siglo XX, la salud y algunas otras áreas de la economía digital lo son para el siglo XXI. Sucede que estas hacen las veces de palanca para la generación de empleos y riquezas, como así también para el desarrollo económico del país y el bienestar de la sociedad”, dijo.

De acuerdo con datos de una investigación realizada en 2020 por la Cámara de Regulación del Mercado de Medicamentos (CMED), el mercado de remedios en Brasil expandió su facturación de 65.000 millones de reales a 86.000 millones de reales entre los años 2015 y 2019, período en el cual país atravesó una grave recesión. “Lo mismo ocurre con el sector de salud que creció durante todos los años de la crisis y generó empleos. Al contrario de lo que se piensa, la salud se erige como una importante oportunidad para salir de la crisis”, afirmó.

Gadelha remarca también que la pandemia de COVID-19 mostró de manera muy vehemente la interdependencia entre la salud y la economía. “No es que exista un lado del mundo económico, de la ciencia, la tecnología y la innovación y, del otro lado, un mundo social y ambiental. Por eso hemos visto que quienes no poseen capacidad científica, técnica y económica, quienes se especializan únicamente en la exportación de minerales, corren el riesgo de convertirse en una gran hacienda. No logran ni siquiera desarrollarse a una tasa de crecimiento que haga posible la elevación sostenida de los ingresos per cápita”, afirmó.

Y ese crecimiento del sector de salud está aparejado al desarrollo de las áreas de información y conectividad. “Las big techs están todas en el campo de la salud. Solamente para dar un ejemplo: las vacunas, que antes decíamos que constituían un segmento de la industria farmacéutica, no habrían avanzado sin una genómica avanzada, una inteligencia artificial, big data y otras tecnologías más modernas. Nos podríamos tratar contra el COVID-19 sin ventiladores y equipos de protección individual, ni tampoco sin atención básica, hospitales, servicios de diagnóstico y un gran servicio de información y conectividad”, sostuvo.

Más allá de esto, Gadelha destacó el hecho de que el SUS es el mayor sistema universal del mundo y que la salud representa el 9 % del Producto Interno Bruto (PIB) brasileño, con la posibilidad de llegar al 12 % durante los próximos años. “Es un sistema productivo para el futuro y puede erigirse como una porta de entrada a la cuarta revolución tecnológica para Brasil”, dijo.

Una visión sistémica

Aparte de los centros de investigación, las universidades y el propio SUS, el ecosistema necesita que las empresas adopten la innovación como camino para desarrollarse en el mercado global. “Muchas empresas han construido núcleos de I&D [investigación y desarrollo], lo que es algo que debe celebrarse. Pero si bien ese aumento se ha concretado en los últimos años, la realidad indica que las industrias del área de la salud aún invierten poco en innovación”, afirmó Arbix.

Es algo preocupante cuando se considera el desarrollo tecnológico del sector, calcado en tecnologías complejas. “Con la pandemia, fue posible vislumbrar cómo serán los ensayos clínicos en el futuro. Existe una tendencia a que sean cada vez más globales [y no realizados en un solo país o en una sola institución], la recolección de datos quedará a cargo de los propios pacientes por medio de wearables [mediante dispositivos vestibles] y la inteligencia artificial pasa a constituir el punto central desde en el diseño de los ensayos clínicos. Todo esto asegura una capacidad de análisis mucho mayor, que permite avanzar en la denominada medicina de precisión y analizar franjas mayores de la población”, dijo Luiz Rizzo, director del Instituto Israelita de Ensino e Pesquisa Albert Einstein.

Todos los especialistas reunidos coinciden en que otra gran traba reside en la desarticulación de las políticas públicas. Arbix destacó la necesidad de contar con una mayor participación del Estado en la coordinación y en la planificación del sector, mediante la determinación de áreas prioritarias de financiación. “No puedo comprar un producto, desarrollar tecnología de otro, financiar a un tercer y darle prioridad a la educación, a la propiedad intelectual, a la regulación sanitaria y a la política industrial para otros productos. Así es como se crea un esperpento. Es necesario articular el poder de compra del Estado y las compras nacionales. Sin mercado, no existe innovación”, coincidió Gadelha.

Para el especialista de la Fiocruz, el trípode compuesto por poder de compra, CT&I y financiación debe de andar de la mano, como impulso a una política educativa consistente a todos los niveles, aparte de integrar el andamiaje de la política regulatoria y educativa existente.

El webinario “Los desafíos en el desarrollo de fármacos y biofármacos en Brasil” se encuentra disponible en el canal de Agência FAPESP en YouTube.
 

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