Los efectos de la Sequía del Milenio en la ciudad de Benambra, en el estado australiano de Victoria (foto: Wikimedia)

Las lecciones de la Sequía del Milenio
11-06-2015

En un evento realizado en São Paulo, expertos en gestión hídrica de Australia compartieron las soluciones que desarrollaron para afrontar el largo período seco que afectó al país de Oceanía entre los años 1997 y 2009

Las lecciones de la Sequía del Milenio

En un evento realizado en São Paulo, expertos en gestión hídrica de Australia compartieron las soluciones que desarrollaron para afrontar el largo período seco que afectó al país de Oceanía entre los años 1997 y 2009

11-06-2015

Los efectos de la Sequía del Milenio en la ciudad de Benambra, en el estado australiano de Victoria (foto: Wikimedia)

 

Por Karina Toledo

Agência FAPESP – Acostumbrados a convivir con la alternancia entre períodos de sequía y de inundaciones, los australianos fueron sorprendidos al final del siglo XX por la llamada Sequía del Milenio, con un estiaje sin precedentes que afectó a todo el país entre los años 1997 y 2009 y que se sintió con gran fuerza en la ciudad de Melbourne, la capital del estado de Victoria.

“Fue una sequía completamente diferente a la que se podría prever con el análisis de más de 100 años de registros meteorológicos. Cuando el estiaje finalmente terminó, hubo inundaciones en varias ciudades, además de fuertes olas de calor. Se quebraron 123 récords meteorológicos de precipitaciones y de temperatura en el verano de 2012-2013. Al año siguiente, fueron 156 marcas”, informó Tony Wong, director ejecutivo del Centro de Investigación Cooperativa para Ciudades Sensibles al Agua, una iniciativa del gobierno australiano que reúne a científicos de diversas áreas e instituciones, industrias y socios gubernamentales en procura de desarrollar soluciones sociales y tecnológicas para la gestión del agua urbana.

La sequía afectó fuertemente el flujo de agua hacia los reservorios responsables del suministro en Melbourne. En 2008, el nivel de la principal represa de la región, sobre el río Thomson, era similar a la situación actual del sistema Cantareira, en São Paulo. Si bien el nivel del embalse australiano mejoró en los años siguientes, nunca volvió al promedio histórico, y cayó nuevamente en los últimos tiempos.

“Hubo un momento en que realmente nos preocupamos mucho, pues había agua suficiente tan sólo para 18 meses de suministro. Fue entonces cuando tomamos la decisión de construir una planta de desalinización”, relató Wong.

En un evento realizado en São Paulo en abril pasado, que contó con la participación de la FAPESP, Wong afirmó que la Sequía del Milenio les dejó dos importantes lecciones a los australianos. La primera indica que en un escenario de cambios climáticos, sujeto a eventos extremos, la gestión de los recursos hídricos de una ciudad no puede basarse únicamente en el análisis de series históricas de datos meteorológicos.

Asimismo, la infraestructura para el futuro debe planificarse de manera tal obrar ante los eventos climáticos extremos de manera integrada, es decir, con soluciones que no contemplen tan sólo fenómenos tales como la sequía y las inundaciones aisladamente.

Wong integró la Misión de Educación para América Latina, organizada por el gobierno de Victoria, uno de los más importantes estados australianos, con el objetivo de fomentar la colaboración académica en áreas tales como educación, gestión del agua, planificación urbana, agricultura y biotecnología (Lea más en: http://agencia.fapesp.br/21186).

El investigador recordó que desde 2004, cuando los expertos australianos aún afirmaban que la sequía no era sino un evento común de variabilidad climática, el gobierno de Victoria venía tomando una serie de medidas tendientes a minimizar los impactos de la escasez hídrica. El primer paso consistió en implementar estrategias de conservación del agua.

“Se puso en marcha una gran campaña apuntando a cambiar el comportamiento de la gente. Se instaló un enorme cartel en nuestra principal estación de trenes para advertir diariamente sobre los niveles de los reservorios, y los índices iban cayendo día tras día. Fue entonces cuando nos dimos cuenta de que estábamos afrontando una crisis hídrica”, comentó.

A nivel nacional, los ciudadanos tuvieron que convivir con medidas de restricción. Se prohibió el uso agua potable para lavar coches o para regar los jardines, por ejemplo.

La campaña destinada a la disminución del consumo domiciliario estuvo aparejada a estrategias de conservación en el sector agrícola. Incluso antes de que comenzara la sequía, se había empezado a implementar un programa de modernización de los sistemas de irrigación que ayudó a aumentar la eficiencia de uso del agua del 30% al 80% en las propiedades rurales australianas. Asimismo, se creó una especie de mercado de agua, en el cual los propietarios rurales podían venderle su excedente a pares cuyos cultivos demandaran un mayor volumen del líquido elemento.

“El consumo por habitante en Melbourne empezó a mermar en la medida en que la comunidad por entero se fue comprometiendo cada vez más. De no ser por esos cambios de comportamiento, nos hubiésemos quedado totalmente sin agua en 2009. La estrategia de conservación fue lo que salvó a la ciudad, pues no había tiempo material como para construir la planta de desalinización”, dijo Wong.

En simultáneo con las medidas de conservación, se proyectaron iniciativas con miras a aumentar la captación de agua de fuentes alternativas, lo que contempló el desarrollo de infraestructura para el aprovechamiento de aguas pluviales y el reciclado de aguas residuales.

“Pero, más o menos en 2007, quedó evidente que todas esas iniciativas requieren tiempo para su concreción y para que impliquen soluciones reales; por eso el gobierno decidió invertir en desalinización. La sequía terminó antes de que la planta estuviera lista, y hasta ahora no ha sido accionada. Pero esa infraestructura nos concedió una cierta certidumbre –de que, de llegar la sequía, no faltará agua– y nos permite invertir en soluciones a largo plazo más sostenibles, tales como el reciclado de agua”, sostuvo Wong.
 


Diversidad de fuentes

Otra importante lección que dejó la Sequía del Milenio, de acuerdo con Wong, fue la necesidad de diversificar el abanico de fuentes de agua y revisar constantemente las estrategias con base en el surgimiento de nuevas tecnologías. A juicio del australiano, no es más posible garantizar la seguridad hídrica de las ciudades únicamente con base en el modelo tradicional de captación mediante represas.

“Nuestros desagües constituyen un recurso que suele ignorarse y podemos crear soluciones descentralizadas para reaprovechar tal agua en el riego de plantas y en retretes, por ejemplo. Con políticas públicas adecuadas, cada vez que un edificio antiguo sea demolido, podemos estimular que en el nuevo que se erija se incorpore la infraestructura destinada a la reutilización del agua”, afirmó.

En tanto, según Wong, la inversión en infraestructura destinada a la recolección de agua de lluvia puede ayudar a solucionar también el problema de las inundaciones.

“En Melbourne estamos construyendo grandes áreas anegables para la recolección de aguas pluviales. Así también hemos logrado evitar inundaciones en zonas vulnerables. Con el monitoreo de los radares meteorológicos, podemos prever la llegada de tormentas y drenar los reservorios a tiempo”, dijo.

Como ya no es posible confiar en datos históricos para prever condiciones futuras, toda vez que la ciencia muestra que no existe más estacionalidad, Wong aboga por el uso de modelos matemáticos para simular escenarios futuros y evaluar el impacto de políticas públicas antes de su implementación.

“La infraestructura del futuro deberá consistir en una combinación de soluciones centralizadas [grandes iniciativas implementadas por los gobiernos] y descentralizadas [soluciones locales, implementadas por los ciudadanos y estimuladas mediante políticas públicas]. Y son las soluciones descentralizadas aquéllas que dotarán de resiliencia a las ciudades para sobrevivir en un clima de incertidumbre”, afirmó Wong.

Aparte de Wong, otros 20 representantes de universidades e instituciones de investigación científica y del gobierno del estado de Victoria tomaron parte en la Misión de Educación, que también pasó por Chile y seguirá su marcha hacia Colombia y Perú.

“Muchas ciudades latinoamericanas comparten desafíos similares a los de Australia y a los del estado de Victoria. Esas experiencias compartidas hacen hincapié en áreas de interés mutuo y en posibles alianzas entre nuestros gobiernos y nuestros científicos y expertos en educación”, afirmó Steven Herbert, ministro de Educación Profesional y Tecnológica del estado de Victoria y jefe de la misión.

La cónsul y agregada comercial de la Australian Trade Comission en São Paulo, Sheila Hunter, afirmó que los australianos están familiarizados con el problema de la escasez hídrica y desean compartir su experiencia con los paulistas.

“São Paulo afronta una grave crisis en sus reservas de agua. Esperamos que, al compartir nuestro aprendizaje, podamos ayudar a detectar soluciones innovadoras para operar con los cambios climáticos que todos afrontaremos en el futuro”, dijo.

En representación de la FAPESP en el evento estuvieron presentes el asesor de la presidencia, Fernando Menezes, el coordinador adjunto de Investigación para la Innovación y del Plan Director de Ciencia, Tecnología e Innovación del Estado de São Paulo, Sergio Robles Reis de Queiroz, y el coordinador del Programa FAPESP de Investigaciones sobre Cambios Climáticos Globales (PFPMCG), Reynaldo Luiz Victoria.

Para referirse a la actual crisis hídrica que enfrenta el estado de São Paulo y a las estrategias que se están implementando con el objetivo de incrementar la seguridad hídrica en la zona, estuvo presente el profesor Américo Sampaio, coordinador de Saneamiento de la Secretaría de Saneamiento y Recursos Hídricos del Estado de São Paulo.

“La desalinización del agua del mar por ahora está descartada en São Paulo, en razón de su alto costo. Debemos conciliar la gestión de la oferta –salir en busca de nuevos manantiales cada vez más distantes, cosa que siempre se hizo históricamente en Brasil y en São Paulo– y la gestión de la demanda, e implementar medidas tendientes a disminuir el consumo”, dijo Sampaio.

Como ejemplos de gestión de la oferta, Sampaio mencionó las obras de emergencia y también las que lleva adelante la gobernación del estado a mediano y largo plazo, entre ellas la transposición de aguas del río Paraíba do Sul.

En el marco de la gestión de la demanda, Sampaio afirmó que la gobernación paulista pretende estimular la medición individualizada del agua en consorcios, la implementación de infraestructura destinada a la reutilización del agua y el cambio de artefactos sanitarios –inodoros, duchas y grifería– por modelos que economizan. Y añadió que urge revisar el valor de la tarifa de agua, a la cual considera muy barata, e invertir en el control de pérdidas en el sistema. 

 

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