Para los autores del Atlas Temático Migração Refugiada, una investigación que contó con el apoyo de la FAPESP, el debate sobre la cuestión migratoria es crucial para combatir la xenofobia (Rosana Baeninger, de la Unicamp, en la presentación de la publicación/ foto: Felipe Maeda/ Agência FAPESP)
Para los autores del Atlas Temático Migração Refugiada, una investigación que contó con el apoyo de la FAPESP, el debate sobre la cuestión migratoria es crucial para combatir la xenofobia
Para los autores del Atlas Temático Migração Refugiada, una investigación que contó con el apoyo de la FAPESP, el debate sobre la cuestión migratoria es crucial para combatir la xenofobia
Para los autores del Atlas Temático Migração Refugiada, una investigación que contó con el apoyo de la FAPESP, el debate sobre la cuestión migratoria es crucial para combatir la xenofobia (Rosana Baeninger, de la Unicamp, en la presentación de la publicación/ foto: Felipe Maeda/ Agência FAPESP)
Por Maria Fernanda Ziegler | Agência FAPESP – El proceso de migraciones internacionales que tiene lugar actualmente en Brasil es completamente distinto al que ocurrió en el viraje del siglo XIX al siglo XX. Si en aquel entonces el mismo se centró en las inmigraciones europeas y se extendió hasta las solicitudes de refugio tras de la Segunda Guerra Mundial, en la actualidad es diverso y multirracial, y echa por tierra mitos que existían en aquella época, como el que indicaba que Brasil era un país abierto y que recibía a todos.
“El siglo XXI anuncia una migración no blanca. Es una inmigración negra, y en muchos casos indígena. No sólo aporta una diversidad étnico-racial muy grande sino que también deconstruye el mito de nuestra receptividad, que estaba pautado en la migración europea de los siglos XIX y XX”, dijo la profesora Rosana Baeninger, investigadora del Núcleo de Estudios de la Población (Nepo) de la Universidad de Campinas (Unicamp).
El tema de las migraciones y el refugio en el siglo XXI fue objeto de un debate entre expertos el pasado 19 de junio, en el marco de un evento intitulado “Refugiados y migrantes: vidas en movimiento”, que constituyó la 7ª edición del Ciclo ILP-FAPESP de Ciencia e innovación, un programa de conferencias organizado por la FAPESP en colaboración con el Instituto de la Legislatura Paulista (ILP).
En dicho evento también se concretó el lanzamiento del del Atlas Temático Migração Refugiada, un suplemento del Atlas Temático – Observatório das Migrações em São Paulo, que es un estudio a cargo de investigadores del Observatorio de las Migraciones en São Paulo de la Universidad de Campinas (Unicamp) y coordinado por Baeninger.
De acuerdo con datos tabulados en los Atlas, entre 2000 y 2016 se registraron 5.352 refugiados en Brasil, de los cuales 2.582 residen en el estado de São Paulo (el 48% del total). El mayor flujo de refugiados en el siglo XXI en São Paulo provino de Siria, con 1.030 nuevos registros en el referido período, seguido por el de refugiados de la República Democrática del Congo (318 refugiados entre 2000 y 2016), de Colombia (241), de Mali (91) y de Angola (88), entre otros.
“Muchos migrantes se muestran completamente chocados cuando son víctimas del racismo en Brasil. Dicen que no esperaban situaciones de prejuicio en un país como Brasil, con la mayor parte de la población compuesta por negros y mulatos”, dijo Sylvia Dantas, coordinadora del Núcleo de Investigación y Orientación Intercultural de la Escuela Paulista de Medicina de la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp), quien también participó en el debate.
El evento contó con la participación de Carlos Américo Pacheco, director presidente del Consejo Técnico Administrativo (CTA) de la FAPESP, Vinicius Schurgelies, director presidente del ILP, y el diputado estadual Carlos Bezerra Jr. El legislador preside la Comisión de Derechos Humanos de la Legislatura de São Paulo, y disertó ante el público durante la apertura del debate.
“Solemos interpretar únicamente las cifras de las migraciones, pero por detrás de éstas hay historias, hay rostros. Si no resulta posible pensar desde la óptica de la diversidad, de la riqueza cultural, que se piense desde la óptica económica. Existen diversos estudios que muestran que a mediano y largo plazo, cuanto mejor se integren los migrantes, más aportes harán y no sólo culturales y de diversidad sino incluso en lo que hace a la generación de empleos”, dijo.
Baeninger puso de relieve que los prejuicios se hacen presentes no sólo a causa del proceso histórico brasileño de racismo, vinculado a la raza y al color, sino también con países que no se ubican entre las preferencias de la sociedad.
“El peligro de no transmitirle a la sociedad la información que la prepare para las políticas sociales consiste precisamente en que el aumento de la discriminación y de los prejuicios lleven a una xenofobia cada vez más evidente”, dijo.
Para Dantas, quien trabaja con el impacto psicosocial entre los migrantes, la comprensión de los procesos migratorios lleva a percibir los aspectos humanos. “La comprensión del impacto que tienen los actos de migrar o de refugiarse y sus implicaciones psicológicas resulta fundamental para entender algo que forma parte de nosotros y que hasta ahora podría no habérselo percibido”, dijo.
El Atlas Temático Migração Refugiada contiene también datos sobre el aumento de 34 veces en la cifra de solicitudes de refugio en tan sólo sete años: trepó de 966 en 2010 a 33 mil en 2017. En total, fueron 127.068 solicitudes de refugio durante ese mismo lapso de tiempo, de las cuales 52.243 provinieron de haitianos y 17.865 de venezolanos. Los haitianos recibieron visas humanitarias, y obtuvieron reconocimiento como refugiados 5.246 inmigrantes durante ese período.
“Cuanto más cierren sus fronteras a los refugiados los países del Norte, más regiones como América Latina se erigirán en rutas y lugares de tránsito de esos inmigrantes y refugiados. Lo que se viene no es un volumen mayor de migrantes sino una heterogeneidad cada vez más creciente. Son distintas nacionalidades del sur global”, dijo Baeninger.
Para la investigadora, otro factor importante para el incremento de las solicitudes de refugio se relaciona con las peculiaridades de la legislación migratoria brasileña: el pedido de refugio constituye en ésta el modo más seguro para que migrantes de algunas partes del mundo ingresen de manera regular a Brasil.
En 2017 entró en vigencia la nueva Ley de Inmigración (13.445/ 17). “Esta ley aporta avances significativos en el terreno de la protección de los derechos humanos vinculados con los migrantes. Antes éstos padecían restricciones a sus derechos, tales como el derecho de reunión y de manifestación política, por ejemplo”, dijo Luís Renato Vedovato, del Instituto de Economía de la Unicamp.
Para Vedovato, si bien esta ley ya se encuentra en vigor y contiene avances, también se hace necesaria la implementación de políticas migratorias, de refugio y de apatridia. “Todo esto requiere de la participación de los gestores públicos, de los legisladores subnacionales. Cabe acotar que la nueva ley no afecta a la protección que otorga el refugio. Los refugiados siguen siendo protegidos por la ley de 1997, pero la nueva ley de inmigración contiene un avance significativo para los migrantes en general”, sostuvo.
Lugar de tránsito
Otro punto que se planteó en el debate reside en el hecho de que no siempre Brasil constituye el destino final de los migrantes y refugiados. Tal es el caso de la migración de los haitianos, que aumentó después del terremoto de 2010 –cuando murieron alrededor de 230 mil personas, y hubo más de un millón de evacuados– y también con el cierre de las fronteras de Estados Unidos. En ese momento, Brasil surgió como un punto de entrada en la búsqueda de otros países como destino final.
“Debemos pensar en políticas pautadas en la interculturalidad y no en los asimilacionismos, pues esas poblaciones no ven a Brasil necesariamente como un destino final. También es necesario que las pequeñas ciudades estén preparadas para recibir contingentes poblacionales que no tienen sus raíces históricas acá. Esto ocurre con más fuerza aún en el caso de los refugiados”, dijo Baeninger.
De acuerdo con el Atlas Temático Migração Refugiada, las migraciones no tienen únicamente su destino en los grandes centros urbanos como la ciudad de São Paulo. De los 5.570 municipios brasileños, 274 recibieron entre 2000 y 2016 al menos un registro de refugiado: son sirios, congoleses, nigerianos, colombianos, libaneses y, más recientemente, cubanos y venezolanos.
En la ciudad de São Paulo
Independientemente del hecho de que las migraciones se concreten con su destino en más de la mitad de los municipios brasileños, la ciudad de São Paulo, en su carácter de mayor centro urbano del país, sigue figurando como puerta de entrada a Brasil, excepto en los casos de las migraciones fronterizas; las de los venezolanos, por ejemplo.
“Debemos tener en cuenta también que el crecimiento del desempleo en otros estados brasileños a partir de 2014 atrajo a los migrantes hacia São Paulo”, dijo Lúcia Machado Bógus, del Observatorio de las Metrópolis São Paulo, dependiente de la Pontificia Universidad Católica (PUC-SP), quien también tomó parte en el ciclo FAPESP-ILP.
De acuerdo con los estudios del Observatorio de las Metrópolis São Paulo, actualmente los flujos migratorios desembocan en la región central de la capital paulista, con algunas concentraciones en la zona norte y en la zona este de la ciudad.
“Precisamente en las áreas más pobres de la metrópolis muchos de esos migrantes procuran radicarse. Inicialmente en la zona del centro, donde están las organizaciones que trabajan con migrantes y refugiados, para luego instalarse en áreas más pobres de la ciudad”, dijo la investigadora.
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