Más allá de que el índice Gini ha disminuido a partir del decenio de 2000, se ha intensificado la polarización política en los países latinoamericanos durante este mismo lapso de tiempo (foto: Joédson Alves/Agencia Brasil)
Los países de la región pasan por un fenómeno distinto al que se observa en Estados Unidos y Europa, en donde el aumento de la desigualdad social puede haber sido la causa del avance de la polarización política. Éste fue el análisis de algunos investigadores que participaron en la FAPESP Week Illinois
Los países de la región pasan por un fenómeno distinto al que se observa en Estados Unidos y Europa, en donde el aumento de la desigualdad social puede haber sido la causa del avance de la polarización política. Éste fue el análisis de algunos investigadores que participaron en la FAPESP Week Illinois
Más allá de que el índice Gini ha disminuido a partir del decenio de 2000, se ha intensificado la polarización política en los países latinoamericanos durante este mismo lapso de tiempo (foto: Joédson Alves/Agencia Brasil)
Por Elton Alisson, de Chicago | Agência FAPESP – Las teorías que figuran en la literatura dominante de las ciencias políticas actualmente para intentar explicar las fuentes de la polarización política que ha puesto en riesgo la democracia en diversas partes del mundo resultan adecuadas para Estados Unidos y Europa, pero no tienen sentido en los países de América Latina. Por eso se hace necesaria una mayor colaboración entre los politólogos para hallar otras hipótesis más plausibles de este fenómeno que también atraviesa a esta región.
Éste fue el análisis de los investigadores participantes en un panel sobre democracia e inclusión social que se concretó este mes en Chicago (Estados Unidos), durante la FAPESP Week Illinois.
“Existe una avenida de posibles colaboraciones en la investigación entre politólogos latinoamericanos y norteamericanos, para avanzar en la identificación de las fuentes de la polarización política en ambas regiones y para superar este desafío en la literatura del área, por ejemplo. Contamos con muchos datos y tenemos interés en colaborar para entender mejor este fenómeno”, dijo Marta Arretche, docente de la Universidad de São Paulo (USP), en Brasil, e investigadora del Centro de Estudios de la Metrópolis (CEM), un Centro de Investigación, Innovación y Difusión (CEPID) de la FAPESP.
De acuerdo con la investigadora, la literatura más influyente en las ciencias sociales en la actualidad, principalmente en Estados Unidos y Europa, establece una conexión positiva entre la desigualdad social y la polarización política para explicar el ascenso de la fuerza electoral de partidos de extrema derecha y las amenazas a las instituciones democráticas.
Marta Arretche durante su conferencia en la FAPESP Week Illinois (foto: Elton Alisson/Agência FAPESP)
De acuerdo con esta teoría, en las democracias más ricas se ha venido observando un aumento de la desigualdad social, que sería la causa del apoyo de los electores a las propuestas de partidos de extrema derecha.
“Según esta teoría, los partidos de izquierda de cierto modo han abandonado a su electorado histórico y han implementado políticas a favor de los ricos, por eso los partidos de derecha se habrían aprovechado de la insatisfacción de los más pobres que perdieron en los regímenes democráticos actuales. Pero investigaciones recientes realizadas en América Latina, y particularmente en Brasil, exhiben buenas evidencias de que puede ser que esto no sea verdad en los países de la región”, ponderó Arretche.
Una investigación posdoctoral en curso en el CEM, sobre los determinantes de la polarización política en Latinoamérica, indica que, más allá de que el índice Gini (una medida de la desigualdad social) ha venido disminuyendo a partir del comienzo del decenio de 2000, se ha intensificado la polarización política en los países latinoamericanos en idéntico período.
“Para América Latina existen evidencias que no confirman la asociación positiva entre el aumento de la desigualdad y el incremento de la polarización. Al contrario, muestran una asociación negativa”, subrayó Arretche.
Otro estudio, también realizado por politólogos brasileños, y referente a la influencia de la percepción de la mejora o la pérdida de estatus social sobre las posiciones políticas del electorado brasileño, demostró que quienes votan a los partidos de izquierda en el país evalúan que ganaron centralidad en el espacio político durante los últimos 20 años. En contrapartida, quienes votaron a los partidos de derecha se perciben como perdedores de centralidad en los últimos años.
“Las conclusiones de los autores de este estudio también van en la dirección opuesta a la de la literatura dominante con relación a Estados Unidos y Europa. E indican que las políticas progresistas implementadas por los partidos de izquierda en Brasil a partir del comienzo de la década de 2000 han moldeado la división política que existe actualmente”, explica Arretche.
Por otra parte, otro estudio en marcha a cargo de la investigadora y colaboradores también exhibe algunas evidencias de que ha habido una decepción en parte de los electores del Partido de los Trabajadores (PT) durante los últimos años.
“El partido perdió apoyo entre sus propios electores durante las crisis que afrontó Brasil en los últimos cinco años”, afirmó Arretche.
Crisis política
Los cambios que vienen sucediéndose en Brasil desde el año 2013, signados por una crisis política muy intensa, han alterado las conductas de los actores y han generado inestabilidad en los pilares del presidencialismo de coalición en el país, señaló Andrea Freitas, coordinadora del Centro de Estudios de Opinión Pública de la Universidad de Campinas (Cesop-Unicamp).
Este régimen parlamentario existente en Brasil y en otros países, en el cual el presidente, al no contar con mayoría en el Poder Legislativo, procura conformar coaliciones, puede cambiar de configuración en el país, sostuvo investigadora.
“Mi hipótesis indica que, debido el largo período de crisis política que Brasil ha atravesado durante los últimos diez años, ha habido de hecho un cambio en la conducta de los actores políticos en el país y ya no volveremos a las mismas bases institucionales del presidencialismo de coalición. Tendremos que construir otra relación”, afirmó Freitas.
Las desigualdades en la salud
Brasil y otros países también han venido pasando por transformaciones en otras áreas como la de la salud, que pueden contribuir para elevar los niveles de desigualdad en el país, según lo consignó Rudi Rocha, docente de la Fundación Getúlio Vargas (FGV) de São Paulo.
Uno de estos cambios es el envejecimiento de la población, que por ende exigirá más a los sistemas de salud, y no solamente en Brasil, sino también en diversos otros países: todos tendrán que afrontar cada vez más a menudo los padecimientos ocasionados por enfermedades crónicas y otras afecciones cuyo tratamiento es más caro, ponderó Rocha.
“Antiguamente, los sistemas sanitarios de países como Brasil solamente debían tratar enfermedades infecciosas infantiles, cuyo cuidado resulta más barato mediante la vacunación, por ejemplo. Pero ahora en los países de ingresos bajos y medianos las desigualdades eventualmente aumentarán si no cuentan con la capacidad de hacer frente a los desafíos que impone el envejecimiento de la población”, sostuvo.
La dificultad del sector público a la hora de reunir los recursos suficientes como para afrontar las necesidades de cuidado de la salud abre oportunidades para que el sector privado entre y expanda su presencia, señaló el investigador.
“Esto ya está sucediendo en muchos lugares del mundo y puede erigirse también como un vector de desigualdad. En última instancia, solamente quienes pueden pagar tendrán acceso a los servicios de salud privados”, afirmó Rocha.
Otro vector de desigualdad social en Brasil lo constituyen los cambios climáticos, que impactan más directamente sobre las personas pobres, que no tienen acceso a la salud, según lo consignó el investigador.
Más información sobre la FAPESP Week Illinois en este enlace: fapesp.br/week/2024/illinois.
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