En un estudio realizado en Brasil se constató que las personas mayores con buena salud física y mental son capaces de tolerar un calor de 32 °C y mantener una buena memoria, la atención y los reflejos (foto: Wikimedia Commons)
En un estudio realizado en Brasil se constató que las personas mayores con buena salud física y mental son capaces de tolerar un calor de 32 °C y mantener una buena memoria, la atención y los reflejos
En un estudio realizado en Brasil se constató que las personas mayores con buena salud física y mental son capaces de tolerar un calor de 32 °C y mantener una buena memoria, la atención y los reflejos
En un estudio realizado en Brasil se constató que las personas mayores con buena salud física y mental son capaces de tolerar un calor de 32 °C y mantener una buena memoria, la atención y los reflejos (foto: Wikimedia Commons)
Por Elton Alisson | Agência FAPESP – Los ancianos son más vulnerables a los sucesivos récords de temperatura registrados en distintas partes del mundo durante los últimos años, que inducen alteraciones en el mecanismo de control de la temperatura corporal, por ejemplo, según apuntan expertos del área de geriatría.
Con todo, en un estudio realizado por investigadores de la Facultad de Medicina y del Instituto de Astronomía, Geofísica y Ciencias Atmosféricas (IAG) de la Universidad de São Paulo (USP), en Brasil, se constató que las personas mayores sanas son capaces de tolerar un calor de 32 °C, por ejemplo –una temperatura que representa un día cálido de verano en São Paulo–, manteniendo un buen desempeño cognitivo.
Dicho estudio, que es el resultado de un proyecto llevado adelante en el ámbito del Instituto Nacional de Análisis Integrado de Riesgo Ambiental –uno de los Institutos Nacionales de Ciencia y Tecnología (INCTs), que cuentan con el apoyo de la FAPESP y del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq) en el estado de São Paulo–, aparece descrito en un artículo publicado en la revista Age, de la Asociación Americana de Envejecimiento.
“Observamos que el desempeño cognitivo de los ancianos con buena funcionalidad no sufrió los efectos nocivos de la exposición al calor”, declaró Beatriz Maria Trezza, geriatra del Hospital de Clínicas (HC) de la Facultad de Medicina de la USP y primera autora del estudio, a Agência FAPESP.
Los científicos evaluaron los efectos del estrés térmico sobre el desempeño cognitivo de 68 ancianos con una edad promedio de 73,3 años y con buen desempeño físico y cognitivo, caracterizado por una buena salud mental y por caminar de manera independiente, entre otros aspectos. Los ancianos son pacientes del servicio de geriatría del HC-FMUSP o participan en el programa “Universidad abierta a la tercera edad”, de la USP.
Para realizar el estudio, los investigadores efectuaron un ensayo clínico mediante el cual sometieron a los ancianos a una batería de cinco test neuropsicológicos computarizados realizados sucesivamente en salas con temperaturas controladas de 24 °C –considerada confortable para una actividad liviana– y de 32 °C.
Con esos cinco test, seleccionados a partir de la Batería Neuropsicológica Automatizada de Test de Cambridge (Cantab, en inglés) –un software desarrollado por la Cambridge University, del Reino Unido–, se evaluaron diferentes aspectos del desempeño cognitivo de los ancianos, tales como la memoria, la atención, el tiempo de reacción a un estímulo visual y el aprendizaje.
Los resultados de los test indicaron que no hubo diferencias significativas en el desempeño cognitivo de los ancianos en el ambiente con temperatura de 32 °C en comparación con el de 24 °C.
“Los análisis de los test en general mostraron que el desempeño cognitivo de los ancianos se mantuvo en el ambiente con 32 °C”, afirmó Trezza. “Sin embargo, la población de ancianos que evaluamos es bastante específica y quizá por eso sea menos vulnerable al estrés térmico”, sostuvo.
La humedad y la actividad física
Los investigadores también efectuaron un análisis de interacción de los resultados de los test: dividieron a los ancianos en distintos grupos –sólo de varones, de mujeres (que representaron al 69% de los participantes), mayores y más activos o sedentarios– con el objetivo de verificar si alguno de ellos se mostraba más susceptible a los efectos del calor.
Al dividir a los ancianos en dos grupos, sometidos a una misma temperatura de 32 °C, pero con humedades relativas del aire diferentes –un grupo con humedad relativa menor o igual al 57,8% (el promedio de la humedad calculada en los test de variación de calor) y otro con una humedad más elevada–, los investigadores observaron que el grupo expuesto a la temperatura de 32 °C con humedad relativa del ambiente superior al 57,8% sufrió los efectos deletéreos de ese calor más húmedo en su desempeño en los test cognitivos.
En contrapartida, no se observaron diferencias significativas en el desempeño cognitivo del grupo de 33 ancianos expuestos a un calor más seco, con humedad menor o igual al 57,8%.
“Durante los test, la temperatura, de 32 °C, estuvo muy bien controlada, pero no pudimos controlar la humedad relativa del ambiente”, explicó Trezza.
En el marco de un Proyecto Temático realizado con el apoyo de la FAPESP, los investigadores están aplicando una nueva batería de test con el mismo perfil de ancianos, mediante la cual pretenden comparar su desempeño cognitivo a una temperatura de 32 °C y con distintos niveles de humedad relativa del aire.
“Pretendemos cerciorarnos si la humedad relativa del aire constituye realmente un factor que afecta el desempeño cognitivo de los ancianos, pues, bajo el efecto del calor solamente, no se detectaron diferencias”, dijo Fábio Luiz Teixeira Gonçalves, docenter del IAG-USP y coordinador del proyecto.
Los investigadores aún no saben exactamente por qué el nivel de humedad relativa del ambiente influyó sobre el desempeño cognitivo de los ancianos.
Una de las hipótesis indica que al ser más alta la humedad relativa del ambiente, junto a las altas temperaturas, es mayor el estrés por el calor sobre el cuerpo humano.
Sucede que uno de los principales mecanismos del cuerpo humano para perder calor durante un día caluroso –con temperaturas superiores los 30 °C– es la transpiración.
Con el nivel de humedad relativa del aire más alto en un día caluroso, es menor la posibilidad de transpirar y es más difícil regular la temperatura corporal, fundamentalmente cuando se trata de ancianos, explicó Trezza.
“El estrés en la regulación de la temperatura corporal termina compitiendo con el funcionamiento del cerebro. La red neural, que está intentando mantener la temperatura del cuerpo estable, debe preocuparse con otra función al mismo tiempo”, detalló.
Los investigadores también constataron que la frecuencia de la actividad física influye sobre el efecto del calor en el desempeño cognitivo de los ancianos.
Las personas mayores que declararon que hacían actividad física con una frecuencia menor que cuatro veces por semana exhibieron un peor desempeño cognitivo bajo el calor que aquéllos que afirmaron que hacen actividad física con una frecuencia mayor que cuatro días.
“El control térmico del cuerpo de las personas que hacen más actividad física es mejor que el de los sedentarios”, explicó Trezza. “Cuando se hace actividad física, la temperatura del cuerpo aumenta y éste va aprendiendo a disipar calor”, añadió.
Un estudio pionero
De acuerdo con la investigadora, el estudio sobre el efecto del calor en el desempeño cognitivo de ancianos es pionero.
Sucede que ya se habían realizado estudios en esa línea con militares, con trabajadores expuestos a ambientes extremos y con jóvenes. Pero hasta ahora no había hecho ningún estudio específico con ancianos.
“En simultáneo con los cambios climáticos globales, también se está concretando un proceso de envejecimiento poblacional. Uno de los objetivos de este estudio consistió en intentar entender de qué modo convivirá una población que está envejeciendo y que sufrirá alteraciones en el control de la temperatura corporal con un clima que está volviéndose más cálido”, dijo Trezza.
Junto con los recién nacidos, los ancianos fueron las mayores víctimas de las olas de calor registradas en distintas partes del mundo en los últimos años, tal como en el caso del verano de 2003 en Europa.
“La sensibilidad de los ancianos al calor es menor, y ellos tienen a su vez una percepción menor de la variación de la temperatura, lo cual desencadena una respuesta conductual más tardía”, dijo Trezza.
Al preguntarles a los ancianos participantes en el estudio si estaban cómodos o no a una temperatura de 32 °C, aproximadamente un tercio sostuvo encontrarse bien en ese ambiente.
Puede leerse el artículo intitulado “Environmental heat exposure and cognitive performance in older adults: a controlled trial” (doi: 10.1007/s11357-015-9783-z), de Trezza y otros, en la revista Age, en: link.springer.com/article/10.1007%2Fs11357-015-9783-z.
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